Páginas
- Página principal
- EL SANTO ROSARIO
- EL SANTO ROSARIO - PROMESAS
- ¿QUÉ ES EL SANTO ROSARIO?
- LETANIAS DEL ROSARIO EN IMAGENES
- MAYO, MES DE MARÍA - ORACIONES
- ORACIONES A LA VIRGEN MARÍA
- GIFS DE LA VIRGEN MARÍA
- LA INMACULADA CONCEPCIÓN
- INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA
- VIRGEN DE LA MERCED
- NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE
- NUESTRA SEÑORA DESATANUDOS
- NUESTRA SEÑORA VIRGEN DE FÁTIMA
- NUESTRA SEÑORA REINA DE LA PAZ
- NUESTRA SEÑORA DEL PERPETUO SOCORRO
- VIRGEN ROSA MÍSTICA
- VIRGEN MARÍA DOLOROSA
- VIRGEN MARÍA AUXILIADORA
- VIRGEN MARÍA PARA COLOREAR
- VIRGEN DE LA MEDALLA MILAGROSA
- SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
- NARDOS AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
- MEDITACIONES DE LA VIRGEN MARÍA
- MAYO, MES DE MARÍA
- NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO
- VIRGEN DE LOURDES Y SANTA BERNARDITA
- SEMANA SANTA - IMÁGENES
- ADVIENTO 2024 - LECTURAS Y MEDITACIONES
- NAVIDAD 2024 - NOVENA Y MEDITACIONES
- NAVIDAD - PESEBRES NAVIDEÑOS
- TARJETAS DE FELIZ NAVIDAD Y MERRY CHRISTMAS
domingo, 28 de abril de 2024
MEDITACIONES DIARIAS PARA EL MES DE MAYO - FLORES A MARÍA - MAYO, MES DE MARÍA
EL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 28 DE ABRIL DE 2024
Domingo 5 (B) de Pascua
Domingo 28 de abril de 2024
1ª Lectura (Hch 9,26-31): En aquellos días, llegado Pablo a Jerusalén, trataba de juntarse con los discípulos, pero todos le tenían miedo, porque no se fiaban de que fuera realmente discípulo. Entonces Bernabé se lo presentó a los apóstoles. Saulo les contó cómo había visto al Señor en el camino, lo que le había dicho y cómo en Damasco había predicado públicamente el nombre de Jesús.
Saulo se quedó con ellos y se movía libremente en Jerusalén, predicando públicamente el nombre del Señor. Hablaba y discutía también con los judíos de lengua griega, que se propusieron suprimirlo. Al enterarse los hermanos, lo bajaron a Cesarea y lo enviaron a Tarso. La Iglesia gozaba de paz en toda Judea, Galilea y Samaria. Se iba construyendo y progresaba en la fidelidad al Señor, y se multiplicaba, animada por el Espíritu Santo.
Salmo responsorial: 21
R/. El Señor es mi alabanza en la gran asamblea.
Cumpliré mis votos delante de sus fieles. Los desvalidos comerán hasta saciarse, alabarán al Señor los que lo buscan: viva su corazón por siempre.
Lo recordarán y volverán al Señor hasta de los confines del orbe; en su presencia se postrarán las familias de los pueblos. Ante él se postrarán las cenizas de la tumba, ante él se inclinarán los que bajan al polvo.
Me hará vivir para él, mi descendencia le servirá, hablarán del Señor a la generación futura, contarán su justicia al pueblo que ha de nacer: todo lo que hizo el Señor.
2ª Lectura (1Jn 3,18-24): Hijos míos, no amemos de palabra y de boca, sino de verdad y con obras. En esto conoceremos que somos de la verdad y tranquilizaremos nuestra conciencia ante él, en caso de que nos condene nuestra conciencia, pues Dios es mayor que nuestra conciencia y conoce todo. Queridos, si la conciencia no nos condena, tenemos plena confianza ante Dios. Y cuanto pidamos lo recibimos de él, porque guardamos sus mandamientos y hacemos lo que le agrada. Y éste es su mandamiento: que creamos en el nombre de su Hijo, Jesucristo, y que nos amemos unos a otros, tal como nos lo mandó. Quien guarda sus mandamientos permanece en Dios, y Dios en él; en esto conocemos que permanece en nosotros: por el Espíritu que nos dio.
