miércoles, 13 de enero de 2021

EL EVANGELIO DE HOY MIÉRCOLES 13 DE ENERO DEL 2021 - TIEMPO ORDINARIO



 Lecturas de hoy Miércoles de la 1ª semana del Tiempo Ordinario

Hoy, miércoles, 13 de enero de 2021



Primera lectura

Lectura de la carta a los Hebreos (2,14-18):

LO mismo que los hijos participan de la carne y de la sangre, así también participó Jesús de nuestra carne y sangre, para aniquilar mediante la muerte al señor de la muerte, es decir, al diablo, y liberar a cuantos, por miedo a la muerte, pasaban la vida entera como esclavos.

Notad que tiende una mano a los hijos de Abrahán, no a los ángeles. Por eso tenía que parecerse en todo a sus hermanos, para ser sumo sacerdote misericordioso y fiel en lo que a Dios se refiere, y expiar los pecados del pueblo. Pues, por el hecho de haber padecido sufriendo la tentación, puede auxiliar a los que son tentados.


Palabra de Dios



Salmo

Sal 104,1-2.3-4.6-7.8-9


R/. El Señor se acuerda de su alianza eternamente.


V/. Dad gracias al Señor, invocad su nombre,

dad a conocer sus hazañas a los pueblos.

Cantadle al son de instrumentos,

hablad de sus maravillas. R/.


V/. Gloriaos de su nombre santo,

que se alegren los que buscan al Señor.

Recurrid al Señor y a su poder,

buscad continuamente su rostro. R/.


V/. ¡Estirpe de Abrahán, su siervo;

hijos de Jacob, su elegido!

El Señor es nuestro Dios,

él gobierna toda la tierra. R/.


V/. Se acuerda de su alianza eternamente,

de la palabra dada, por mil generaciones;

de la alianza sellada con Abrahán,

del juramento hecho a Isaac. R/.



Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Marcos (1,29-39):


EN aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés.

La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, e inmediatamente le hablaron de ella. Él se acercó, la cogió de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles.

Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y endemoniados. La población entera se agolpaba a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios; y como los demonios lo conocían, no les permitía hablar.

Se levantó de madrugada, cuando todavía era muy oscuro, se marchó a un lugar solitario y allí se puso a orar. Simón y sus compañeros fueron en su busca y, al encontrarlo, le dijeron:

«Todo el mundo te busca».

Él les responde:

«Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he salido».

Así recorrió toda Galilea, predicando en sus sinagogas y expulsando los demonios.


Palabra del Señor





«De madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, se levantó, salió y fue a un lugar solitario y allí se puso a hacer oración»

Fray Josep Mª MASSANA i Mola OFM

(Barcelona, España)



Hoy vemos claramente cómo Jesús dividía la jornada. Por un lado, se dedicaba a la oración, y, por otro, a su misión de predicar con palabras y con obras. Contemplación y acción. Oración y trabajo. Estar con Dios y estar con los hombres.

En efecto, vemos a Jesús entregado en cuerpo y alma a su tarea de Mesías y Salvador: cura a los enfermos, como a la suegra de san Pedro y muchos otros, consuela a los tristes, expulsa demonios, predica. Todos le llevan sus enfermos y endemoniados. Todos quieren escucharlo: «Todos te buscan» (Mc 1,37), le dicen los discípulos. Seguro que debía tener una actividad frecuentemente muy agotadora, que casi no le dejaba ni respirar.

Pero Jesús se procuraba también tiempo de soledad para dedicarse a la oración: «De madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, se levantó, salió y fue a un lugar solitario y allí se puso a hacer oración» (Mc 1,35). En otros lugares de los Evangelios vemos a Jesús dedicado a la oración en otras horas e, incluso, muy entrada la noche. Sabía distribuirse el tiempo sabiamente, a fin de que su jornada tuviera un equilibrio razonable de trabajo y oración.

Nosotros decimos frecuentemente: —¡No tengo tiempo! Estamos ocupados con el trabajo del hogar, con el trabajo profesional, y con las innumerables tareas que llenan nuestra agenda. Con frecuencia nos creemos dispensados de la oración diaria. Realizamos un montón de cosas importantes, eso sí, pero corremos el riesgo de olvidar la más necesaria: la oración. Hemos de crear un equilibrio para poder hacer las unas sin desatender las otras.

