miércoles, 3 de septiembre de 2014

DIOS TIENE UN PROPÓSITO EN TU VIDA


LA VIRGEN MARÍA, UN CORAZÓN QUE TE AMA


DAR PARA RECIBIR


DAR PARA RECIBIR

Un hombre estaba perdido en el desierto, destinado a morir de sed. Por suerte, llegó a una cabaña vieja, desmoronada sin ventanas, sin techo.

El hombre anduvo por ahí y se encontró con una pequeña sombra donde acomodarse para protegerse del calor y el sol del desierto. Mirando a su alrededor, vio una vieja bomba de agua, toda oxidada. Se arrastró hacia allí, tomó la manivela y comenzó a bombear, a bombear y a bombear sin parar, pero nada sucedía.

Desilusionado, cayó postrado hacia atrás, y entonces notó que a su lado había una botella vieja. La miró, la limpió de todo el polvo que la cubría, y pudo leer que decía: “Usted necesita primero preparar la bomba con toda el agua que contiene esta botella mi amigo, después, por favor tenga la gentileza de llenarla nuevamente antes de marchar”.

El hombre desenroscó la tapa de la botella, y vio que estaba llena de agua… ¡llena de agua! De pronto, se vio en un dilema: si bebía aquella agua, él podría sobrevivir, pero si la vertía en esa bomba vieja y oxidada, tal vez obtendría agua fresca, bien fría, del fondo del pozo, y podría tomar toda el agua que quisiese, o tal vez no, tal vez, la bomba no funcionaría y el agua de la botella sería desperdiciada.

¿Qué debiera hacer?
¿Derramar el agua en la bomba y esperar a que saliese agua fresca… o beber el agua vieja de la botella e ignorar el mensaje?
¿Debía perder toda aquella agua en la esperanza de aquellas instrucciones poco confiables escritas no se cuánto tiempo atrás?
Al final, derramó toda el agua en la bomba, agarró la manivela y comenzó a bombear, y la bomba comenzó a rechinar, pero ¡nada pasaba! La bomba continuaba con sus ruidos y entonces de pronto surgió un hilo de agua, después un pequeño flujo y finalmente, el agua corrió con abundancia… Agua fresca, cristalina.

Llenó la botella y bebió ansiosamente, la llenó otra vez y tomó aún más de su contenido refrescante. Enseguida, la llenó de nuevo para el próximo viajante, la llenó hasta arriba, tomó la pequeña nota y añadió otra frase:

“Créame que funciona, usted tiene que dar toda el agua, antes de obtenerla nuevamente”.

A veces la vida es un reflejo de esta historia, hay momentos en los cuales debemos tomar decisiones sin conocer los resultado futuros, pero quién pretende verlo todo con suma claridad antes de decidir “nunca decide”.

IMÁGENES DE LA VIRGEN MARÍA











lunes, 1 de septiembre de 2014

IMITAR A LA VIRGEN MARÍA, NOS UNE A DIOS


Imitar a María Santísima, nos une a Dios
Carlos Díaz Rodríguez


La Santísima Virgen María, nuestra madre fiel, se nos ha sido entregada no nada más para sentir su amor ¡que ya es bastante! Sino que se nos ha dado también para que la imitemos. El Padre Dios se complace en ver en las almas el reflejo de su Hijo Jesucristo y las virtudes que él práctico y que desea que vivamos, las ha hecho parte de su existencia la Virgen María por lo que en ella encontramos un modelo de imitación ya que en la medida en que, hagamos nuestras, las virtudes cristianas que la Virgen María vivió, iremos profundizando en el amor de Dios porque lo único que nos separa su amor es el pecado y el imitar las virtudes cristianas de María Santísima nos lleva a no dejarnos encadenar por el mal.

