jueves, 28 de agosto de 2014

PENSAMIENTO MARIANO 59


PENSAMIENTO MARIANO

Si se levanta la tempestad de las tentaciones, si caes en el escollo de las tristezas, eleva tus ojos a la estrella del Mar: ¡invoca a María!. 

San Bernardo

miércoles, 27 de agosto de 2014

EL AVE MARÍA


Ave María
Padre Tomás Rodríguez Carbajo


“Ave” fue la primera palabra dirigida por Gabriel a María e indudablemente es la primera que también dirige un cristiano a su Madre María.

Este pregón del cielo ha tenido resonancia a través de toda la historia.

Es el principio de un saludo muy español, que se repetía en momentos y lugares muy distintos, se empleaba por el pobre al pedir limosna por las puertas, por el penitente al comenzar su confesión, por el forastero, vecino o conocido que pedía permiso para entrar en algún recinto.

Como pie de una imagen o como letrero recordatorio, ocupa un puesto en descansos de escaleras, en entradas o salidas de muchas casas.

La profecía que María se dijo de sí misma la vemos cumplida al ser en todas lenguas así saludada. Una muestra de esta realidad lo vemos en Rafat, cerca de Nazaret, en donde está esculpida en piedra en 150 lenguas.

Ha calado tan hondo en el alma del cristiano que ha querido inmortalizarla el arte en sus distintas ramas, en pintura, escultura y música.

¡Qué pegadiza es al oído el Ave de Lourdes y el de Fátima¡ en qué procesión mariana no se repite este saludo a María!

Un poeta del s. XV, Hernán Pérez de Guzmán, nos recomienda que asiduamente la tengamos en nuestros labios:

“De tu boca aquella prosa

que repite Ave María

no se aparte noche y día”.

     Oteando horizontes como desde la campana que hay sobre el edificio del Ayuntamiento de Cádiz, en cuyo interior hay esta inscripción “Ave María, gracia plena”, o subiendo del profundo del corazón del hombre, esta salutación gozosa es una oración, al mismo tiempo que una profesión de fe y de amor.

     Esta jaculatoria puede estar a flor de labios al encontrarnos con una imagen de la Señora. Qué pronto se dice y cuanto bien nos hace el repetir: “Ave María”.

REZA EL ROSARIO TODOS LOS DÍAS


AUTÉNTICA MUJER


Autentica mujer 
Mater Unitatis


Este título puede sonar irreverente, quizás porque parece demasiado pobre para atribuírselo a la Reina de los ángeles y los santos, o incluso porque algunos pueden hacer menos a aquellos que desempeñan un trabajo manual. 

Sin embargo, María misma eligió este título. En el Evangelio de Lucas ella se define en dos ocasiones como una sirva. En la primera, ella le respondió al ángel: “He aquí, la sierva del Señor” (Lc. 1, 38). En la segunda vez, ella afirma en el Magnificat que Dios “ha mirado la humildad de si sierva” (Lc. 1, 48). 

María es, por ello, una mujer de servicio, en toda la extensión del título. Ella porta este título por derecho d4e nacimiento y parece retenerlo celosamente como un antigua heráldica. ¿No estaba ella, sino como José que era un descendiente directo de David, al menos relacionada con la “casa de David ,su siervo? 

Como a través de una imagen vista en un espejo, este título le ayuda a reconocer los inequívocos rasgos similares en al anciano Simeón que le llevan a colocar al niño Jesús en los brazos de ese “siervo” que pudo por fin ir en paz. Durante el banquete de Caná, este título le autoriza a dirigirse a los “sirvientes” con esas palabras que, a la vez que ordenan, nos invitan a todos a hacer lo mismo: “Haced lo que Él os diga”. 

Este título convertiría a la Santísima Virgen en la protectora que aquellos que, a través de diferentes papeles –desde tutor hasta niñera, desde enfermera hasta trabajadora doméstica- proporcionan servicio en las casas. Aunque María misma se aplicó este título, ¡no aparece en la letanía de Loreto! Quizás, porque aun dentro de la Iglesia, la idea de servicio evoca imágenes de sujeción, una caída en el rango, incompatible con el prestigio de la posición de la Madre de Dios. Esto eleva la sospecha de que no tomamos el ejemplo de María con suficiente seriedad. 

