martes, 18 de febrero de 2014

DIOS AMIGO DEL HOMBRE

Autor: Ma Esther De Ariño | Fuente: Catholic.net
Dios amigo del hombre.
Nos llegan momentos difíciles que solo la compañía y la compresión de un buen amigo nos conforta, nos arropa y nos da la fuerza para seguir.
 
Dios amigo del hombre.



Con el recuerdo de lo que dice el poeta:

Cuando al rozar las espinas del dolor y desencanto,/ el corazón duele tanto que brota sangre al latir… / y mueren las ilusiones por no tener un abrigo,/ ¡ qué dulce es un pecho amigo que entienda nuestro sufrir!” 

Sabemos que siempre estaremos necesitados de esto porque la vida a veces nos hace llorar y sentirnos tristes y abrumados porque alguien nos lastimó o ciertas circunstancias nos obligaron a pasar por trances dolorosos la pérdida de un ser querido, la ausencia de un ser amado, la soledad , un mal momento económico, las enfermedades, un desamor, un sueño roto… en fin, nos llegan momentos tan difíciles que solo la compañía y la compresión de un buen amigo o amiga nos conforta, nos arropa y nos da la fuerza para seguir…

Cuando podemos tener ese “regalo de amistad “medicinal” tan sincero y cálido debemos sentirnos privilegiados y lo somos pues nada en este mundo se puede comparar con la dicha de tener “ese amigo” que sabe de nuestro dolor , lo comparte y nos da valor para poder mirar a la vida de frente… ¡ ese amigo o amigos son invaluables !

Pero el AMIGO, así con mayúsculas, es Jesús, el Hijo de Dios, el que se hizo hombre para poder conocer mejor nuestro corazón y darnos el apoyo y el amor que necesitamos siempre, pero más, en algunos momentos de nuestra vida.

Jesús sabía que íbamos a sufrir y por eso se quedó en el Sagrario y por eso y en ese pedacito de pan está su Cuerpo, su Sangre y su Divinidad.

¡Amigo del hombre ! Pero más amigo, y sabe querer especialmente, a los que sufren, amigo de los enfermos, amigo de los jóvenes que batallan con arrojo para conservarse puros y limpios en este “mar” de sugestiones nocivas y tentaciones de pecado, amigo de los niños, de los que mueren de hambre, de los que están sin libertad a pesar de ser inocentes, de los que no tienen trabajo de los ancianos que viven en olvido y desamor…

El es el AMIGO que nuca se cansa de esperar, que es fiel, que siempre escucha y que sabe perdonar y hasta disculpa cuando nos alejamos y nos olvidamos de El…. Y El seguirá esperando con el mismo cariño, con la misma ternura para abrazarnos y secar nuestras lágrimas al volver a Él, porque nada hay que se le pueda comparar ya que dando su vida en la cruz, sus brazos están abiertos para recibirnos y sabemos que no hay amor más grande que el que da su vida por un amigo. Es por eso que ÉL, es EL AMIGO MEJOR Y MÁS AMIGO QUE PODEMOS TENER.

Termino ofreciéndoles estas palabras del P. Ignacio Larrañaga:

 Llegaste a mi humilde y discretamente, para ofrecerme tu amistad. Me elevaste a tu nivel, bajándote tu al mío, y deseando un trato familiar, pleno de abandono. Quieres que tu amistad sea fecunda y productiva, para mi mismo y para los demás. Dios amigo del hombre. Creador amigo de la creatura. Santo amigo del pecador. Eres el amigo ideal, que nunca falla en su fidelidad y nunca se rehúsa a sí mismo. Al ofrecimiento de tan magnífica amistad, quisiera corresponder como Tú lo esperas y mereces procediendo siempre como tu amigo. Amén”. 



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  • Ma. Esther de Ariño
     

    SANTA BERNARDITA DE SOUBIROUS, VIDENTE DE LOURDES, 18 DE FEBRERO



    Autor: P. Ángel Amo | Fuente: Catholic.net 
    Bernardita Soubirous, Santa
    Vidente de Lourdes, 18 de febrero


    Martirologio Romano: En Nevers, en Francia, santa María Bernarda Soubirous, virgen, la cual, nacida en Lourdes de una familia muy pobre, siendo aún niña asistió a las apariciones de la Inmaculada Santísima Virgen María, y después abrazó la vida religiosa y llevó una vida escondida y humilde. († 1879)

    El 11 de febrero, fiesta de la Santísima Virgen de Lourdes, nos recuerda las apariciones de la Virgen a una niña de 14 años que no sabía ni leer ni escribir, pero que rezaba todos los días el rosario, Bernardita Soubirous. Nació en Lourdes en 1844 de padres muy pobres. Por medio de ella la Virgen hizo surgir la prodigiosa fuente del milagro, a la cual acuden peregrinos de todo el mundo para reavivar su fe y su esperanza. Muchos regresan de Lourdes curados también en su cuerpo. La Virgen, durante la segunda aparición, le dijo: “No te prometo hacerte feliz en este mundo, pero sí en el otro”.

    A pesar de haber sido dócil instrumento para extener la devoción a la Inmaculada, Bernardita no se contaminó con la gloria humana. El día que el obispo de Lourdes, ante 50.000 peregrinos, colocó la estatua de la Virgen sobre la roca de Massabielle, Bernardita tuvo que permanecer en su celda, víctima de un ataque de asma. Y cuando el dolor físico se hacía más insoportable, suspiraba: “No, no busco alivio, sino sólo la fuerza y la paciencia”. Su breve existencia transcurrió en la humilde aceptación del sufrimiento físico como generosa respuesta a la invitación de la Inmaculada para pagar con la penitencia el rescate de tantas almas que viven prisioneras del mal.

    Mientras junto a la gruta de las apariciones se estaba construyendo un grande santuario para acoger a los numerosos peregrinos y enfermos en busca de alivio, Bernardita pareció desaparecer en la sombra. Pasó seis años en el instituto de Lourdes, de las Hermanas de la Caridad de Nevers, y en el que después fue admitida como novicia. Su entrada se demoró debido a su delicada salud. En la profesión tomó el nombre de Sor María Bernarda. Durante los quince años de vida conventual no conoció sino el privilegio del sufrimiento. Las mismas superioras la trataban con indiferencia, por un designio providencial que les impide a las almas elegidas la comprensión y a menudo hasta la benevolencia de las almas mediocres. Al principio fue enfermera dentro del convento, después sacristana, hasta cuando la enfermedad la obligó a permanecer en la cama, durante nueve años, siempre entre la vida y la muerte. 

    A quien la animaba le contestaba con la radiante sonrisa de los momentos de felicidad cuando estaba a la presencia de la blanca Señora de Lourdes: “María es tan bella que quienes la ven querrían morir para volver a verla”. Bernardita, la humilde pastorcita que pudo contemplar con sus propios ojos a la Virgen Inmaculada, murió el 16 de abril de 1879. 

    Fue beatificada el año 1935 y el Papa Pío XI la elevó al honor de los altares el 8 de diciembre de 1933. 

    NOTA: Tan sólo en Francia se la festeja el 18 de febrero, en el resto del mundo su fecha es el 16 de abril.

    lunes, 17 de febrero de 2014

    EL VALOR DE LA MUJER VIRTUOSA

    utor: Remedios Falaguera | Fuente: Catholic.net
    El valor de la mujer virtuosa
    Una mujer es como una bolsa de té, no sabes lo fuerte que es hasta que la metes en agua hirviendo. Eleanor Roosevelt.
     
    El valor de la mujer virtuosa
    El valor de la mujer virtuosa
    Haberlas, haylas

    Últimamente, y desgraciadamente, veo como muchas mujeres abandonan a sus maridos e hijos, por una mal entendida necesidad emocional que no ha sido cubierta durante los años de matrimonio.