María, Nuestra Madre, fue obediente, valiente, entregada, pura, servidora, toda una buena madre, comprensiva, cercana al que sufre, seguidora de Cristo, etc. Y si nosotros somos también obedientes, valientes, entregados, puros, etc. Estaremos caminando hacía el encuentro del Señor porque el Espíritu Santo hace de nuestros esfuerzos unos auténticos méritos, es decir, hace que nuestras obras valgan la pena y que nos lleven a seguir adelante en la conquista de la salvación que Cristo nos ofrece y que se gana en la medida en que vivamos sus enseñanzas. La Virgen María es un puente que nos lleva a profundizar en el amor de Dios, a vivir las gracias que el Padre nos tiene, porque ella es un ejemplo y el seguirla nos llevará a ser, lo que Jesús quiere, auténticos discípulos de la Cruz y del Espíritu Santo. Si el cristiano ama de verdad a Dios, debe reconocer a quien es su madre, debe valorar el mensaje de vida que María Santísima. Ella es humana como nosotros por lo que conoció el dolor y por eso es que nos comprende y a partir de esa comprensión nos sigue ayudando a encontrarnos con Dios.

El imitar a María no es caer en la adoración hacía ella, el imitar a María es unirnos más a Jesús porque él se complace al ver que en nosotros hay algo de su madre amadísima. Jesús nunca nos daría, como modelo a imitar, ha alguien que nos apartará de él así que si nos dio a la Santísima Virgen fue porque ciertamente en ella encontramos a una persona humana que se dio a la causa del amor, que resistió el dolor de ver morir a su propio Hijo en la Cruz, que ante todo, respondió a la voluntad del Padre porque no cualquiera se lanza a la misión que María tuvo, no cualquiera resiste los dolores que ella experimentó, en fin, en ella tenemos a una amiga, a una compañera y sobre todo a una madre en quien confiar.

Ante un mundo difícil, María nos invita a ser comprensivos, ante un mundo marcado por el dolor, María nos recuerda la grandeza del amor de Dios, ante un proyecto de bien, María nos anima a seguir, en verdad ella siempre nos está ayudando y en la medida en que la imitemos iremos conociendo los tesoros del Sagrado Corazón de Jesús. Imitar a María no nos llevará como destino final a ella misma sino a Dios, todo lo que pasa por María no se queda en ella sino que va para Dios, la existencia misma de María no es por su poder sino por la gracia del Espíritu Santo, ante esto, no tengamos miedo en ser muy de María porque ella es la madre de Jesús Sacerdote, quien nos ama y precisamente porque nos ama nos ha dado a su propia madre.

LA VIRGEN MARÍA, ESCLAVA Y LA MADRE DE DIOS


Esclava y Madre de Dios 
Teodoro H. Matín


Espejo del lago más puro, María. 
En él está Dios gozando de su propio rostro. 
El firmamento enjoyado de estrellas 
baja las luces y se arrodilla 
mirando y mirando 
la obra de las obras que Dios ha creado. 
La más bella de sus maravillas. 
La obra maestra 
salida de manos de la Trinidad.

Encarnación y Asunción. 
Camino de honduras, sendero de gloria. 
Cuanto más ahonda la raíz de esclava 
más son los frutos que llegan 
a las fronteras de la Trinidad. 
María, la dignidad más excelsa 
que se ha producido 
fuera del Reino de la Trinidad. 
La Virgen ha dado a Dios Madre, 
a los ángeles reina, y salvador 
a los hombres. 
Por ella Dios tiene Madre. 
Por ella Dios es Hijo del Hombre. 
En ella se anudan el ser creado
y el increado.

¡Oh Dios! La creaste sólo pata ti.
Paraíso aparte. 
Frente al universo otro universo. 
Frente al imperio otro imperio. 
Frente al orden de los astros el orden nuevo 
del corazón. Cielos nuevos y tierra nueva. 
Tú la preparaste, la santificas 
para ser Madre del Hijo-Dios. 
Desprendida de toda mundanería
vuela María hasta el borde de la Divinidad.
Bienaventurada en tu pobreza,
revestida por eso de tanta grandeza.
¡Oh Dios!
Tuyo es el Hijo, eternamente nacido.
Completamente tuyo.
Y suyo de ella totalmente
por nuevo nacimiento.
¿Un lazo de unión Padre-Hijo en el cielo,
el Espíritu.

