lunes, 23 de diciembre de 2013

LA VIRGEN MARÍA, CORAZÓN DE MADRE



LA VIRGEN MARÍA, CORAZÓN DE MADRE 

María tiene un deseo vehemente de salvar a los hombres, porque sabe que cada hombre fue comprado con la Sangre de su Divino Hijo, y por eso Ella no quisiera que se pierda ninguno de ellos, sino que todos alcancen el Cielo para el que Dios los ha creado. Por eso María en estas últimas apariciones en muchas partes del mundo, llora lágrimas incluso de sangre, para darnos a entender el inmenso dolor que hay en su Corazón Inmaculado porque son tantos los hombres que se pierden para siempre en el Infierno. Entonces consolemos al Corazón de la Virgen dejándonos salvar por Ella. 

Dejemos que Ella nos colme con sus gracias y que desahogue en nosotros todo el amor que quisiera dar a otros hombres, pero que no puede porque no lo aceptan. Debemos estar felices porque en el Cielo tenemos un Padre tan bueno; pero también debemos estar muy contentos de tener semejante Madre, que nos ama tanto y que está dispuesta a reconciliarnos con Dios aunque nuestro pecado sea muy grande y terrible. Consolemos al Corazón de María dejándonos socorrer por Ella.

REFLEXIÓN MARIANA


Reflexión Mariana

Pensemos frecuentemente en el dolor de María, al ver a su Hijo suspendido de la Cruz, durante esas tres largas horas de agonía. ¿Qué habrá sentido la Madre? Si nos da lástima a veces ver sufrir a un pobre animalito, y a veces siendo hombres duros y recios, tenemos compasión por el que sufre, ¿qué habrá sentido el Corazón sin mancha de María, que es todo ternura y compasión, al ver a su Divino Hijo sufriendo tanto? Nosotros debemos meditar en los dolores de la Virgen porque son causa de salvación para nosotros y para nuestros hermanos, porque meditando en ellos, consolamos a María, y por ende, consolamos a Jesús, porque no se puede consolar a María sin también consolar a Jesús, ya que lo que se hace a Uno se hace a la Otra. Que en nuestros dolores presentes siempre tengamos esos tremendos dolores de la Virgen, para que nos de fuerzas y valentía y confianza en Dios, y no ser así presas de la desesperación.

LA NAVIDAD ES...


La Navidad es...

• Días de encuentros amistosos y de unión en la familia.
• Días de recuerdos tiernos de la niñez.
• Días de regalos sencillos como expresión de amor y amistad.
• Días de luces y de alegría interior.
• Días de paz, por la convivencia íntima.
• Días de cantos gozosos que salen del corazón.
• Días de ángeles y estrellas que traen paz a los hombres de buena voluntad.
• Días que recuerdan un pesebre pobre, para llevar a las casas pobres pan, juguetes y amor cálido de hermanos, con alegría y generosidad y sin propagandas vanidosas.
• Días de perdón y olvido de ofensas, telarañas pegadas en el corazón.
• Días de felicitación cordial y sincera.
• Días de cartas y tarjetas, hilo dorado de amistad que mantiene la comunión anual con muchos amigos.
• Días de abrazos con buenos, sinceros e íntimos deseos.
• Días de recuerdo sereno, agradecido y tierno de los seres queridos ausentes.

MARÍA, HIJA DE DIOS


MARÍA, HIJA DE DIOS

Hay quienes dudan de la existencia de Dios, o simplemente la niegan; nosotros quizá nos esforzamos por convencerlos de que Dios existe; quizá no lo logramos.

¿Por qué no lo logramos? ¿Por qué Dios no existe o por qué nosotros no sabemos demostrar su existencia?
Al mundo hay que decirle que Dios existe, no tanto con argumentos, cuanto con obras; hay que presentar un Dios vivo y vivificante; al fin y al cabo, como Él es.

En todo cuanto toquemos, pongamos la marca de Dios; en todo lo que digamos, transparentemos a Dios; en todo cuanto hagamos, vivamos nosotros a Dios... y pronto los demás verán esas marcas de Dios, oirán esos sonidos de Dios, sentirán esa presencia de Dios.

Y sobrarán los argumentos; como el niño no necesita argumentos para amar a su madre, el hombre no debe necesitarlos para creer en Dios ni para amarlo.

EL EVANGELIO DE HOY: 23.12.2013

Autor: P Juan Pablo Menéndez | Fuente: Catholic.net
Nacimiento de Juan Bautista
Lucas 1, 57-66. Adviento. Dios cura con su mano nuestras almas más a menudo que nuestros cuerpos.
 
Nacimiento de Juan Bautista
Del santo Evangelio según san Lucas 1, 57-66

Se le cumplió a Isabel el tiempo de dar a luz, y tuvo un hijo. Oyeron sus vecinos y parientes que el Señor le había hecho gran misericordia, y se congratulaban con ella. Y sucedió que al octavo día fueron a circuncidar al niño, y querían ponerle el nombre de su padre, Zacarías, pero su madre, tomando la palabra, dijo: «No; se ha de llamar Juan». Le decían: «No hay nadie en tu parentela que tenga ese nombre». Y preguntaban por señas a su padre cómo quería que se le llamase. El pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre». Y todos quedaron admirados. Y al punto se abrió su boca y su lengua, y hablaba bendiciendo a Dios. Invadió el temor a todos sus vecinos, y en toda la montaña de Judea se comentaban todas estas cosas; todos los que las oían las grababan en su corazón, diciendo: «Pues ¿qué será este niño?» Porque, en efecto, la mano del Señor estaba con él.

Oración introductoria

Mi Dios y Señor, en vísperas de la Noche Buena quiero encontrarme contigo en la oración. Mis debilidades y caídas me apartan de Ti, confío en tu piedad y en tu misericordia. Ven, Señor Jesús, e ilumina esta meditación para prepararme a recibirte en mi pobre y débil corazón.

Petición

Señor, acrecienta mi fe para saberte buscarte y escucharte en mi silencio de esta oración.

Meditación del Papa Francisco

Isabel y su hijo se regocija en el vientre al escuchar las palabras de María. Es todo alegría, la alegría que es fiesta. Los cristianos no estamos tan acostumbrados a hablar de la alegría, del gozo, creo que muchas veces nos gustan más las quejas.
Él que nos da la alegría es el Espíritu Santo. Es el Espíritu el que nos guía. Él es el autor de la alegría, el Creador de la alegría. Y esta alegría en el Espíritu Santo, nos da la verdadera libertad cristiana. Sin alegría, nosotros los cristianos no podemos ser libres, nos convertimos en esclavos de nuestras tristezas.
El gran Pablo VI dijo que no se puede llevar adelante el evangelio con cristianos tristes, desesperanzados, desanimados. No se puede. Esta actitud un poco fúnebre, ¿no? Muchas veces los cristianos tienen un rostro que es más bien para ir a una procesión fúnebre, que para ir a alabar a Dios, ¿no? Y de esta alegría viene la alabanza, esta alabanza de María, esta alabanza que dice Sofonías, la alabanza de Simeón, de Ana: ¡la alabanza de Dios!
El corazón alaba a Dios ¿Y cómo se alaba a Dios? Se alaba saliendo de sí mismos, gratuitamente, como es gratuita la gracia que Él nos da. Usted que está aquí en la misa, ¿alaba a Dios, o solo le pide a Dios y le agradece? ¿Acaso alaba a Dios? Aquello es una cosa nueva, nueva en nuestra vida espiritual. Alabar a Dios, salir de nosotros mismos para alabar; perder el tiempo alabando. (cf S.S. Francisco, 31 de mayo de 2013).

