miércoles, 28 de enero de 2015

CONSAGRACIÓN DE LA FAMILIA AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS


Consagración de la familia al Sagrado Corazón


Corazón Sagrado de Jesús, que has manifestado a Santa Margarita María el deseo de reinar en las familias cristianas; te pedimos que reines siempre en nuestra familia.

Reina en nuestra inteligencia por la sencillez y la firmeza de nuestra fe; reina en nuestros corazones por el amor, que alimentaremos recibiendo con frecuencia la Sagrada Eucaristía.

Dígnate, Divino Corazón de Jesús, presidir nuestras reuniones, bendecir nuestras empresas espirituales y temporales, santificar nuestro trabajo, ahuyentar nuestros pesares, aliviar nuestras penas y llenarnos de tu alegría y de tu paz.

Si alguno de nosotros tuviera la desgracia de ofenderte, recuérdale que eres Bueno y Misericordioso para el pecador arrepentido.

Y cuando llegue la hora en que la muerte venga a cubrirnos de luto, todos, tanto los que partan como los que queden, estaremos sumisos a tus decretos eternos. Nos consolaremos con el pensamiento de que llegará un día en que toda esta familia que te ama y te adora, reunida en el Cielo, cantará para siempre tu Gloria y tu Amor infinito hacia nosotros.

Sagrado Corazón de Jesús. ten misericordia de nosotros y danos tu Amor y tu Paz.

LA PARÁBOLA DEL SEMBRADOR


La parábola del sembrador
Parábolas


Marcos 4, 1-20. Tiempo Ordinario. Nos ha tocado el camino de la tierra buena, donde Dios ha dejado crecer poco a poco la semilla de la fe. 


Por: Roberto Méndez | Fuente: Catholic.net



Del santo Evangelio según san Marcos 4, 1-20 
En aquel tiempo Jesús se puso a enseñar a orillas del mar. Y se reunió tanta gente junto a él que hubo de subir a una barca y, ya en el mar, se sentó; toda la gente estaba en tierra a la orilla del mar. Les enseñaba muchas cosas por medio de parábolas. Les decía en su instrucción: Escuchad. Una vez salió un sembrador a sembrar. Y sucedió que, al sembrar, una parte cayó a lo largo del camino; vinieron las aves y se la comieron. Otra parte cayó en terreno pedregoso, donde no tenía mucha tierra, y brotó en seguida por no tener hondura de tierra; pero cuando salió el sol se agostó y, por no tener raíz, se secó. Otra parte cayó entre abrojos; crecieron los abrojos y la ahogaron, y no dio fruto. Otras partes cayeron en tierra buena y, creciendo y desarrollándose, dieron fruto; unas produjeron treinta, otras sesenta, otras ciento. decía: Quien tenga oídos para oír, que oiga. Cuando quedó a solas, los que le seguían a una con los Doce le preguntaban sobre las parábolas. Él les dijo: A vosotros se os ha dado el misterio del Reino de Dios, pero a los que están fuera todo se les presenta en parábolas, para que por mucho que miren no vean, por mucho que oigan no entiendan, no sea que se conviertan y se les perdone. Y les dice: ¿No entendéis esta parábola? ¿Cómo, entonces, comprenderéis todas las parábolas? El sembrador siembra la Palabra. Los que están a lo largo del camino donde se siembra la Palabra son aquellos que, en cuanto la oyen, viene Satanás y se lleva la Palabra sembrada en ellos. De igual modo, los sembrados en terreno pedregoso son los que, al oír la Palabra, al punto la reciben con alegría, pero no tienen raíz en sí mismos, sino que son inconstantes; y en cuanto se presenta una tribulación o persecución por causa de la Palabra, sucumben enseguida. Y otros son los sembrados entre los abrojos; son los que han oído la Palabra, pero las preocupaciones del mundo, la seducción de las riquezas y las demás concupiscencias les invaden y ahogan la Palabra, y queda sin fruto. Y los sembrados en tierra buena son aquellos que oyen la Palabra, la acogen y dan fruto, unos treinta, otros sesenta, otros ciento. 