    Es verdad que después de muchos años de matrimonio, y si no se han cuidado los pequeños detalles de cariño, gratitud y respeto día a día, se abren unas heridas que son difíciles de curar.

    Muchas de ellas se quejan de la falta de atención y reconocimiento, de frialdad en la comunicación, de ausencia de intereses comunes, de un aumento de críticas y quejas cruzadas, de tener que mendigar miguitas de amor…

    No soy quien para juzgar a nadie, pero comportarse como adolescentes tardíos para solucionar tus problemas, querer recuperar lo que no vivió durante años, eludir sus responsabilidades, malentender su “necesidad” de autonomía sin asumir responsabilidades considerando el compromiso como un obstáculo para su libertad, su negación a envejecer, exigir que los de alrededor satisfagan sus necesidades, culpar a los demás de todo lo que les sucede,… eso, obviamente, pasa factura.

    Tal vez, o no, es por lo que me gustaría recordar el texto de la “mujer virtuosa” que encontramos en el libro de Proverbios, capítulo 31.Todo un manual de conducta que enseña de manera maravillosa la contribución única que pueden hacer las mujeres a la vida como esposa, madre y ama de casa.

    Unos consejos “para llevar una vida feliz y provechosa (…) para que el hombre alcance la felicidad que discurre entre las actividades ordinarias de la vida humana” que no pierden vigencia y a los que nos podemos aferrar cuando los necesitemos. Dice así:

    Una mujer fuerte ¿quién la encontrara?
    Vale mucho más que las perlas.
    En ella confía el corazón de su marido,
    y no le faltará ganancia.
    Le procura bien y no mal
    todos los días de la vida.
    Busca lana y lino
    y trabaja con diligencia.
    Aplica sus manos a la rueca,
    sus palmas empuñan el huso.
    Abre su palma al indigente,
    y extiende su mano al pobre.
    Falaz es la gracia y vana la hermosura,
    la mujer que teme al Señor será alabada.
    Dadle el fruto de sus manos,
    y que sus obras la alaben en las puertas.

    Esta mujer admirable y perfecta, de gran rectitud moral y de extraordinaria calidad humana y espiritual, que sobresale de todas las demás y que sabe actuar correctamente en todos los momentos del día, es un ejemplo para muchas de nosotras que nos consideramos estar muy lejos de ser llamadas virtuosas. Pero haberlas haylas. Se las puede ver a diario entre nuestras amigas, hermanas y familiares. Día a día transforman a los que tienen alrededor con pequeños gestos heroicos. Y lo hacen con amor y por Amor

    “El autor no ha ido a buscar a la mujer fuerte a un trono, ni a un palacio suntuoso, ni en los consejos del rey, ni en medio de las asambleas humanas; va más bien a buscarla en la condición común y ordinaria en la cual Dios ha querido colocar a la mujer, es decir, en su misión de esposa, de madre, de ama de casa y hasta de señora de los campos, porque es solamente en esa condición sencilla y modesta en la que ella está llamada a mostrarse fuerte, lo que significa inteligente, activa, previsora, ordenada en todas las cosas, únicamente ocupada en la práctica de sus deberes y de la virtud...

    Las naciones paganas, que habían asignado a la esposa un grado subalterno y una misión casi obscura en la casa del esposo, jamás tuvieron para la mujer semejantes elogios”.

    De hecho, esto no ha hecho más que empezar. Aunque muchas de nosotras estemos lejos de ser la mujer perfecta, si ponemos a funcionar nuestra sensibilidad, nuestro servicio al otro, nuestra fidelidad, nuestra fortaleza y piedad, nuestra laboriosidad,…. Estoy segura que, poco a poco, contribuiremos a hacer más humana nuestra familia, nuestro trabajo, a la Iglesia, a la sociedad, y por supuesto, a nosotras mismas.

    Puesto que “la fuerza moral de la mujer, su fuerza espiritual, se une a la conciencia de que Dios le confía de un modo especial el hombre, es decir, el ser humano. Naturalmente, cada hombre es confiado por Dios a todos y cada uno. Sin embargo, esta entrega se refiere especialmente a la mujer —sobre todo en razón de su femineidad— y ello decide principalmente su vocación (…) La mujer es fuerte por la conciencia de esta entrega, es fuerte por el hecho de que Dios «le confía el hombre», siempre y en cualquier caso, incluso en las condiciones de discriminación social en la que pueda encontrarse. Esta conciencia y esta vocación fundamental hablan a la mujer de la dignidad que recibe de parte de Dios mismo, y todo ello la hace «fuerte» y la reafirma en su vocación. De este modo, la «mujer perfecta» (cf. Prov 31, 10) se convierte en un apoyo insustituible y en una fuente de fuerza espiritual para los demás, que perciben la gran energía de su espíritu. A estas «mujeres perfectas» deben mucho sus familias y, a veces, también las Naciones. 

    domingo, 16 de febrero de 2014

    EL SEÑOR ES MI PASTOR


    Salmo 22
    El Señor es mi pastor

    El Señor es mi Pastor, nada me falta:


    en verdes praderas me hace recostar;

    Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tu vas conmigo:  tu vara y tu cayado me sosiegan.

    Preparas una mesa ante mí,  enfrente de mis enemigos; me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa.

    Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida, y habitaré en la casa del Señor por años sin término.

    me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas; me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre.

    ASPIRACIONES AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

    Aspiraciones al Sagrado Corazón de Jesús

    Salve, Corazón de mi Jesús, sálvame.
    Salve, Corazón de mi Creador, perfeccioname.
    Salve, Corazón de mi Salvador, rescátame.
    Salve, Corazón de mi Juez, perdóname.
    Salve, Corazón de mi Padre, gobiérname.
    Salve, Corazón de mi Esposo, ámame.
    Salve, Corazón de mi Maestro, enséñame.
    Salve, Corazón de mi Rey, coróname.
    Salve, Corazón de mi Bienechor, enriquéceme.
    Salve, Corazón de mi Pastor, guárdame.
    Salve, Corazón de mi Hermano, acompáñame.
    Salve, Corazón todo Caridad, abrázame.

    ¡Oh Jesús, mi soberano bien!, yo te amo, no por el galardón prometido, sino puramente por amor de Ti, yo te amo sobre todo cuanto hay de amable y más que a mí mismo. A la faz del cielo y del a tierra protesto que, aunque para vivir amándote tenga que ser perseguido y debe hacer cara  a la muerte, ayudado por tu gracia repetiré siempre como San Pablo: no hay criatura alguna que sea capaz de apartarme de la caridad del Corazón de Nuestro Señor Jesucristo, a quien amo y quiero amar eternamente, amén.

    Sta. Margarita María de Alacoque.

    CURRÍCULUM VITAE DE DIOS

     Currículum Vitae de Dios

    DIOS
    «Nadie lo hace mejor»

    Omnipresente
    En todas partes; en todo lugar 00000
    Teléfono: (777) JEREMIAS 33:3
    A quien corresponda:

    He sabido que busca un director para su vida. Me interesa ese puesto.

    Soy el más capacitado de los candidatos al puesto de gerente de la vida. Es más, soy el único que se ha desempeñado en dicha labor con éxito.

    Fui el primer gerente de seres humanos. No solo eso: Yo mismo los creé. Por tanto, es natural que sepa cómo funcionan y qué necesitan para operar con la máxima eficiencia y nivel de felicidad. Sería como tener de mecánico personal al fabricante del automóvil que se conduce.

    Si es la primera vez que toma en consideración los servicios del que suscribe, le explico que Mi salario ya está pagado por la sangre que derramó Mi Hijo Jesús en la cruz. Lo que le pido es que reconozca que fue suficiente para pagar todos sus pecados y su independencia de Mí.