Lazo también el Espíritu
entre el Padre y la Madre.
Los tres nos dieron a todos
el Hijo en la tierra.
¡Esclava y Madre de Dios!
Bajas muy bajo, subes muy alto,
Criatura del Creador y Señora de la creación.
Llévanos con los Tres cuando el carro de Elías
nos venga a buscar.

Porque tú eres más que la gracia y la gloria,
más que el orden supremo y las jerarquías.
Compartimos con el Verbo nuestra naturaleza,
que tiene en él subsistencia, persona divina.
Unión la más honda, la más ata, la más ancha.
Unión hipostática, dicen, que nos diviniza.
Como dijo el profeta y Cristo recuerda:

“Sois dioses”.
¡Gracias a Ti, Esclava y Madre de Dios!

PENSAMIENTO MARIANO 61


PENSAMIENTO MARIANO

No es verdadera devoción a la Santísima Virgen rezarle muchas oraciones, pero mal dichas, sin darnos cuenta de lo que decimos.

 San Luis Grignon de Montfort

PENSAMIENTO MARIANO 60



PENSAMIENTO MARIANO

Nadie invocó a María que no haya sido favorecido. De María recibe el cautivo redención, curación el enfermo, consuelo el afligido, el pecador perdón, el justo gracia, el Ángel alegría. 

San Bernardo

jueves, 28 de agosto de 2014

ORACIÓN POR LOS NIETOS


ORACIÓN POR LOS NIETOS :


Dame, Señor, la cordura para poder hablar a mis nietos del amor que mi ser contiene. 
Dame, la oportunidad de besar su frente por las noche y en cada amanecer.
Quiero pedirte que des luz a mis ojos para disfrutar con ellos de sus sonrisas, de sus cambios de voz.
Quiero que cuando ellos miren mi lento andar comprendan que la vida está hecha de pasos y de caídas, que todo es aprender y llegar a amar.

Es mi ilusión que al verme ellos de la mano de su abuelo/a , sepan que el amor nunca termina.

Deseo que cuando me escuchen orar , con el pasar de los años entiendan que siempre deben recurrir a Tí , pues eres el camino, la verdad y la vida. 

Señor, te pido que les des valentía para soñar y ánimo para perseguir sus sueños, que nunca abandonen al niño que Tú le has colocado dentro.

Te pido que tengan la capacidad de ver hacia adelante, de caminar sin atropellar a nadie, de abrir nuevas metas y nunca sentirse derrotados, de ser humildes ante toda tu Creación, respetuosos de lo que los rodee, amantes de los gestos del hermano, compasivo ante el dolor, generosos y magnánimos ante el caído . 

Amén.

UN VASO DE LECHE


UN VASO DE LECHE

vaso de leche Un día, un muchacho pobre que vendía mercancías de puerta en puerta para pagar sus estudios universitarios, encontró que sólo le quedaba una simple moneda de diez centavos y tenía hambre.

Decidió que pediría comida en la próxima casa. Sin embargo, sus nervios lo traicionaron cuando una encantadora mujer joven le abrió la puerta. En lugar de comida pidió un vaso de agua.

Ella pensó que el joven parecía hambriento, así que le trajo un gran vaso de leche.
El lo bebió despacio, y entonces le preguntó:
-¿Cuánto le debo?-
-No me debes nada- contestó ella. -Mi madre siempre nos ha enseñado a no aceptar nunca un pago por un acto de caridad-.
El le dijo... -Entonces, se lo agradezco de todo corazón...!-

Cuando Howard Kelly se fue de la casa, no sólo se sintió más fuerte, si no que también su fe en Dios y en los hombres era más fuerte. El había estado a punto de rendirse y dejarlo todo.

