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jueves, 25 de agosto de 2016
miércoles, 24 de agosto de 2016
JESÚS ES SALVADOR
Jesús es Salvador
Jesús es Salvador. Pero ¿de qué nos salvó, de quién? Jesús nos salvó del pecado, nos rescató de las manos del demonio. Porque la humanidad estaba toda en poder del Maligno, ya que la había conquistado en Adán y Eva, mediante el pecado original y todos los pecados que se derivaron de él. Y hacía falta que alguien muy poderoso, alguien que fuera Dios, Único capaz de vencer a Satanás, que es un ángel caído pero muy poderoso, nos viniera a rescatar y a salvar.
Esto es muy importante saberlo para nuestra vida cotidiana, porque si Jesús rescató almas del poder del demonio; nosotros, que somos o debemos ser otros Cristos, tenemos también la misión de rescatar almas del poder del mal y conducirlas al Cielo.
Hacemos esto, cumplimos esta misión, en primer lugar con nuestra propia alma. A través de la propia conversión nos liberamos de las garras del diablo para entregarnos a Dios. Pero también tenemos la obligación de salvar a los hermanos que siguen en poder del Mal. Y los salvamos con nuestra oración, ofreciendo nuestros sufrimientos y cruces por ellos, y también con el buen ejemplo, la palabra oportuna y las obras de misericordia, es decir, con la caridad.
Por eso nuestra misión debe ser la misma de Jesús: salvar almas.
El valor de un alma es tan grande que todos los mundos creados, todo el universo no vale lo que vale una sola alma, porque ella fue redimida con la sangre de Dios, que es de un valor infinito.
Entonces tratemos de ser héroes, que el héroe no es el que da una paliza a los enemigos, como sucede en las películas, sino que el héroe es quien se sabe sacrificar por el bien de los hermanos, para salvar almas y llevarlas a Dios, que es su dueño, quitándoselas al poder de Satanás, que las quiere llevar a su Infierno, para torturarlas por los siglos de los siglos, vengándose de Dios en ellas.
Tenemos la posibilidad de ser héroes, de ser santos. No la desaprovechemos, sino tomémonos nuestra vida en serio y, tomados de la mano de Jesús y de María, avancemos con valor contra las fuerzas del mal.
© Sitio Santísima Virgen
LOS CINCO MINUTOS DE DIOS, 24 DE AGOSTO
LOS CINCO MINUTOS DE DIOS
Agosto 24
No busques el éxito menospreciando a los demás.
No digas nunca palabras hirientes; hieren a los demás, pero más te hieren a ti mismo; sales tú más perjudicado y te rebajas.
No seas jactancioso; tienes cualidades, pero también las tienen los otros; tienes cosas que ellos no poseen, pero ellos quizá te aventajen en muchas otras cosas.
No pongas la cara larga, como pidiendo un poco de compasión; sé más bien alegre y muéstrate sonriente; es más agradable y hasta más bonito.
Entierra el hacha, envaina la espada, esconde el martillo; nadie se ha elevado menospreciando a los demás. Elévate tú, pero sin rebajar a nadie; reconoce los méritos de los demás, sin negar los tuyos y sin enorgullecerte por lo que Dios te dio; al fin y al cabo todo mérito es nada más que de Dios, que es la fuente de todo bien.
“Así habla el Señor: No temas, porque yo te he redimido, te he llamado por tu nombre, tú eres mío. Si cruzas por las aguas, yo estoy contigo, y los ríos no te anegarán; si caminas por el fuego, no te quemarás, y las llamas no te abrasarán. Porque yo soy el Señor, tu Dios, el Santo de Israel, tu Salvador” (Is 43, 1-3).
* P. Alfonso Milagro
DIEZ CONSEJOS PARA CONTROLAR LA LENGUA Y EVITAR LOS CHISMES
Diez consejos para controlar la lengua y evitar los chismes, las murmuraciones y las maledicencias
Un viejo y buen consejo, control, Ed Broom.
Fuente: Religión en Libertad
Si no puedes decir algo bueno de alguien, cállate: un viejo y buen consejo, dice el padre Ed Broom.
