Lecturas de hoy Sábado de la 7ª semana de Pascua
Hoy, sábado, 19 de mayo de 2018
Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (28,16-20.30-31):
Cuando llegamos a Roma, le permitieron a Pablo vivir por su cuenta en una casa, con un soldado que lo vigilase.
Tres días después, convocó a los judíos principales; cuando se reunieron, les dijo: «Hermanos, estoy aquí preso sin haber hecho nada contra el pueblo ni las tradiciones de nuestros padres; en Jerusalén me entregaron a los romanos. Me interrogaron y querían ponerme en libertad, porque no encontraban nada que mereciera la muerte; pero, como los judíos se oponían, tuve que apelar al César; aunque no es que tenga intención de acusar a mi pueblo. Por este motivo he querido veros y hablar con vosotros; pues por la esperanza de Israel llevo encima estas cadenas.» Vivió allí dos años enteros a su propia costa, recibiendo a todos los que acudían, predicándoles el reino de Dios y enseñando lo que se refiere al Señor Jesucristo con toda libertad, sin estorbos.
Palabra de Dios
Salmo
Sal 10,4.5.7
R/. Los buenos verán tu rostro, Señor
El Señor está en su templo santo,
el Señor tiene su trono en el cielo;
sus ojos están observando,
sus pupilas examinan a los hombres. R/.
El Señor examina a inocentes y culpables,
y al que ama la violencia él lo odia.
Porque el Señor es justo y ama la justicia:
los buenos verán su rostro. R/.
Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Juan (21,20-25):
En aquel tiempo, Pedro, volviéndose, vio que los seguía el discípulo a quien Jesús tanto amaba, el mismo que en la cena se había apoyado en su pecho y le había preguntado: «Señor, ¿quién es el que te va a entregar?»
Al verlo, Pedro dice a Jesús: «Señor, y éste ¿qué?»
Jesús le contesta: «Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué? Tú sígueme.»
Entonces se empezó a correr entre los hermanos el rumor de que ese discípulo no moriría. Pero no le dijo Jesús que no moriría, sino: «Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué?» Éste es el discípulo que da testimonio de todo esto y lo ha escrito; y nosotros sabemos que su testimonio es verdadero. Muchas otras cosas hizo Jesús. Si se escribieran una por una, pienso que los libros no cabrían ni en todo el mundo.
Palabra del Señor
Comentario al Evangelio de hoy sábado, 19 de mayo de 2018
Eguione Nogueira, cmf
¡Hermanas y hermanos! ¡Paz y bien!
Estamos por concluir el tiempo pascual, tiempo especial de gracia por el que escuchamos el testimonio de aquellos que fueron los testigos oculares de la Resurrección. En la primera lectura nos presenta Pablo en Roma, lugar de su martirio. Pero Lucas no nos dice cual a sido el destino de Pablo en los Hechos de los Apóstoles. Eso se explica porque, aunque los Hechos nos cuentan la historia de la Iglesia a través de Pedro y Pablo, en definitiva, lo que cuenta es la historia del anuncio de Jesús que, impulsada por el Espíritu Santo, resuena en todos los rincones del mundo. No hay cadenas, ni muerte que pueda contener la fuerza de la Palabra.
De igual modo encontramos, en la conclusión del Evangelio de Juan, la respuesta de Jesús a la pregunta de Pedro respecto a la suerte del Discípulo amado: «Señor, y éste ¿qué?». Esta pregunta, tal vez hecha por curiosidad o por el deseo de confronto con tal discípulo tiene una respuesta sin equívocos: «Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué? Tú sígueme». Cada uno es llamado a seguir Jesús personalmente y con un proyecto de vida propio. Lo decisivo es el seguimiento de cada persona y no el destino que les toca a los demás. Dios tiene la libertad del tiempo y el modo en dirigirse a cada uno de sus hijos.
No somos nosotros los que tenemos de decir a Dios lo que debe hacer. Eso pasa con frecuencia cuando los padres que intentan infundir una educación religiosa en sus hijos perciben que en algún momento estos toman otro rumbo. A la pregunta «¿Dónde nos equivocamos?, ¿Qué le va a pasar a nuestro hijo?», Dios posiblemente tiene otro modo de responder al rechazo que le tienen en algún momento de la vida muchos adolescentes y jóvenes. Costumbro decir a los padres que, si la semilla de la fe ha sido sembrada en sus vidas, en algún momento germinará. Lo más importante es testimoniar, como el Discípulo amado, nuestra experiencia profunda de encuentro con el Señor, de sentirnos como él, verdaderos «discípulos amados». La presencia del Espíritu Santo, don prometido por Jesús, es la certeza de ese amor.
Vuestro hermano en la fe,
Eguione Nogueira, cmf
eguionecmf@gmail.com