Años después, esa mujer enfermó gravemente. Los doctores locales estaban confundidos. Finalmente le enviaron a la gran ciudad. Llamaron al Dr. Howard Kelly para consultarle. Cuando este oyó el nombre del pueblo de donde venía la paciente, una extraña luz lleno sus ojos.

Inmediatamente, el Dr. Kelly subió del vestíbulo del hospital a su cuarto. Vestido con su bata de doctor entró a verla y la reconoció enseguida. Regresó al cuarto de observación determinado a hacer lo máximo posible para salvar su vida. Desde ese día, él prestó la mejor atención a este caso. Después de una larga lucha, ella ganó la batalla..! Estaba totalmente recuperada..!

Como la paciente ya estaba sana y salva, el Dr Kelly pidió a la oficina de administración del hospital que le enviaran la factura total de los gastos para aprobarla.
Él la revisó y la firmó. Además, escribió algo en el borde de la factura y la envió al cuarto de la paciente.

La cuenta llegó al cuarto de la paciente, pero ella temía abrirla, porque sabía que le tomaría el resto de su vida para poder pagar todos los gastos. Finalmente la abrió, y algo llamó su atención: En el borde de la factura leyó estas palabras...

"Pagado por completo hace muchos años con un vaso de leche". (Firmado) Dr. Howard Kelly

Lágrimas de alegría inundaron sus ojos y su feliz corazón oró así: "Gracias, Dios, porque tu amor se ha manifestado en las manos y los corazones humanos".

AVE MARÍA


Ave María 
V.M. Arbeola


Dios te salve María,
Por la luz de la luz transfigurada.
Dios te llena y te guía 
Y el fruto de tu vientre en tu mirada.
Dios te salvó, María.
Te llenó de su fuerza complaciente,
como el fuego del sol llena la aurora, 
como el agua la fuente.
Maduró con su luz y su ternura
El fruto de tu amor y de tu vientre.

Santa María,
hija del pueblo,
madre paciente,
fiel, generosa,
pobre y rebelde...

Míranos peregrinos, vacilantes,
cultivando este viejo paraíso,
caminando hacia tu cielo lentamente.

No queremos cansarnos de este mundo,
ni buscamos un refugio celeste.
Pero tú no te canses
de mostrarnos la meta, los caminos, 
ahora y siempre.


LA VIRGEN MARÍA, NUESTRA SEÑORA DE LA PACIENCIA


Nuestra Señora de la Paciencia 
Padre Horacio Bojorge 


Miremos a la Madre Dolorosa.
A la del Corazón Inmaculado,
del Corazón sin mancha de pecado.
Hija de Dios. Madre de Dios. Su Esposa.
La que ama a Dios, tres veces amorosa,
con toda el alma y sobre toda cosa,
como nunca y por nadie ha sido amado.

Hasta la Cruz lo amó. Desde la cuna.
Y Dios también la amó. Como a ninguna.

Porque si hay creatura
que, después de creada, al contemplarla,
Dios la vio buena y digna de alabarla;
que halló gracia a Sus ojos - "Santa y pura"
como dijo Gabriel al saludarla - :
ésa, es esta Mujer.

¿Cómo es, entonces, que el dolor la acosa
y no la viene Dios a defender?

¿Cómo es que viendo cómo se la veja;
cómo es que viendo cómo se la insulta,
parece que el Poder de Dios la deja,
parece que el Poder de Dios se oculta,
la abandona y la deja padecer?

¿Por qué no quiso Dios, puesto que pudo,
ahorrarle este dolor que la anonada?
¿Por qué no quiso interponer su escudo
ni apartar de su pecho la estocada?
¿Qué designio de Dios cumple esta espada,
cuando traspasa con su filo agudo
al alma más amante y más amada?