17 agosto 2016
El padre Ed Broom, OMV (Oblato de la Virgen María), conocido también como Padre Escobita, fue ordenado sacerdote por Juan Pablo II en 1986. Es asistente del párroco en la Iglesia de San Pedro Chanel en Hawaiian Gardens (California). Allí imparte retiros, da los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola, organiza y dirige su propio programa de radio y televisión en Guadalupe Radio (Barriendo Conciencias). A continuación reproducimos un artículo suyo sobre el control de las malas lenguas, publicado en su blog.
De la abundancia del corazón habla la boca
Reglas para el control de la lengua
Jesús dijo que de la abundancia del corazón habla la boca, y que daremos cuentas de todas las palabras que salgan de nuestra boca. Santiago, en el capítulo 3 de su epístola, claramente nos invita a usar la lengua para alabar a Dios.
A continuación detallamos diez sugerencias útiles. ¡Leámoslas y apliquémoslas en nuestras conversaciones cotidianas!
1. Reza al Espíritu Santo. ¡Mira a los apóstoles! Antes de Pentecostés huyeron, e incluso Peddro negó a Jesús con su lengua. Después de la primera novena de Pentecostés, hay una transformación radical. Pedro pronuncia una homilía de Pentecostés y convierte… ¡a 3000 personas! ¿Cómo? Invocando al Espíritu Santo. He aquí una breve, pero potente oración: “Ven Espíritu Santo, ven a través del Corazón de María”.
2. ¡Piensa! Dice Santiago que deberíamos ser rápidos para escuchar y lentos para hablar. ¡Así que lo siguiente es evitar la impulsividad! ¡Piensa antes de hablar! ¡Con cuánta frecuencia hemos hablado impulsados por el momento, sin reflexión, y hemos herido a la persona y hemos pagado las consecuencias! La Imitación de Cristo afirma: “Pocos han lamentado haber mantenido silencio, muchos haber hablado en mal momento”.
3. La Regla de Oro. Recuerda esta preciosa y poderosa norma de Jesús: “Haz a los demás lo que quieres que los demás te hagan”. Podemos aplicarlo al hablar: “Dile a los demás lo que quieres que ellos te digan a ti”.
4. ¡Calla! Las madres suelen enseñar a sus hijos este axioma: “Si no tienes algo bueno que decir, entonces no lo digas”. ¡Buen consejo!
5. ¿Estás nervioso? En momentos de agitación, es mejor no hablar. Mejor retírate a tu habitación, reza una parte del Rosario, y luego regresa a la conversación tranquilo y sereno. En la agitación, el mal espíritu trabaja en nosotros y eso también afecta a lo que decimos.
6. ¡Da ánimos! Aprende palabras de ánimo. Todos necesitamos refuerzo, apoyo y consuelo. ¡Sé un Bernabé! Bernabé fue uno de los últimos apóstoles y su nombre significa “hijo de la consolación”. ¿Por qué no formar un Club Bernabé?
7. ¡Perdón! Cuando te equivoques con lo que has dicho y hieras a tu prójimo, haz acopio de humildad y valor suficientes para pronunciar dos palabras muy difíciles: “¡Lo siento!”. Shakespeare dio en el clavo: “Errar es atributo humano, perdonar es atributo divino”.
8. Lectura espiritual. Puede ser que lleguemos a un vacío interior: tenemos poco que decir que tenga un valor real. Forja el hábito de una buena lectura espiritual (media hora al día) y muchos pensamientos santos, edificantes y santificantes transformarán tu mente y tu corazón en palabras que servirán para santificar verdaderamente a los demás. En la Contemplación para alcanzar amor, San Ignacio dice que el amor se expresa dando. ¿Por qué no compartir con los demás los tesoros espirituales de tu corazón?
9. ¡Recuerda la Santa Comunión! Recuerda que hablas con la misma lengua con la que recibes al Señor eucarístico, al Señor de los Señores y Rey de Reyes. ¡Ojalá lo que hablemos refleje a quién acabamos de recibir en nuestra lengua y en nuestros corazones!