Versículo antes del Evangelio (Jn 15,4.5): Aleluya. Permaneced en mí, y yo en vosotros, dice el Señor; el que permanece en mí produce muchos frutos. Aleluya.
Texto del Evangelio (Jn 15,1-8): En aquel tiempo, Jesús habló así a sus discípulos: «Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador. Todo sarmiento que en mí no da fruto, lo corta, y todo el que da fruto, lo limpia, para que dé más fruto. Vosotros estáis ya limpios gracias a la Palabra que os he anunciado. Permaneced en mí, como yo en vosotros. Lo mismo que el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid; así tampoco vosotros si no permanecéis en mí.
»Yo soy la vid; vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto; porque separados de mí no podéis hacer nada. Si alguno no permanece en mí, es arrojado fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen, los echan al fuego y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y lo conseguiréis. La gloria de mi Padre está en que deis mucho fruto, y seáis mis discípulos».
«La gloria de mi Padre está en que deis mucho fruto»
Rev. D. Joan MARQUÉS i Suriñach
(Vilamarí, Girona, España)
Hoy, el Evangelio presenta la alegoría de la vid y los sarmientos. Cristo es la verdadera vid, nosotros somos los sarmientos y el Padre es el viñador.
El Padre quiere que demos mucho fruto. Es lógico. Un viñador planta la viña y la cultiva para que produzca fruto abundante. Si nosotros montamos una empresa, querremos que rinda. Jesús insiste: «Yo os he elegido a vosotros, y os he destinado para que vayáis y deis fruto» (Jn 15,16).
Eres un elegido. Dios se ha fijado en ti. Por el bautismo te ha injertado en la viña que es Cristo. Tienes la vida de Cristo, la vida cristiana. Posees el elemento principal para dar fruto: la unión con Cristo, porque «el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid» (Jn 15,4). Jesús lo dice taxativamente: «Separados de mí no podéis hacer nada» (Jn 15,5). «Su fuerza no es sino suavidad; nada hay tan blando como esto, y nada como esto tan firme» (San Francisco de Sales). ¿Cuántas cosas has querido hacer sin Cristo? El fruto que el Padre espera de nosotros es el de las buenas obras, el de la práctica de las virtudes. ¿Cuál es la unión con Cristo que nos hace capaces de dar este fruto? La fe y la caridad, es decir, permanecer en gracia de Dios.
Cuando vives en gracia, todos los actos de virtud son frutos agradables al Padre. Son obras que Jesucristo hace a través tuyo. Son obras de Cristo que dan gloria al Padre y se convierten en cielo para ti. ¡Vale la pena vivir siempre en gracia de Dios! «Si alguno no permanece en mí [por el pecado], es arrojado fuera, como el sarmiento, y se seca; luego (...) los echan al fuego y arden» (Jn 15,6). Es una clara alusión al infierno. ¿Eres como un sarmiento lleno de vida?
Que la Virgen María nos ayude a aumentar la gracia para que produzcamos frutos en abundancia que den gloria al Padre.
HOMILÍA COMPLETA DEL PAPA FRANCISCO EN LA MISA DESDE LA PLAZA DE SAN MARCOS EN VENECIA - ITALIA - 2024
Homilía completa del Papa Francisco en la Misa desde la plaza de San Marcos en Venecia
Crédito: Daniel Ibáñez/ ACI Prensa
28 de abril de 2024
A continuación, la homilía completa del Papa Francisco en la Misa que ha presidido este 28 de abril en la céntrica Plaza de San Marcos en Venecia:
Jesús es la vid, nosotros los sarmientos. Y Dios, Padre misericordioso y bueno, como un agricultor paciente, nos trabaja con esmero para que nuestra vida se llene de frutos. Por eso Jesús nos recomienda que apreciemos el don inestimable que es el vínculo con Él, del que dependen nuestra vida y nuestra fecundidad. Repite con insistencia: “Permaneced en mí y yo en vosotros. “El que permanece en mí y yo en él, da mucho fruto” (Jn 15,4). Sólo da fruto quien permanece unido a Jesús. Reflexionemos sobre ello.