Era preciso que ella padeciera.
Era preciso que ella reflejara
el oculto dolor qua a Dios depara
que el hombre lo rechace y no lo quiera.

Era preciso que ella compartiera
por ser hija, el dolor de Dios, su Padre;
la Pasión de Dios Hijo, como Madre;
y sufriera, paciente y dolorosa,
las penas de su Esposo, como Esposa.

PENSAMIENTO MARIANO 59


PENSAMIENTO MARIANO

Si se levanta la tempestad de las tentaciones, si caes en el escollo de las tristezas, eleva tus ojos a la estrella del Mar: ¡invoca a María!. 

San Bernardo

miércoles, 27 de agosto de 2014

EL AVE MARÍA


Ave María
Padre Tomás Rodríguez Carbajo


“Ave” fue la primera palabra dirigida por Gabriel a María e indudablemente es la primera que también dirige un cristiano a su Madre María.

Este pregón del cielo ha tenido resonancia a través de toda la historia.

Es el principio de un saludo muy español, que se repetía en momentos y lugares muy distintos, se empleaba por el pobre al pedir limosna por las puertas, por el penitente al comenzar su confesión, por el forastero, vecino o conocido que pedía permiso para entrar en algún recinto.

Como pie de una imagen o como letrero recordatorio, ocupa un puesto en descansos de escaleras, en entradas o salidas de muchas casas.

La profecía que María se dijo de sí misma la vemos cumplida al ser en todas lenguas así saludada. Una muestra de esta realidad lo vemos en Rafat, cerca de Nazaret, en donde está esculpida en piedra en 150 lenguas.

Ha calado tan hondo en el alma del cristiano que ha querido inmortalizarla el arte en sus distintas ramas, en pintura, escultura y música.

¡Qué pegadiza es al oído el Ave de Lourdes y el de Fátima¡ en qué procesión mariana no se repite este saludo a María!

Un poeta del s. XV, Hernán Pérez de Guzmán, nos recomienda que asiduamente la tengamos en nuestros labios:

“De tu boca aquella prosa

que repite Ave María

no se aparte noche y día”.

     Oteando horizontes como desde la campana que hay sobre el edificio del Ayuntamiento de Cádiz, en cuyo interior hay esta inscripción “Ave María, gracia plena”, o subiendo del profundo del corazón del hombre, esta salutación gozosa es una oración, al mismo tiempo que una profesión de fe y de amor.

     Esta jaculatoria puede estar a flor de labios al encontrarnos con una imagen de la Señora. Qué pronto se dice y cuanto bien nos hace el repetir: “Ave María”.

REZA EL ROSARIO TODOS LOS DÍAS


AUTÉNTICA MUJER


Autentica mujer 
Mater Unitatis


Este título puede sonar irreverente, quizás porque parece demasiado pobre para atribuírselo a la Reina de los ángeles y los santos, o incluso porque algunos pueden hacer menos a aquellos que desempeñan un trabajo manual. 

Sin embargo, María misma eligió este título. En el Evangelio de Lucas ella se define en dos ocasiones como una sirva. En la primera, ella le respondió al ángel: “He aquí, la sierva del Señor” (Lc. 1, 38). En la segunda vez, ella afirma en el Magnificat que Dios “ha mirado la humildad de si sierva” (Lc. 1, 48). 

María es, por ello, una mujer de servicio, en toda la extensión del título. Ella porta este título por derecho d4e nacimiento y parece retenerlo celosamente como un antigua heráldica. ¿No estaba ella, sino como José que era un descendiente directo de David, al menos relacionada con la “casa de David ,su siervo? 

Como a través de una imagen vista en un espejo, este título le ayuda a reconocer los inequívocos rasgos similares en al anciano Simeón que le llevan a colocar al niño Jesús en los brazos de ese “siervo” que pudo por fin ir en paz. Durante el banquete de Caná, este título le autoriza a dirigirse a los “sirvientes” con esas palabras que, a la vez que ordenan, nos invitan a todos a hacer lo mismo: “Haced lo que Él os diga”. 