10. El modelo de María. Mira a María y pide su poderosa intercesión para ayudarte en lo que digas. Imagina a María hablando a San José, a Jesús, a Santa Isabel, a otros. ¡Cuánto amor, cuánta atención, cuánta amabilidad, cuánta dulzura, cuánta humildad, cuánta discreción, cuánta alegría…! Sin duda, esa María que dijo “sí” a la Palabra de Dios alcanzará para nosotros la gracia de decir con claridad, convicción y caridad cada palabra que provenga de nuestra boca: “Mi alma proclama la grandeza del Señor, y mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador”, proclamó en el canto del Magnificat.
Traducción de Carmelo López-Arias.
PAPA FRANCISCO REZA POR VÍCTIMAS DE TERREMOTO EN ITALIA
El Papa anula su catequesis en la Audiencia General y reza por víctimas de terremoto
Por Alvaro de Juana
Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa
VATICANO, 24 Ago. 16 / (ACI).- El Papa Francisco ha cancelado la catequesis que tenía prevista pronunciar en la Audiencia General de este miércoles y en su lugar ha rezado una parte del Rosario, junto a miles de fieles reunidos en la Plaza de San Pedro, por las numerosas víctimas del terremoto que ha sacudido Italia en la madrugada de hoy.
“Había preparado la catequesis de hoy como todos los miércoles de este Año de la Misericordia sobre el argumento de la cercanía de Jesús, pero ante la noticia del terremoto que ha golpeado el centro de Italia devastando aquellas zonas y dejando muertos y heridos, no puedo dejar de expresar mi gran dolor y mi cercanía a todas las personas presentes en los lugares golpeados por los temblores y que todavía se sienten agitados por el miedo y el terror”.
El Pontífice, después de hacer el habitual recorrido en papamóvil por la Plaza pronunció también estas palabras:
“Escuchar al alcalde de Amatrice decir ‘no existe más la localidad’ y saber que entre los muertos hay también niños me conmueve de verdad mucho”.
“Y por esto –continuó– quiero asegurar a todas estas personas presentes en Amatrice o en otros lugares de la diócesis de Rieti, di Ascoli Piceno y de la región del Lazio, de la Umbria y de Le Marche, la oración y decirles que estén seguros de la caricia y del abrazo de toda la Iglesia que en este momento desea darles con su amor materno, también del abrazo de los que estamos aquí en la Plaza”.
“Doy gracias a todos los voluntarios y los trabajadores de Protección Civil que están socorriendo estas poblaciones y os pido que os unáis a mí en la oración para que el Señor Jesús que se ha conmovido siempre frente al dolor humano consuele estos corazones doloridos y les done la paz por la intercesión de la beata Virgen María. Dejémonos conmover con Jesús”, solicitó.
“Por tanto, dejamos para la próxima semana la catequesis de este miércoles y os invito a recitar conmigo por estos hermanos y hermanas nuestros una parte del santo Rosario”, dijo para dar paso a la oración.
Esta madrugada en Italia, en concreto a las 3.36 horas, un sismo de magnitud 6,2 grados ha golpeado el centro de Italia, causando numerosos muertos y daños materiales.
Las zonas más afectadas son las de Umbría, Le Marche y el Lazio. El terremoto también se sintió en Roma y en el Vaticano.
lunes, 22 de agosto de 2016
RUEGA POR NOSOTROS, SANTA MADRE DE DIOS
Ruega por nosotros
Padre Juan Manuel del Río C.Ss.R
Ruega por nosotros,
Virgen santa,
porque de Dios eres amada
y de santidad inspiradora.
Ruega por nosotros,
Virgen santa,
porque de Dios eres la sierva
y Él que eleva a los humildes
a la gloria te ha ensalzado.
Ruega por nosotros,
Virgen santa,
porque de Dios luz eres radiante
en Cristo Muerto y Resucitado.
Ruega por nosotros,
Virgen santa,
porque en Dios eres puente
para llevarnos al cielo
a nosotros pecadores.
Ruega por nosotros,
Virgen santa,
porque de Dios eres Madre
cuando en ti se hizo Hombre
y Cristo se embarcó para siempre
en el devenir de la historia.