Jesús está a punto de concluir su misión terrena. En la Última Cena con los que serán sus apóstoles, les da, junto con la Eucaristía, algunas palabras clave. Una de ellas es precisamente ésta: “permaneced”, es decir, mantened vivo el vínculo conmigo, permaneced unidos a mí como los sarmientos a la vid. Con esta imagen, Jesús retoma una metáfora bíblica que la gente conocía bueno y que también encontró en la oración, como en el salmo que dice: '¡Dios de los ejércitos, vuelve!. Mira desde el cielo y ve y visita esta viña” (Sal 80,15).
Israel es la viña que el Señor ha plantado y cuidado. Y cuando el pueblo no da los frutos de amor que el Señor espera, el profeta Isaías formula una acusación utilizando precisamente la parábola de un labrador que ha labrado su viña, la ha limpiado de piedras, ha plantado vides finas esperando que produzca buen vino, pero en cambio sólo da uvas inmaduras. Y el profeta concluye: “Pues bien, la viña del Señor de los ejércitos es la casa de Israel; los habitantes de Judá son su plantación predilecta. Esperaba justicia y he aquí el derramamiento de sangre, esperaba justicia / y he aquí los gritos de los oprimidos" (Is 5,7). Jesús mismo, retomando a Isaías, cuenta la dramática parábola de los viñadores asesinos, subrayando el contraste entre la obra paciente de Dios y el rechazo de su pueblo (cf. Mt 21,33-44).
Así, la metáfora de la vid, a la vez que expresa el cuidado amoroso de Dios por nosotros, por otra parte nos advierte, porque si rompemos este vínculo con el Señor, no podremos generar frutos de buena vida y nosotros mismos corremos el peligro de convertirnos en sarmientos secos que se desechan. Es feo esto, convertirnos en sarmientos secos que se desechan.
Hermanos y hermanas, con el telón de fondo de la imagen utilizada por Jesús, pienso también en la larga historia que une a Venecia con el trabajo de la vid y la producción de vino, en el cuidado de tantos viticultores y en los numerosos viñedos que surgieron en las islas de la Laguna y en los jardines de la ciudad, y en los que comprometían a los monjes en la producción de vino para sus comunidades.
Dentro de este recuerdo, de la vid y del vino, no es difícil captar el mensaje de la parábola de la vid y los sarmientos: la fe en Jesús, el vínculo con Él, no aprisiona nuestra libertad, sino que, al contrario, la unión con Jesús nos abre para recibir la savia del amor de Dios, que multiplica nuestra alegría, nos cuida con el esmero de un buen viñador y hace brotar sarmientos incluso cuando la tierra de nuestra vida se vuelve árida. Tantas veces, nuestro corazón se vuelve árido.
Pero la metáfora que salió del corazón de Jesús también puede leerse pensando en esta ciudad construida sobre el agua, y reconocida por esta singularidad como uno de los lugares más evocadores del mundo. Venecia es una con las aguas sobre las que se levanta, y sin el cuidado y la protección de este entorno natural podría incluso dejar de existir. Así es también nuestra vida: también nosotros, sumergidos desde tiempos inmemoriales en las fuentes del amor de Dios, hemos sido regenerados en el Bautismo con el agua, renacidos a una vida nueva por el agua y el Espíritu Santo, y colocados en Cristo como sarmientos en la vid. En nosotros fluye la savia de este amor. En nosotros fluye la savia de este amor, sin la cual nos convertimos en sarmientos secos que no dan fruto.
El Beato Juan Pablo I, cuando era Patriarca de esta ciudad, dijo una vez que Jesús “vino a traer a los hombres la vida eterna [...]. Y continuaba: esa vida está en Él y pasa de Él a sus discípulos, como la savia sube del tronco a los sarmientos de la vid. Es agua fresca, que Él da a sus discípulos. Es el agua fresca que él da, un manantial que brota sin cesar” (A. LUCIANI, Venezia 1975-1976. Opera Omnia. Discorsi, scritti, articoli, vol. VII, Padua 2011, 158).
Hermanos y hermanas, esto es lo que cuenta: permanecer en el Señor, habitar en Él. Pensemos en esto un minuto: permanecer en el Señor, habitar en Él. Y este verbo -habitar- no debe interpretarse como algo estático, como si quisiera decirnos que nos quedemos quietos, aparcados en la pasividad; en realidad, nos invita a ponernos en movimiento, porque permanecer en el Señor significa crecer en la relación con Él, dialogar con Él, acoger su Palabra, seguirle en el camino hacia el Reino de Dios. Por tanto, se trata de ponernos en camino tras Él, dejándonos provocar por su Evangelio y convirtiéndonos en testigos de su amor.