Reflexión

Zacarías está mudo. El ángel lo ha dejado sin poder contar ni una palabra a Isabel de lo que le ha ocurrido. Nueve meses largos de espera en silencio es tiempo suficiente para recobrar la paz y la serenidad. Zacarías había aceptado con dolor este sufrimiento y había aprendido a ser humilde. Por eso su lengua se "desata" en el momento oportuno. Ni él ni nadie lo esperaba. Sucede de improviso, como de improviso llegó aquel día el ángel, pero esta vez el anciano sacerdote supo cómo responder. La gratitud y la alabanza a Dios son sus primeras palabras en un canto de júbilo emocionado.

Isabel concibió a Juan en su seno, mientras Zacarías, en silencio, recobró la fe y confianza en Dios. En ambos se da el milagro. La vida espiritual se construye a base de pequeños o grandes milagros que se dan en esa esfera íntima del alma, que sólo Dios y cada uno conoce. Pero no por ello dejan de ser milagros. Dios toca con su mano nuestras almas más a menudo que nuestros cuerpos... "la mano del Señor estaba con él..." sí, y también con nosotros. Porque Dios quiere engendrar en cada uno de nosotros a un hombre nuevo. Mediante la humildad, el crecimiento de nuestra fe, y de nuestra confianza. Por medio de la donación y la entrega generosa. Porque sin amor no podemos hacer nada meritorio. El hombre nuevo que coopera a la acción de Dios es consciente de su pequeñez, pero aún más de que esa "mano" divina le sostiene.

El anuncio de la Navidad, con su nuevo nacimiento tan cercano ya, nos debe estimular. Quien nace es también como en el caso de Zacarías un hombre nuevo, un hombre tocado por Dios. Salgamos al encuentro de Jesús, preparemos nuestro espíritu, no dejemos que todo se vaya en lo exterior, porque es un tiempo precioso para crecer, para engendrar a Jesús más y más en el corazón. La medida de nuestra felicidad, de nuestra gratitud y alegría, como la de Zacarías, dependerá de habernos dejado a nosotros mismos y haber aceptado el querer de Dios. La oración es el medio para fortalecer estas convicciones, la caridad el instrumento para hacerlas creíbles a los ojos de los demás.

Propósito

Prepararme para la Navidad pidiendo perdón por las veces en que no he sabido obedecer la voluntad de Dios que se manifiesta a través de su Iglesia.

Diálogo con Cristo

Zacarías pudo hablar sólo cuando dijo «sí» al plan de Dios y aceptar que el niño se llamará Juan. Yo también quiero decir «sí» a lo que Tú dispongas, confiando plenamente en que será para mi felicidad presente y futura. Ayúdame a caminar en la Iglesia, con valentía y fidelidad, el camino que me puede llevar a la santidad.

domingo, 22 de diciembre de 2013

NACER DE LA VIRGEN MARÍA


Nacer de la Virgen María 


Una persona realmente cristiana no puede ni debe vivir más que de la vida de Nuestro Señor Jesucristo.

Esta vida divina debe ser el principio de todos sus pensamientos, de todas sus palabras y de todas sus acciones.

Jesucristo fue concebido en el seno de María por obra del Espíritu Santo. Jesucristo nació del seno virginal de María. Concebido por obra del Espíritu Santo, nacido de María Virgen.
El bautismo y la fe hacen que empiece en nosotros la vida de Jesucristo. Por eso, somos como concebidos por obra del Espíritu Santo. Pero debemos, como el Salvador, nacer de la Virgen María.

Jesucristo quiso formarse a nuestra semejanza en el seno virginal de María. También nosotros debemos formarnos a semejanza de Jesucristo en el seno de María, conformar nuestra conducta con su conducta, nuestras inclinaciones con sus inclinaciones, nuestra vida con su vida.

Todo lo que María lleva en su seno, o no puede ser más que Jesucristo mismo, o no puede vivir más que de la vida de Jesucristo. María, con un amor inimaginable, nos lleva siempre en sus castas entrañas como hijos pequeños, hasta tanto que, habiendo formado en nosotros los primeros rasgos de su hijo, nos dé a luz como a Él. María nos repite incesantemente estas hermosas palabras de san Pablo: Hijitos míos, por quienes de nuevo sufro dolores de parto hasta que Cristo se forme en vosotros (Gál 4,19). Hijitos míos, que yo quisiera dar a luz cuando Jesucristo se haya formado perfectamente en vosotros.

EL SÍ DE MARÍA


El Sí de María
Padre Eusebio Gómez Navarro OCD 


“Buda, tal y como se nos cuenta, decía que un hombre herido por una flecha tenía que, sobre todo y lo más rápidamente posible, curarse. El error sería preguntarse primero de dónde viene la flecha, quién la ha lanzado, de qué madera ha sido tallada, etc.
Rumi, el poeta persa, ha retomado casi palabra por palabra dicha parábola.

Un guerrero fue herido por una flecha en una batalla. Quisieron arrancarle la flecha y curarlo, pero él exigió saber primero quién era el arquero, a qué clase de hombre pertenecía y dónde se había colocado para disparar. También quiso saber la forma exacta del arco de éste y qué clase de cuerda utilizaba. Mientras se esforzaba por conocer todos estos datos, falleció (Jean-Claude Carrière).
Si María hubiera hecho tanas preguntas al ángel como el guerrero herido, probablemente no hubiera nacido Jesús. María fue una mujer de fe y de amor. María acepta el plan de Dios en fe. María acogió el anuncio y la promesa que le traía el ángel Gabriel, creyendo que "nada es imposible para Dios" (Lc 1,37). y dando su asentimiento: "He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra" . Durante toda su vida y sobre todo, cuando Jesús, su hijo, murió en la cruz, su fe no vaciló. María no cesó de creer en el "cumplimiento" de la palabra de Dios. María, porque creyó fue feliz y nos grangeó la felicidad para todos. "Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús". Isabel es la primera que llaman bienaventurada a María (Lc 1,48): 

"Bienaventurada la que ha creído... " (Lc 1,45): María es "bendita entre todas las mujeres" porque ha creído en el cumplimiento de la palabra del Señor.

