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jueves, 19 de diciembre de 2013
miércoles, 18 de diciembre de 2013
LA EXPECTACIÓN DEL PARTO
Autor: Archidiócesis de Madrid La Expectación del Parto | |||
El gozo esperanzado que poseyó Santa María por el futuro próximo de su parto. | |||
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PENSAMIENTO MARIANO 22
PENSAMIENTO MARIANO
La Virgen Santa María, Madre del Amor Hermoso, aquietará tu corazón, cuando te haga sentir que es de carne, si acudes a Ella con confianza.
San Josemaría Escrivá de Balaguer
LA VIRGEN MARÍA, ATENTA A DIOS
Atenta a Dios
A la Virgen María le corresponde una tarea importante en los planes de Dios: ser Madre de Jesús, el Salvador. Pero esta realidad de la que proviene su grandeza, incluye un aspecto menos grato para el corazón de una madre: es un hijo totalmente para los demás. Ello implica renuncia y dolor ante las circunstancias que rodearán la vida de Jesús.
María es la Madre más plenamente entregada a hacer posible la vocación de su Hijo. Bien pronto ha de darse cuenta de que Jesús no le pertenece, pues ha venido para ocuparse en las cosas de Dios. Padre. La renuncia alcanza la culminación cuando tiene que aceptar la inmolación en la cruz.
María nos trajo a Dios-Hombre, y su tarea se concreta en facilitar su encuentro con los hombres. Por eso se constituye en camino hacia Cristo, nos lo da y nos conduce a El.
Fuente: educadormarista.com
CONSAGRACIÓN AL CORAZÓN INMACULADO DE MARÍA
CONSAGRACIÓN
AL CORAZÓN INMACULADO DE MARÍA
Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra, a vuestro Corazón Inmaculado nos consagramos, en acto de entrega total al Señor. Por Vos seremos llevados a Cristo, y por Él y con El seremos llevados a Dios Padre. Caminaremos a la luz de la fe, y haremos todo para que el mundo crea que Jesucristo es el Enviado del Padre. Con Él queremos llevar el Amor y la Salvación hasta los confines del mundo. Bajo la maternal protección de vuestro Corazón Inmaculado, seremos un solo pueblo con Cristo. Seremos testimonio de su Resurrección. Por Él seremos llevados al Padre, para gloria de la Santísima Trinidad, a quien adoramos, alabamos y bendecimos. Amen.
NUESTRA MADRE DEL CIELO, LA VIRGEN MARÍA
Nuestra Madre del cielo
Padre Jorge Loring S.J.
María es nuestra madre, pues es madre de Jesucristo , que es cabeza del Cuerpo Místico de Cristo . La madre de la cabeza, es también madre de todos los miembros del mismo cuerpo. Y nosotros somos los miembros del Cuerpo Místico de Cristo . Por eso María es Madre de la Iglesia.
Así lo proclamó Pablo VI el año 1964 en el discurso de clausura de la 3 Sesión del Concilio Vaticano II.
Que Jesús encargue a Juan que se ocupe de su Madre es perfectamente normal; lo que no es normal es el encargo paralelo a María diciéndole que cuide con cariño de Juan . Esto parece innecesario. Si Juan se va a encargar de María la correspondencia de ella era evidente. Insistir en ello parece superfluo y poco delicado. Toda mujer normal no necesita que se lo digan. Lo hace espontáneamente. El encargo de Jesús supone un contenido teológico trascendental. En Juan estamos todos representados. Además, allí presente estaba la madre de Juan .
Encargar Juan a María sería ofensivo para su madre María Salomé. No hay duda de que en las palabras de Jesús hay un sentido más profundo de lo que parecen indicar: Jesús entrega una MADRE a la HUMANIDAD...
María es madre física de Jesús y madre espiritual de los hombres .
Debemos amar a María y honrarla de todo corazón. Así daremos gusto al Señor que, como todo hijo bien nacido, se alegra de ver a su Madre Santísima honrada y amada.
Para valorar las cualidades de María , bastaría caer en la cuenta de que Cristo pudo hacer a su Madre a su gusto. ¡Cómo hubieras tú dotado a tu madre si esto hubiera estado en tu mano! Cristo pudo hacerlo y era omnipotente.
La Santísima Virgen es la mujer más grande que ha existido en el mundo María Santísima es la criatura más excelsa que ha salido de las manos de Dios.
Debemos acudir a la Santísima Virgen en todas nuestras penas y tentaciones. Ella lo puede todo, pues Dios todo se lo concede , porque es la Madre de Cristo , y porque nunca tuvo pecado, ni siquiera el original.