Oración introductoria
Señor, hoy vienes a la tierra de mi alma dispuesto a sembrar tu mensaje en ella. Ayúdame a escucharte, a aceptar tu Palabra, a configurar mi vida con ella. Concédeme ser una tierra buena que produzca fruto abundante por saber acoger y trasmitir tu gracia.

Petición
Jesucristo, concédeme corresponderte y ser fiel a todas las gracias que derramas en mi alma.

Meditación del Papa Francisco
Esta parábola habla hoy a cada uno de nosotros, como hablaba a quienes escuchaban a Jesús hace dos mil años. Nos recuerda que nosotros somos el terreno donde el Señor arroja incansablemente la semilla de su Palabra y de su amor. ¿Con qué disposición la acogemos? Y podemos plantearnos la pregunta: ¿cómo es nuestro corazón? ¿A qué terreno se parece: a un camino, a un pedregal, a una zarza? Depende de nosotros convertirnos en terreno bueno sin espinas ni piedras, pero trabajado y cultivado con cuidado, a fin de que pueda dar buenos frutos para nosotros y para nuestros hermanos.
Y nos hará bien no olvidar que también nosotros somos sembradores. Dios siembra semilla buena, y también aquí podemos plantearnos la pregunta: ¿qué tipo de semilla sale de nuestro corazón y de nuestra boca? Nuestras palabras pueden hacer mucho bien y también mucho mal; pueden curar y pueden herir; pueden alentar y pueden deprimir. Recordadlo: lo que cuenta no es lo que entra, sino lo que sale de la boca y del corazón. Que la Virgen nos enseñe, con su ejemplo, a acoger la Palabra, custodiarla y hacerla fructificar en nosotros y en los demás.»(S.S. Francisco, 13 de julio de 2014).
Reflexión
La semilla que Dios ha plantado en nosotros, es más difícil que florezca en estos tiempos que estamos viviendo sin un cuidado personal.

En este pasaje vemos cuatro diversos caminos. De estos cuatro, Dios nuestro Señor ha preparado uno para cada uno de nosotros. Por fortuna nosotros no estamos en el camino pedregoso. Sabemos que nos ha tocado el camino de la tierra buena, donde Dios ha dejado crecer poco a poco la semilla de la fe.

Esto a su vez tiene un gran compromiso. Nacer en tierra buena significa un gran esfuerzo de nuestra parte. Si nosotros somos los agricultores de la semilla de nuestra fe, no esperemos que la semilla crezca y se desarrolle por sí sola. Es una cosa tan natural el cuidado y manutención de una semilla, y más si se trata nuestra propia fe.

Tal vez nosotros tenemos una semilla para ser un gran árbol frondoso, de raíces que necesiten espacio para crecer. Sin embargo no nos damos cuenta y la tenemos en una maceta de adorno y encerrada. ¿No será ese nuestro caso? Si en ocasiones experimentamos las ganas de irradiar nuestro amor a los demás, es porque Dios nos ha dado un gran corazón.

Al menos podríamos decir que si Dios no plantó en nosotros una semilla de un árbol, sí la de una flor. Como la de una violeta. Es pequeñita y muy hermosa. Pero necesita de un ambiente, muchos cuidados, momentos de sombra y sol. Incluso necesita amor, de lo contrario moriría. Este cuidado lo necesita tanto el gran árbol como la flor más pequeña. Comparémosla con nuestra fe que su cuidado también debe ser día a día. Y esa aquí entra la dificultad, porque si la cultivamos constante y amorosamente puede producir maravillas nuestra fe. En cambio, el olvido es el peor de los males. Al final de la vida nos pedirán cuentas de nuestra propia semilla.

Propósito
Ser tierra buena que da frutos por nutrirse por la Palabra de Dios, leer el salmo 95.

Diálogo con Cristo 
Señor, no permitas que en mi vida se vaya ahogando la semilla de la fe, concédeme descubrir cuáles son esas piedras, esos espinos que la impiden crecer, haz que me deshaga de todo lo que seca la tierra de mi alma y me impide dar frutos de oración, de apostolado, de caridad.