María, por la fe y desde la fe, dio paso al plan de Dio y dijo que sí. Martín Descalzo hace este comentario: Ahora sé que elegí bien la palabra: “Esclava, esclava”. Pude decir sencillamente: “Dile que sí, que estoy de acuerdo”. O responder: “El sabe que estoy a sus órdenes”. O preguntar: “¿Acaso Dios tiene que pedirme a mí permiso?” Pero dije: “He aquí la esclava”, sin comprender hasta qué punto me convertía en lo que estaba diciendo, en alguien a quien arrastrarán siempre con los ojos cerrados por túneles oscuros que jamás entenderá.

Conducida del gozo al dolor, del dolor al espanto, del espanto a este vacío de ahora en el que mi corazón es un lagar molido, un cesto de cenizas, una cadena de muertes. Si sabías que esto acabaría así, ¿por qué elegiste una madre? ¿Por qué no naciste como el pedernal, en la montaña, en lugar de entrar en el pobre seno de una mujer que no podría soportar tanta desgarradura? Todas las madres dicen: “Los hijos son difíciles de entender, crecen, crecen; tu crees saber hasta la más mínima de las arruguitas de su cara. Y un día descubres que han crecido tan desmesuradamente que no acabas de creerte que un día han estado dentro de ti”. 

María cooperó con Jesús a su obra redentora. Así dice Edith Stein: “Dios escogió para su encarnación, como camino, el nacimiento de una madre humana y nos puso ante los ojos en ella la imagen perfecta de la madre. Desde que sabe que ha engendrado un hijo, estuvo totalmente al servicio de esta misión. Le fue dado por Dios, lo guardó para Dios. Su vida fue una recogida expectación hasta la hora del nacimiento, después servicio ferviente y atención a todas las palabras y signos que dejen prever algo de su futuro camino, junto con todo el respeto a la divinidad escondida en él, responsable autoridad frente al niño, participación en su obra en confiada perseverancia hasta su muerte y más allá de la muerte… Ellos (Jesús y María) han vivido por amor a los hombres, no sólo llevaron a cabo nuestra redención por su obra, sino también vivieron por nosotros como nosotros debemos vivir, si queremos ganar una participación en la redención. Cristo no sólo nos ha mostrado mediante la elección de la Virgen Madre lo que agrade a Dios y el poder redentor de la virginidad libremente escogida y bendecida por Dios, sino que también ha hecho entender con toda claridad que otros están llamados a la virginidad por el reino de los cielos.
¡Salve, María!, saludó el ángel a María. ¡Salve, Madre!, cantan muchos pueblos a María. 

¡Salve, Madre!
En la tierra de mis amores
te saludan los cantos que alza el amor.
¡Reina de nuestras almas, flor de las flores!
muestra aquí de tu gloria los resplandores;
que en el cielo tan sólo te aman mejor.

EL EVANGELIO DE HOY: 22.12.2013

Autor: P. Sergio Córdova LC | Fuente: Catholic.net
¡El prometido está a las puertas!
Mateo 1, 18-24. Adviento. ¡Está ya para llegar nuestro Redentor, el Mesías prometido, nuestro Salvador!
 
¡El prometido está a las puertas!
Del santo Evangelio según san Mateo 1, 18-24

La generación de Jesucristo fue de esta manera: Su madre, María, estaba desposada con José y, antes de empezar a estar juntos ellos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo. Su marido José, como era justo y no quería ponerla en evidencia, resolvió repudiarla en secreto. Así lo tenía planeado, cuando el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: "José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados." Todo esto sucedió para que se cumpliese el oráculo del Señor por medio del profeta: Ved que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel, que traducido significa: "Dios con nosotros." Despertado José del sueño, hizo como el Ángel del Señor le había mandado, y tomó consigo a su mujer.

Oración preparatoria 

Ven, Espíritu Santo, y dame tu luz y fortaleza para abrir mi mente y mi corazón a tus inspiraciones. Gustar estar contigo, contemplarte, alabarte y darte gracias, sin desear otra cosa que el reconocerte como mi Redentor, es lo que busco en esta oración.

Petición 

Dame la docilidad de María y de san José, para saberte escuchar y ser siempre fiel a tu voluntad.

Meditación del Papa Francisco

Y José es "custodio" porque sabe escuchar a Dios, se deja guiar por su voluntad, y precisamente por eso es más sensible aún a las personas que se le han confiado, sabe cómo leer con realismo los acontecimientos, está atento a lo que le rodea, y sabe tomar las decisiones más sensatas.
En él, queridos amigos, vemos cómo se responde a la llamada de Dios, con disponibilidad, con prontitud; pero vemos también cuál es el centro de la vocación cristiana: Cristo. Guardemos a Cristo en nuestra vida, para guardar a los demás, salvaguardar la creación. Pero la vocación de custodiar no sólo nos atañe a nosotros, los cristianos, sino que tiene una dimensión que antecede y que es simplemente humana, corresponde a todos. Es custodiar toda la creación, la belleza de la creación, como se nos dice en el libro del Génesis y como nos muestra san Francisco de Asís: es tener respeto por todas las criaturas de Dios y por el entorno en el que vivimos. (S.S. Francisco, 19 de marzo de 2013).

Reflexión

Nos encontramos ya a pocos días de la Navidad. ¡Está ya para llegar nuestro Redentor, el Mesías prometido, nuestro Salvador! Y tal vez todavía no le hemos preparado un lugar digno dentro de nuestro corazón para que nazca en él el día de su llegada.

Angelus Silesius, conocido poeta alemán del siglo XVIII, escribía: "Si Jesús naciera mil veces en Belén, pero no nace en tu corazón, de nada te serviría".

Alcide de Gasperi, estadista italiano de gran valor y clarividencia, salvó a su país de la amenaza comunista en los años de la posguerra. Fue el fundador de la "Democrazia Cristiana" y, además de buen político, era un hombre profundamente católico. Se cuenta que, cuando vivía en Roma, solía preparar con especial devoción, junto con su mujer y sus hijas, el nacimiento y la gruta de Belén. De entre las ovejitas escogían dos, a las cuales les ponían los nombres de las dos hijas, María Romana y Lucía. Cada día de la novena de Navidad, las niñas debían hacer ofrecer un especial sacrificio al Niño Jesús, al cual correspondía un progresivo avance de la respectiva ovejita a la cueva de Belén. Pero si se olvidaban de su ofrecimiento o faltaban en generosidad, las ovejitas venían alejadas cada vez más de la gruta. Era una gran lección de mortificación y de acercamiento al Señor: debían prepararse para el nacimiento de Jesús a través de la oración, el sacrificio y las buenas obras.

También nosotros necesitamos prepararle un lugar digno en nuestro corazón para este 24 de diciembre. Pero fijémonos que Él no tiene grandes pretensiones. Si tuviéramos que conseguirle un palacio, podríamos excusarnos y decirle: "no puedo; no tengo los medios para hacerlo". Pero lo que Jesús necesita es solamente un pesebre. Y eso sí se lo podemos ofrecer. Todos, hasta el más pobre de nosotros. Jesús escogió una gruta para nacer. Y eso mismo es lo que escoge hoy. Él es enemigo de las pompas humanas, de los lujos y vanidades superfluas. Él se contenta con poco. Un pesebre le basta. ¡Qué tremenda enseñanza de humildad, de pobreza y de sencillez la que nos da, sin palabras ni discursos!