Este título convertiría a la Santísima Virgen en la protectora que aquellos que, a través de diferentes papeles –desde tutor hasta niñera, desde enfermera hasta trabajadora doméstica- proporcionan servicio en las casas. Aunque María misma se aplicó este título, ¡no aparece en la letanía de Loreto! Quizás, porque aun dentro de la Iglesia, la idea de servicio evoca imágenes de sujeción, una caída en el rango, incompatible con el prestigio de la posición de la Madre de Dios. Esto eleva la sospecha de que no tomamos el ejemplo de María con suficiente seriedad. 

Santa María, sierva del Señor, te diste a Dios en cuerpo y alma, y entraste en su casa como un colaborador familiar en su obra de salvación. Tú eres en verdad una sierva, a quien la gracia introdujo en la intimidad de la Trinidad y la ha convertido en un cofre de confidencias divinas. Tú eres una sierva del Reino y con gusto das ese servicio, sabiendo que ello no reduce tu libertad, sino que te hace participar en el linaje de Dios. Te pedimos que nos admitas en la escuela de ese ministerio permanente, en el que tú enseñas de manera incomparable. 

En contraste contigo, tenemos dificultades para depender de Dios. Batallamos para entender que sólo el abandono incondicional a su soberanía nos puede hacer ver el valor de todo tipo de servicio humano. Confiar en las manos de Dios nos parece un juego de la fortuna. En vez de ver la sumisión a Él en el contexto de una alianza bilateral, lo sentimos como una especie de esclavitud. Somos en verdad celosos de nuestra autonomía, de manera que incluso la solemne afirmación “servir a Dios es reinar”, no nos convence. 

Santa María, sierva del Señor, además de escucharla y guardarla, aceptaste la Palabra encarnada en Cristo. Ayúdanos a colocar a Jesús en el centro de nuestras vidas, de tal forma que podamos escuchar sus sugerencias secretas. Haznos capaces de serle totalmente fieles. Danos la bienaventuranza de aquellos sirvientes a quien Él encontrará aún despiertos cuando regreso a mitad de la noche, y para quienes Él pondrá la mesa y servirá la comida. 
Haz que el Evangelio sea la norma inspiradora de todas nuestras elecciones diarias. Líbranos de la tentación de cortar esquinas a sus exigencias. Ayúdanos a obedecer con gusto. Por último, pon alas en nuestros pies para que podamos llevar a cabo el servicio misionero de proclamar la Palabra a los últimos rincones de la tierra. 

Santa María, sierva del mundo, inmediatamente después de declararte la sierva de Dios, te apresuraste a convertirte en la sierva de Isabel. Danos la urgencia que guió tus pasos. Ayúdanos a servir de manera desinteresada, y que la sombra del poder nunca prolongue nuestros ofrecimientos. 

Tú experimentaste las tribulaciones de los pobres, haz que pongamos nuestras vidas al servicio de otros, con actos escondidos, realizados en silencio. Que seamos conscientes de que el Reino se disfraza en los que sufren y en los oprimidos. Abre nuestros corazones a los sufrimientos de nuestros hermanos, para que podamos intuir sus necesidades; danos ojos llenos de ternura y esperanza, los ojos que tú tuviste aquel día en Caná de Galilea.

AQUEL ROSTRO DE MADRE


“Aquel rostro de Madre”
Don Luciano Alimandi

Cuando entremos en el Cielo y estemos en la presencia de Dios, contemplándolo “cara a cara”, veremos también el rostro de la Virgen y es hermoso imaginar que sucederá cuando nos encontremos con Aquella a la que desde la tierra hemos invocado tantas veces: “Dios te salve, María… El Señor está contigo… Madre de Dios, ruega por nosotros… ahora y en la hora de nuestra muerte”. ¿Qué sucederá en ese momento?