INTENCIONES DE ORACIÓN DEL PAPA FRANCISCO PARA EL MES DE FEBRERO DEL 2015


INTENCIONES DE ORACIÓN DEL SANTO PADRE
PAPA FRANCISCO, PARA EL MES DE FEBRERO 2015



Universal: Para que los encarcelados, en especial los jóvenes, tengan la posibilidad de reconstruir una vida digna.


Para la evangelización: Para que los cónyuges que se han separado encuentren acogida y apoyo en la comunidad cristiana. 

martes, 27 de enero de 2015

LA VIRGEN MARÍA, ES NUESTRA MADRE


Unidos a María



En estos tiempos tan difíciles, Dios no deja a sus hijos sin asistencia, sino que nos envía a María, la Virgen fiel, para protegernos y consolarnos en todo momento. No perdamos tiempo y vayamos urgentemente a Ella, porque María es como el arca de Noé, en donde entraban todos los que debían salvarse del diluvio. 

Ahora, el que quiera salvarse de los castigos y calamidades que sobrevendrán al mundo, debe entrar en esta Arca que es el Corazón Inmaculado de María, refugio que Ella misma nos ha preparado para ser resguardados y salvados, y esperar en él los tiempos nuevos, el cielo nuevo y la nueva tierra donde reinará el amor de Dios. No dejemos pasar más tiempo y consagrémonos a la Virgen cuanto antes, para saborear ya desde esta tierra las dulzuras del Paraíso, que está contenido en el Corazón de María. La Virgen, en todas sus apariciones nos pide esta urgente consagración, antes de que sea demasiado tarde.

LA OTRA MEJILLA



La otra mejilla


Existía un monasterio que estaba ubicado en lo alto de la montaña. 
Sus monjes eran pobres, pero conservaban en una vitrina tres manuscritos antiguos, muy piadosos. 

Vivían de su esforzado trabajo rural y fundamentalmente de las limosnas que les dejaban los fieles curiosos que se acercaban a conocer los tres rollos, únicos en el mundo. 

Eran viejos papiros, con fama universal de importantes y profundos.

En cierta oportunidad un ladrón robó dos rollos y fugó por la ladera. 

Los monjes avisaron con rapidez al abad. 
El superior, como un rayo, buscó la parte que había quedado y con todas sus fuerzas corrió tras el agresor y lo alcanzó:

- Que has hecho? Me has dejado con un solo rollo. No me sirve. Nadie va a venir a leer un mensaje que está incompleto. Tampoco tiene valor lo que me robaste. O me das lo que es del templo o te llevas también este texto. Así tienes la obra completa.
- Padre, estoy desesperado, necesito urgente hacer dinero con estos escritos santos.

- Bueno, toma el tercer rollo. Sino, se va a perder en el mundo algo muy valioso. Véndelo bien. Estamos en paz. Que Dios te ilumine.

Los monjes no llegaron a comprender la actitud del abad. 
Estimaron que había estado flojo con el rapaz, y que era el monasterio el que había perdido. 
Pero guardaron silencio, y todos dieron por terminado el episodio.

Cuenta la historia que a la semana, el ladrón regresó. 
Pidió hablar con el Padre Superior:

- Aquí están los tres rollos, no son míos. Los devuelvo. Te pido en cambio que me permitas ingresar como monje. Mi vida se ha transformado.

Nunca ese hombre, había sentido la grandeza del perdón, la presencia de la generosidad excelente.
El abad recuperó los tres manuscritos para beneficio del monasterio, ahora mucho más concurrido por la leyenda del robo y del resarcimiento.

Y además consiguió un monje trabajador y de una honestidad a toda prueba.

El agresor espera agresión, no una respuesta creativa, inesperada, insólita. No sospecha la conmoción del poder incalculable de la otra mejilla.



Enrique Mariscal

SEÑORA DE LA PAZ


Señora de la paz
Fray Alejandro R. Ferreirós OFMConv




Señora de la paz y la armonía
hay un pueblo en dolor que a Ti suplica
la Iglesia que la historia crucifica
el cuerpo de tu Hijo en carne viva.

Siguen sus llagas por amor sangrando
abiertas por la guerra que desgarra
la que el dolor al cielo le consagra
y en un salmo de luz se está entregando.

Tu amor es una rosa matutina
aroma de la calma que derrama
unción de fuego santo que proclama
el tiempo en que la gracia se avecina.