Pero, aunque sea pobre nuestro pesebre, debe ser también muy limpio, ordenado y calentito. Y esto sólo lo da la pureza de alma y la de vida de gracia a través de la oración y de los sacramentos.

Belén es también una lección inmensa de bondad y de amor porque Él, siendo el Dios infinito, eterno y todopoderoso, eligió este modo para salvarnos. Nadie hace algo así sólo por amor al arte o por "deporte".

Y si eligió ese modo de nacer fue porque quiso compartir nuestra debilidad, nuestra pobreza y naturaleza humana tan desvalida. Porque quiso abajarse y hacerse uno como nosotros; es más, como el más débil y el más pequeño de nosotros. Él es nuestro Hermano, el protector de los pobres, de los débiles y de los desamparados. En Él todos podemos sentir su amor, experimentar su consuelo en la aflicción, su compañía en la tristeza y soledad.

Y si Jesús Niño es así de bueno con nosotros, no debe haber cabida en nuestra alma para el egoísmo o los intereses particulares. Hay muchas personas a nuestro lado –niños y adultos, hombres y mujeres— que necesitan de nuestro amor y de nuestra ayuda. Ojalá que no pasemos ante sus necesidades con un corazón de piedra. Si así fuera, la Navidad no nos habrá servido de nada, nos dejaría iguales. Seguiría siendo invierno en nuestro interior.

Propósito

Ojalá, pues, que imitemos a Jesús en su amor a los hombres, viviendo esta Navidad y todos los días de nuestra vida, una gran caridad, comprensión y servicio generoso y desinteresado a nuestros semejantes, sobre todo hacia los más pobres y desvalidos.
¿Cómo estás preparándote para el nacimiento del Hijo de Dios, de Jesucristo Niño, que va a llegar dentro de pocos días?


  • Preguntas o comentarios al autor
  • P. Sergio Cordova LC 

    LA VERDADERA NAVIDAD ES...


    LOS CINCO MINUTOS DE MARÍA


    Los cinco minutos de María - por Alfonso Milagro


    Toda la vida de María Santísima se orientó a colaborar plenamente en la misión redentora de su Hijo Jesús.

    Sus dolores, sus pruebas y sufrimientos, lo mismo que sus alegrías y sus momentos de intimidad en la casa de Nazaret, todo lo vivió María como preparativo para que Jesús pudiera realizar más adelante su obra salvadora.

    Aceptar las contrariedades permitidas por Dios es una forma de colaborar con el Redentor en la elevación del mundo; Dios quiere redimir al mundo con la libre colaboración de todos los hombres de buena voluntad. Los cristianos estamos epecialmente llamados a ser colaboradores generosos en la obra de Dios.

    María, que seamos buenos colaboradores de Dios en la construcción del Reino.

    viernes, 20 de diciembre de 2013

    María ... ¿Quién eres?



    Autor: P. Paulo Dierckx y P. Miguel Jordá | Fuente: Para dar razón de nuestra Esperanza, sepa defender su Fe
    María ... ¿Quién eres?
    María era humilde y pura; que era decidida y valiente para enfrentar la vida; que era capaz de callar cuando no entendía y de reflexionar y meditar; que se preocupaba de los demás y que era servicial y caritativa; que tenía fortaleza moral; que era franca
     
    María ...  ¿Quién eres?
    María ... ¿Quién eres?

    ¿Quién es María?


    María nació en Nazaret, Galilea, 15 ó 20 años antes del nacimiento de Cristo. Sus padres, según la tradición, fueron Joaquín y Ana. María era judía. Fue educada en la lectura de los libros santos y en la obediencia a la ley de Dios. Hizo voto de virginidad. Se desposó con José estando ambos de acuerdo en permanecer vírgenes por amor a Dios. Un ángel del Señor se le apareció y le comunicó que el Espíritu Santo descendería sobre ella, y que de ella nacería el Hijo de Dios (Lc. 1, 35). María aceptó tan maravilloso destino con estas palabras: «Hágase en mí según tu Palabra», y en aquel instante Jesús fue concebido en su seno. El nacimiento del Niño fue en Belén de Judea y fue acompañado de diversas circunstancias, que refieren los Evangelios de Mateo y de Lucas.

    ¿Qué se sabe acerca de María después del nacimiento de Jesús?

    Al cabo de algún tiempo, vemos a María, a José y al Niño instalados en Nazaret. Allí hay un solo episodio notorio: la pérdida y hallazgo del Niño, a los 12 años, en Jerusalén. Fue el tiempo que llamamos de la «vida oculta» de Jesús, su vida de hogar, de familia, de trabajo. Jesús empieza su vida «pública», su vida apostólica y misionera, hacia los 30 años. María lo acompaña, a veces de cerca, a veces más lejos. El Evangelio nos la muestra en Cana asistiendo a un matrimonio, y al pie de la cruz en que Jesús está muriendo. También en varias otras oportunidades. El libro de los Hechos la menciona en el Cenáculo junto a los apóstoles, después de la Resurrección del Señor. La Tradición sugiere que murió en Efeso -en el Asia Menor- en casa de Juan el Evangelista.

    ¿Cómo era María? 

    Del Evangelio se desprende que María era humilde y pura; que era decidida y valiente para enfrentar la vida; que era capaz de callar cuando no entendía y de reflexionar y meditar; que se preocupaba de los demás y que era servicial y caritativa; que tenía fortaleza moral; que era franca y sincera; que era leal y fiel. María es, como mujer, un modelo para las mujeres. Es también para los hombres el tipo ideal de mujer.

    ¿En qué consiste principalmente la grandeza de María? 

    En ser madre de Dios. Algunos han dicho que María es madre de Jesús «en cuanto hombre», pero no de Jesús «en cuanto Dios». Esta distinción es artificial y, de hecho, nunca la hacemos. Una madre es madre de su hijo tal cual es o llega a ser. No decimos que la madre de un presidente, por ejemplo, ha sido la madre de él como niño pero no como presidente o que nuestra mamá sea madre de nuestro cuerpo solamente, pero no de nuestra alma que es infundida por Dios. Nunca hacemos esta distinción; decimos simplemente que es nuestra madre. María es Madre de Jesús. Jesús es Dios. Luego, podemos decir que María es Madre de Dios y en eso consiste fundamentalmente su grandeza.

    ¿Tiene María alguna relación especial con la Santísima Trinidad?

    Sin duda. Es la hija predilecta del Padre. Se lo dice el ángel el día de la Anunciación: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo» (Lc. 1, 28). Tiene también con el Espíritu Santo una relación que se ha comparado a la de la esposa con el esposo. Lo dice el ángel: «El Espíritu Santo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño que nacerá de ti será llamado Santo e Hijo de Dios» (Lc. 1, 35). «No temas María porque has encontrado gracia delante de Dios» (Lc. 1, 30).