    Lo siguiente que le solicito es permiso para arreglar lo que esté mal en su vida, a fin de que disfrute plenamente de la existencia que le he dado. Cuente con grandes transformaciones. Pero no tiene de qué preocuparse. Me encargaré de efectuar los cambios necesarios, a Mi manera y en el momento en que lo juzgue más conveniente, sin costo adicional. La otra buena noticia es que le infundiré deseos diferentes y le daré valor y voluntad para efectuar los cambios pertinentes, que no serán sino mejoras.

    Sírvase no intervenir. No intente ayudarme ni se me oponga. Lo único que necesito es su plena entrega y colaboración. Con ellas, no habrá problemas ni demoras. No quedará decepcionado.

    Atentamente,

    DIOS
    P.D.: Si necesita ver Mis referencias, tenga la voluntad de observar los cielos y la tierra que creé.

    El mejor gerente es el que explica por qué desempeña una labor excelente.

    ACTO DE SOBERBIA


    Acto de soberbia
    (Parábolas para meditar)

    Un día el viejo león se despertó y conforme se desperezaba se dijo que no recordaba haberse sentido tan bien en su vida.

    El león se sentía tan lleno de vida, tan saludable y fuerte que pensó que no habría en el mundo nada que lo pudiese vencer. Con este sentimento de grandeza, se encaminó hacia la selva, allí se encontró con una víbora a la que paró para preguntarle.

    "Dime, víbora, quien es el rey de la selva? le preguntó el leon.

    'Tu, por supuesto' le respondió la víbora, alejándose del leon a toda marcha.

    El siguiente animal que se encontró fue un cocodrilo, que estaba adormecido cerca de una charca.

    El león se acercó y le preguntó'Cocodrilo, dime ¿quien es el rey de la selva?'
    '¿por qué me lo preguntas? le dijo el cocodrilo, si sabes que eres tu el rey de la selva'

    Así continuó toda la mañana, a cuanto animal le preguntaba todos le respondían que el rey de la selva era el.

    Pero, hete ahí que de pronto, le salió al paso un elefante.

    Dime elefante, le preguntó el león ensoberbecido ¿sabes quién es el rey de la selva?'

    Por toda respuesta, el elefante enroscó al león con su trompa levantándolo cual si fuera una pelota, lo tiraba al aire y lo volvía a recoger...hasta que lo arrojó al suelo poniendo sobre el magullado y dolorido león su inmensa pata.

    'Muy bien, basta ya, lo entiendo' atinó a farfullar el dolorido león. 'pero no hay necesidad de que te enfurezcas tanto, porque no sepas la respuesta.

    JESÚS ES NUESTRO ALIMENTO

    Autor: José de Jesús González | Fuente: Catholic.net
    Jesús es nuestro alimento
    Marcos 8, 1-10. Tiempo ordinario. Cristo, Pan de Vida, es el alimento de nuestras almas. La Eucaristía es fuente inagotable de la gracia.
     
    Jesús es nuestro alimento
    Del santo Evangelio según san Marcos 8, 1-10

    Por aquellos días, habiendo de nuevo mucha gente y no teniendo qué comer, llama Jesús a sus discípulos y les dice: «Siento compasión de esta gente, porque hace ya tres días que permanecen conmigo y no tienen qué comer. Si los despido en ayunas a sus casas, desfallecerán en el camino, y algunos de ellos han venido de lejos». Sus discípulos le respondieron: «¿Cómo podrá alguien saciar de pan a éstos aquí en el desierto?» El les preguntaba: «¿Cuántos panes tenéis?» Ellos le respondieron: «Siete». Entonces él mandó a la gente acomodarse sobre la tierra y, tomando los siete panes y dando gracias, los partió e iba dándolos a sus discípulos para que los sirvieran, y ellos los sirvieron a la gente. Tenían también unos pocos pececillos. Y, pronunciando la bendición sobre ellos, mandó que también los sirvieran. Comieron y se saciaron, y recogieron de los trozos sobrantes siete espuertas. Fueron unos cuatro mil; y Jesús los despidió. Subió a continuación a la barca con sus discípulos y se fue a la región de Dalmanutá.

    Oración introductoria

    Señor Jesús aumenta mi fe, esperanza y caridad. Derrama con abundancia tu gracia sobre mi alma tan necesitada del verdadero alimento de la vida. Te ofrezco esta meditación por todos los cristianos, especialmente por aquellos que no tienen la posibilidad y las disposiciones habituales para recibirte en comunión. Abre nuestros corazones para acoger tu gracia con fervor y constancia, para cumplir tu voluntad en nuestra vida y alcanzar la salvación.

    Petición

    Señor, que comprenda un poco más el Don de ti mismo en el Pan Eucarístico. Que en esta meditación aprenda a valorar y agradecer el amor infinito que me tienes al hacerte tan accesible y cercano. Concédeme la gracia de purificar constantemente mi alma para recibir atenta y fervorosamente la comunión.

    Meditación del Papa Francisco

    Deseo alentar los esfuerzos que la sociedad brasileña está haciendo para integrar todas las partes de su cuerpo, incluidas las que más sufren o están necesitadas, a través de la lucha contra el hambre y la miseria. Ningún esfuerzo de “pacificación” será duradero, ni habrá armonía y felicidad para una sociedad que ignora, que margina y abandona en la periferia una parte de sí misma.
    Una sociedad así, simplemente se empobrece a sí misma; más aún, pierde algo que es esencial para ella. No dejemos, no dejemos entrar en nuestro corazón la cultura del descarte. No dejemos entrar en nuestro corazón la cultura del descarte, porque somos hermanos. No hay que descartar a nadie. Recordémoslo siempre: sólo cuando se es capaz de compartir, llega la verdadera riqueza; todo lo que se comparte se multiplica. Pensemos en la multiplicación de los panes de Jesús. La medida de la grandeza de una sociedad está determinada por la forma en que trata a quien está más necesitado, a quien no tiene más que su pobreza. (S.S. Francisco, 25 de julio de 2013).

    Reflexión

    Cristo, Pan de Vida, es el alimento de nuestras almas. La Eucaristía es fuente inagotable de la Gracia. Es fuerza fecunda y renovadora de la vida sobrenatural. El alimento eucarístico es el viático dispensador de la fuerza espiritual en el peregrinar por la vida. Cristo quiere ser nuestro alimento, conoce nuestra hambre y sed de eternidad. Cristo quiere ser medicina de inmortalidad en las enfermedades que hacen sucumbir nuestra alma. Cada comunión, cada encuentro con Cristo Sacramentado es un momento que abre nuestras almas a la contemplación y nos dispone a la posesión del cielo. Que nuestra vida cotidiana esté siempre acompañada con su gracia salvadora. Que la grandeza del misterio eucarístico nos ayude a disponer nuestra alma al encuentro definitivo y pleno con Dios.

    Propósito

    Renovar la conciencia del Don Eucarístico y disponer nuestro corazón a la recepción fervorosa de la Eucaristía.

    Diálogo con Cristo

    ¡Jesús, qué alegría saber que eres mi alimento, mi medicina, mi sostén! Gracias por concederme la gracia de estar tan cerca de tu amor. Concédeme acercarme siempre a Ti con la fe y la sencillez del niño que todo lo espera de su padre. Que mi amor a tu amistad vaya siempre en aumento y el deseo de poseerte eternamente sea mi única ilusión.


    Descubrir el rostro de Cristo supone la fe; una fe abierta con sencillez y confianza a Cristo –a su Persona, Palabra y Obra–; una fe alimentada en la Eucaristía, el Evangelio y la contemplación de los misterios de su vida.




  • Preguntas o comentarios al autor
  • José de Jesús González 

    ORACIÓN DE JUAN PABLO II A LA VIRGEN MARÍA


    ORACIÓN DE JUAN PABLO II A LA VIRGEN MARÍA

    Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte Amén.