San Francisco nos lo plantea así: «Hay que trabajar fiel y devotamente, sin apagar el espíritu de la santa oración y devoción, al cual han de servir las otras cosas temporales».

Quizá nos debiéramos organizar un poco más. Disciplinarnos, “domesticando” el tiempo. Lo que es importante ha de caber. Pero más todavía lo que es necesario.


MIÉRCOLES DE CENIZA 2021: VATICANO INDICA CÓMO DISTRIBUIR CENIZAS SIN CONTAGIAR COVID-19

 



 Miércoles de Ceniza 2021: Vaticano indica cómo distribuir cenizas sin contagiar COVID-19

Redacción ACI Prensa

 Foto: Vatican Media



La Santa Sede difundió una nota con indicaciones sobre cómo se impondrá la ceniza el próximo Miércoles de Ceniza, el 17 de febrero, para garantizar la seguridad de fieles y sacerdotes ante la pandemia de coronavirus.

La nota, elaborada por la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos y firmada este martes 12 de enero por el Cardenal Robert Sarah, prefecto del dicasterio, establece que “pronunciada la oración de bendición de las cenizas y después de asperjarlas, sin decir nada, con el agua bendita, el sacerdote se dirige a los presentes, diciendo una sola vez para todos la fórmula del Misal Romano: ‘Convertíos y creed en el Evangelio’, o bien: ‘Acuérdate de que eres polvo y al polvo volverás’”.

A continuación, “el sacerdote se limpia las manos y se pone la mascarilla para proteger la nariz y la boca, después impone la ceniza a cuantos se acercan a él o, si es oportuno, se acerca a cuantos están de pie en su lugar. El sacerdote toma la ceniza y la deja caer sobre la cabeza de cada uno, sin decir nada”.



BUENOS DÍAS!!!





 

lunes, 11 de enero de 2021

EL EVANGELIO DE HOY LUNES 11 DE ENERO DEL 2021 - TIEMPO ORDINARIO

 



 Lecturas de hoy Lunes de la 1ª semana del Tiempo Ordinario

Hoy, lunes, 11 de enero de 2021




Primera lectura

Comienzo de la carta a los Hebreos (1,1-6):

EN muchas ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente a los padres por los profetas.

En esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo, al que ha nombrado heredero de todo, y por medio del cual ha realizado los siglos.

Él es reflejo de su gloria, impronta de su ser. Él sostiene el universo con su palabra poderosa. Y, habiendo realizado la purificación de los pecados, está sentado a la derecha de la Majestad en las alturas; tanto más encumbrado sobre los ángeles cuanto más sublime es el nombre que ha heredado. Pues ¿a qué ángel dijo jamás:

«Hijo mío eres tú, yo te he engendrado hoy»;

y en otro lugar:

«Yo seré para él un padre,

y él será para mí un hijo?».

Asimismo, cuando introduce en el mundo al primogénito, dice:

«Adórenlo todos los ángeles de Dios».


Palabra de Dios



Salmo

Sal 96,1.2b.6.7c.9


R/. Adorad a Dios todos sus ángeles


V/. El Señor reina, la tierra goza,

se alegran las islas innumerables.

Justicia y derecho sostienen su trono. R/.


V/. Los cielos pregonan su justicia,

y todos los pueblos contemplan su gloria.

Adoradlo todos sus ángeles. R/.


V/. Porque tú eres, Señor,

Altísimo sobre toda la tierra,

encumbrado sobre todos los dioses. R/.


Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Marcos (1,14-20):

DESPUÉS de que Juan fue entregado, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios; decía:

«Se ha cumplido el tiempo y está cerca el reino de Dios. Convertíos y creed en el Evangelio».

Pasando junto al mar de Galilea, vio a Simón y a Andrés, el hermano de Simón, echando las redes en el mar, pues eran pescadores.

Jesús les dijo:

«Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres».

Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron.

Un poco más adelante vio a Santiago, el de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca repasando las redes. A continuación los llamó, dejaron a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros y se marcharon en pos de él.