    ¿Qué dice la Biblia?

    Vamos por parte: Es cierto que esos privilegios no están contenidos «explícitamente» en la Biblia. La Biblia, por ejemplo, no habla de la Inmaculada Concepción ni de la Asunción. Pero están contenidos implícitamente en la Biblia. Por ejemplo, en una semilla de rosal no está la rosa. No se ve la rosa, pero ahí está en germen y poco a poco con la savia que viene de la tierra húmeda y con el calor del sol brotará el rosal y en él florecerá la rosa.

    Así también todo lo que la Iglesia enseña de María ha brotado de la semilla del Evangelio, al calor del Espíritu Santo, que sigue iluminando al Pueblo de Dios y lo lleva a descubrir de a poco toda la riqueza que El mismo ha colocado, como en un germen, en la Escritura inspirada por El.
    Todo lo que la Iglesia enseña acerca de María es coherente con la imagen de María que nos formamos al leer el Evangelio, con humildad y con espíritu de fe.

    ¿Qué dicen los evangelios acerca de las hermanas y hermanos de Jesús?

    El idioma que usaba Jesús y sus discípulos no tiene muchas palabras para distinguir los distintos grados de parentesco. Para todo se usaba la palabra «hermano» y así lo vemos en Génesis 13, 8 y en Mt. 13, 55. Las palabras originales que traducimos en castellano por «hermanos» y «hermanas» significan no sólo los hermanos carnales sino también los primos y otros parientes cercanos. La Virgen María no tuvo otros hijos. Jesús es el «único hijo» de María. Esto se muestra claramente por el hecho de que al morir, Jesús entregó su madre a Juan (Jn. 19, 27).

    San Pablo dice que Jesucristo es el único Redentor y ¿por qué dice la Iglesia católica que María es corredentora?

    Así es. Jesús es el único Redentor, pero San Pablo enseña también que nosotros colaboramos a la redención uniendo nuestros sufrimientos a los de Cristo. «Me alegro por lo que sufro por ustedes, porque de esta manera voy completando en mi propio cuerpo lo que falta a los sufrimientos de Cristo por la Iglesia, que es su cuerpo» (Col. 1, 24). María sufrió durante la pasión de su Hijo como nadie jamás ha sufrido, porque tenía, más que nadie, horror al pecado, porque amaba a su Hijo más que nadie; porque amaba a los hombres por quienes su Hijo sufría y moría. Por eso ha participado tan íntimamente en la redención. No es ella la redentora; hay un solo Redentor, Jesucristo. Pero se la puede llamar corredentora con toda propiedad explicando bien el alcance de este término.

    Algunos dicen que los católicos adoran a María como si fuera Dios, o creen en María más que en Dios ¿es cierto esto?

    Adorar a María sería una idolatría, un pecado contra el primer mandamiento de la Ley de Dios. «Sólo a Dios adorarás» (Lc. 4, 8). Jamás la Iglesia ha enseñado cosa semejante. María es una mujer, una creatura, la más santa de todas las creaturas, pero solamente una creatura.
    A María la queremos, la veneramos, conversamos con ella en la oración, le damos culto no de adoración que está reservado sólo a Dios, sino un culto de veneración como se lo damos a los santos que, como ella, son seres humanos, simples creaturas; y le pedimos que nos haga conocer, amar y seguir a Jesús como ella lo conoció, lo amó y lo siguió.

    ¿No será que el culto a María distrae del culto a Cristo? 

    No distrae de él, sino que conduce a él. María presintió el culto que le sería dado a lo largo de los siglos, cuando exclamó: «Desde ahora me proclamarán bienaventurada todas las generaciones» (Lc. 1, 42). Ya Isabel, su prima, se lo había anunciado: «Bendita eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre» (Lc. 1, 48). Los millares de iglesias dedicadas a María, las multitudes de personas que acuden a sus santuarios, los millones de Avemarías que se rezan diariamente en el mundo, han confirmado ese presentimiento y ese anuncio. El que conoce a María la ama, y se esfuerza por darla a conocer y por conocer y amar a Cristo. Se alimenta de su Palabra. Se integra en la vida de la Iglesia, cumple los mandamientos y participa de los sacramentos, especialmente de la Eucaristía.

    ¿Cual será la relación de María con Cristo?
    María es madre. Es también discípula, su más perfecta discípula, su primera y fidelísima seguidora y su inseparable colaboradora. María es un reflejo de la santidad de su Hijo Jesús. Se la ha comparado a la luna que nos ilumina de noche con una luz más suave que la del día y que no es sino un reflejo de la luz deslumbrante del sol.
    11. ¿Cuál es la relación de María con la Iglesia?
    Siendo madre «de Cristo» y, siendo nosotros por adopción, hermanos de Cristo, María es también Madre «nuestra». Así lo dijo también expresamente Cristo en la cruz cuando le dijo a Juan: «He ahí a tu madre» (Jn. 19, 27). María, siendo discípula y seguidora de Cristo, es nuestro modelo, la que va delante en nuestra peregrinación hacia Cristo, la que nos muestra el camino y nos anima a seguirlo: modelo de fe, de esperanza y de amor. Estando María ahora en el cielo, intercediendo por nosotros, nos encomendamos a ella para que nos ayude a vivir aquí en la tierra como cristianos y alcanzar nuestro destino final que es el cielo.

    Los títulos de la Virgen
    ¿Por qué hablan algunos de la Virgen «del Carmen» y otros de la Virgen «de la Tirana» o de «Lourdes»? ¿Por qué hay tantas imágenes y advocaciones distintas de la Virgen? ¿Son acaso muchas las Vírgenes?


    La Virgen María es una sola. La que conocemos en el Evangelio, con la fe de la Iglesia, es María de Nazaret, la Madre de Jesús. Los diversos nombres y las distintas imágenes aluden a las circunstancias o misterios de su vida. La Mater Dolorosa al pie de la cruz es una mujer madura, traspasada de dolor. La Virgen del Tránsito o de la Asunción es una mujer transfigurada, entrando en la gloria.

    Otros nombres se refieren a los distintos lugares en que se celebra su culto: Virgen de Lourdes, de Guadalupe... Pero la Santísima Virgen es una sola. Los miles de artistas que han querido pintarla y esculpirla se la han imaginado cada cual a su manera, buscando, sin embargo, su inspiración en el Evangelio y en la fe de la Iglesia.

    ¿Qué se debe entender por apariciones de la Virgen? 

    La Santísima Virgen puede, si quiere, intervenir desde el cielo en asuntos humanos por amor a los hombres. Puede «aparecerse» a tal o cual persona, habitualmente a niños o personas humildes, y entregarles un mensaje para que los hombres se conviertan y vuelvan a Dios.

    ¿Cree la Iglesia, así no más, a cualquiera que dice que se le apareció la Virgen?