Santa María, sierva del Señor, te diste a Dios en cuerpo y alma, y entraste en su casa como un colaborador familiar en su obra de salvación. Tú eres en verdad una sierva, a quien la gracia introdujo en la intimidad de la Trinidad y la ha convertido en un cofre de confidencias divinas. Tú eres una sierva del Reino y con gusto das ese servicio, sabiendo que ello no reduce tu libertad, sino que te hace participar en el linaje de Dios. Te pedimos que nos admitas en la escuela de ese ministerio permanente, en el que tú enseñas de manera incomparable. 

En contraste contigo, tenemos dificultades para depender de Dios. Batallamos para entender que sólo el abandono incondicional a su soberanía nos puede hacer ver el valor de todo tipo de servicio humano. Confiar en las manos de Dios nos parece un juego de la fortuna. En vez de ver la sumisión a Él en el contexto de una alianza bilateral, lo sentimos como una especie de esclavitud. Somos en verdad celosos de nuestra autonomía, de manera que incluso la solemne afirmación “servir a Dios es reinar”, no nos convence. 

Santa María, sierva del Señor, además de escucharla y guardarla, aceptaste la Palabra encarnada en Cristo. Ayúdanos a colocar a Jesús en el centro de nuestras vidas, de tal forma que podamos escuchar sus sugerencias secretas. Haznos capaces de serle totalmente fieles. Danos la bienaventuranza de aquellos sirvientes a quien Él encontrará aún despiertos cuando regreso a mitad de la noche, y para quienes Él pondrá la mesa y servirá la comida. 
Haz que el Evangelio sea la norma inspiradora de todas nuestras elecciones diarias. Líbranos de la tentación de cortar esquinas a sus exigencias. Ayúdanos a obedecer con gusto. Por último, pon alas en nuestros pies para que podamos llevar a cabo el servicio misionero de proclamar la Palabra a los últimos rincones de la tierra. 

Santa María, sierva del mundo, inmediatamente después de declararte la sierva de Dios, te apresuraste a convertirte en la sierva de Isabel. Danos la urgencia que guió tus pasos. Ayúdanos a servir de manera desinteresada, y que la sombra del poder nunca prolongue nuestros ofrecimientos. 

Tú experimentaste las tribulaciones de los pobres, haz que pongamos nuestras vidas al servicio de otros, con actos escondidos, realizados en silencio. Que seamos conscientes de que el Reino se disfraza en los que sufren y en los oprimidos. Abre nuestros corazones a los sufrimientos de nuestros hermanos, para que podamos intuir sus necesidades; danos ojos llenos de ternura y esperanza, los ojos que tú tuviste aquel día en Caná de Galilea.

AQUEL ROSTRO DE MADRE


“Aquel rostro de Madre”
Don Luciano Alimandi

Cuando entremos en el Cielo y estemos en la presencia de Dios, contemplándolo “cara a cara”, veremos también el rostro de la Virgen y es hermoso imaginar que sucederá cuando nos encontremos con Aquella a la que desde la tierra hemos invocado tantas veces: “Dios te salve, María… El Señor está contigo… Madre de Dios, ruega por nosotros… ahora y en la hora de nuestra muerte”. ¿Qué sucederá en ese momento?

¿A quién veremos en su rostro, a quien reconoceremos en su mirada? ¿Quizás alguien extraño a nosotros, sólo en aquel momento conocido? O bien, ¿no reencontraremos precisamente en Ella tantos rostros y miradas marcados por la bondad materna, que nos han acompañado en la tierra? ¿No volveremos a ver resplandecer el rostro de nuestra madre terrena en el rostro de la Madre de todas las madres? Aquel rostro que nos ha sido más familiar, el primero que como neonatos hemos contemplado sorprendidos.