¿A quién veremos en su rostro, a quien reconoceremos en su mirada? ¿Quizás alguien extraño a nosotros, sólo en aquel momento conocido? O bien, ¿no reencontraremos precisamente en Ella tantos rostros y miradas marcados por la bondad materna, que nos han acompañado en la tierra? ¿No volveremos a ver resplandecer el rostro de nuestra madre terrena en el rostro de la Madre de todas las madres? Aquel rostro que nos ha sido más familiar, el primero que como neonatos hemos contemplado sorprendidos.

Que hermoso será entonces descubrir que el rostro de María nos ha estado siempre cercano, que nunca nos ha sido extraño; estaba tan cerca de nosotros que, aquel rostro suyo que contemplaremos en la gloria, tantas, tantísimas veces, lo hemos visto reflejado aquí abajo, sin saberlo, en los maravillosos rostros maternos que la providencia, como en un divino bordado, ha ordenado armoniosamente en nuestro camino.

Todos estos rostros de “madre”, de “hermana”, de “amiga” tenían una luz particular en sus ojos que, pequeños o grandes, resplandecían ante nosotros, como infundiéndonos valor en la hora de la prueba, dándonos esperanza y alivio en el sufrimiento, levantándonos por encima de nuestros egoísmos con su ejemplo generoso y desinteresado.

Aquellos ojos han quedado impresos en nosotros, así como queda agradablemente impreso un dulce recuerdo, una palabra conmovedora, un gesto cargado de bondad… aunque estábamos distraídos por las mil cosas de la vida y no nos dábamos cuenta, en realidad todo nos hablaba misteriosamente de Ella, del misterio de su maternidad universal, que llega a todo creyente que se abre al Hijo suyo Jesús y encuentra, por ello, también a Ella, la Madre de todas las madres.

En el Cielo, cuando entremos un día, contemplaremos también los innumerables otros rostros beatos que están en compañía de Dios y veremos que están marcados por la misma bondad, por el mismo único Amor que procede de Dios Trinidad y se difunde sobre cada uno a través del Verbo Encarnado y Glorificado.

Jesús es la fuente de nuestras gracias y de nuestra bienaventuranza celeste y su Madre, como Reina, está cerca de Él para introducirnos en tal misterio y continuar acompañándonos, también allá arriba, al descubrimiento y alabanza perenne de la infinita misericordia divina.

Qué misterio de gloria será contemplar su maternidad espiritual, que nace de su maternidad divina: Madre del Verbo encarnado y por eso Madre de los redimidos. Una maternidad espiritual que, por el inescrutable designio de Dios, es tan eficaz desde los primeros instantes de nuestra vida, que vela sobre nosotros en todo momento y se esconde tras el corazón de toda persona marcada por tal bondad mariana, particular manifestación de la bondad materna de Dios. Así aquella primera palabra que aprendimos a decir aquí, “mamá”, en el Cielo la repetiremos, en la más plena verdad, mirando el rostro de María. 

(Agencia Fides 28/6/2006 Líneas: 42 Palabras: 564)

EL AGUA QUE QUERÍA SER FUEGO


El agua que quería ser fuego.

“Ya estoy cansada de ser fría y de correr río abajo. Dicen que soy necesaria. Pero yo preferiría ser hermosa. Y encender entusiasmos. Y hacer arder el corazón de los enamorados y ser roja y cálida. Dicen que yo purifico lo que toco, pero más fuerza purificadora tiene el fuego. Quisiera ser fuego y llama.” 

Así pensaba en septiembre el agua de un río de montaña. 
Y, como quería ser fuego, decidió escribir una carta a Dios y pedir que cambiara su identidad. 

“Querido Dios: Tú me hiciste agua. Pero quiero decirte con todo respeto que me he cansado de ser transparente. 
Prefiero el color rojo para mí. Desearía ser fuego. ¿Puede ser? 
Tú mismo, Señor, te identificaste con la zarza ardiente y dijiste que habías venido a poner fuego en la tierra. No recuerdo que te compararas con el agua. 
Por eso, creo que comprenderás mi deseo. No es un simple capricho. Yo necesito este cambio para mi realización personal...” 