Palabra de Dios



«Convertíos y creed en la Buena Nueva»

Rev. D. Joan COSTA i Bou

(Barcelona, España)


Hoy, el Evangelio nos invita a la conversión. «Convertíos y creed en la Buena Nueva» (Mc 1,15). Convertirse, ¿a qué?; mejor sería decir, ¿a quién? ¡A Cristo! Así lo expresó: «El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí» (Mt 10,37).

Convertirse significa acoger agradecidos el don de la fe y hacerlo operativo por la caridad. Convertirse quiere decir reconocer a Cristo como único señor y rey de nuestros corazones, de los que puede disponer. Convertirse implica descubrir a Cristo en todos los acontecimientos de la historia humana, también de la nuestra personal, a sabiendas de que Él es el origen, el centro y el fin de toda la historia, y que por Él todo ha sido redimido y en Él alcanza su plenitud. Convertirse supone vivir de esperanza, porque Él ha vencido el pecado, al maligno y la muerte, y la Eucaristía es la garantía.

Convertirse comporta amar a Nuestro Señor por encima de todo aquí en la tierra, con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma y con todas nuestras fuerzas. Convertirse presupone entregarle nuestro entendimiento y nuestra voluntad, de tal manera que nuestro comportamiento haga realidad el lema episcopal del Santo Padre, San Juan Pablo II, Totus tuus, es decir, Todo tuyo, Dios mío; y todo es: tiempo, cualidades, bienes, ilusiones, proyectos, salud, familia, trabajo, descanso, todo. Convertirse requiere, entonces, amar la voluntad de Dios en Cristo por encima de todo y gozar, agradecidos, de todo lo que acontece de parte de Dios, incluso contradicciones, humillaciones, enfermedades, y descubrirlas como tesoros que nos permiten manifestar más plenamente nuestro amor a Dios: ¡si Tú lo quieres así, yo también lo quiero!

Convertirse pide, así, como los apóstoles Simón, Andrés, Santiago y Juan, dejar «inmediatamente las redes» e irse con Él (cf. Mc 1,18), una vez oída su voz. Convertirse es que Cristo lo sea todo en nosotros.

EL PAPA FRANCISCO DA ACCESO A LAS MUJERES A LOS OFICIOS DE LECTOR Y ACÓLITO

 


 El Papa Francisco da acceso a las mujeres a los oficios de Lector y Acólito

Redacción ACI Prensa

 Foto: Vatican Media



El Papa Francisco abrió a las mujeres los oficios del Lector y del Acólito, dos ministerios reservados a los varones en virtud de lo establecido en el Código de Derecho Canónico (CIC) pero que en la Iglesia latina ya se había dado acceso a las mujeres en virtud de otro canon del CIC.

Esta nueva disposición se ha establecido mediante la aprobación el 10 de enero, por parte del Santo Padre, del Motu Proprio Spiritus Domini que modifica el canon 230 § 1 del Código de Derecho Canónico sobre el acceso de las mujeres al ministerio instituido del lectorado y acolitado.

Hasta ahora, el canon 230 § 1 establecía que “los varones laicos que tengan la edad y condiciones determinadas por decreto de la Conferencia Episcopal, pueden ser llamados para el ministerio estable de lector y acólito, mediante el rito litúrgico prescrito; sin embargo, la colación de esos ministerios no les da derecho a ser sustentados o remunerados por la Iglesia”.

De ahora en adelante, de acuerdo con el Motu Proprio Spiritus Domini, el canon 230 § 1 quedará redactado del siguiente modo: “Los laicos que tengan la edad y los dones determinados por decreto de la Conferencia Episcopal podrán ser asumidos establemente, mediante el rito litúrgico establecido, en los ministerios de lectores y acólitos; sin embargo, tal atribución no les da derecho al sustento ni a la remuneración por parte de la Iglesia”.

Es decir, se elimina la referencia a “los varones laicos” abriendo el lectorado y acolitado a todos los bautizados, incluidas las mujeres.

En cualquier caso, recuerda el Papa, se trata de una práctica ya consolidada en la Iglesia latina en virtud de lo establecido en el canon 230 § 2: “Por encargo temporal, los laicos pueden desempeñar la función de lector en las ceremonias litúrgicas; así mismo, todos los laicos pueden desempeñar las funciones de comentador, cantor y otras, a tenor de la norma del derecho”.