Que hermoso será entonces descubrir que el rostro de María nos ha estado siempre cercano, que nunca nos ha sido extraño; estaba tan cerca de nosotros que, aquel rostro suyo que contemplaremos en la gloria, tantas, tantísimas veces, lo hemos visto reflejado aquí abajo, sin saberlo, en los maravillosos rostros maternos que la providencia, como en un divino bordado, ha ordenado armoniosamente en nuestro camino.

Todos estos rostros de “madre”, de “hermana”, de “amiga” tenían una luz particular en sus ojos que, pequeños o grandes, resplandecían ante nosotros, como infundiéndonos valor en la hora de la prueba, dándonos esperanza y alivio en el sufrimiento, levantándonos por encima de nuestros egoísmos con su ejemplo generoso y desinteresado.

Aquellos ojos han quedado impresos en nosotros, así como queda agradablemente impreso un dulce recuerdo, una palabra conmovedora, un gesto cargado de bondad… aunque estábamos distraídos por las mil cosas de la vida y no nos dábamos cuenta, en realidad todo nos hablaba misteriosamente de Ella, del misterio de su maternidad universal, que llega a todo creyente que se abre al Hijo suyo Jesús y encuentra, por ello, también a Ella, la Madre de todas las madres.

En el Cielo, cuando entremos un día, contemplaremos también los innumerables otros rostros beatos que están en compañía de Dios y veremos que están marcados por la misma bondad, por el mismo único Amor que procede de Dios Trinidad y se difunde sobre cada uno a través del Verbo Encarnado y Glorificado.

Jesús es la fuente de nuestras gracias y de nuestra bienaventuranza celeste y su Madre, como Reina, está cerca de Él para introducirnos en tal misterio y continuar acompañándonos, también allá arriba, al descubrimiento y alabanza perenne de la infinita misericordia divina.

Qué misterio de gloria será contemplar su maternidad espiritual, que nace de su maternidad divina: Madre del Verbo encarnado y por eso Madre de los redimidos. Una maternidad espiritual que, por el inescrutable designio de Dios, es tan eficaz desde los primeros instantes de nuestra vida, que vela sobre nosotros en todo momento y se esconde tras el corazón de toda persona marcada por tal bondad mariana, particular manifestación de la bondad materna de Dios. Así aquella primera palabra que aprendimos a decir aquí, “mamá”, en el Cielo la repetiremos, en la más plena verdad, mirando el rostro de María. 

(Agencia Fides 28/6/2006 Líneas: 42 Palabras: 564)

EL AGUA QUE QUERÍA SER FUEGO


El agua que quería ser fuego.

“Ya estoy cansada de ser fría y de correr río abajo. Dicen que soy necesaria. Pero yo preferiría ser hermosa. Y encender entusiasmos. Y hacer arder el corazón de los enamorados y ser roja y cálida. Dicen que yo purifico lo que toco, pero más fuerza purificadora tiene el fuego. Quisiera ser fuego y llama.” 

Así pensaba en septiembre el agua de un río de montaña. 
Y, como quería ser fuego, decidió escribir una carta a Dios y pedir que cambiara su identidad. 

“Querido Dios: Tú me hiciste agua. Pero quiero decirte con todo respeto que me he cansado de ser transparente. 
Prefiero el color rojo para mí. Desearía ser fuego. ¿Puede ser? 
Tú mismo, Señor, te identificaste con la zarza ardiente y dijiste que habías venido a poner fuego en la tierra. No recuerdo que te compararas con el agua. 
Por eso, creo que comprenderás mi deseo. No es un simple capricho. Yo necesito este cambio para mi realización personal...” 

El agua salía todas las mañanas a su orilla para ver si llegaba la respuesta de Dios. 
Una tarde pasó una lancha muy blanca y dejó caer al agua un sobre muy rojo. El agua lo abrió y lo leyó: 

“Querida hija: me apresuro a contestar tu carta. Parece que te has cansado de ser agua, yo lo siento mucho porque no eres un agua cualquiera. Tu abuela fue la que me bautizó en el Jordán, y yo te tenía destinada a caer sobre la cabeza de muchos niños. Tu preparas el camino del fuego. Mi espíritu no baja a nadie que no haya sido lavado por ti. El agua siempre es primero que el fuego.” 