    Oh María sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a Vos. Ésta es la oración que tú inspiraste, oh María, a santa Catalina Labouré, y esta invocación, grabada en la medalla la llevan y pronuncian ahora muchos fieles por el mundo entero. ¡Bendita tú entre todas las mujeres! ¡Bienaventurada tú que has creído! ¡El Poderoso ha hecho maravillas en ti! ¡La maravilla de tu maternidad divina! Y con vistas a ésta, ¡la maravilla de tu Inmaculada Concepción! ¡La maravilla de tu fiat! ¡Has sido asociada tan íntimamente a toda la obra de nuestra redención, has sido asociada a la cruz de nuestro Salvador!

    Tu corazón fue traspasado junto con su Corazón. Y ahora, en la gloria de tu Hijo, no cesas de interceder por nosotros, pobres pecadores. Velas sobre la Iglesia de la que eres Madre. Velas sobre cada uno de tus hijos. Obtienes de Dios para nosotros todas esas gracias que simbolizan los rayos de luz que irradian de tus manos abiertas. Con la única condición de que nos atrevemos a pedírtelas, de que nos acerquemos a ti con la confianza, osadía y sencillez de un niño. Y precisamente así nos encaminas sin cesar a tu Divino Hijo.

    Te consagramos nuestras fuerzas y disponibilidad para estar al servicio del designio de salvación actuado por tu Hijo. Te pedimos que por medio del Espíritu Santo la fe se arraigue y consolide en todo el pueblo cristiano, que la comunión supere todos los gérmenes de división que la esperanza cobre nueva vida en los que están desalentados. Te pedimos por los que padecen pruebas particulares, físicas o morales, por los que están tentados de infidelidad, por los que son zarandeados por la duda de un clima de incredulidad, y también por los que padecen persecución a causa de su fe.

    Te confiamos el apostolado de los laicos, el ministerio de los sacerdotes, el testimonio de las religiosas.

    Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

    viernes, 14 de febrero de 2014

    CRISTO EN LA CRUZ PONE TODO POR NOSOTROS



    Autor: P. Cipriano Sánchez LC | Fuente: Catholic.net
    Cristo en la cruz pone todo por nosotros
    Miércoles quinta semana de Cuaresma. La cruz de Cristo se convierte en punto de partida para nosotros.


    Dn 3, 14-20.91-92.95
    Jn 8, 31-42

    Durante toda la Cuaresma la Iglesia nos ha ido preparando para encontrarnos con el misterio de la Pascua, que es el juicio que Dios hace del mundo, el juicio con el cual Dios señala el bien y el mal del mundo. La Pascua no es solamente el final de la pasión; la Pascua es la proclamación de Cristo como juez del universo. Un juez que, por ser juez del universo, pone a sus pies a todos: sus amigos, que pueden ser los que le han servido; y a sus enemigos, que pueden ser los que no le han servido.

    El juicio que Dios hace del hombre dependerá de cómo el hombre se ha comportado con Cristo. Ser conscientes de esto es, al mismo tiempo, dejar entrar en nuestro corazón la pregunta de cuál es la opción fundamental de nuestras vidas.

    Escuchábamos en la narración del Libro de Daniel, que los tres jóvenes son salvados del horno del fuego ardiente por el ángel del Señor. Yo creo que lo fundamental de esta narración es la reflexión final: “Bendito sea el Dios de Sadrak, Mesak y Abed Negó, que ha enviado a su ángel para librar a sus siervos que, confiando en él, desobedecieron la orden del rey y expusieron su vida antes que servir y a adorar a un dios extraño”.

    Éste es el punto más importante: el ser capaz de juzgar nuestra vida de tal forma que nuestros actos se vean discriminados según nuestra opción por Dios. O sea, Dios como criterio primero, y no al revés. Que nuestra forma de afrontar la vida, nuestra forma de pensar, de juzgar a las personas, de entender los acontecimientos, no se vean discriminadas por «lo que a mí me parecería» , es decir, por un criterio subjetivo.

    Esta situación debe ser para todos nosotros punto de examen de conciencia, sobre todo de cara a la Pascua del Señor, para ver si efectivamente nuestra vida está decidida por Dios. La cruz se convierte así, para cada uno de nosotros, en el punto de juicio, el punto al cual todos tenemos que llegar para ver si mi vida está o no decidida por Cristo nuestro Señor.

    Cristo en la cruz apuesta todo por nosotros. Cristo en la cruz pone todo por nosotros. Cristo en la cruz se entrega totalmente a nosotros. La cruz de Cristo se convierte en punto de juicio para nosotros: Si Él nos ha dado tanto, ¿nosotros qué damos? Si Él ha sido tanto para nosotros, ¿nosotros qué somos para Él? Si Él ha vivido de esa manera con nosotros y para nosotros, ¿nosotros cómo vivimos para Él?

    Jesús, en el Evangelio, pide a los judíos que le escuchaban que examinen quién es su Padre. Ellos le dicen: “Nosotros tenemos por padre a Dios”. Pero Jesús les contesta que no es verdad, porque les dice: “Si Dios fuera vuestro Padre, me amaríais a mí, porque yo he salido y vengo de Dios; no he venido por mi cuenta, sino que él me ha enviado”.

    Cuando nuestra vida choca con la cruz, cuando nuestra vida choca con los criterios cristianos, tenemos que preguntarnos: ¿Quién es mi padre?; no ¿cuál es mi título?; no ¿cuál es la etiqueta que yo traigo puesta en mi vida? ¿Cuál es el fruto que da en mi vida la opción por Cristo? ¿Qué es lo que realmente brota en mi vida de mi opción por Cristo? Porque ése es verdaderamente el origen de mi existencia.

    Jesús dice a los de su época que ellos no son los hijos de Abraham; porque el fruto de Abraham sería una opción definitiva por Dios, hasta el punto de ser capaz de arriesgar el propio interior, el propio juicio para seguir a Dios. Recordemos que Abraham puso, incluso lo ilógico de la orden de Dios de matar a su propio hijo, para obedecer a Dios.

    Cristo y su cruz se convierten en un reclamo para cada uno de nosotros: ¿quién eres Tú? El misterio Pascual es para todos nosotros una llamada. No me puedo quedar nada más en los ritos exteriores. ¿Cuál es la obra que me está diciendo a mí si opto por Cristo o no? Mi comportamiento cristiano, mi compromiso cristiano, mi opción definitiva por Jesucristo es donde puedo ver quién es verdaderamente mi Padre, allí es donde sé quién es auténticamente el Señor de mi vida.

    Cuando los judíos le responden a Jesús: “Nosotros no somos hijos de prostitución, no tenemos más padre que Dios”, están tocando un tema muy típico de toda la Escritura: la relación con Dios. El pueblo de Dios como un pueblo amado, un pueblo fiel, un pueblo esposo de Dios. Por eso dicen: “no somos hijos de prostitución, no somos hijos de adulterio, somos hijos genuinos de Dios”.

    Pero Cristo les responde: “Si Dios fuera su Padre me amarían a mí[...]”. Si realmente fuesen un pueblo esposo de Dios, me amarían a mí. Si realmente fuesen un pueblo fiel a Dios, un pueblo que nace del amor esponsal a Dios, amarían a Cristo.

    Podría ser que en nuestra alma hubiese algunos campos en los que todavía Cristo nuestro Señor no es el vencedor victorioso, no es el esposo fiel. ¿No podría haber campos en nuestra vida, rasgos en nuestra alma, en los que por egoísmo, por falta de generosidad, por pereza, por frialdad, nuestra alma todavía no corriese al ritmo de Dios, no estuviese alimentándose de la vida de Dios, no estuviese nutriéndose de la opción fundamental, definitiva, única, exclusiva por Dios nuestro Señor?