Tu entrega es la fragancia del desierto
abierto a la virtud que llueve al verte
la aridez desaparece con su muerte
y acercas un futuro que ya es nuestro.

Bendice nuestra súplica confiada
Oh Madre del Amor que permanece
María de la paz que ya se ofrece
y se queda en el alma dibujada.

LA VIRGEN MARÍA NOS ENSEÑA A AMAR A DIOS


Unidos a María

La vida cristiana en definitiva se reduce a amar: amar a Dios sobre todas las cosas y amar al prójimo como a nosotros mismos. ¿Pero quién nos enseñará cómo amar a Dios? ¿Y quién nos adiestrará en el amor a los hermanos?

Pues María Santísima es quien nos debe enseñar a amar, porque no hay criatura que haya amado y ame más a Dios y a los hombres.
Busquemos en cielo y tierra una criatura que ame más que la Virgen, y no la hallaremos jamás. Pues entonces pidámosle que, ya que Ella es la Amante por excelencia de Dios y de los hombres, que nos enseñe cómo se los debe amar.

María jamás alzó la voz para quejarse, para hacer valer sus derechos. Por eso si miramos a la Virgen, aprenderemos muchas cosas de Ella, que nos llevarán al verdadero amor, y, adiestrados por María, comenzaremos a dar pequeños vuelos en el camino del amor.

Ya dicen los santos que quien halla a María, ha hallado la Vida. Y se puede decir que quien encuentra a María y se entrega a Ella, ha hallado el amor, y sabe practicarlo perfectamente, porque no tiene más que mirar a esta Estrella del Mar, para saber qué es lo que le agrada a Dios y a los hombres, para hacerlo por ellos.

lunes, 26 de enero de 2015

MARÍA ESTÁ SIEMPRE A TU LADO



Unidos a María

María está siempre a nuestro lado, pero a Ella le gusta que la llamemos para acudir pronta en nuestro auxilio. ¿Qué debemos temer si tenemos a esta buena Madre que nos cuida de todos los terrores nocturnos, es decir, de los demonios que tratan de perdernos? Si nuestra sentencia está en las manos de María, es cierto que nos salvaremos, pues hemos puesto toda nuestra confianza en Ella y no quedaremos defraudados ni confundidos. Como hombres siempre estamos buscando seguridades, apoyos, garantías. Pues bien, María es la Seguridad, es el Apoyo, es la Garantía. Con María estamos más seguros que un niño en brazos de su madre.


Hoy, que aumenta la sensación de inseguridad en el mundo, corramos a María y refugiémonos en su Corazón Inmaculado por medio de la consagración a Ella, y así estaremos bien seguros, como María misma lo promete.

CONFIDENCIAS DE LA VIRGEN MARÍA



Unidos a María


La Virgen le decía una vez a Sor Natalia Magdolna: “Confía en Mí hasta el punto de parecer una tonta”.

Y es que la Virgen quiere que confiemos ciegamente en Ella. Así como el bebé en brazos de su madre, se abandona a los cuidados maternales y está seguro en el regazo materno; así también debemos hacer nosotros con la Virgen, nuestra Madre del Cielo, que tiene mayores cuidados que cualquier madre de la tierra.
Si confiamos en María, entonces obtendremos muchas gracias. Si confiamos mucho, completamente, entonces la Virgen hará maravillas en nosotros y en nuestras vidas, y también en las vidas de los que amamos.

Dios nos ha querido dar un secreto que está desvelado pero que, a pesar de ello, son pocos los que lo descubren. Ese secreto es María. Dios la ha puesto como la dispensadora de todos sus tesoros de gracias y dones, y el mundo muere de hambre espiritual porque no acude a María.

¡Que no nos suceda esto a nosotros! Sino vayamos a la Virgen a buscar, con el recipiente de la confianza, grandes gracias y favores celestiales y hasta materiales, todo lo que necesitemos para la vida, porque Ella jamás despacha a sus hijos con las manos vacías, sino que colma de bienes a los hambrientos.

RUEGA POR NOSOTROS


Ruega por nosotros
Padre Juan Manuel del Río C.Ss.R




Ruega por nosotros, 
Virgen santa, 
porque de Dios eres amada
y de santidad inspiradora.