El agua salía todas las mañanas a su orilla para ver si llegaba la respuesta de Dios. 
Una tarde pasó una lancha muy blanca y dejó caer al agua un sobre muy rojo. El agua lo abrió y lo leyó: 

“Querida hija: me apresuro a contestar tu carta. Parece que te has cansado de ser agua, yo lo siento mucho porque no eres un agua cualquiera. Tu abuela fue la que me bautizó en el Jordán, y yo te tenía destinada a caer sobre la cabeza de muchos niños. Tu preparas el camino del fuego. Mi espíritu no baja a nadie que no haya sido lavado por ti. El agua siempre es primero que el fuego.” 

Mientras el agua estaba embebida leyendo la carta, Dios bajó a su lado y la contempló en silencio. El agua se miró a sí misma y vio el rostro de Dios reflejado en ella. 

Y Dios seguía sonriendo, esperando una respuesta. 

Ella comprendió que el privilegio de reflejar el rostro de Dios, solo lo tiene el agua limpia... 

Suspiró y dijo: “Sí Señor, seguiré siendo agua, seguiré siendo tu espejo. Gracias. 

martes, 26 de agosto de 2014

PENSAMIENTO MARIANO 58


PENSAMIENTO MARIANO

María, no pudiendo crear al hombre ya creado por nosotros, cooperó con nosotros a recrearlo mediante la encarnación de mi Verbo en ella. En consecuencia concurrió a dar la paz haciendo a la criatura capaz de recibir su visión beatífica y su glorificación. 

Santa María Magdalena de Pazzi

EL MISTERIO DE LA VIRGEN MARÍA

El misterio de la Virgen María
María Velázquez Dorantes



 Cuántas cuestiones giran entorno al misterio de María, y muchas aún la ciencia no les encuentra sentido u explicación, pero para comprender su misterio basta escuchar el corazón y tratar de adoptar el papel del corazón de María.  

El misterio de María no es tan complicado como parece, no exige de tantos razonamientos y lógicas ineludibles, basta entender que María es amor de Dios, y cómo Dios es amor; María es un brote de Amor por todo. Debido a que los roles que ella adopta.  

El rol de mujer, de madre, de sierva, de obediencia, de entrega, de amiga, de guía, de caminante, etc., cada papel que ella desempeña no tiene mucho de incomprensible porque cada papel lo ejerce sobre el principio básico y factor creador del Universo: el amor.  
Desde la anunciación María comprendió el amor del Padre para enviar a su hijo, en los meses de gestación María alimento a Jesús con su amor, al mismo tiempo que su Hijo de devolvía ese sentimiento. 

A la hora del parto, basto hacer brillar la estrella de Belén para comprender que todo había salido como el amor del Padre lo había planeado, los años siguientes ella fue madre como lo son muchas mujeres, fue una madre cariñosa, elocuente, madura, madre humana y madre espiritual. 

María en su amor infinito comenzó a entender a Jesús y a comprender la misión misma, sin embargo, al igual que nosotros ella experimenta el proceso de Salvación con miedos, ansiedades, angustias, no obstante puso todo en manos del Padre, del Hijo y del Espíritu para que el amor de la Divinidad le otorgarán las fortalezas suficientes para enfrentar la muerte, la resurrección y la entrega de la humanidad por parte de Cristo.  

El misterio que envuelve a María se encuentra en el corazón amoroso de toda su vida porque es una de las herramientas fundamentales para abrir paso al florecimiento del conocimiento del por qué el Creador ama tanto a la humanidad, y siendo la sierva escogida acata los prodigios de madre, de valor, de humildad, de lucha, de paz, de bondad todos ellos generados por el gran sentimiento y denominador común: amor. 

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