    La Semana Santa es un período de reflexión muy importante. Un período que nos va a mostrar a un Cristo que se ofrece a nosotros; un Cristo que se hace obediente por nosotros; un Cristo que es la garantía del amor esponsal de Dios por su pueblo. Un Cristo que reclama de cada uno de nosotros el amor fiel, el amor de don total del corazón hecho obras, manifestado en un comportamiento realmente cristiano. El misterio pascual es la raya que define si soy alguien que vive de Dios, o soy alguien que vive de sí mismo.

    Jesucristo, en la Eucaristía, viene a redimirnos de esto. Jesucristo quiere darnos la Eucaristía para que de nuevo en esa unión íntima del Creador, del Señor, del Redentor con el alma cristiana, se produzca la opción fuerte, definitiva, amorosa por Dios.

    Pidámosle que esta opción llegue a iluminar todos los campos de nuestra vida. Que ilumine nuestro interior, que ilumine nuestra alma, que ilumine también nuestra vida social, nuestra vida familiar, y, sobre todo, que ilumine nuestra libertad para que optemos definitivamente, sin ninguna cadena, por aquello que únicamente nos hace libres: el amor de Dios.

    MARÍA, UN MISTERIO



    Autor: San Luis María Grignion de Montfort | Fuente: www.mercaba.org
    María: un misterio.
    Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen, por San Luis María Grignion de Montfort. (1o. Parte)



    María en el designio de Dios.

    1. Por medio de la Santísima Virgen vino Jesucristo al mundo y por medio de Ella debe también reinar en el mundo.


    MARIA ES UN MISTERIO:

    a. A causa de su humildad.

    2. La vida de María fue oculta. Por ello, el Espíritu Santo y la Iglesia la llaman alma mater. Madre oculta y escondida. Su humildad fue tan grande que no hubo para Ella anhelo más firme y constante que el de ocultarse a sí misma y a todas las creaturas, para ser conocida solamente de Dios.

    3. Ella pidió pobreza y humildad. Y Dios, escuchándola, tuvo a bien ocultarla en su concepción, nacimiento, vida, misterios, resurrección y asunción, a casi todos los hombres. Sus propios padres no la conocían. Y los ángeles se preguntaban con frecuencia uno a otros ¿Quién es ésta?. Porque el Altísimo se la ocultaba. O, si algo les manifestaba de Ella, era infinitamente más lo que les encubría.


    b. Por disposición divina.

    4. Dios Padre a pesar de haberle comunicado su poder, consintió en que no hiciera ningún milagro al menos portentoso durante su vida.

    Dios Hijo a pesar de haberle comunicado su sabiduría consintió en que Ella casi no hablara.

    Dios Espíritu Santo a pesar de ser Ella su fiel Esposa consintió en que los Apóstoles y Evangelistas hablaran de Ella muy poco y sólo cuanto era necesario para dar a conocer a Jesucristo.


    c. Por su grandeza excepcional.

    5. María es la excelente obra maestra del Altísimo.

    Quien se ha reservado a sí mismo el conocimiento y posesión de Ella.

    María es la Madre admirable del Hijo. Quien tuvo a bien humillarla y ocultarla durante su vida, para fomentar su humildad, llamándola mujer, como si se tratara de una extraña, aunque en su corazón la apreciaba y amaba más que a todos los ángeles y hombres.

    María es la fuente sellada, en la que sólo puede entrar el Espíritu Santo, cuya Esposa fiel es Ella.

    María es el santuario y tabernáculo de la Santísima Trinidad, donde Dios mora más magnífica y maravillosamente que en ningún otro lugar del universo sin exceptuar los querubines y serafines: a ninguna creatura, por pura que sea, se le permite entrar allí sin privilegio especial.

    6. Digo con los santos, que la excelsa María es el paraíso terrestre del nuevo Adán, quien se encarnó en él por obra del Espíritu Santo para realizar allí maravillas incomprensibles. Ella es el sublime y divino mundo de Dios, lleno de bellezas y tesoros inefables. Es la magnificencia del Altísimo, quien ocultó allí, como en su seno, a su Unigénito y con El todo lo más excelente y precioso.

    ¡Oh qué portentos y misterios ha ocultado Dios en esta admirable creatura, como Ella misma se ve obligada a confesarlo no obstante su profunda humildad ¡El Poderoso ha hecho obras grandes por mí! El mundo los desconoce porque es incapaz e indigno de conocerlo.

    7. Los santos han dicho cosas admirables de esta ciudad Santa de Dios. Y, según ellos mismo testifican, nunca han estado tan elocuentes ni se han sentido tan felices como al hablar de Ella. Todos a una proclaman que:



    La altura de sus méritos, elevados por Ella hasta el trono de la Divinidad, es inaccesible;


    La grandeza de su poder, que se extiende hasta sobre el mismo dios, es incomprensible.


    Y, en fin, la profundidad de su humildad y de todas sus virtudes y gracias es un abismo insondable.


    ¡Oh altura incomprensible! ¡Oh anchura inefable! ¡Oh grandeza sin medida! ¡Oh abismo impenetrable!

    8. Todos los días, del uno al otro confín de la tierra, en lo más alto del cielo y en lo más profundo de los abismos, todo pregona y exalta a la admirable María. Los nueve coros angélicos, los hombres de todo sexo, edad y condición, religión, buenos y malos, y hasta los mismo demonios, de grado o por fuerza, se ven obligados por la evidencia de la verdad a proclamarla bienaventurada.

    Todos los ángeles en el cielo dice San Buenaventura le repiten continuamente: "¡Santa, santa, santa María! ¡Virgen y Madre de Dios!" y le ofrecen todos los días millones y millones de veces la salutación angélica: "Dios te salve, María...", prosternándose ante Ella y suplicándole que, por favor, los honre con alguno de sus mandatos. "San Miguel llega a decir San Agustín aún siendo el príncipe de toda la milicia celestial, es el más celoso en rendirle y hacer que otros le rindan toda clase de honores, esperando siempre sus órdenes para volar en socorro de alguno de sus servidores".

    9. Toda la tierra está llena de su gloria, particularmente entre los cristianos que la han escogido por tutela y patrona de varias naciones, provincias, diócesis y ciudades. ¡Cuántas catedrales no se hallan consagradas a Dios bajo su advocación! ¡No hay iglesia sin un altar en su honor, ni comarca ni religión donde no se dé culto a alguna de sus imágenes milagrosas, donde se cura toda suerte de enfermedades y se obtiene toda clase de bienes! ¡Cuántas cofradías y congregaciones en su honor! ¡Cuántos institutos religiosos colocados bajo su nombre y protección! ¡Cuántos congregantes en las asociaciones piadosas, cuántos religiosos en todas las Ordenes! ¡Todos publican sus alabanzas y proclaman sus misericordias!

    No hay siquiera un pequeñuelo que, al balbucir el Avemaría, no la alabe. Ni apenas un pecador que, aunque obstinado, no conserve alguna chispa de confianza en Ella. Ni siquiera un solo demonio en el infierno que, temiéndola, no la respete.

    SER VERDADERAMENTE HIJOS DE DIOS



    Autor: P. Cipriano Sánchez LC | Fuente: Catholic.net
    Ser verdaderamente hijos de Dios
    Jueves quinta semana de Cuaresma. Tenemos un Dios que nos persigue y busca llegar hasta el fondo de nosotros mismos.

    Ser verdaderamente hijos de Dios
    Gn 17, 3-9
    Jn 8, 51-59

    El tiempo cuaresmal es un camino de conversión que no es simplemente arrepentirnos de nuestros pecados o dejar de hacer obras malas. El camino de conversión no es otra cosa sino el esfuerzo constante, por parte nuestra, de volver a tener la imagen, la visión que Dios nuestro Señor tenía de nosotros desde el principio. El camino de conversión es un camino de reconstrucción de la imagen de Dios en nuestra alma.