    La Iglesia tiene mucha prudencia y sabiduría y es muy lenta en reconocer una aparición. Primero estudia, averigua y comprueba, a fin de no inducir a nadie a engaño. Y hechas las averiguaciones y después de varios años se pronuncia y reconoce con su autoridad si la aparición es real o ficticia. En algún caso la Iglesia se ha convencido de la autenticidad de una aparición por la santidad de vida del vidente, por la pureza del mensaje entregado o por los hechos ocurridos en el lugar de la aparición: curaciones, conversiones, etc. Esto es lo que ocurrió en Lourdes, Francia, en 1858 y en Fátima, Portugal, en el año 1917. En otros casos la Iglesia ha rechazado las supuestas apariciones o simplemente no se pronuncia esperando que el tiempo establezca la verdad.

    ¿Cuál es la mejor manera de orar a la Santísima Virgen?

    La oración principal es la del Ave María que consta de dos partes: la primera parte está tomada del Evangelio, del relato de la Anunciación y de la Visitación: «Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor está contigo» (Lc. 1, 28). «Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre» (Lc. 1, 42).

    La segunda parte ha sido agregada por la Iglesia: «Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén».

    ¿Qué es el santo rosario?

    Es una manera de unirnos a la Santísima Virgen María rezando cinco veces un Padre nuestro, diez Avemarías y un gloria, y recordando cada vez un misterio de la vida del Señor. Hay 5 misterios gozosos, que se rezan los lunes y sábado, 5 misterios dolorosos, que se rezan los martes y viernes, 5 misterios luminosos que se rezan los jueves y 5 misterios gloriosos que se rezan los miércoles y domingos. Otras hermosas oraciones a la Virgen son la «Dios te salve Reina y Madre»; el «Bendita sea tu pureza», etc.

    Cuestionario

    ¿Qué sabemos de María? ¿Dónde radica su grandeza? ¿Podemos llamar a María «Madre de Dios»? ¿Por qué? ¿De qué nos acusan algunas sectas? ¿Adoramos los católicos a María? ¿Qué significa que le damos culto de veneración? ¿Qué anunció María en lo referente a su memoria? ¿Cómo la recuerda la historia a través de los siglos? ¿Se ha aparecido la Virgen María? ¿Dónde y cuándo? ¿Cuál ha sido su mensaje. ¿Qué es el Santo Rosario? ¿Es bíblica?

    LA SANTA NAVIDAD JUNTO A LA VIRGEN MARÍA


    Autor: Papa Francisco | Fuente: es.radiovaticana.va
    La Santa Navidad
    Catequesis del Papa: El gran regalo del Niño de Belén. 18 diciembre 2013
     

    La Santa Navidad
    Queridos hermanos y hermanas, buenos días:

    este encuentro tiene lugar en el clima espiritual del Adviento, aún más intenso por la Novena de la Santa Navidad, que estamos viviendo en estos días y que nos lleva a las fiestas navideñas. Por eso hoy me gustaría reflexionar con vosotros sobre la Navidad, la Navidad de Jesús, fiesta de la confianza y la esperanza, que supera la incertidumbre y el pesimismo. Y la razón de nuestra esperanza es ésta: ¡Dios está con nosotros y confía en nosotros otra vez! Pero piensen bien en esto: ¡Dios está con nosotros y Dios se fía todavía de nosotros! Es generoso este Padre Dios ¿eh? Dios viene a morar con los hombres, elige la Tierra como su casa para estar junto al hombre y encontrarlo allí donde el hombre pasa sus días en la alegría y en el dolor. Por lo tanto, la tierra ya no es sólo un "valle de lágrimas", sino es el lugar donde Dios mismo ha puesto su tienda, es el lugar de encuentro entre Dios y el hombre, de la solidaridad de Dios con los hombres.

    Dios ha querido compartir nuestra condición humana hasta el punto de llegar a ser uno con nosotros en la persona de Jesús, que es verdadero Dios y verdadero hombre. Pero hay algo aún más sorprendente. La presencia de Dios en medio de la humanidad no se ha realizado en un mundo ideal, idílico, sino en este mundo real, marcado por tantas cosas, buenas y malas, marcado por divisiones, maldad, pobreza, opresiones y guerras. Él ha elegido habitar nuestra historia tal como es, con todo el peso de sus limitaciones y de sus dramas. Al hacerlo, ha demostrado de manera insuperable su inclinación misericordiosa y llena de amor por las criaturas humanas. Él es el Dios-con-nosotros; Jesús es Dios-con-nosotros, ¿creen ustedes esto? (responden sí) ¿pero hacemos juntos esta confesión? Jesús es Dios con nosotros, ¡todos!: ¡Jesús es Dios con nosotros! Otra vez: ¡Jesús es Dios con nosotros!, Muy bien, ¡Gracias! ¡Jesús es Dios con nosotros! Desde siempre y para siempre con nosotros en los sufrimientos y en los dolores de la historia. El nacimiento de Jesús es la manifestación de que Dios "toma partido" una vez por todas por el hombre, para salvarnos, para levantarnos del polvo de nuestras miserias, de nuestras dificultades, de nuestros pecados.

    De aquí viene el gran "regalo" del Niño de Belén: una energía espiritual Él nos trae, una energía que nos ayuda a no hundirnos en nuestras fatigas, en nuestra desesperación, en nuestras tristezas, porque es una energía que enardece y transforma el corazón. El nacimiento de Jesús, de hecho, nos trae la buena noticia de que somos amados inmensamente e individualmente por Dios, ¡y este amor no sólo nos lo hace conocer, sino que nos lo da, lo comunica!

    De la contemplación gozosa del misterio del Hijo de Dios nacido para nosotros, podemos sacar dos consideraciones:

    La primera es que si en Navidad, Dios se revela no como alguien que está en lo alto y domina el universo, sino como el que se abaja, ¡Dios se abaja! Desciende a la tierra, pequeño y pobre, significa que para ser como Él, no debemos ponernos por encima de los otros, sino más bien abajarnos, ponernos al servicio, hacernos pequeños con los pequeños y pobres con los pobres. Pero es algo feo cuando se ve un cristiano que no quiere abajarse, que no quiere servir. Un cristiano que se pavonea por todos lados, ¿es feo eso, no? ¡Ese no es un cristiano! ¡Ese es un pagano! ¡El cristiano sirve, se abaja! ¡Hagamos de tal modo que estos nuestros hermanos y hermanas nunca se sientan solos!

    En segundo lugar: si Dios, por medio de Jesús, se comprometió con el hombre para llegar a ser como uno de nosotros, quiere decir que cualquier cosa que hagamos a un hermano y una hermana lo hacemos a Él. Nos lo recordó el mismo Jesús: aquel que haya alimentado, recibido, visitado, amado uno de los pequeños y de los pobres entre los hombres, lo habrá hecho al Hijo de Dios.