Ruega por nosotros,
Virgen santa,
porque de Dios eres la sierva
y Él que eleva a los humildes 
a la gloria te ha ensalzado.

Ruega por nosotros, 
Virgen santa, 
porque de Dios luz eres radiante 
en Cristo Muerto y Resucitado.

Ruega por nosotros, 
Virgen santa,
porque en Dios eres puente 
para llevarnos al cielo 
a nosotros pecadores.

Ruega por nosotros, 
Virgen santa,
porque de Dios eres Madre
cuando en ti se hizo Hombre 
y Cristo se embarcó para siempre
en el devenir de la historia.

EL ABECEDARIO DEL AMOR



El abecedario del amor
Autor: Luciana Brescacin




Cuando a mí me enseñaron el abecedario, la maestra nos hacía relacionar el sonido de cada vocal o consonante con el dibujo de un objeto cuyo nombre iniciaba con el sonido de la letra que estábamos estudiando. Recordando esto, pienso que podríamos profundizar en lo que es el amor si a cada vocal o consonante le pusiéramos las características de lo que es y debiera ser el amor porque él, en sí mismo encierra su propio abecedario.

A de aprecio. Apreciar al ser que se ama es darle su valor, es considerarlo digno de afecto y de reconocimiento. Se ama a la persona humana, rica siempre -no obstante sus defectos y limitaciones- en cualidades y potencialidades a las que el amor deberá de ayudar a desarrollarse a lo largo del tiempo. Se aprecia a la persona por lo que es, independientemente de lo que tiene y de su apariencia externa.

B de búsqueda. El amor es una continua búsqueda del bien para el ser amado.
Para ello es preciso conocerlo, descubrir su riqueza interior, encontrar los medios para su crecimiento y desarrollo hacia la plenitud de su ser. El amor es una aventura hacia el descubrimiento de la grandeza y trascendencia de la persona humana. 

C de coherencia. Decir lo que se piensa y vivir lo que se dice, eso es la coherencia. Vivir y tratar de vivir siempre lo que se promete es ser coherente. La coherencia en el amor es la unión íntima de dos seres entre sí, el esfuerzo por realizar, a costa de cualquier dificultad, el compromiso de entrega asumido en el momento del encuentro y de la decisión de donarse recíprocamente. La coherencia es signo de madurez en el amor.

D de diálogo. El amor es comunicación. Es el encuentro íntimo de dos personas, el diálogo constante de dos mentes, dos voluntades, dos corazones... dos cuerpos. A través de gestos y palabras se establece un dinamismo de comunicación y escucha que lleva al conocimiento recíproco, a la valoración y, de ahí, a la entrega auténtica.

E de esperanza y entrega. Así como el amor produce esperanza, confianza en el otro y en el futuro de los dos, la falta de éste causa apatía, desinterés, desconfianza y desaliento. El entusiasmo por la vida nace de una actitud de amor sincero y de entrega a los demás. El amor es entrega porque es ponerse en manos del otro, regalándose y dedicándose a él.
Aunque mucho cuidado, con esto no quiero decir que uno debe entregarse físicamente, cuidado con el acto sexual antes del matrimonio, esto no agrada a Dios. La entrega es el llamado más hondo y sublime de la naturaleza humana, por eso el hombre está llamado a amar, como su misión más alta y prioritaria en la vida.

F de fiel y fecundo. Ser fiel es ser leal con el otro. El verdadero amor no puede dejar de ser fiel ya que es don de sí mismo al otro y, cuando se hace un regalo, no se pide -luego de algún tiempo- su devolución. Además el amor es fecundo porque produce y se reproduce, mientras que el egoísmo destruye y acaba con la dignidad del otro.

G de generoso. La generosidad implica nobleza y sinceridad, implica darse sin medida, sin conveniencias. Quienes del amor hacen un negocio, un trato interesado, devalúan el arte de dignificar a la persona humana y pisotean una de las cualidades que elevan al amor y lo colocan por encima de cualquier otra actividad.