Por eso San Lucas la llama «llena de gracia» (Evangelio de SAN LUCAS, 1:28).
P. Jorge Loring, S.I.
Extracto del libro PARA SALVARTE
EL EVANGELIO DE HOY: 18.12.2013
Autor: P Juan Pablo Menéndez | Fuente: Catholic.net El anuncio del ángel a José | |
Mateo 1, 18-24. Adviento. Dios sabe en cada momento lo que mejor nos conviene y desea dárnoslo a conocer | |
La generación de Jesucristo fue de esta manera: Su madre, María, estaba desposada con José y, antes de empezar a estar juntos ellos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo. Su marido José, como era justo y no quería ponerla en evidencia, resolvió repudiarla en secreto. Así lo tenía planeado, cuando el Angel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados». Todo esto sucedió para que se cumpliese el oráculo del Señor por medio del profeta: Ved que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel, que traducido significa: «Dios con nosotros». Despertado José del sueño, hizo como el Angel del Señor le había mandado, y tomó consigo a su mujer. Oración introductoria Jesús, el misterio de la Encarnación es un maravilloso misterio de humildad y de amor. Todos los protagonistas me dan una lección de vida que quiero llegar a vivir. Permite que esta oración abra mi mente y mi corazón para tener esa docilidad de san José y la humildad de María. Petición Señor, dame el espíritu generoso y obediente de san José para vivir mi vocación cristiana con esa misma magnanimidad. Meditación del Papa Francisco "José hizo lo que el ángel del Señor le había mandado, y recibió a su mujer". En estas palabras se encierra ya la misión que Dios confía a José, la de ser custodio. Custodio ¿de quién? De María y Jesús; pero es una custodia que se alarga luego a la Iglesia, como ha señalado el beato Juan Pablo II: "Al igual que cuidó amorosamente a María y se dedicó con gozoso empeño a la educación de Jesucristo, también custodia y protege su cuerpo místico, la Iglesia, de la que la Virgen Santa es figura y modelo". ¿Cómo ejerce José esta custodia? Con discreción, con humildad, en silencio, pero con una presencia constante y una fidelidad y total, aun cuando no comprende. Desde su matrimonio con María hasta el episodio de Jesús en el Templo de Jerusalén a los doce años, acompaña en todo momento con esmero y amor. Está junto a María, su esposa, tanto en los momentos serenos de la vida como los difíciles. (S.S. Francisco, 19 de marzo de 2013).. Reflexión Con una brevedad telegráfica, San Mateo nos cuenta en diez versículos lo que ocurrió desde la concepción al nacimiento de Jesús. Llama la atención que lo que resalta de este período, a diferencia de San Lucas, es la difícil situación en que se encontró José. Si nos ponemos en su lugar, ¡no era para menos! Mientras María sufría en silencio, el bueno de José se debatía en medio de tremendas dudas. ¡Y pensar que él pudo haber denunciado a María por adúltera! ¡Y pensar que ella no tenía manera de probar lo sucedido! Todo forma parte del misterio que se hace historia humana, historia de Amor. Los actores de cualquier obra teatral o de cine estudian concienzudamente sus diversos papeles, los ensayan una y otra vez, los ejecutan en privado y en público, hasta que los dominan totalmente. La improvisación en este ámbito es preludio de fracaso. No es así cuando Dios decide servirse de los hombres y por amor los elige. María y José son capaces de seguir las inspiraciones y la voluntad de Dios, aunque nadie les ha pasado de antemano sus "papeles". Dios irrumpe en sus vidas y las "trastorna". No obliga, seduce. Suscita el amor del hombre y entonces lo lleva por donde no hubiera soñado jamás... Cuando alguien se deja guiar por Dios, debe improvisar, y a pesar de la oscuridad de la fe, al final siempre brilla la luz. La actitud correcta es entonces el abandono en su voluntad. María y José escriben una historia de amor única e irrepetible porque ambos se fían de Dios. A nosotros nos invitan a confiar más en su gracia que en nuestras cualidades, más en sus planes que en los propios. No hay mejor intérprete que aquel que deja que Dios haga la parte que en su vida tiene asignada ¡que no es poca! Cuando nos empeñamos en caminar dejando de lado su voz y preferimos no saber lo que Él quiere, sin darnos cuenta nos quedamos sin el "apuntador", sin aquel que sabe en cada momento lo que mejor nos conviene y desea dárnoslo a conocer. Confiemos más y más en el Señor. Digamos con Pedro aquella bella oración: "Señor, a quién iremos, sólo tú tienes palabras de vida eterna". Propósito Crear y fomentar, en todo lugar y momento, un ambiente de acogida y alegría. Diálogo con Cristo Jesucristo, ayúdame a edificar mi propia santificación en la entrega generosa, en la búsqueda de tu gloria y en una esforzada abnegación de mí mismo, especialmente en el seno de mi propia familia, siguiendo el ejemplo de san José, quien ante una crisis, su primera reacción fue la caridad. |
lunes, 16 de diciembre de 2013
LA SIEMPRE VIRGEN: ANTES, EN Y DESPUÉS DEL PARTO.