Mientras el agua estaba embebida leyendo la carta, Dios bajó a su lado y la contempló en silencio. El agua se miró a sí misma y vio el rostro de Dios reflejado en ella. 

Y Dios seguía sonriendo, esperando una respuesta. 

Ella comprendió que el privilegio de reflejar el rostro de Dios, solo lo tiene el agua limpia... 

Suspiró y dijo: “Sí Señor, seguiré siendo agua, seguiré siendo tu espejo. Gracias. 

martes, 26 de agosto de 2014

PENSAMIENTO MARIANO 58


PENSAMIENTO MARIANO

María, no pudiendo crear al hombre ya creado por nosotros, cooperó con nosotros a recrearlo mediante la encarnación de mi Verbo en ella. En consecuencia concurrió a dar la paz haciendo a la criatura capaz de recibir su visión beatífica y su glorificación. 

Santa María Magdalena de Pazzi

EL MISTERIO DE LA VIRGEN MARÍA

El misterio de la Virgen María
María Velázquez Dorantes



 Cuántas cuestiones giran entorno al misterio de María, y muchas aún la ciencia no les encuentra sentido u explicación, pero para comprender su misterio basta escuchar el corazón y tratar de adoptar el papel del corazón de María.  

El misterio de María no es tan complicado como parece, no exige de tantos razonamientos y lógicas ineludibles, basta entender que María es amor de Dios, y cómo Dios es amor; María es un brote de Amor por todo. Debido a que los roles que ella adopta.  

El rol de mujer, de madre, de sierva, de obediencia, de entrega, de amiga, de guía, de caminante, etc., cada papel que ella desempeña no tiene mucho de incomprensible porque cada papel lo ejerce sobre el principio básico y factor creador del Universo: el amor.  
Desde la anunciación María comprendió el amor del Padre para enviar a su hijo, en los meses de gestación María alimento a Jesús con su amor, al mismo tiempo que su Hijo de devolvía ese sentimiento. 

A la hora del parto, basto hacer brillar la estrella de Belén para comprender que todo había salido como el amor del Padre lo había planeado, los años siguientes ella fue madre como lo son muchas mujeres, fue una madre cariñosa, elocuente, madura, madre humana y madre espiritual. 

María en su amor infinito comenzó a entender a Jesús y a comprender la misión misma, sin embargo, al igual que nosotros ella experimenta el proceso de Salvación con miedos, ansiedades, angustias, no obstante puso todo en manos del Padre, del Hijo y del Espíritu para que el amor de la Divinidad le otorgarán las fortalezas suficientes para enfrentar la muerte, la resurrección y la entrega de la humanidad por parte de Cristo.  

El misterio que envuelve a María se encuentra en el corazón amoroso de toda su vida porque es una de las herramientas fundamentales para abrir paso al florecimiento del conocimiento del por qué el Creador ama tanto a la humanidad, y siendo la sierva escogida acata los prodigios de madre, de valor, de humildad, de lucha, de paz, de bondad todos ellos generados por el gran sentimiento y denominador común: amor. 

