miércoles, 28 de julio de 2021

EL EVANGELIO DE HOY MIÉRCOLES 28 DE JULIO DE 2021

 



 Miércoles 17 del tiempo ordinario

Miércoles 28 de julio de 2021


1ª Lectura (Éx 34,29-35): Cuando Moisés bajó del monte Sinaí con las dos tablas de la alianza en la mano, no sabía que tenía radiante la piel de la cara, de haber hablado con el Señor. Pero Aarón y todos los israelitas vieron a Moisés con la piel de la cara radiante y no se atrevieron a acercarse a él. Cuando Moisés los llamó, se acercaron Aarón y los jefes de la comunidad, y Moisés les habló.

Después se acercaron todos los israelitas, y Moisés les comunicó las órdenes que el Señor le había dado en el monte Sinaí. Y, cuando terminó de hablar con ellos, se echó un velo por la cara. Cuando entraba a la presencia del Señor para hablar con él, se quitaba el velo hasta la salida. Cuando salía, comunicaba a los israelitas lo que le habían mandado. Los israelitas veían la piel de su cara radiante, y Moisés se volvía a echar el velo por la cara, hasta que volvía a hablar con Dios.

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Salmo responsorial: 98

R/. Santo eres, Señor, Dios nuestro.

Ensalzad al Señor, Dios nuestro, postraos ante el estrado de sus pies: Él es santo.

Moisés y Aarón con sus sacerdotes, Samuel con los que invocan su nombre, invocaban al Señor, y él respondía.

Dios les hablaba desde la columna de nube; oyeron sus mandatos y la ley que les dio.

Ensalzad al Señor, Dios nuestro; postraos ante su monte santo: Santo es el Señor, nuestro Dios.

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Versículo antes del Evangelio (Jn 15,15): Aleluya. A vosotros os llamo amigos, dice el Señor, porque os he dado a conocer todo lo que le he oído a mi Padre. Aleluya.

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Texto del Evangelio (Mt 13,44-46): En aquel tiempo, Jesús dijo a la gente: «El Reino de los Cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo que, al encontrarlo un hombre, vuelve a esconderlo y, por la alegría que le da, va, vende todo lo que tiene y compra el campo aquel.

»También es semejante el Reino de los Cielos a un mercader que anda buscando perlas finas, y que, al encontrar una perla de gran valor, va, vende todo lo que tiene y la compra».

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«Vende todo lo que tiene y compra el campo»

Rev. D. Enric CASES i Martín

(Barcelona, España)

Hoy, Mateo pone ante nuestra consideración dos parábolas sobre el Reino de los Cielos. El anuncio del Reino es esencial en la predicación de Jesús y en la esperanza del pueblo elegido. Pero es notorio que la naturaleza de ese Reino no era entendida por la mayoría. No la entendían los sanedritas que le condenaron a muerte, no la entendían Pilatos, ni Herodes, pero tampoco la entendieron en un principio los mismos discípulos. Sólo se encuentra una comprensión como la que Jesús pide en el buen ladrón, clavado junto a Él en la Cruz, cuando le dice: «Jesús, acuérdate de mí cuando estés en tu Reino» (Lc 23,42). Ambos habían sido acusados como malhechores y estaban a punto de morir; pero, por un motivo que desconocemos, el buen ladrón reconoce a Jesús como Rey de un Reino que vendrá después de aquella terrible muerte. Sólo podía ser un Reino espiritual.

Jesús, en su primera predicación, habla del Reino como de un tesoro escondido cuyo hallazgo causa alegría y estimula a la compra del campo para poder gozar de él para siempre: «Por la alegría que le da, va, vende todo lo que tiene y compra el campo aquel» (Mt 13,44). Pero, al mismo tiempo, alcanzar el Reino requiere buscarlo con interés y esfuerzo, hasta el punto de vender todo lo que uno posee: «Al encontrar una perla de gran valor, va, vende todo lo que tiene y la compra» (Mt 13,46). «¿A propósito de qué se dice buscad y quien busca, halla? Arriesgo la idea de que se trata de las perlas y la perla, perla que adquiere el que lo ha dado todo y ha aceptado perderlo todo» (Orígenes).

El Reino es paz, amor, justicia y libertad. Alcanzarlo es, a la vez, don de Dios y responsabilidad humana. Ante la grandeza del don divino constatamos la imperfección e inestabilidad de nuestros esfuerzos, que a veces quedan destruidos por el pecado, las guerras y la malicia que parecen insuperables. No obstante, debemos tener confianza, pues lo que parece imposible para el hombre es posible para Dios.