LA OSTRA HERIDA
La ostra herida
“La lección más importante que puede aprender el hombre en su vida no es que en el mundo hay dolor, sino que depende de nosotros sacar provecho de él, pues se nos ha permitido transformarlo en gozo” (R. Tagore). “La maravillosa riqueza de la experiencia humana perdería parte de su alegría gratificante, si no existieran limitaciones que superar. La cima de la colina no sería ni la mitad de maravillosa, si no hubiera oscuros valles que atravesar” (H. Keller).
Una ostra que no ha sido herida no puede producir perlas. Las perlas son producto del dolor, el resultado de la entrada de una sustancia extraña e indeseable al interior de la ostra, como un parásito o un grano de arena. En la parte interna de la ostra se encuentra una sustancia lustrosa llamada nácar. Cuando un grano de arena penetra en la ostra, las células de nácar comienzan a trabajar y cubren el grano de arena con capas y más capas de nácar para proteger el cuerpo indefenso de la ostra. Como resultado, se va formando una hermosa perla…
Hay un refrán que dice: “Con las piedras que me arrojen, construiré mi casa”. Cuando la vida te entregue un agrio limón, ¿por qué no lo exprimes y te tomas una agradable limonada? La capacidad de transformar un menos en más, es propia del hombre que no se deja frenar por los obstáculos, sino que se apoya en ellos mismos para proyectarse mucho más adelante. Que medites esta posibilidad y la hagas una realidad en tu vida.
* Enviado por el P. Natalio
LOS CINCO MINUTOS DE DIOS, 22 DE AGOSTO
LOS CINCO MINUTOS DE DIOS
Agosto 22
No pienses que todo tiene el mismo valor, ni que todo es igualmente aceptable.
Son más beneficiosas las personas que se esfuerzan por hacer mejor las cosas que aquellas que no hacen sino desaprobarlas.
Es siempre mejor encender una luz que maldecir las tinieblas; será más constructivo señalar lo que es correcto que detenerse en demostrar lo que es incorrecto.
El mundo necesita más personas que digan que “puede hacerse” y menos que manifiesten su convencimiento de que es “imposible hacerlo”.
Pero no basta eso; es mejor la persona que inspira confianza a los demás y no la que echa un chorro de agua fría sobre los que han dado, aunque más no sea, un paso en la dirección correcta.
Se necesitan más personas que se interesen en las cosas y “hagan algo para corregirlas”, y menos que se pongan a un lado, sin hacer más que descubrir los defectos.
“Ustedes son mis testigos y mis servidores, a ustedes los elegí para que me conozcan y crean en mí, y para que comprendan que yo soy” (Is 43,10). Sublime la misión que Dios te ha confiado: ser su testigo y ser su mensajero, ser su apóstol.
* P. Alfonso Milagro
ORACIÓN A MARÍA REINA
Oración a María Reina
Dios todopoderoso, que nos has dado como Madre y como Reina a la Madre de tu Unigénito, concédenos que, protegidos por su intercesión, alcancemos la gloria de tus hijos en el reino de los cielos. Reina dignísima del mundo, María Virgen perpetua, intercede por nuestra paz y salud, tú que engendraste a Cristo Señor, Salvador de todos. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.
MARÍA, REINA DEL CIELO, FESTIVIDAD, 22 DE AGOSTO
María, Reina del Cielo
Sé mi guía, sé mi senda de llegada al Reino. Toca con tu suave mirada mi duro corazón.
Por: Oscar Schmidt | Fuente: www.reinadelcielo.org
Jesús, elevado en la Cruz, nos regaló una Madre para toda la eternidad. Juan, el Discípulo amado, nos representó a todos nosotros en ese momento y luego se llevó a María con él, para cuidarla por los años que restaron hasta su Asunción al Cielo.
María se transformó así no sólo en tu Madre, sino también en la Madre de nuestra propia madre terrenal, de nuestro padre, hijos, de nuestros hermanos, amigos, enemigos, ¡de todos!.
Una Madre perfecta, colocada por Dios en un sitial muchísimo más alto que el de cualquier otro fruto de la Creación. María es la mayor joya colocada en el alhajero de la Santísima Trinidad, la esperanza puesta en nosotros como punto máximo de la Creación. La criatura perfecta que se eleva sobre todas nuestras debilidades y tendencias mundanas. ¡Por eso es nuestra Madre!.