    Encomendémonos a la materna intercesión de María, Madre de Jesús y nuestra, para que nos ayude en esta Santa Navidad, ya tan cercana, a reconocer en el rostro de nuestro prójimo, especialmente de las personas más vulnerables y marginadas, la imagen del Hijo de Dios hecho hombre. Gracias.

    IMÁGENES DE FELIZ NAVIDAD DE LA VIRGEN MARÍA Y EL NIÑO JESÚS










    NAVIDAD, SOBRIEDAD


    Autor: Guillermo Urbizu | Fuente: Catholicnet 
    Navidad. Sobriedad
    Seamos sobrios, amigos, y compartamos lo nuestro con los más necesitados. Sobrios sólo en los gastos, porque al tiempo debemos derrochar AMOR y ALEGRÍA



    Hace días que tengo ganas de escribir sobre la Navidad. Ya la tenemos aquí, a la vuelta de la esquina, y por las calles de nuestras ciudades brillan las luces y se adornan los escaparates. Eso está bien. La Navidad es una gran fiesta, especialmente para los cristianos. Pero confieso que hay algo que me produce auténtico rechazo: este derroche económico en forma de regalos y comidas sin sentido, compras sin fin, en una época de tanta necesidad.

    Los cristianos de todo el mundo celebramos el Nacimiento del Niño Dios, motivo de gozo y profunda alegría. Y yo me pregunto: ¿Por qué el Padre mandó a su Hijo a vivir entre nosotros? Lo sabemos todos, aunque con frecuencia lo olvidemos. Jesús se hizo hombre para decirnos que Dios Padre nos ama, a todos sin excepción y que hay un mandamiento supremo (amar a Dios sobre todas las cosas) y otro que le sigue muy de cerca (amar al prójimo como a ti mismo). En realidad, amar al prójimo es la mejor manera de amar a Dios, porque ya sabemos que Él se encuentra en cada uno de nosotros.

    Y ahora llega la Navidad. Y el mundo desborda… ¡en gastos, compras, comilonas y regalos! No sé a ustedes, a mí incluso llega a ofenderme. En realidad, estas fiestas deberían de ser para que pusiéramos en práctica ese Mandato de Amor. Amar a los demás, muy especialmente a los pobres, marginados, enfermos, a los que se sienten solos o han perdido la esperanza, o sufren por cualquier motivo. Y en muchos casos, nos limitamos a gastarnos lo que no tenemos en regalos, en comidas pantagruélicas que dan hasta vergüenza si se miran con sentido cristiano… y nos olvidamos de tanta gente que, ahora especialmente, sufre los efectos de esta crisis horrenda, y a duras penas llega a fin de mes, cuando no vive directamente de la caridad (amor) de sus familias y amigos. Nos olvidamos de quienes nos necesitan.

    ¡Gran celebración ésta de la Navidad, del Nacimiento de nuestro Niño Dios! Pues qué mejor regalo que llenar nuestros corazones de su Amor y desparramarlo por todas partes. Amar de verdad, con obras concretas. Pongamos en marcha las obras de caridad. ¿No podríamos contener el gasto, y destinar parte de él a los más necesitados? ¿Compartir lo que tenemos con los más pobres? Y si no conocemos a nadie en estado de necesidad, demos parte de nuestro dinero a quienes se ocupan de los pobres, a parroquias, asociaciones… Compartamos. Amemos. Demostremos nuestra Alegría regalándole al Señor nuestro Amor por los demás.

    Los que somos padres tenemos una especial responsabilidad. A veces incluso sufrimos porque no podemos comprar a nuestros hijos esa consola de última generación, esa bicicleta de moda o esa muñeca. ¡Pero qué es esto! ¿No sería mejor que enseñáramos con el ejemplo a nuestros hijos lo que de verdad es el espíritu navideño, que no es otra cosa que compartir? Recuerdo de pequeño ir con el colegio a alguna zona pobre de mi ciudad a repartir comida y juguetes entre los más pobres. No me parece mala idea. Pero hay mil formas de enseñar a nuestros niños. Y la SOBRIEDAD es una de ellas. Sobriedad en los regalos y en las comidas, que no por ser Navidad tenemos que comer lo que parece que no hemos comido en todo el año. Enseñémosles a preocuparse por los demás, por su abuelo que vive solo o está enfermo, por ese amigo triste que acaba de perder a su madre, visitando a enfermos en hospitales… ¡hay tantas maneras de dar!

    Seamos sobrios, amigos, y compartamos lo nuestro con los más necesitados. Sobrios sólo en los gastos, porque al tiempo debemos derrochar AMOR y ALEGRÍA. Porque motivos tenemos para estar alegres y contentos. ¡Celebramos el Nacimiento de nuestro Niño Dios! 

    MARÍA LLENA DE GRACIAS ES SU NOMBRE - EL EVANGELIO DEL DIA: 20.12.2013

    Autor: Alfredo Santillán, LC | Fuente: Catholic.net
    María llena de gracia es su nombre
    Lucas 1, 26-38. Adviento. Ella fue colmada de gracias para recibir a Jesús y darlo a conocer. Igual a nuestro corazón para que le recibamos esta Navidad.
     
    María llena de gracia es su nombre
    Del santo Evangelio según san Lucas 1, 26-38

    Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. Y entrando, le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo». Ella se conturbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin». María respondió al ángel: «¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?». El ángel le respondió: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso, el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios. Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y éste es ya el sexto mes de aquella que llamaban estéril, porque ninguna cosa es imposible para Dios». Dijo María: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra». Y el ángel dejándola se fue.

    Oración introductoria

    Señor, Tú que nos amas tanto y que creaste a María para que recibiéramos de sus dulces manos a Jesús, concédenos poder acoger todas tus gracias a través de nuestra Madre, y ser capaces de formarnos en su vientre, a semejanza de tu Hijo, para que podamos imitarle en virtud y santidad en nuestras vidas.

    Petición

    Santísima Virgen María, así como llevaste al Hijo de Dios en tus entrañas, llévanos también a nosotros en tu corazón, para alcanzar la santidad y la vida eterna.

    Meditación del Papa Francisco

    Decisión. María no vive "de prisa", con preocupación, sino, como subraya san Lucas, "María conservaba estas cosas y las meditaba en su corazón". Y también en el momento decisivo de la anunciación del ángel, Ella pregunta: “¿Cómo sucederá esto?”. Pero no se detiene ni siquiera en el momento de la reflexión; da un paso adelante: decide. No vive de prisa, sino sólo cuando es necesario "va sin demora".
    María no se deja llevar por los acontecimientos, no evita la fatiga de la decisión. Y esto sucede sea en la elección fundamental que cambiará su vida: María dijo entonces: "Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho", sea en las decisiones más cotidianas, pero ricas también ellas de sentido. [...]
    En la vida es difícil tomar decisiones, a menudo tendemos a posponerlas, a dejar que otros decidan en nuestro lugar, a menudo preferimos dejarnos arrastrar por los acontecimientos, seguir la moda del momento; a veces sabemos lo que tenemos que hacer, pero no tenemos el coraje o nos parece demasiado difícil porque quiere decir ir contracorriente. María en la anunciación, en la Visitación, en las bodas de Caná va contracorriente.(S.S. Francisco, 1 de junio de 2013)..