H de humilde y honesto. El amor no es egoísta ni soberbio sino humilde servicio a la persona amada, reconociendo en ella un don digno de ser cuidado con lo mejor de sí mismo. Para que el amor sea auténtico, se necesita reconocer los propios defectos y las cualidades del otro con sinceridad y honestidad aunque a veces cueste aceptarlo.

I de invitación. El amor es una invitación a crecer en todos los aspectos, es invitar a el otro a ser mejor, es ofrecer un camino de realización personal.

J de joven. La juventud no consiste tanto en la edad corporal, cuanto en un estado de vitalidad y renovación interior, aunque esta palabra se use más por determinar una época de la vida que para otra cosa. Por eso el amor es joven por ser y tener que ser siempre nuevo. 

L de luz. Luz en el amor significa saber iluminar y guiar la vida de la persona amada pero con Cristo como cabeza. Quien se acerca a un hombre o a una mujer que ama, descubre un manantial de vida para su existencia y claridad para el camino y la meta de su vida.

Ll de llamado. En el amor existe un llamado constante a la persona amada para que sea luz, y a la vez es una llamado personal a ser luz para nuestra pareja. Y juntos un llamado para ser luz para los demás.

M de movimiento y meta. El amor es dinámico, es actividad continua en bien del otro, es esfuerzo efectivo para edificar su personalidad, implica variedad en sus manifestaciones y evita la rutina en el transcurso del tiempo. Meta, además, porque el amor en sí es un gran objetivo por alcanzar.

N de núcleo. El amor es el núcleo de la vida misma. Hay un dicho que dice así: "el que no ama no vive", porque el ser humano está llamado a amar y amando es como construye la vida, crece en su personalidad y a la vez ayuda a crecer al otro.

O de optimista. El amor no puede dejar de ser optimista, aunque no deje de ser realista. El optimismo implica la esperanza y la ilusión de un futuro mejor para sí y para la persona amada. Optimismo que se fundamenta en Dios, como lo superior a todo.

P de perseverancia. Es tener firmeza y constancia en mantener lo prometido.
De nada sirve emprender un camino si no se llega al término del mismo. La grandeza de un hombre y de una mujer se encuentra en su capacidad de ser perseverantes en el esfuerzo de donarse sin límites a través del tiempo.

Q de Querer. Amar es querer con la fuerza de voluntad más que con los sentimientos. Siempre basados en la voluntad del Dios y padre Celestial. Es la expresión más auténtica de la decisión libre y personal de buscar el bien del otro.

S de sacrificio y de silencio. El amor exige el sacrificio entendido como ofrenda, como don, y esto implica callar el propio egoísmo, sin dejar de exigir lo que en justicia corresponde.

T de trabajo. El amor no puede dejar de ser trabajo, acción continua, esfuerzo constante por lograr su culminación en cada instante, no sólo al final de la vida.

U de único y de universal. El amor es único porque no es repetible, y al mismo tiempo es universal porque es común a todos y dirigido hacia todos. El ser humano puede y necesita amar, y cada uno ama de forma única.

V de valiente. Para amar se necesita mucho valor, se necesita "garra" y valentía frente a una mentalidad adversa, que ha desvirtuado el sentido del amor y lo ha convertido en una expresión más del egoísmo.

Z de zumo. El amor es el jugo de la vida, es lo que da sabor a la lucha y al esfuerzo diario, es el alimento de la propia historia. 

Después del abecedario se antoja una pregunta... 

¿Vale la pena vivir? ¡Sí! porque podemos amar. Y Dios es amor, el que no ama no es de Dios porque El es amor, así que a amar, pero con todo esto que acabamos de mencionar, y mucho mas que aun queda por mencionar, pero que Dios no lo define claramente en primera Corintios 13.

¿POR QUÉ SE APARECE LA VIRGEN?



¿Por qué se aparece la Virgen?
Verdaderas y falsas apariciones marianas

Alguna vez María se comunica de manera particular con algunas personas, sólo con el fin de que nosotros lleguemos a conocer, amar y seguir a Jesús.


Por: Joan Antoni Mateo García | Fuente: Catholic.net



¿Cómo te sentirías si te llegara un e–mail del cielo donde te avisaran que Dios mismo iría a cenar a tu casa esta tarde?