Por eso Jesús dice que el que permanece en Él da fruto. Y no es cualquier fruto. El fruto de los sarmientos en los que fluye la savia es la uva, y de la uva sale el vino, que es el signo mesiánico por excelencia. Porque Jesús, el Mesías enviado por el Padre, lleva el vino del amor de Dios al corazón humano y lo llena de alegría y esperanza.
Queridos hermanos y hermanas, éste es el fruto que estamos llamados a dar en nuestra vida, en nuestras relaciones, en los lugares que frecuentamos cada día, en nuestra sociedad. Si miramos hoy esta ciudad de Venecia, admiramos su encantadora belleza, pero también nos preocupan los numerosos problemas que la amenazan: el cambio climático, que repercute en las aguas de la Laguna y en el territorio; la fragilidad de los edificios, del patrimonio cultural, pero también la de las personas; la dificultad de crear un ambiente a escala humana mediante una gestión adecuada del turismo; y también todo lo que estas realidades corren el riesgo de generar en términos de relaciones sociales deterioradas, individualismo y soledad.
Nosotros cristianos, que somos sarmientos unidos a la vid, la vid del Dios que cuida de la humanidad y ha creado el mundo como un jardín para que florezcamos en él y lo hagamos florecer, ¿cómo respondemos? Permaneciendo unidos a Cristo, podremos dar los frutos del Evangelio dentro de la realidad que habitamos: frutos de justicia y paz, frutos de solidaridad y cuidado mutuo; opciones de cuidado del medio ambiente, pero también del patrimonio humano: No olvidemos el patrimonio humano, nuestra gran humanidad, la que ha cogido Dios para caminar con nosotros.
Necesitamos que nuestras comunidades cristianas, nuestros barrios, nuestras ciudades, se conviertan en lugares hospitalarios, acogedores, inclusivos. Y Venecia, que siempre ha sido lugar de encuentro y de intercambio cultural, está llamada a ser signo de belleza accesible a todos, empezando por los últimos, signo de fraternidad y de cuidado de nuestra casa común. Venecia, tierra que hace hermanos.
FOTOS DE LA VISITA DEL PAPA FRANCISCO A VENECIA - ITALIA - 28 DE ABRIL 2024
domingo, 21 de abril de 2024
HOY CELEBRAMOS LA JORNADA MUNDIAL DE ORACIÓN POR LAS VOCACIONES 2024 - OREMOS POR LAS VOCACIONES!!! ORACIÓN POR LAS VOCACIONES
Hoy celebramos la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones 2024
Vatican Media
21 de abril de 2024
Hoy 21 de abril, Domingo del Buen Pastor, la Iglesia Católica celebra la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones 2024, día en que los fieles son llamados a rezar para que más personas, especialmente jóvenes, digan sí a la llamada de Dios.
Se le llama “Domingo del Buen Pastor” al IV Domingo de Pascua, pues el Evangelio del día corresponde a la lectura de Juan 10, 1-10, pasaje en el que Jesús afirma la siguiente frase: “Yo soy la puerta de las ovejas”, les explica que la humanidad son sus ovejas, y les enseña que su misión es conducir a las ovejas que no están en su redil para que sean un solo rebaño.
El Papa San Pablo VI instituyó y celebró por primera vez la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones el Domingo del Buen Pastor, el 12 de abril de 1964.
En su mensaje en esa ocasión, el Papa Pablo VI recordó que “la mies es mucha, más los operarios son pocos”, e hizo el siguiente pedido a los fieles del mundo: “‘Pidan al Señor de la mies que mande obreros’ a su Iglesia”.
El Papa aseguró que el número de sacerdotes “afecta a todos los fieles, no sólo porque de él depende el futuro religioso de la sociedad cristiana”, sino porque es un indicador de “la vitalidad de fe y amor de las comunidades” parroquiales, y es un “testimonio de la salud moral de las familias”.
También, destacó a los padres generosos que dan a sus hijos a la Iglesia con alegría y orgullo, y a los adolescentes que quieren servir a la Iglesia para reproducir los rasgos del Buen Pastor; y alentó a las vocaciones sacerdotales y religiosas a no descuidar “un deber tan grave y responsable”.