La Reina del Cielo es también el punto de unión entre la Divinidad de Dios y nuestra herencia de realeza. Nuestro legado proviene del primer paraíso, cuando como hijos auténticos del Rey Creador poseíamos pleno derecho a reinar sobre el fruto de la creación, la cual nos obedecía. Perdido ese derecho por la culpa original, obtuvimos como Embajadora a una criatura como nosotros, elevada al sitial de ser la Madre del propio Hijo de Dios.
¡Y Dios la hace Reina del Cielo, y de la tierra también!. Allí se esconde el misterio de María como la nueva Arca que nos llevará nuevamente al Palacio, a adorar el Trono del Dios Trino. María es el punto de unión entre Dios y nosotros. Por eso Ella es Embajadora, Abogada, Intercesora, Mediadora. ¿Quién mejor que Ella para comprendernos y pedir por nuestras almas a Su Hijo, el Justo Juez?. María es la prueba del infinito amor de Dios por nosotros: Dios la coloca a Ella para defendernos, sabiendo que de este modo tendremos muchas más oportunidades de salvarnos, contando con la Abogada más amorosa y misericordiosa que pueda jamás haber existido. ¿Somos realmente conscientes del regalo que nos hace Dios al darnos una Madre como Ella, que además es nuestra defensora ante Su Trono?.
Si tuvieras que elegir a alguien para que te defienda en una causa difícil, una causa en la que te va la vida. ¿A quien elegirías?.
Dios ya ha hecho la elección por ti, y vaya si ha elegido bien: tu propia Madre es Reina y Abogada, Mediadora e Intercesora.
¿Qué le pedirías a Ella, entonces?.
Reina del Cielo, sé mi guía, sé mi senda de llegada al Reino. Toca con tu suave mirada mi duro corazón, llena de esperanza mis días de oscuridad y permite que vea en ti el reflejo del fruto de tu vientre, Jesús. No dejes que Tus ojos se aparten de mi, y haz que los míos te busquen siempre a ti, ahora y en la hora de mi muerte.
domingo, 21 de agosto de 2016
LOS CINCO MINUTOS DE DIOS, 21 DE AGOSTO
LOS CINCO MINUTOS DE DIOS
Agosto 21
Te propongo esta antigua oración:
“Señor, que no tenga yo a ningún hombre por enemigo, y que sea amigo de lo que es eterno.
Que ame, busque y logre sólo lo que es bueno.
Que desee la felicidad de todos los hombres y que no envidie a ninguno.
Que no me regocije con la desventura del que me ha hecho mal.
Que hasta donde alcancen mis fuerzas preste la ayuda necesaria a todos los necesitados.
Que pueda con palabras amables y consoladoras aliviar las penas de los que sufren.
Que cuando yo haya dicho o hecho algo malo, no espere que los demás me lo hagan conocer, sino que yo mismo me lo reproche hasta corregirme de ello.
Que me acostumbre a mostrarme amable y nunca irritado con los demás, cualquiera sea la circunstancia en que me encuentre”.
“Que cada uno se revista de sentimientos de humildad para con los demás, porque Dios se opone a los orgullosos y da su ayuda a los humildes. Humíllense bajo la mano poderosa de Dios, para que Él los eleve en el momento oportuno. Descarguen en Él todas sus inquietudes, ya que Él se ocupa de ustedes” (1 Pe 5,6-79.
* P. Alfonso Milagro
sábado, 20 de agosto de 2016
LOS CINCO MINUTOS DE DIOS, 20 DE AGOSTO
LOS CINCO MINUTOS DE DIOS
Agosto 20
Muy curiosa la costumbre de aquel director de un colegio que, extremadamente ocupado en la dirección del mismo y en la atención de los alumnos y sus familiares, temía olvidarse de Dios y así había ordenado hacer una placa en la que se podía leer esta inscripción:
“Señor, en el día de hoy estaré muy ocupado; tal vez me olvide de ti; pero Tú no te olvides de mí”
Quizá pueda acontecerte a ti también lo mismo; tus ocupaciones, tus problemas, tus preocupaciones, tus trabajos, etc… tal vez te hagan difícil acordarte de Dios a lo largo del día; no estará mal que, al menos en la noche, le dediques alguno de tus pensamientos y le pidas para el día siguiente su constante protección; porque si es posible que tú te olvides de Dios, no es posible que Él se olvide de ti. Lo dice Él mismo en la Biblia: “Podrá la madre olvidarse del hijo de sus entrañas, pero yo no me olvidaré de ti”.