VIRGEN MARÍA, MADRE DE LOS PUEBLOS, RUEGA POR NOSOTROS


INVOCACIONES A LA VIRGEN MARÍA


Invocaciones a la Virgen María 


Ave, Tú por quien resplandecerá la dicha.
Ave, Tú por quien se renueva la creación.
Ave, iniciada en los misterios
de una inefable voluntad.
Ave, fe de acontecimientos que requieren silencio.
Ave, oh puente que de la tierra hace pasar al cielo.
Ave, Tú que inefablemente generaste la luz.
Ave, terreno que germina
abundancia de misericordia.
Ave, porque haces reflorecer el jardín de delicias.
Ave, incienso que haces escuchar las súplicas.
Ave, propiciadora del mundo entero,
Ave, benevolencia de Dios por los hombres.
Ave, confianza de los hombres en Dios.
Ave, de los Apóstoles vez perenne.
Ave, de los mártires invencible valor,
Ave, luminoso signo de la gracia.
Ave, Tú por quien fuimos revestidos de gloria.
Ave, rayo de místico día.
Ave, Tú que iluminas los iniciados en los misterios de la Santísima Trinidad.
Ave, alegría de todas las generaciones.
Ave, flor de pureza.
Ave, corona de fortaleza.
Ave, que en Ti resplandece el tipo de la resurrección.
Ave, morada del Dios infinito.
Ave, columna de la virginidad.
Ave, iniciadora de espiritual plenitud.
Ave, Tú que revistes corno esposas
a las almas santas.
Ave, fulgor que ilumina las almas.
Ave, de la Iglesia irremovible torre.
Ave, arca revestida de oro por el Espíritu Santo.

IMITAR A MARÍA SANTÍSIMA, NOS UNE A DIOS



Imitar a María Santísima, nos une a Dios
Carlos Díaz Rodríguez


La Santísima Virgen María, nuestra madre fiel, se nos ha sido entregada no nada más para sentir su amor ¡que ya es bastante! Sino que se nos ha dado también para que la imitemos. El Padre Dios se complace en ver en las almas el reflejo de su Hijo Jesucristo y las virtudes que él práctico y que desea que vivamos, las ha hecho parte de su existencia la Virgen María por lo que en ella encontramos un modelo de imitación ya que en la medida en que, hagamos nuestras, las virtudes cristianas que la Virgen María vivió, iremos profundizando en el amor de Dios porque lo único que nos separa su amor es el pecado y el imitar las virtudes cristianas de María Santísima nos lleva a no dejarnos encadenar por el mal.

María, Nuestra Madre, fue obediente, valiente, entregada, pura, servidora, toda una buena madre, comprensiva, cercana al que sufre, seguidora de Cristo, etc. Y si nosotros somos también obedientes, valientes, entregados, puros, etc. Estaremos caminando hacía el encuentro del Señor porque el Espíritu Santo hace de nuestros esfuerzos unos auténticos méritos, es decir, hace que nuestras obras valgan la pena y que nos lleven a seguir adelante en la conquista de la salvación que Cristo nos ofrece y que se gana en la medida en que vivamos sus enseñanzas. La Virgen María es un puente que nos lleva a profundizar en el amor de Dios, a vivir las gracias que el Padre nos tiene, porque ella es un ejemplo y el seguirla nos llevará a ser, lo que Jesús quiere, auténticos discípulos de la Cruz y del Espíritu Santo. Si el cristiano ama de verdad a Dios, debe reconocer a quien es su madre, debe valorar el mensaje de vida que María Santísima. Ella es humana como nosotros por lo que conoció el dolor y por eso es que nos comprende y a partir de esa comprensión nos sigue ayudando a encontrarnos con Dios.

El imitar a María no es caer en la adoración hacía ella, el imitar a María es unirnos más a Jesús porque él se complace al ver que en nosotros hay algo de su madre amadísima. Jesús nunca nos daría, como modelo a imitar, ha alguien que nos apartará de él así que si nos dio a la Santísima Virgen fue porque ciertamente en ella encontramos a una persona humana que se dio a la causa del amor, que resistió el dolor de ver morir a su propio Hijo en la Cruz, que ante todo, respondió a la voluntad del Padre porque no cualquiera se lanza a la misión que María tuvo, no cualquiera resiste los dolores que ella experimentó, en fin, en ella tenemos a una amiga, a una compañera y sobre todo a una madre en quien confiar.

Ante un mundo difícil, María nos invita a ser comprensivos, ante un mundo marcado por el dolor, María nos recuerda la grandeza del amor de Dios, ante un proyecto de bien, María nos anima a seguir, en verdad ella siempre nos está ayudando y en la medida en que la imitemos iremos conociendo los tesoros del Sagrado Corazón de Jesús. Imitar a María no nos llevará como destino final a ella misma sino a Dios, todo lo que pasa por María no se queda en ella sino que va para Dios, la existencia misma de María no es por su poder sino por la gracia del Espíritu Santo, ante esto, no tengamos miedo en ser muy de María porque ella es la madre de Jesús Sacerdote, quien nos ama y precisamente porque nos ama nos ha dado a su propia madre.