Esta decisión, según afirma el mismo Pontífice en el Motu Proprio, se produce tras escuchar las recomendaciones de “algunas Asambleas del Sínodo de los Obispos”.

Tradicionalmente, señala el Papa, “la recepción de los ministerios laicales precedía a la recepción del Sacramento del Orden a modo de preparación, aunque dichos ministerios se les concediera a otros fieles idóneos de sexo masculino”. Esa práctica quedó regulada en virtud del Motu Proprio Ministeria quaedam del 17 de agosto de 1972 durante el Pontificado de San Pablo VI.

Sin embargo, continúa el Santo Padre, “algunas Asambleas del Sínodo de los Obispos han evidenciado la necesidad de profundizar doctrinalmente en el tema, de forma que responda a la naturaleza de dichos carismas y a las exigencias de los tiempos”.

En su argumentación con la que abre el Motu Proprio, el Papa diferencia entre los ministerios que responden al Orden sagrado, como el sacerdocio, de los ministerios laicales, que no se instituyen en virtud de un sacramento.

Francisco explica que el Espíritu Santo “distribuye a los miembros del pueblo de Dios los dones que permiten a cada uno, de forma diferente, contribuir a la edificación de la Iglesia y al anuncio del Evangelio”. Esos dones, recuerda el Pontífice, reciben el medio de “ministerios”.

Los ministerios pueden ser de dos tipos. El primero es el que se refiere al Orden sagrado: “En algunos casos, dicha contribución ministerial tiene su origen en un sacramento específico, el Orden sagrado”.

El segundo se refiere a otras funciones que a lo largo de la historia “se han instituido en la Iglesia y confiados mediante un rito litúrgico no sacramental a personas individuales en virtud de una particular forma de ejercicio del sacerdocio bautismal y en ayuda del ministerio específico de obispos, presbíteros y diáconos”.

De hecho, hace hincapié en que “en los últimos años se ha llegado en los últimos años a una elaboración doctrinal que ha puesto de relieve cómo determinados ministerios instituidos por la Iglesia tengan como fundamento la condición común de ser bautizados y el sacerdocio real recibido en el sacramento del Bautismo”.

Esos ministerios “son esencialmente distintos del ministerio ordenado recibido en el sacramento del Orden”.

En ese sentido, insiste en que ya existe “una práctica consolidada en la Iglesia latina” según la cual “esos ministerios laicales, al estar basados en el sacramento del Bautismo, pueden ser confiados a todos los fieles idóneos, sean de sexo masculino o femenino”.


Funciones del Lector y del Acólito

Según el Motu Proprio Ministeria quaedam, del 17 de agosto de 1972, firmado por el Papa San Pablo VI, el ministerio del Lector tiene como función “leer la palabra de Dios en la asamblea litúrgica”.

El lector “proclamará las lecturas de la Sagrada Escritura, pero no el Evangelio, en la Misa y en las demás celebraciones sagradas; faltando el salmista, recitará el Salmo interleccional; proclamará las intenciones de la Oración Universal de los fieles, cuando no haya a disposición diácono o cantor; dirigirá el canto y la participación del pueblo fiel; instruirá a los fieles para recibir dignamente los Sacramentos”.

Por su parte, el Acólito, según lo establecido en dicho Motu Proprio de San Pablo VI, “queda instituido para ayudar al diácono y prestar su servicio al sacerdote”. 


Lea el Motu Proprio Spiritus Domini AQUÍ.

¡FELIZ SEMANA!

 






domingo, 10 de enero de 2021

IMÁGENES DEL BAUTISMO DE JESÚS
























  

EL CAMINO ABIERTO POR JESÚS - MEDITACIÓN DEL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 10 DE ENERO 2021 - EL BAUTISMO DE JESÚS

 



 El camino abierto por Jesús


Todos los años, después de la fiesta de la Epifanía o manifestación de Jesús a los magos, la Iglesia nos presenta otra epifanía, que es la manifestación ante san Juan Bautista al terminar el bautismo. Estamos en el ciclo B y la narración corresponde al evangelista san Marcos, quien no habla de la infancia de Jesús, sino que comienza el evangelio con la predicación del Bautista. Predicaba sobre todo la penitencia como preparación para la venida del Mesías y para que esa penitencia fuese más expresiva entre aquellos que estaban arrepentidos, les bautizaba con agua en el río Jordán.