    La liturgia del día de hoy nos presenta dos actitudes muy diferentes ante lo que Dios propone al hombre. En la primera lectura, Dios le cambia el nombre a Abram. Y de llamarse Abram, le llama Abraham. Este cambio de nombre no es simplemente algo exterior o superficial. Esto requiere de Dios la disponibilidad a cambiar también el interior, a hacer de este hombre un hombre nuevo.
    Pero, al mismo tiempo, requiere de Abraham la disponibilidad para acoger el nombre nuevo que Dios le quiere dar.

    Por otro lado, en el Evangelio vemos cómo Jesús se enfrenta una vez más a los judíos, haciéndoles ver que aunque se llamen Hijos de Abraham, no saben quién es el Dios de Abraham.

    Son las dos formas en las cuales nosotros podemos enfrentarnos con Dios: la forma exterior; totalmente superficial, que respeta y vive según una serie de ritos y costumbres; una forma que incluso nos cataloga como hijos de Abraham o hijos de Dios. Y por otro lado, el camino interior; es decir, ser verdaderamente hijos de Abraham, ser verdaderamente hijos de Dios.

    Lo primero es muy fácil, porque basta con ponerse una etiqueta, realizar determinadas costumbres, seguir determinadas tradiciones. Y podríamos pensar que eso nos hace cristianos, que eso nos hace ser católicos; pero estaríamos muy equivocados. Porque todo el exterior es simplemente un nombre, y como un nombre, es algo que resuena, es una palabra que se escucha y el viento se lleva; es tan vacía como cualquier palabra puede ser. Es en el interior de nosotros donde tienen que producirse los auténticos cambios; de donde tiene que brotar hacia el exterior la verdadera transformación, la forma distinta de ser, el modo diferente de comportarse.

    No son las formas exteriores las que configuran nuestra persona. Son importantes porque manifiestan nuestra persona, pero si las formas exteriores fuesen simplemente toda nuestra estructura, toda nuestra manera de ser, estaríamos huecos, vacíos. Entonces también Jesús a nosotros podría decirnos: “Sería tan mentiroso como ustedes”. También Jesús nos podría llamar mentirosos, es decir, los que vacían la verdad, los que manifiestan al exterior una forma como si fuese verdad, pero que realmente es mentira.

    Qué difícil y exigente es este camino de conversión que Dios nos pide, porque va reclamando de nosotros no solamente una «partecita», sino que acaba reclamando todo lo que somos: toda nuestra vida, todo nuestro ser. El camino de conversión acaba exigiendo la transformación de nuestras más íntimas convicciones, de nuestras raíces más profundas para llegar a cristianizarlas.

    Para los judíos solamente Dios estaba por encima de Abraham, por eso, cuando Cristo les dice: “Antes de que Abraham existiese, Yo soy”, ellos entendieron perfecta- mente que Cristo estaba yendo derecho a la raíz de su religión; les estaba diciendo que Él era Dios, el mismo Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob. Y es por eso que agarran piedras para intentar apedrearlo, por eso buscan matarlo.

    No es simplemente una cuestión dialéctica; ellos han entendido que Cristo no se conforma con cambiar ciertos ritos del templo. Cristo llega al fondo de todas las cosas y al fondo de todas las personas, y mientras Él no llegue ahí, va a estar insistiendo, va a estar buscando, va a estar perseverando hasta conseguir llegar al fondo de nuestro corazón, hasta conseguir recristianizar lo más profundo de nosotros mismos.

    El hecho de que Dios le cambie el nombre a Abram, además de significar el querer llegar al fondo, está también significando que solamente quien es dueño de otro le puede cambiar el nombre. (Según la mentalidad judía, solamente quien era patrón de otro podía cambiarle el nombre). Algo semejante a lo que hicieron con nosotros el día de nuestro Bautismo cuando el sacerdote, antes de derramar sobre nuestra cabeza el agua, nos impuso la marca del aceite que nos hacia propiedad de Dios.

    ¿Realmente somos conscientes de que somos propiedad de Dios? Dios es tan consciente de que somos propiedad suya, que no deja de reclamarnos, que no deja de buscarnos, que no deja de inquietarnos. Como a quien le han quitado algo que es suyo y cada vez que ve a quien se lo quitó, le dice: ¡Acuérdate de que lo que tú tienes es mío! Así es Dios con nosotros. Llega a nuestra alma y nos dice: Acuérdate de que tú eres mío, de que lo que tú tienes es mío: tu vida, tu tiempo, tu historia, tu familia, tus cualidades. Todo lo que tú tienes es mío; eres mi propiedad.

    Esto que para nosotros pudiera ser una especie como de fardo pesadísimo, se convierte, gracias a Dios, en una gran certeza y una gran esperanza de que Dios jamás va a desistir de reclamar lo que es suyo. Así estemos muy alejados de Él, sumamente hundidos en la más tremenda de las obscuridades o estemos en el más triste de los pecados, Dios no va a dejar de reclamar lo que es suyo. Sabemos que, estemos donde estemos, Dios siempre va a ir a buscarnos; que hayamos caído donde hayamos caído, Dios nos va a encontrar, porque Él no va a dejar de reclamar lo que es suyo.

    Éste es el Dios que nos busca, y lo único que requiere de nosotros es la capacidad y la apertura interior para que, cuando Él llegue, nosotros lo podamos reconocer. “El que es fiel a mis palabras no morirá para siempre”. No habrá nada que nos pueda encadenar, porque el que es fiel a las palabras de Cristo, será buscado por Él, que es la Resurrección y la Vida.

    Ojalá que nosotros aprendamos que tenemos un Dios que nos persigue y que busca llegar hasta el fondo de nosotros mismos, y que nos va hacer bajar hasta el fondo de nosotros para que nos podamos, libremente, dar a Él.

    ¿De qué otra manera más grande puede Dios hacer esto, que a través de la Eucaristía? ¿Qué otro camino sigue Dios sino el de la misma presencia Eucarística? ¿Acaso alguien en la tierra puede bajar tan a lo hondo de nosotros mismos como Cristo Eucaristía? Cristo es el único que, amándonos, puede penetrar hasta el alma de nuestra alma, hasta el espíritu de nuestro espíritu, para decirnos que nos ama.

    Permitamos que el Señor, en esta Semana Santa que se avecina, pueda llegar hasta nosotros. Permitámosle hacer la experiencia de estar con nosotros. Y nosotros, a la vez, busquemos la experiencia de estar con Él. Un Dios que no simplemente caminó por nuestra tierra, habló nuestras palabras y vio nuestros paisajes. Un Dios que no simplemente murió derramando hasta la última gota de sangre; un Dios que no solamente resucitó rompiendo las ataduras de la muerte. Un Dios que, además, ha querido hacerse Eucaristía para poder estar en lo más profundo de nuestras vidas y poder encontrarnos, si es necesario, en lo más profundo de nosotros mismos.

    UN AMIGO, UN TESORO

    FELIZ SAN VALENTÍN - 14 DE FEBRERO

    Autor: Edward Alberto Grullón Pimentel
    Se acerca San Valentín
    Si amas solamente a quienes te aman, ¿Qué mérito tiene? Y si saludas sólo a tus amigos, ¿Qué tiene de especial?

    Se acerca San Valentín
    Se acerca San Valentín


    Ya estando muy cercanos a la celebración del día de San Valentín, “el día de la amistad y del amor”, es posible que muchos se estén cuestionando ante el hecho: ¿Qué le regalaré a "x"? ¿Qué le podrá gustar a "x"? Otros, los comerciantes, están preparando sus ofertas, estratégicas, propagandas y demás movimientos para acaparar la atención de quienes en esos días se lanzan en busca de adquirir aquel objeto que sirva para hacer sentir bien a la persona que le despierta sentimientos de amor, aprecio o cariño, ya sea su pareja o un amigo (a) cercano (a).