ACORDAOS, OH PIADOSÍSIMA VIRGEN MARÍA


lunes, 25 de agosto de 2014

LLEGA UN REGALO


Autor: P. Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net
Llega un regalo
Detrás de ese regalo percibo una ternura que llega a lo íntimo de mi alma. Porque alguien pensó en mí.



Acaba de llegar un regalo. Ese regalo tiene un precio, tal vez una utilidad. Pero, sobre todo, manifiesta un tesoro maravilloso: el cariño de quien me ama. 

Detrás de ese regalo percibo una ternura que llega a lo íntimo de mi alma. Porque alguien pensó en mí. Porque buscó cómo podría darme algo que me recordase su cariño. Porque deseaba abrirme un espacio de felicidad. 

Si el regalo que recibo de otro llega muy hondo, ¿no sería el momento de descubrir que también Dios me ofrece miles de regalos? 

Existe el peligro de vivir con la mirada indiferente ante los continuos dones de Dios. Porque son dones de Dios el sol y la luna, las nubes y la lluvia, la nieve y el viento, el mar y la montaña, la golondrina y el grillo, la abeja y la miel. 

Sobre todo, es regalo de Dios mi propia vida y la vida de tantos hombres y mujeres que caminan cerca o lejos. Cada existencia surge desde un estupendo sueño de Amor, desde lo más íntimo de un Dios que se deleita con los hijos de los hombres (cf. Prov 8,31). 

Lo he escuchado tantas veces: todo es don, todo es gracia. Necesito recordarlo mientras camino: me rodean miles de señales, de regalos, que me hablan de la ternura de un Dios bueno. 

Ha llegado un regalo a mis manos. Quien me lo ofrece con una sonrisa amistosa, con una mirada llena de afecto, me permite abrirme al mundo del amor, que da y que recibe, que nace de Dios y que lleva a Dios. Sólo entonces buscaré también yo qué puedo hacer para alegrar, con un regalo, a quienes viven a mi lado. 

ACTOS DE CONSAGRACIÓN A LA VIRGEN MARÍA


ACTOS DE CONSAGRACIÓN
A LA VIRGEN MARÍA


¡Oh Señora mía, oh Madre mía!,
yo me entrego del todo a Ti
y en prueba de mi afecto,
con amor filial te consagro en este día:
todo lo que soy, todo lo que tengo.
Guarda y protege, y también defiende
a este hijo tuyo, que así sea.
Amén.

¡Oh Señora mía, oh Madre mía!,
yo me entrego del todo a Ti,
y en prueba de mi filial afecto,
te consagro en este día
mis ojos, mis oídos,
mi lengua y mi corazón,
en una palabra, todo mi ser,
ya que soy todo tuyo,
¡oh Madre de bondad!,
guárdame y protégeme
como hijo tuyo. Amén.

LA SALVE


LA SALVE

Dios te salve,
Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra;
Dios te salve.
A Ti clamamos los desterrados hijos de Eva;
a Ti suspiramos,
gimiendo y llorando,
en este valle de lágrimas.
Ea, pues,
Señora, abogada nuestra,
vuelve a nosotros esos tus ojos
misericordiosos,
y después de este destierro
muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.
¡Oh clemente, oh piadosa,
oh dulce Virgen María!
D- Ruega por nosotros Santa Madre de Dios.
T- Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo. Amén.

IMÁGENES DE JESÚS Y DE MARÍA








VIRGEN MARÍA, MADRE DEL REDENTOR


MADRE DEL REDENTOR

Madre del Redentor, Virgen fecunda,
puerta del Cielo siempre abierta,
estrella del mar,
ven a librar al pueblo que tropieza
y se quiere levantar.
Ante la admiración de cielo y tierra,
engendraste a tu Santo Creador,
y permaneces siempre Virgen,
recibe el saludo del ángel Gabriel,
y ten piedad de nosotros pecadores.