Autor: Gustavo D´Apice
La Siempre Virgen: Antes, en y después del parto.
Tratemos de entender la virginidad mariana antes del nacimiento de Jesús, en su nacimiento y después de él.
Este es un dogma de fe mariano también común a todas las advocaciones de María.
No puede haber una advocación o santuario mariano en que no se la venere como la siempre Virgen.
Antes del parto.
Significa que la Virgen Santísima, concebida por sus padres en forma inmaculada, es decir, sin la mancha del pecado original, quitado éste en la unión íntima de los abuelos de Jesús, para dar a Jesús una naturaleza humana perfecta, no tuvo ninguna mácula, mancha, contra la pureza antes del parto de Jesús.
Es más, no tuvo relaciones santas matrimoniales con su Esposo José para concebir al Hijo de Dios, sino que permaneció Virgen en sí misma y en sus relaciones con los demás, poniéndose de relieve la que lícita y santamente podría tener con su Esposo, también virginal él.
En el parto.
Sin duda que el de la Virgen fue un parto milagroso.
No menoscabó el mismo su integridad virginal física.
Biológicamente, el imen de María no sufrió detrimento en el parto de Jesús.
¿Cómo pudo ser ésto?
Dos teorías son abonadas con entusiasmo: Una, más "sobrenaturalmente natural", aduce la "miraculosa dilatatione", es decir, una maravillosa dilatación del imen de la Virgen, que hizo que el cuerpo de Jesús bebé pasara sin mengua de su integridad.
La segunda, más "sobrenaturalmente luminosa", dice que Jesús anticipó en el parto el don de "sutilidad" propio de los cuerpos resucitados, ése que tuvo Él después de la Pascua, el que tiene ahora María, el que tendremos luego nosotros:
Este don consiste en la capacidad de atravesar otro cuerpo sin lesionarlo ni lesionarse:
Así tenemos ejemplos del cuerpo resucitado de Jesús en los Evangelios de la Resurrección: Atraviesa la sábana en que fue envuelto, dejando impresa en ella su imagen como un negativo fotográfico por el fogonazo de la resurrección.
Atraviesa la piedra del sepulcro, sin romperla, y sin él sufrir lesión alguna al hacerlo.
Atraviesa las puertas donde se encontraban reunidos los discípulos por temor a los judíos, ya que, si habían ejecutado al Maestro, calculaban que luego irían por ellos.
El original griego dice que las puertas estaban "atrancadas":
Jesús las atraviesa con facilidad: No las rompe, ni se magulla Él.
De la misma manera, se considera que atravesó el seno de María, sin mancillarlo ni mancillarse.
De los dones de la resurrección corporal, que aparte de la sutilidad, son la agilidad (capacidad de trasladarse instantáneamente, con la velocidad del pensamiento, ya que el cuerpo no tiene el peso de la gravedad ni ofrece resistencia al alma), la inmortalidad y la claridad o luminosidad, éste también lo anticipó en el Monte Tabor, ante Pedro, Santiago y Juan, testigos del Nuevo Testamente, y ante Moisés y Elías, los más grandes personajes del Antiguo Testamento que aparecieron con Él en gloria:
Los Evangelios dicen que irradiaba luz, su rostro era como el sol, y de su cuerpo salía una luminosidad tal que atravesaba sus vestidos, que aparecían blancos como la nieve.
Después del parto.
María tampoco tuvo relaciones maritales (y mucho menos extramaritales: Fijémonos bien en el Evangelio de Mateo que al concebir a Jesús, José no duda de ella: El ángel le dice "no temas", no "no dudes".
Temer, en el Antiguo Testamento y en lo comienzos del nuevo, significaba la indignidad en que uno se consideraba ante la manifestación de Dios cercana o a través de él mismo:
En este caso, ante la manifestación de Dios en el seno de su Esposa la Virgen.
La tendencia es hacerse a un lado, escapar, huír...
En cierta época cristiana, comenzó la iconografía (el arte de la pintura religiosa), a pintar a José anciano y una Virgen joven como esposa.
Esto tuvo su significado.
Hoy sabemos que ambos tendrían edades similares, un par de años quizá más José, pero muy jóvenes.