“Recuerda que me hiciste de la arcilla, y que me harás retornar al polvo” (Job 10,9). “Acuérdate de mí, Señor, por el amor que tienes a tu pueblo; visítame con tu salvación, para que vea la felicidad de tus elegidos, para que me alegre con la alegría de tu nación, y me gloríe con el pueblo de tu herencia” (Sal 106,4-5)
* P. Alfonso Milagro
LA MEDICINA DEL ALMA, LA HUMILDAD
La medicina del alma (virtud: la humildad)
La humildad es la condición necesaria del amor, dimensionado en aquella fórmula radical y revolucionaria: Amarás al Señor, tu Dios con todo tu corazón
y a tu prójimo como a ti mismo
Por: Héctor Lugo, LC. | Fuente: GAMA - Virtudes y Valores
«La vida es sueño», aseveraba Don Calderón de la Barca, y no sin razón. Con frecuencia identificamos los sueños con el candor ingenuo de la juventud, pero la verdad es que para un hombre dejar de soñar es dejar de existir. Todos necesitamos de sueños que alimenten el alma y den sentido a nuestra vida. El ingeniero sueña con un lucrativo sistema computacional, el abogado en montarse sobre un BMW, el prisionero en caminar libre por las calles, el policía azotando el crimen al estilo James Bond, y el ciego en contemplar a las personas que ama. Y así todos vamos proyectando una barahúnda de deseos que pincelamos en cuadros de mil colores y formas. Pero en el fondo, todos soñamos en lo mismo: soñamos en ser felices.
Pero, ¿por qué nos huye la felicidad cuando alcanzamos esos sueños?, ¿a qué se debe esa tacañería y falta de educación?, ¿de dónde ese absurdo?
Quizá acaece, porque hemos despreciado el supuesto de toda felicidad: la humildad. Suena extraño, pero la experiencia nos habrá enseñado que el mundo está cuajado de paradojas, y esta, sin duda, es una de ellas.
Mientras que otras virtudes ensanchan nuestros pechos y nos evocan bellos paisajes, la humildad, por el contrario, tiene un sabor amargo y más bien, nos recuerda el fracaso y la miseria. Por eso no es raro que concibamos la humildad como un artificio medieval, un analgésico del mediocre o el apellido del zonzo del salón. A tal grado nos convencemos de ello, que llegamos a entender que manso y menso son sinónimos, o por lo menos parientes de significado. Pero la realidad es bien distinta.
La humildad, de suyo, tiene una carga fuertemente positiva. La humildad es la condición necesaria del amor, dimensionado en aquella fórmula radical y revolucionaria: “Amarás al Señor, tu Dios con todo tu corazón… y a tu prójimo como a ti mismo”. Porque el amor es la fusión con el amado a través de una negación (humildad), que nos autoafirma y enriquece. Negación que no es por otra parte, una pura negación ciega; al contrario, es una negación de una falsa concepción de lo que decimos amar. Y en este sentido, la humildad entra en la esfera de la verdad. Por ello, qué bien dijo la Santa de Ávila al engalanar la humildad con la verdad: «la humildad es la verdad». He aquí su razón de ser.
Decimos que un buen televisor es aquel que nos hace protagonistas de la serie, que una buena licuadora es la que cumple con los milagros que garantiza el empaque, y que un buen perro es el que ahuyenta las visitas indeseadas. Pero en el caso del hombre su realización trasciende el tiempo y el espacio, ya que es un ser capaz de conocer, querer y sobre todo de amar. Por ello, escribía San Agustín lo siguiente: «Nos hiciste Señor para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti». Y precisamente en esto consiste la primera parte de la humildad, en reconocer a Dios como lo que es para poder amarlo de verdad. Así, la humildad consiste en tener el coraje de romper el cascarón de nuestro egoísmo, en acabar con nuestros esquemas de autosuficiencia, abrir nuestro corazón y dejarnos sorprender por el cariño de un Dios que supo sacar del polvo, hijos a su imagen y semejanza. No por nada el diablo, cuyo significado etimológico es “el que divide”, tiene como principal empeño separarnos de Dios, a través de la seductora locución “y seréis como dioses”, que hoy se disfraza con el nombre de “libertad”, “tolerancia”, “igualdad”, “salud”… Sin embargo, la historia que es elocuente, nos ha enseñado que tener la bendición de Dios es garantía de éxito. El Arca de Noé fue construida por aficionados; el Titanic por profesionales.