    Ciertamente el acontecimiento es una costumbre que ha traspasado la barrera de los años logrando así configurar cierta esfera de afecto y cercanía entre las personas que practican dicha costumbre; intercambio de regalos, declaraciones de amor (tanto anónimas como públicas), declaraciones de perdón, disposición de reconciliación, entre otros son algunas de las características que rocían este tiempo, el cual gira en torno a un sólo día: el día de San Valentín.

    Es precioso ver el ambiente que se forma en los centros de estudios, lugares de trabajo, núcleos familiares o cualquier otro grupo que congregue personas con la llegada de esta fecha. Es precioso el rostro de los amigos que, luego de varias semanas de intercambio secreto logran descubrirse el uno al otro y darse de mano a mano aquel obsequio tan esperado; es precioso el sentimiento que acompaña en el interior de la persona que de su pareja recibe un especial "cariñito" que de seguro otorgará una bella velada a ambos.

    Encontramos, sin lugar a dudas, personas que nos alegran y que se entristecen con nosotros, que nos comprenden, que nos apoyan, que nos corrigen; que nos aman; encontramos amigos. Tanto es el amor que nos demuestran que quisiéramos expresarle nuestro afecto recíproco con un detalle, que en la mayoría de los casos es material, pero que definitivamente significa y dice mucho.

    No muy distante ni distinto es nuestro San Valentín. Hacemos un bello obsequio a esa persona que tanto queremos en honor al cariño que le tenemos y esa persona que tanto nos quiere nos favorece con igual expresión de estima.

    Este esquema es el que ha permanecido interno dentro de la celebración del día de San Valentín. Podemos decir que el mismo es el regente de tal acontecimiento.

    Hoy día, mirando lo delicado de la realidad de las relaciones interpersonales, es necesario trascender tal esbozo; es necesario romper con lo plástico de algunos parámetros que nos rigen: “Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿Qué mérito tiene? Y si saludan sólo a sus amigos, ¿Qué tiene de especial? (Mt. 5, 46a.47a)

    La contradicción y la duda puede acercarse a nuestra mente: “¿Cómo no premiar con un detalle especial para el día de San Valentín a aquella persona que tanto hace por mí, que tanto me comprende.....?”

    Es normal que a algunos les choque y les contradiga la propuesta, y de ello no son totalmente culpables, porque es lo que la sociedad nos ha enseñado, es el molde con el que nos han venido encauzado durante nuestra vida, al menos desde que tenemos uso de razón. Entonces, ¿Es una mala práctica obsequiar un presente a alguien que queremos mucho en el día de San Valentín? Claro que no, por supuesto que no.

    No estamos en contra de tan sublime práctica
    !Jamás!, pero lo que sí buscamos es aquel "trascender" (al que anteriormente hicimos alusión) la mera ejecución de la misma: Dar y recibir, recibir y dar, dar a quien da; doy ya que me dan.

    La invitación es a la reflexión para tan especial y esperada fecha:

    ¿Quién se sentirá mejor con recibir un regalo mío (sea una llamada, una visita, especialmente si esta persona está enferma, etc.) aquel a quien a menudo le sonrío, le manifiesto mi cariño, acompaño..., o aquel que necesita de mi perdón, de mi comprensión, de mi atención, de mi cercanía, de mi mano, de mi voz...?

    La respuesta real, más que por pura lógica, sin lugar a dudas, está basada en el ejemplo de aquel que supo amar de verdad, que supo, con la donación de su vida al servicio de los menos atendidos, de los olvidados, "vivir un san Valentín en cada día": "No es la gente sana la que necesita médicos, sino los enfermos" (Mt. 9, 12)

    Ciertamente la decisión es arriesgada, incluso, para muchos podría ser un escándalo. No es sencillo lidiar con nuestros hermanos; personas de carácter fuerte, de personalidad inestable, de sonrisa engañosa, de blanda fe, en fin, personas que tienen tanto valiosas virtudes como marcados defectos. La verdad que para muchos no lo es.

    Pero, "nuestro sumo sacerdote no se queda indiferente ante nuestras debilidades, pues ha sido probado en todo igual que nosotros, a excepción del pecado." (Heb. 4, 15) Confiemos en él, en Jesús, quien llevando el peso de su propia debilidad supo comprender a los impacientes, a los gruñones, a los mal hablados, en fin a todos (cfr. Heb. 5, 2b), para que nos ayude, nos conceda y renueve cada día el don del amor en nuestra vida.

    En este próximo San Valentín, y más aún todos los días, fijémonos un poco más en aquellos a quienes menos prestamos atención, a quienes necesitan de nuestra compañía, de nuestra comprensión, de nuestro apoyo, y también fijémonos y celebremos (porque no es un error hacerlo) con nuestros más cercanos allegados, con nuestros amigos.

    Queridos, si Dios nos amó aún siendo nosotros unos ingratos, unos mal geniosos, unos inmisericordes, unos egoístas, también nosotros debemos amarnos mutuamente. (cfr. 1 Jn. 4, 11)

    "Pero Yo les digo, amen a aquellos con quienes es difícil la convivencia, traten de hacerlo, para que así sean hijos de su Padre que está en el Cielo. (cfr. Mt. 5, 44-45)

    SAN VALENTÍN, PRESBÍTERO Y MÁRTIR, 14 DE FEBRERO



    Autor: . | Fuente: MultiMedios.org
    Valentín, Santo
    Presbítero y Mártir, 14 de febrero

    Valentín, Santo
    Patrono de los Enamorados


    Mártir en Roma a finales del siglo III. Entre el pueblo, el día de San Valentín está considerado como «día de la suerte», sobre todo en Alemania; y en Francia, Bélgica, Inglaterra y especialmente América, como «día de los enamorados», en que éstos se hacen promesas, felicitaciones y regalos. Esta costumbre y aquella supersticiosa idea, obedecen a diversos orígenes folklóricos y también al prestigio popular del Santo como milagrero. — Fiesta: 14 de febrero. 

    El árbol maravilloso del Cristianismo necesita siempre del riego fertilizante de la sangre de los mártires. Árbol que brotó de las ondas de un manantial divino en la cima del Calvario, sus primeros brotes adquirieron vigor y frescura en las rojas oleadas que alzaron las persecuciones de los primeros siglos de la Iglesia. 

    En sus tiempos primitivos, como en el siglo XX, en que vivimos, el cristianismo sigue vigorizándose con la sangre de sus héroes. Nunca han faltado ni jamás faltarán en la Iglesia de Cristo estos testigos de fe, que llegan hasta la generosa entrega de la vida. 

    La mayor parte de noticias que de San Valentín romano han llegado hasta nosotros proceden de unas actas apócrifas; por esta causa se hace difícil conocer con exactitud su vida e incluso distinguir entre los hechos que realmente le pertenecen y los de las vidas de otros varios santos que llevan su mismo nombre y que la iglesia desde muchos siglos venera también como mártires. Reseñaremos los que se le atribuyen unánimemente. 

    Con todo, lo importante en la historia de San Valentín, como en la vida de cuantos cristianos han sido elevados por la Iglesia al honor de los altares, es que seamos capaces de captar la lección que nos traen y que es, en definitiva, el fin principal que la ha movido a darles culto. 

    San Valentín es para nosotros una ciertísima lección de vida cristiana, llevada hasta el heroísmo, hasta la más plena identificación con Cristo: el martirio. 

    Situémonos a finales del siglo III. Es la era de los mártires. Por todo el Imperio romano corre el huracán de la persecución. 