Amén.

domingo, 24 de agosto de 2014

ORACIÓN A LA VIRGEN DE FÁTIMA - Autor: PAPA FRANCISCO


ORACIÓN A LA VIRGEN DE FÁTIMA
Autor: Papa Francisco


Bienaventurada María, Virgen de Fátima,
con renovada gratitud por tu presencia materna
unimos nuestra voz a la de todas las generaciones
que te llaman bienaventurada.

Celebramos en ti las grandes obras de Dios,
que nunca se cansa de inclinarse
con misericordia sobre la humanidad afligida por el mal
y herida por el pecado, para sanarla y salvarla.

Acoge con benevolencia de madre
el acto por el nos ponemos hoy bajo tu protección
con confianza, ante esta tu imagen
tan querida por todos nosotros.

Estamos seguros que cada uno de nosotros es precioso a tus ojos
y que nada te es ajeno de todo lo que habita en nuestros corazones.
Nos dejamos alcanzar por tu dulcísima mirada
y recibimos la caricia consoladora de tu sonrisa.

Protege nuestra vida entre tus brazos:
bendice y refuerza cada deseo de bien; reaviva y alimenta la fe;
sostén e ilumina la esperanza; suscita y anima la caridad;
guíanos a todos nosotros en el camino de la santidad.

Enséñanos tu mismo amor de predilección hacia los pequeños y los pobres,
hacia los excluidos y los que sufren, por los pecadores
y por los que tienen el corazón perdido:
reúne a todos bajo tu protección y a todos entrégales
a tu Hijo dilecto, el Señor Nuestro, Jesús.

ORACIÓN A SAN MIGUEL ARCÁNGEL PARA LIMPIAR NUESTRO HOGAR



ORACIÓN A SAN MIGUEL ARCÁNGEL
PARA LIMPIAR NUESTRO HOGAR

Amado Arcángel Miguel desciende sobre mi hogar con la luz de Nuestro Señor.... para que limpies de este lugar toda negatividad, cortando cadenas de negación, rabia, dolor, vicios y falta de fe,
Para que de esta manera en mi hogar pueda entrar la santísima presencia del Padre trayendo con ella amor, compresión, prosperidad y fe. 

Para que sea siempre Nuestro Señor con nosotros. 
AMEN

ORACIÓN A NUESTRA SEÑORA SALUD DE LOS ENFERMOS


ORACIÓN NUESTRA SEÑORA, 
SALUD DE LOS ENFERMOS 

María, Madre amadísima, te invoco confiadamente como salud de los enfermos. Eres Madre de bondad, especialmente para quienes están bendecidos con la Cruz, en particular la enfermedad. 

Humildemente te pido esta gracia
 (Mencione el favor que desea).

 Madre del Perpetuo Socorro, te ruego que presentes mi petición a tu Divino Hijo. No será rechazada si te dignas rogar por mí, porque tu intercesión es poderosa ante Dios. Con la confianza de un niño, me abandono a la santa voluntad de Dios. El cuidará de mis deseos. Madre de Misericordia, yo te amo; en ti pongo mi confianza.

 Por tus manos ofrezco a Dios todos los sacrificios que haya de soportar con todo el amor de mi corazón. Que todas mis penas se conviertan en un acto de amor a Dios, de reparación por mis pecados, y mérito por la salvación de las almas, en particular la mía. Enséñame a tener paciencia y conformidad con la voluntad de Dios, imitándote a ti, Madre Dolorosa. 

V. Ruega por nosotros, Señora Nuestra, salud de los enfermos. 

R. Para que seamos dignos de las promesas de Cristo. 

0remos: Te rogamos, Señor Dios nuestro, que nos bendigas a nosotros tus siervos, con salud de alma y cuerpo, y por la gloriosa intercesión de la bienaventurada Virgen María, Salud de los enfermos, seamos libres de las tristezas presentes y disfrutemos de las alegrías eternas. Te lo pedimos por Cristo, Nuestro Señor. Amén.
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