Pero la humildad se cristaliza también en el día a día. Curiosamente los términos humildad y humanidad hunden raíces en el mismo origen: “humus” que significa polvo, tierra, humo. Así que la humildad de cara al prójimo será amarle por lo que es y tal como es. También es alegrarse con las victorias del prójimo y perdonar sus errores naturales, ya que posiblemente el motivo de tantos matrimonios destruidos, familias divididas, conflictos sociales se deben a que nos ha faltado humildad. Pero si miramos un poco el Evangelio, descubriremos que Jesucristo no amó únicamente a “súper-hombres” inmaculados, sino que amó a publicanos, pecadores y hasta sus propios enemigos. Además no perdió nunca la confianza en sus “grandes” apóstoles, de los cuales uno le vendió y los demás pusieron “a todo vapor” sus piernas cuando la sombra de la cruz se presentó.
Pero, sin duda, la parte más difícil de la humildad, es el justo reconocimiento de nosotros mismos, y en consecuencia el justo amor a nosotros mismos. Y es un reconocernos como somos, sin un más y sin un menos. El hombre humilde es el que acepta sus defectos, ese que sabe decir “no sé”, uno que aprende a fracasar sin desfallecer, aquel que transforma en amor el sufrimiento que lo limita. Pero, sobre todo, el hombre humilde es aquel que reconoce los propios talentos como dones de Dios que van aparejados a una misión Porque sencillez sin humildad es timidez, inteligencia sin humildad es corrupción, caridad sin humildad es hipocresía, docilidad sin humildad es adulación, pobreza sin humildad es resignación, dolor sin humildad es un ridículo. Sin embargo, la fe con humildad es certeza, la oración con humildad es gratitud, la vida con humildad es un milagro, y el hombre humilde es un homenaje a su Creador.
En definitiva, la humildad es una actitud que nace del y para el amor. Y si nos parece amarga es porque es una buena medicina del alma, en cuanto que nos purifica; nos hace más del amado y menos de nosotros mismos. Así que cuando soñemos en ser felices, recordemos a Aquél que nos dijo: “Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón y encontraréis vuestro descanso”.
CUANDO DIOS TE ORDENA ALGO ESCUCHA
Cuando Dios te ordena algo
escucha
Nosotros podemos ser sus vasijas, sus enviados, sus siervos, sus escogidos, si prestamos atención a su voz
Por: Fernando de Navascués | Fuente: ACC Agencia de Contenido Católico
Muchos hombres y mujeres en la Biblia escucharon la voz de Dios y atendieron su llamado, entre ellos: Noé, Samuel, Jeremías, Amos, María, María Magdalena y Moisés. Este último es un ejemplo claro de obediencia y heroísmo, pero también de lo que muchos hacemos cuando escuchamos el llamado del Señor.
Ya sea para empresas sencillas como ayudar a nuestros padres en el hogar, o para obras más grandes como visitar a un enfermo, o ayudar a alguien en necesidad económica, o bien para comisiones mayores como un ministerio en la iglesia o una misión evangélica en otro continente, para oír el llamado de Dios es necesario no resistirnos, y sobre todo ser humildes, a fin de poder comprender aquello que se nos ha encomendado.
Tener fe, es decir, confiar en Dios, y obedecer, son los elementos finales que nos conducirán al éxito de la empresa encomendada, luego de que el Señor nos haya dotado de su gracia y de todo lo necesario para llevarla a cabo y concluirla cabalmente, de acuerdo a su voluntad y propósito.