La representación apuntaba a justificar el término "hermanos" de Jesús que aparece en los Evangelios.
Como la virginidad perpetua de la Virgen era considerada desde siempre por los cristianos, los iconógrafos optaron por pintar un José de avanzada edad, que había enviudado, y que tenía hijos del matrimonio anterior, basándose también en algún Evangelio apócrifo, es decir, de los que no entraron en la lista de los cuatro Evangelios de la Biblia.
De esta manera pretendían salvar la virginidad mariana ante estos "hermanos" de su Hijo Jesús.
Más tarde, con el avance semántico y técnico de las palabras y construcciones verbales de la época, se notó que el término "hermano", indicaba en el lenguaje aquel a los parientes conocidos: tíos, hermanos, primos, etc.
Ello determinó el avance la la Josefología actual (el estudio de José, así como la mariología es el estudio de María), hasta colocarlo en el mismo nivel de santidad de la Virgen, ya que ambos colaboraron en conjunto y de manera singular con la crianza y educación de la naturaleza humana de Jesús, que es Dios en su Persona, y vive y reina desde siempre y para siempre. Amén.
SAN JOSÉ CREYÓ EN LA ENCARNACIÓN
Autor: Giovanni Paolo II
San José creyó en la Encarnación
Testimonio del Sacrificio de Dios Nuestro Señor
San José de Nazaret fue un hombre justo, y se le reconoce con justicia el mérito de creer en Dios, en el Dios que da la vida a los muertos y los llama a la existencia de las cosas que aún no existen.
Ello aconteció en el momento decisivo de la historia de la salvación, cuando Dios, Padre eterno, cumpliendo la promesa hecha a Abrahán, ha enviado a su Hijo al mundo.
En este preciso momento se manifiesta la fe de José de Nazaret, y se manifiesta en la línea de la fe de Abrahán. Esa manifestación acontece cuando el Verbo del Dios vivo se hizo carne en María, esposa de José, la cual, según el anuncio del ángel, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo...
La fe de José debía manifestarse ante el misterio de la encarnación del Hijo de Dios.
Entonces sufrió José la gran prueba de su fe, al igual que la había sufrido Abrahán. Fue en este momento cuando José, hombre justo, creyó en Dios, en el Dios que llama a la existencia a las cosas que aún no existen.
En efecto, Dios mismo, con el poder del Espíritu Santo, ha llamado a la existencia en el seno de la Virgen de Nazaret, María, prometida de José, a la humanidad del Unigénito Hijo de Dios, el Verbo eterno del Padre.
Y José creyó en Dios...: “José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte contigo a María, tu mujer, porque la criatura que lleva en su seno viene del Espíritu Santo...”
José se llevó a María a su casa y a Aquel que había sido engendrado en ella.
EL NIÑO JESÚS, PERDIDO EN LA NAVIDAD
Autor: Catholic.net
El Niño Jesús, perdido en la Navidad
No dejemos que el Niño Jesús siga perdido en esta Navidad, que lo encontremos en nuestro corazón.
Es verdad que el Niño Jesús poco se ve entre tanto regalito, tantos adornos, tanto chocolate durante las fiestas de Navidad. A veces casi no se puede palpar lo religioso que debería tener. Muchos, cuando escuchan la palabra Navidad, sólo piensan en las ganancias de su negocio. ¿Cuántos panes venderé? Mejor los hago más chiquitos y los envuelvo mejor...
Entre las felicitaciones, turrones y adornos de todo tipo, es fácil olvidar el mismo núcleo de esta fiesta, el motivo de la alegría y de todo el entorno. Este es un niño, apenas nacido, envuelto en pañales, en una noche fría, al que fueron a adorar unos pastores llenos de alegría: es el mismo Dios, nacido de la Santísima Virgen María, en medio de la noche en una cueva en Belén. Es Dios que quiso hacerse hombre, para estar contigo y conmigo. Vino para librarnos de nuestras culpas, para cargarse Él con esos sacos tan pesados que son nuestros pecados. ¿A quién no le pesa su costal?
Es bueno que celebramos su nacimiento, y con mucha alegría, música y todo lo demás –cosas sanas–, porque es el nacimiento de Dios en la Tierra. ¡Qué raro! Sucede lo contrario que con el hijo pródigo: aquí es el Padre el que tiene que salir de su casa para salvar al hijo pecador. Cosas del amor de Dios.
Es la celebración del misterio de la Encarnación. Los cristianos celebramos que Dios haya querido hacerse uno de nosotros para salvarnos y enseñarnos el camino al Padre. No dejemos que el Niño Jesús siga perdido en esta Navidad.
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