A María le sucedió algo más grande. No se trataba de una cena, ni de una visita, sino de ser la Madre de Dios. No se trataba de tenerlo como invitado por unas horas, sino como hijo por muchos años. Compartió sus penas y alegrías, éxitos y persecuciones. Experimentó, como ninguna madre, la congoja de ver la muerte de su Hijo amado. Fue la primera en atestiguar su Resurrección. Desde entonces, su amor hacia su Hijo la llevó a ser la primera de los apóstoles.

Como se ve, María ha servido a Dios como puente para caminar entre nosotros en la persona de Jesús: ha sido el único instrumento posible del que podía valerse, pues ella era la única creatura sin pecado, la única estación por donde Dios podría comunicarse.

Por lo mismo María es la primera interesada en que todos conozcan a su Hijo, ella ahora quiere ser otra vez un camino pero en sentido contrario, de los hombres a Dios, pues en la Cruz, Cristo la nombró Madre de todos nosotros.

María sin Dios no hubiera sido nada, una chica buena, silenciosa y servicial de una aldea periférica del Imperio Romano; pero su fe arriesgada en la sola palabra de Dios, su vida de peregrina tras las huellas de su Hijo, sus virtudes heroicas para ser fiel al compromiso tomado un día con Dios hacen de Ella una luz radiante, un ejemplo verdadero para nosotros cristianos. No es objeto de adoración, que en sí se debe sólo a Dios, sino de especial veneración y de cariño por ser la mamá de Jesús y también de todos.

Desde la muerte y resurrección de su Hijo es la primera que anuncia y testimonia de Jesús, la más interesada que nosotros lleguemos a conocer, amar y seguir a Jesús. De allí que alguna vez María se comunique de manera particular con algunas personas siempre y sólo con el fin de elevar la mirada de todos hacia Cristo.

De ahí, que cuando la Virgen se aparece en algún lugar, se produce invariablemente un mismo milagro, y es que al lugar acude un numeroso grupo de gente que automáticamente empieza a rezar el Santo Rosario. Allí reza todo el mundo, los que habitualmente lo hacen y sobre todo, los que nunca rezan.

Si las apariciones de María consiguen hacer rezar a la gente que normalmente no lo hace... ¿No es esto un milagro?, ¿no eleva los corazones de todos hacia Cristo?, ¿no nos da a gustar un poco del cielo?


Así pasó en 1534 en Guadalupe (México), a través de Juan Diego, en Lourdes (Francia), en 1858 con Bernardette Soubirous, en 1917 en Fátima (Portugal), a través de tres niños: Francisco, Jacinta y Lucía.


Hay que evitar como nocivo para la fe cuando se presentan manifestaciones de vana credulidad, sentimentalismo, milagrería, práctica exterior sin fe o sin compromisos morales y cuando se disocia a María de la Iglesia y de los sacramentos, ya que es indicio de veracidad cuando el contenido de un mensaje de María está de acuerdo con el Evangelio, la Tradición y el Magisterio de la Iglesia.

María como buena Madre espera que todos sus hijos amen a Cristo y hoy, como en las bodas de Caná, nos vuelve a decir: “haced lo que Él os diga”; ésta es la misión que sigue desarrollando entre todos los hombres.

Es el modelo de creatura perfecta de esta sociedad y de la de todos los tiempos, ella nos enseña cómo se puede amar Dios, cómo su gracia obra maravillas en las almas que se le prestan; además María, como Madre de toda la Iglesia, intercede y vela por sus hijos.

El papel actual de la Virgen es el mismo que ha desempeñado desde hace 2000 años: que todas las almas conozcan el amor de Dios y le correspondan.




Si tienes alguna consulta utiliza este enlace para escribirle a Dr. Joan Antoni Mateo García. Sacerdote del obispado de Urgell, en España. Especialista en Cristología y Mariología. Miembro de la Universidad Balmesiana Santo Tomás.