    Valentín, presbítero romano, residía en la capital del Imperio, reinando Claudio II. Su virtud y sabiduría le habían granjeado la veneración de los cristianos y de los mismos paganos. Por su gran caridad se había hecho merecedor del nombre de padre de los pobres. 

    No podía ser desconocida de la corte imperial la influencia que ejercía en todos los ambientes romanos, y quiso el mismo emperador conocerlo personalmente. Valentín, en aquella entrevista, no dejaría de interceder en favor de su fe católica y contra el estado de persecución en que a menudo se encontraba sumida la Iglesia. 

    El soberano, que estaba interesado en granjearse la amistad y la colaboración del inteligente sacerdote cristiano, escuchó con agrado sus razones. Por eso intentó disuadirle del que él creía exagerado fanatismo; a lo que replicó Valentín evangélicamente: «Si conocierais, señor, el don de Dios, y quién es Aquel a quien yo adoro, os tendríais por feliz en reconocer a tan soberano dueño, y abjurando del culto de los falsos dioses adoraríais conmigo al solo Dios verdadero». 

    Asistieron a la entrevista, un letrado del emperador y Calfurnio, prefecto de la ciudad, quienes protestaron enérgicamente de las atrevidas palabras dirigidas contra los dioses romanos, calificándolas de blasfemas. Temeroso Claudio II de que el prefecto levantara al pueblo y se produjeran tumultos, ordenó que Valentín fuese juzgado con arreglo a las leyes. 

    Interrogado por Asterio, teniente del prefecto, Valentín continuó haciendo profesión de su fe, afirmando que es Jesucristo «la única luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo». 

    El juez, que tenía una hija ciega, al oír estas palabras, pretendiendo confundirle, le desafió: «Pues si es cierto que Cristo es la luz verdadera, te ofrezco ocasión de que lo pruebes; devuelve en su nombre la luz a los ojos de mi hija, que desde hace dos años están sumidos en las tinieblas, y entonces yo seré también cristiano». 

    Valentín hizo llamar a la joven a su presencia, y elevando a Dios su corazón lleno de fe, hizo sobre sus ojos la señal de la cruz, exclamando: «Tú que eres, Señor, la luz verdadera, no se la niegues a ésta tu sierva». 

    Al pronunciar estas palabras, la muchacha recobró milagrosamente la vista. Asterio y su esposa, conmovidos, se arrojaron a los pies del Santo, pidiéndole el Bautismo, que recibieron, juntamente con todos los suyos, después de instruidos en la fe católica. 

    El emperador se admiró del prodigio realizado y de la conversión obrada en la familia de Asterio; y aunque deseara salvar de la muerte al presbítero romano, tuvo miedo de aparecer, ante el pueblo, sospechoso de cristianismo. Y San Valentín, después de ser encarcelado, cargado de cadenas, y apaleado con varas nudosas hasta quebrantarle los huesos, unióse íntima y definitivamente con Cristo, a través de la tortura de su degollación. 

    ¿Por qué el folklore se ha venido aliando tan intensamente y en tantos países con la festividad de San Valentín romano? Y reduciendo la cuestión: ¿Por qué se atribuye a San Valentín el patronazgo sobre el amor humano, atribución que es, evidentemente, el origen y la explicación de todas las restantes manifestaciones de la devoción o de la simpatía popular al Santo? 

    Aparte la posible trasposición de algún hecho, tradición o leyenda, de otros Valentines al mártir de Roma, que explicaría ciertas expansiones, dicha atribución puede ser debida a dos motivos, separadamente considerables o perfectamente conjuntables: 

    1º Nuestro San Valentín fue martirizado en la Via Flaminia hacia el año 270, seguramente en los inicios de la primavera, cuando en la naturaleza se anticipa el júbilo expectativo de la fecundidad y de la pujanza. En los siglos antiguos y medievales, empiezan a venir a Roma numerosos peregrinos, entrando por la Puerta Flaminia, que se llamó Puerta de San Valentín, porque allí, en recuerdo de su martirio, el Papa Julio I, en el siglo IV, mandó construir en su honor una basílica. 

    Esos romeros coincidían con los días del aniversario del Santo; y de retorno a sus países, se llevarían de él o de su templo alguna reliquia o memoria. Ahora bien: no es cosa rara en la primitiva Iglesia el empeño de cristianizar fiestas o costumbres de matiz pagano, y en primavera no faltaban en la Roma gentílica festejos dedicados al amor y a sus divinidades. Fácilmente se inclinaría a los fieles a invocar a San Valentín —mártir primaveral— como protector del amor honesto. La invocación brotaría en Roma y sería transportada por los romeros a sus tierras y naciones, principalmente por los que cruzaban la Puerta Flaminia, norte arriba de Europa. 

    2º motivo: Hemos hecho notar el prestigio de que gozaba el Santo como sacerdote. ¡En cuántas familias sería efectiva su influencia, cuántos enlaces matrimoniales habría bendecido! Positivamente, no faltan noticias biográficas tradicionales que así lo afirman. 

    En las Catacumbas y en casas de cristianos, no sumarían cantidad exigua los que habían sido asistidos por su presencia presbiteral al unirse, por el Santo Sacramento que los hizo esposos. Es natural que, después de su martirio, se le adjudicase la advocación de Patrón de los hogares y del amor conyugal. 

    Trábense estas consideraciones, y quedarán perfectamente señalados los orígenes de la devoción típica y del costumbrario en homenaje al Santo. 

    Lo cierto es que éste se conserva floreciente en los países del Norte europeo y americano. 

    Cosa curiosa: ya en el siglo XVII, ciertos protestantes lo censuraban como de cuño papista y, al mismo tiempo, pagano. Le reconocía cierto matiz pagano, San Francisco de Sales. Pero, saturado como siempre de buen juicio y de exquisita prudencia, lo que hace él es aconsejar a los jóvenes prometidos que imiten las virtudes de San Valentín. Esto es lo que hay que desear, principalmente; rogando al excelso presbítero mártir que alcance del Señor, a la juventud cristiana que al matrimonio camina, el don del puro amor, santificador de la vida familiar.

    ¿QUÉ CELEBRAS TÚ EL 14 DE FEBRERO?



    Autor: P. Mariano de Blas LC | Fuente: Catholic.net
    ¿Qué celebras tú el 14 de febrero?
    Hay que rescatar un amor que dure, que resista, que no se rompa con el paso del tiempo.


    El 14 de febrero se celebra el día del amor y la amistad. Lástima que una realidad tan hermosa se haya denigrado tanto. Porque hoy se llama amor a cosas sublimes y a cosas denigrantes. ¿Qué celebras tú el 14 de febrero? 

    Hay que rescatar el amor, ese valor maravilloso que existe en el mundo. Rescatar el verdadero amor en tantos noviazgos. Rescatar el auténtico amor en los esposos. Un amor que dure, que resista, que no se rompa con el paso del tiempo. 

    Y digo rescatar, porque se mezcla la perla con el barro, el egoísmo con el más puro amor. Y unos se quedan con el barro y otros se quedan con el amor. Por ello, hay que separar el oro del barro, hay que purificarlo. Porque el día que perdamos el amor, el día que no haya amor en la tierra, estaremos totalmente perdidos.

    Todo depende de la fuente de ese amor, el corazón. Nadie da lo que no tiene. Si el corazón es limpio, si el corazón es puro, si el corazón está sano, el amor que de él proceda será auténtica perla, auténtico amor. Si el corazón está podrido, no podemos pedir que brote de él un amor auténtico sino puro egoísmo. 

    Preguntémonos: ¿Qué clase de amor es el que hay en nuestro corazón? 

    ¿Dónde está el verdadero amor? Que me lleven allí, o me muero.
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