El comienzo del evangelio de este día nos trae las palabras del Bautista en que, con humildad, nos dice que él bautiza con agua; pero llega ya uno mucho más digno que él que sí bautizará de verdad dando el Espíritu Santo. Esta es la gran diferencia entre el bautismo de Juan, que sólo es significativo del acto interior, y el bautismo que nos dejará Jesús, que nos da el gran regalo de Dios. Claro que ese gran don de Dios nosotros luego lo podemos desechar, como desgraciadamente tantas veces sucede; pero podemos y debemos acrecentarlo.

Hay algunos que critican el hecho de que se dé el bautismo a niños pequeños, como solemos hacerlo, porque dicen que eso debería dejarse a la libre voluntad del niño cuando sea mayor. Y no se dan cuenta que la misma vida también es un regalo, para lo cual el nacido no ha puesto la libertad, ni el alimento ni los vestidos ni tantos regalos. Así el bautismo es un gran regalo de Dios. Lo que hace falta es que luego les enseñemos a cuidarlo y a aumentar esa Gracia.

Jesús vino desde Nazaret hasta donde estaba el Bautista. Es muy posible que desde Nazaret y algunos pueblos vecinos se organizase una especie de peregrinación para ver al “profeta”, como se llamaba a san Juan. Jesús iría como uno más del grupo y como uno más, entre la gente devota, entró en el río Jordán para ser bautizado por san Juan. Ya sabemos que Jesús no podía arrepentirse de nada. Por lo tanto, el bautismo hecho a Jesús tiene una significación diferente que para otras personas. En Jesús aparece la unidad con la humanidad sufriente y pecadora, para cargar con los pecados del mundo, que un día llevaría hasta la cruz para redimirlos. San Marcos no dice nada si hubo algún diálogo entre Jesús y el Bautista. Parecía un bautismo normal.

Lo importante es lo que sucedió al terminar el bautismo: la manifestación de Dios, por lo menos, ante san Juan Bautista: se abrieron los cielos, bajó el Espíritu Santo y se oyó la voz del Padre. Son expresiones simbólicas, como acostumbra la Biblia en momentos muy importantes. El “rasgarse el cielo” venía de una creencia de que el azul que vemos fuese una división de la tierra al lugar donde está Dios. Es para expresar que se manifiesta Dios, que viene personalmente a nosotros.

Y para expresar más gráficamente que viene el Espíritu, lo manifiesta por la figura de una paloma, animal amable, que suele volar rápidamente hacia el suelo. Esto es importante, porque Jesús, como hombre, es investido o inundado por el Espíritu Santo, para poder ya comenzar su predicación. También nosotros fuimos investidos por la gracia del Espíritu el día de nuestro bautismo; pero desgraciadamente muchos lo hemos perdido. Por eso, en este día es una ocasión más para recordar nuestro bautismo y pedir al Espíritu Santo que nos llene de sus dones. Afortunadamente Dios nos da esta oportunidad para crecer en el Espíritu, y no una sola vez, sino siempre está dispuesto para crecer en nuestra alma.

Se oyó una voz que decía: “Tu eres mi Hijo, a quien yo quiero, mi predilecto”. También Dios nos dice a cada uno: Tú eres mi hijo, te quiero, te amo. Lo debemos sentir en nuestro corazón. Ciertamente el día de nuestro bautismo nos lo dijo. Quizá nosotros estamos más atentos a las voces mundanas que nos hablan de éxitos materiales, que nos animan a hacer algo espectacular, de modo que nos sirva para crecer en la fama o escalar puestos. Dios hoy nos habla en el corazón o por medio de la Iglesia y las personas buenas, para que trabajemos por la justicia y el amor.