En el capítulo 3 del libro de Éxodo se narra cómo Moisés, un pastor de ovejas, vio un día una zarza ardiendo, se acercó y Dios le habló, lo llamó por su nombre. Moisés respondió: “Heme aquí”. Sin embargo, él tuvo miedo y se cubrió el rostro. Dios le pidió que se quitara los zapatos porque estaba pisando tierra santa. Dios le mandó ir ante el Faraón de Egipto, quien tenía en cautividad al pueblo de Israel, y pedirle que los dejara ir.
Moisés presentó diversas objeciones ante Dios: le dijo que el pueblo no le creería, que le preguntarían el nombre de quien lo había enviado, que él no estaba facultado para hablar ante Faraón porque sufría de una especie de tartamudeo, y básicamente declaró su inseguridad ante el llamado del Señor. Sin embargo, Dios tuvo paciencia con él, porque ya había resuelto convertirlo en un líder espiritual.
Dios le mostró el poder que podía darle cuando convirtió su vara en serpiente, y luego en vara nuevamente; también puso lepra en una de sus manos y luego quitó la lepra en un instante. Asimismo, puso junto a él a su hermano Aarón para que hablara por él. Ambos se presentaron ante Faraón en repetidas ocasiones, de quien recibieron múltiples rechazos y negativas, por lo cual Dios envió diez plagas sobre Egipto. Finalmente, Faraón dejó ir al pueblo, que se dirigió a la tierra de Canaán, la tierra prometida donde fluiría leche y miel.
El pueblo de Israel siguió a Moisés, aunque no fue del todo obediente ni fiel a Dios. Pero Moisés sí lo fue. Dios partió las aguas del mar en dos para dejar pasar al pueblo y salvarlo de la persecución final de Faraón. Con mucho esfuerzo, dolor y sacrificio cumplió el mandato de Dios hasta el día de su muerte.
Así que, cuando Dios te mande a hacer algo, cuando escuches su voz en tu corazón o mientras ores, cuando escuches su llamado, no opongas resistencia, piensa en las grandes hazañas que Dios quiere hacer a través de ti. Cuántas personas pueden ser aliviadas, consoladas, liberadas, salvadas o redimidas si tan sólo obedeces a la voz de Dios y dejas que Él te use con poder, tal como usó a tantos profetas, discípulos y apóstoles.
¿Quieres responder: “Pero, Señor, yo no…”? ¿O quieres decirle: “Heme aquí, Señor, envíame a mí”?, tal como lo hizo el profeta Isaías (Isaías 6:8). No es necesario que seas perfecto, sino sólo que estés dispuesto. No importa cuánto tome de ti, Dios te dará la fuerza, los recursos y la habilidad para cumplir aquello que te ha mandado a hacer. Moisés se despojó de su calzado; nosotros deberemos despojarnos de todo aquello que estorbe al llamado de Dios, así como presentarnos ante Él desnudos y dispuestos.
Dios hará el resto. Él es el verdadero héroe de todas las historias, nosotros podemos ser sus vasijas, sus enviados, sus siervos, sus escogidos, si prestamos atención a su voz.
jueves, 18 de agosto de 2016
NUNCA ME SIENTO SOLO
Nunca me siento solo
Rafael Ángel Marañón
Cuando pienso en María nunca me siento solo,
Que a su lado el doliente nunca conoce el dolo;
Tuve el alma muy fría, mas no me dejó solo,
Y ahora voy con ella sin fin ni protocolo.
Siento la paz del alma y sólida esperanza,
Pues ya no hay más esfuerzo, sino divina holganza;
Sosiego sin angustia y voces de alabanza
Inmersos totalmente en la eterna alianza.
Y para que a los sones de cítara vibrante,
Sepamos que a los cielos seguimos adelante
Con paso aligerado y paz en el semblante,
Pues la luz de María nos precede radiante.
Es gozo y confianza, por que es feliz camino
A la gruta velada, hacia el feliz destino
De Cristo nuestra vida, abogado divino
Que sale a recibir al pobre peregrino.
Y así todos en uno, al padre omnipotente,
Con amor sin fisuras, vestidos dignamente
Por la sangre del hijo y su madre doliente,
Marchamos hacia el Cielo morada permanente.
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