 

sábado, 24 de enero de 2015

LA VIRGEN MARÍA, AUXILIO DE LOS CRISTIANOS


Unidos a María



Cuando se acerque el momento de mi muerte, cuando las tinieblas bajen sobre mis ojos, cuando todo el Infierno se prepare para darme su último combate y tratar así de perderme para siempre; te suplico, Madre, que vengas en mi auxilio. Porque en ese momento estaré muy confundido y temeroso, mis pecados volverán a mi memoria y tal vez me hagan perder la confianza en la Misericordia divina. Por eso Madre querida te suplico que vengas presurosa en mi socorro y me defiendas de todo temor y angustia. Y ya desde ahora te invoco para ese momento supremo en que se decidirá mi suerte eterna: Cielo o Infierno.

Madre amada, te espero para dicho momento y sé que no me fallarás.



(Pequeñas Semillitas)

EL AMOR DE LA VIRGEN MARÍA LLENA NUESTRO CORAZÓN


El amor de María llena nuestro corazón
Si uno de veras cree en este amor que le tiene María Santísima como madre ¿podrá sentirse desgraciado? ¿Podrá sentirse desesperado?
Por: P Mariano de Blas LC | Fuente: Catholic.net




Dios es amor.

María Santísima es también amor.

Podríamos decir que María es el lado misericordioso y tierno del amor de Dios.
"Tú sola, Virgen María, le curas a Dios de todas las heridas que le hacemos los hombres. Por ti sola valió la pena la redención, aunque, afortunadamente, hay otras y otros que se han tomado en serio la redención".

Este amor tuyo que, por un lado, sube hasta Dios y, por lo tanto, tiene toda la gratitud de una creatura, toda la profundidad de una madre, toda la pureza de una virgen; por otro lado, se dirige a nosotros, hacia la tierra, hacia tus hijos.

Cómo me impresionó -y aparte al principio no lo creí- leer aquellas palabras de San Alfonso María de Ligorio: "Si juntáramos el amor de todos los hijos a sus madres, el de todas las madres a sus hijos, el de todas las mujeres a sus maridos, el de los santos y los ángeles a sus protegidos: todo ese amor no igualaría al amor que María tiene a una sola de nuestras almas". Primero, no lo creí porque era demasiado grande para ser cierto. Hoy, lo creo, y posiblemente estas palabras de San Alfonso se quedaron cortas.

Yo me pregunto: si uno de veras cree en este amor que le tiene María Santísima como madre ¿podrá sentirse desgraciado? ¿Podrá sentirse desesperado? ¿Podrá vivir una vida sin alegría, sin fuerza, sin motivación? ¿Podrá alguna vez, en su apostolado, llegar a decir "no puedo, me doy"? ¿Podrá algún día decir : "renuncio al sacerdocio y lo dejo"? Si Cristo, por nosotros, dio su sangre, su vida, ¿qué no dará la Santísima Virgen por salvarnos? Ella ha muerto crucificada, espiritualmente, por nosotros. A Cristo le atravesaron manos y pies por nosotros; a ella una espada le atravesó el alma, por nosotros. Si Él dijo: "He ahí a tus hijos" ¿cómo obedece la Santísima Virgen a Dios? Entonces, cuánto nos tiene que amar. Y si somos los predilectos de su hijo: "vosotros sois mis amigos", somos también los predilectos de Ella.

El amor de María llena nuestro corazón, debe llenarlo. El amor de una esposa no es el único que puede llenar el corazón de un hombre como yo. El amor de María Santísima es muchísimo más fuerte, rico, tierno, confortante, que el de todas las esposas de la tierra. El amor de mi madre celestial llena, totalmente, mi corazón. Una mirada, una sonrisa de María Santísima, me ofrecen más que todo lo que pueden darme todas la mujeres de la tierra juntas.

¿Cuál debe ser mi respuesta a tan grande y tierno amor?

Como San Juan Pablo II debemos decir cada uno de nosotros, también, "totus tuus": todo tuyo y para siempre. Aquella expresión que el Papa nos decía: "Luchando como María y muy juntos a María", que le repitan siempre: "totus tuus".

¿Por qué no llevarme a todas partes a la Santísima Virgen? En el pensamiento, en el corazón, y también, en una imagen, en un cuadro: su presencia es benéfica. Yo tengo en mi despacho y en mi cuarto una imagen de la Santísima Virgen. Con mucha frecuencia la miro, con mucha frecuencia le hablo y, también, la escucho. Siento su presencia y su amor a través de esa imagen.
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