(Padre Silverio Velasco)

EL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 10 DE ENERO DEL 2021 - EL BAUTISMO DE JESÚS

 



 Lecturas de hoy Bautismo del Señor - Ciclo B

Hoy, domingo, 10 de enero de 2021




Primera lectura

Lectura del libro de Isaías (42,1-4.6-7):

Así dice el Señor: «Mirad a mi siervo, a quien sostengo; mi elegido, a quien prefiero. Sobre él he puesto mi espíritu, para que traiga el derecho a las naciones. No gritará, no clamará, no voceará por las calles. La caña cascada no la quebrará, el pábilo vacilante no lo apagará. Promoverá fielmente el derecho, no vacilará ni se quebrará, hasta implantar el derecho en la tierra, y sus leyes que esperan las islas. Yo, el Señor, te he llamado con justicia, te he cogido de la mano, te he formado, y te he hecho alianza de un pueblo, luz de las naciones. Para que abras los ojos de los ciegos, saques a los cautivos de la prisión, y de la mazmorra a los que habitan las tinieblas.»


Palabra de Dios



Salmo

Sal 28,1a.2.3ac-4.3b.9b-10


R/. El Señor bendice a su pueblo con la paz


Hijos de Dios, aclamad al Señor,

aclamad la gloria del nombre del Señor,

postraos ante el Señor en el atrio sagrado. R/.


La voz del Señor sobre las aguas,

el Señor sobre las aguas torrenciales.

La voz del Señor es potente,

la voz del Señor es magnífica. R/.


El Dios de la gloria ha tronado.

En su templo un grito unánime: «¡Gloria!»

El Señor se sienta por encima del aguacero,

el Señor se sienta como rey eterno. R/.


Segunda lectura

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (10,34-38):

En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo: «Está claro que Dios no hace distinciones; acepta al que lo teme y practica la justicia, sea de la nación que sea. Envió su palabra a los israelitas, anunciando la paz que traería Jesucristo, el Señor de todos. Conocéis lo que sucedió en el país de los judíos, cuando Juan predicaba el bautismo, aunque la cosa empezó en Galilea. Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.»


Palabra de Dios



Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Marcos (1,7-11):

En aquel tiempo, proclamaba Juan: «Detrás de mí viene el que puede más que yo, y yo no merezco agacharme para desatarle las sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo.»

Por entonces llegó Jesús desde Nazaret de Galilea a que Juan lo bautizara en el Jordán. Apenas salió del agua, vio rasgarse el cielo y al Espíritu bajar hacia él como una paloma.

Se oyó una voz del cielo: «Tú eres mi Hijo amado, mi predilecto.»


Palabra del Señor






«Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco»

Mons. Salvador CRISTAU i Coll Obispo Auxiliar de Terrassa

(Barcelona, España)



Hoy, solemnidad del Bautismo del Señor, termina el ciclo de las fiestas de Navidad. Dice el Evangelio que Juan se había presentado en el desierto y «predicaba un bautismo de conversión para el perdón de los pecados» (Mc 1,4). La gente iba a escucharlo, confesaban sus pecados y se hacían bautizar por él en el río Jordán. Y entre aquellas gentes se presentó también Jesús para ser bautizado.

En las fiestas de Navidad hemos visto como Jesús se manifestaba a los pastores y a los magos que, llegando desde Oriente, lo adoraron y le ofrecieron sus dones. De hecho, la venida de Jesús al mundo es para manifestar el amor de Dios que nos salva.

Y allí, en el Jordán, se produjo una nueva manifestación de la divinidad de Jesús: el cielo se abrió y el Espíritu Santo, en forma de paloma descendía hacia Él y se oyó la voz del Padre: «Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco» (Mc 1,11). Es el Padre del cielo en este caso y el Espíritu Santo quienes lo manifiestan. Es Dios mismo que nos revela quién es Jesús, su Hijo amado.

Pero no era una revelación sólo para Juan y los judíos. Era también para nosotros. El mismo Jesús, el Hijo amado del Padre, manifestado a los judíos en el Jordán, se manifiesta continuamente a nosotros cada día. En la Iglesia, en la oración, en los hermanos, en el Bautismo que hemos recibido y que nos ha hecho hijos del mismo Padre.

Preguntémonos, pues: —¿Reconozco su presencia, su amor en mi vida? —¿Vivo una verdadera relación de amor filial con Dios? Dice el Papa Francisco: «Lo que Dios quiere del hombre es una relación “papá-hijo”, acariciarlo, y le dice: ‘Yo estoy contigo’».

También a nosotros el Padre del cielo, en medio de nuestras luchas y dificultades, nos dice: «Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco».

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