    Reflexión 

    El Papa Benedicto XVI, con palabras sencillas, nos enseña la forma en que debemos amar y venerar a María, Madre de Dios y Madre nuestra. La "colmada desde siempre del amor de Dios" debe ser un modelo en nuestras vidas, no sólo de forma afectiva, por ser nuestra Madre, sino también efectiva, como partícipe del plan salvador de Dios. Dios quiere preparar Ella fue colmada de gracias para recibir a Jesús y darlo a conocer al mundo. De manera semejante, nuestro corazón para que le recibamos no sólo esta navidad, sino en cada momento, persona y circunstancia de la vida; sobre todo, en su Palabra y Sacramentos, en los que encontramos las gracias necesarias para poder recibirle dignamente en la Eucaristía, para llevarle a los demás como María y ser partícipes del mensaje de paz, de amor y de vida que Jesús nos trae, y que nos anuncia María con su ejemplo de docilidad a la voluntad de Dios.

    Propósito

    Buscaré la unión con Dios a través de María rezando un misterio del rosario con fervor.

    Diálogo con Cristo

    Señor Jesús, a ti que siendo Dios quisiste venir al mundo para mostrarme cuánto me amas, quiero confesarte mi sincero deseo de conversión y el reconocimiento de mi flaqueza, para alcanzar la santidad a la que me has llamado. Sé que Tú lo puedes todo y que no estoy sólo, teniendo a María como Madre. Ella me alcanza las gracias necesarias para cumplir tu voluntad en mi vida, hasta el día que me llames a contemplarte cara a cara en la eternidad.



  • Preguntas o comentarios al autor
  • H. Christian David Garrido F. L.C. 

    jueves, 19 de diciembre de 2013

    GRACIAS MARÍA, EN ESTA NAVIDAD


    Gracias, María, en esta Navidad
    Roberth Phoenix 

    En esta Navidad quisiera darte gracias, María, pequeña niña que hace casi dos mil años dijiste que sí, pues con eso cambiaste la historia de la humanidad y la historia personal de muchos de nosotros. Muchas gracias porque con tu sí, la voluntad de Dios se hizo en ti, y, por consecuencia, en la humanidad misma, al engendrar al hijo de Dios, Aquel que sería nuestro Salvador.

    Gracias por nueve meses en que lo llevaste en tu vientre y lo alimentaste con amor y protección, donde tus cuidados para el Mesías le permitieron venir al mundo en una noche fría, iluminada sólo por las estrellas que Dios puso en el firmamento. Gracias por que diste a luz a un niño pequeño, un hermoso varón, que con su llanto de niño, hizo cantar a los ángeles del Cielo, el pequeño Jesús, el pequeño Dios en el hombre, el hombre llorando en Dios.

    Gracias, María, por abrazarlo y acurrucarlo en tus brazos, meciéndolo con un amor y una ternura infinitas; por llenarlo de besos como tu hijo que era, besos que también nos has dado a nosotros.

    Gracias, María, por compartir tu vida con san José, tu santísimo esposo, pues junto con él, el pequeño niño que estaba en tu vientre encontró un padre y un hogar amoroso que lo recibiría con los brazos abiertos.

    Gracias, María, por traerlo al mundo en una cueva, donde los animales eran tus únicos compañeros, pues así nos demostrarte que el nacimiento de Jesús en nuestras vidas se puede dar hasta en las condiciones más adversas e insospechadas, y que Él se convierte en la alegría más grande que podemos experimentar.

    Gracias, Mamita, linda por aceptar a los pastores y a los magos de oriente con sus regalos para tu pequeño, pues nos compartiste a tu hijo a todos: a los ricos, a los pobres, a los desdichados, a los que estamos en búsqueda de la verdad.

    Gracias, María santísima, porque en Navidad siempre nos acordamos de tu Hijo, pero nos olvidamos de ti, y por eso en ésta navidad quiero invitarte a que, juntos tu y nosotros, celebremos el cumpleaños de tu Hijo, nuestro Señor, nuestro Salvador.

    Gracias, María, por darnos el mejor regalo que jamás hubiéramos podido solicitar a la misericordia del Padre eterno: el regalo del amor, de la salvación, de la paz divina encarnada en un pequeño bebé, Jesús.

    Y tú que estás leyendo, tómate sólo un pequeño momento para darle gracias a María, tu Madre, por compartirte a su hijo Jesús, y después celebra su cumpleaños con Él. Feliz Navidad.

    A SOLAS CON MARÍA


    A solas con María
    Rafael Ángel Marañón


    A solas he medido, en sombras, sin aliento,
    Mi corazón herido que sufre su tormento
    De estar aun separado en vida y sentimiento,
    De ti, que eres la estrella que guías mi pensamiento. 

    Yo quiero estar contigo mas solo soy despojos
    Y solo el bien yo puedo poner ante tus ojos,
    De mi arrepentimiento las penas y congojos, 
    Y de mi rebeldía los áridos abrojos. 

    No soporto tu ausencia, ni escondo mi pecado
    Sabiendo que me acoges y estás siempre a mi lado,
    Siendo yo un tarambana, rebelde y porfiado
    Y tú, la lumbre viva de resplandor sagrado. 

    Y al levantar los ojos y captar tu mirada
    De clemencia repleta y dulzura anegada,
    Mi alma con sentimiento palpita acelerada,
    Sintiéndome a tu lado como ave liberada. 

    Mi corazón contrito repleto de amargura
    Reniega de mi senda extraviada y dura,
    Y me acerco a tu lado buscando la ventura,
    Que ofreces generosa a tu loca criatura. 

    Te bendigo María, por tu santa pureza;
    Por tu amor indecible, por tu inmensa grandeza
    Que conmigo compartes sin riña o sutileza,
    Y a mis indignos ojos tu santa boca besa.

    A LA VIRGEN MARÍA


    A la Virgen María
    Teresita Vázquez


    Mi alma engrandece al Señor 
    y mi espíritu se alegra en Dios, mi Salvador.
    Porque ha mirado la humildad de su esclava.
    Por eso desde ahora me llamarán bienaventurada 
    todas las generaciones.
    Porque el Poderoso ha hecho en mí maravillas, 
    santo es su nombre.
    Y su misericordia alcanza de generación en generación 
    a los que le temen.
    Desplegó la fuerza de su brazo, 
    dispersó a los soberbios de corazón, 
    derribó a los potentados de sus tronos 
    y exaltó a los humildes.
    A los hambrientos les colmó de bienes 
    y a los ricos les despidió vacíos.
    Acogió a Israel, su siervo, 
    acordándose de su misericordia 
    -como habla anunciado a nuestros padres- 
    en favor de Abraham y su linaje por los siglos
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