FELIZ 28 DE JULIO PERÚ!!!! FELIZ BICENTENARIO!!!




 

En cumplimiento de lo acordado con San Martín, los notables de Lima se reunieron en Cabildo Abierto, con el propósito de jurar la Independencia. La firma del Acta de Independencia del Perú tuvo lugar el 15 de julio de 1821. Unos 300 ciudadanos principales firmaron el Acta ese día; en los días siguientes lo hicieron muchos más. Manuel Pérez de Tudela, letrado arequipeño, más tarde Ministro de Relaciones Exteriores, fue quien redactó el Acta de la Independencia. El almirante Cochrane entró en Lima el 17 de julio. 

El sábado 28 de julio de 1821, en una ceremonia pública muy solemne, el generalísimo José de San Martín enunció la célebre proclamación de la Independencia del Perú. Primero lo hizo en la Plaza Mayor de Lima, después en la plazuela de La Merced, luego, en la plaza Santa Ana, frente al Convento de los Descalzos y finalmente en la plaza de la Inquisición (hoy plaza Bolívar). Según testigos de la época, presenciaron la ceremonia más o menos 16.000 personas. El libertador con una recién creada bandera peruana en la mano, exclamó: 

DESDE ESTE MOMENTO EL PERÚ ES LIBRE E INDEPENDIENTE POR LA VOLUNTAD GENERAL DE LOS PUEBLOS Y POR LA JUSTICIA DE SU CAUSA QUE DIOS DEFIENDE. ¡VIVA LA PATRIA!, ¡VIVA LA LIBERTAD!, ¡VIVA LA INDEPENDENCIA!. 
José de San Martín. Lima, 28 de julio de 1821.  

Basil Hall, capitán de la marina británica, que por entonces se hallaba en Lima, al comentar la ceremonia culmina diciendo: 

Sus palabras fueron recogidas por la multitud que llenaba la plaza y las calles adyacentes, mientras repicaban todas las campanas y se hacían salvas de artillería entre aclamaciones como nunca se había oído en Lima. 

 

domingo, 25 de julio de 2021

HOY ES FIESTA DE SANTIAGO APÓSTOL, PATRONO DE ESPAÑA, 25 DE JULIO

 


Biografía de Santiago el Mayor

25 de julio


El nombre Santiago, proviene de dos palabras Sant Iacob. Porque su nombre en hebreo era Jacob. Los españoles en sus batallas gritaban: "Sant Iacob, ayúdenos". Y de tanto repetir estas dos palabras, las unieron formando una sola: Santiago.

 

Fue uno de los 12 apóstoles del Señor.

Era hermano de San Juan evangelista. Se le llamaba el Mayor, para distinguirlo del otro apóstol, Santiago el Menor, que era más joven que él. Con sus padres Zebedeo y Salomé vivía en la ciudad de Betsaida, junto al Mar de Galilea, donde tenían una pequeña empresa de pesca. Tenían obreros a su servicio, y su situación económica era bastante buena pues podían ausentarse del trabajo por varias semanas, como lo hizo su hermano Juan cuando se fue a estarse una temporada en el Jordán escuchando a Juan Bautista. 

Santiago formó parte del grupo de los tres preferidos de Jesús, junto con su hermano Juan y con Simón Pedro. Después de presenciar la pesca milagrosa, al oír que Jesús les decía: "Desde ahora seréis pescadores de hombres", dejó sus redes y a su padre y a su empresa pesquera y se fue con Jesucristo a colaborarle en su apostolado. Presenció todos los grandes milagros de Cristo, y con Pedro y Juan fueron los únicos que estuvieron presentes en la Transfiguración del Señor y en su Oración en el Huerto de Getsemaní. ¿Por qué lo prefería tanto Jesús? Quizás porque (como dice San Juan Crisóstomo) era el más atrevido y valiente para declararse amigo y seguidor del Redentor, o porque iba a ser el primero que derramaría su sangre por proclamar su fe en Jesucristo. Que Jesús nos tenga también a nosotros en el grupo de sus preferidos. 

Cuenta el santo Evangelio que una vez al pasar por un pueblo de Samaria, la gente no quiso proporcionarles ningún alimento y que Santiago y Juan le pidieron a Jesús que hiciera llover fuego del cielo y quemara a esos maleducados. Cristo tuvo que regañarlos por ese espíritu vengativo, y les recordó que El no había venido a hacer daño a nadie sino a salvar al mayor número posible de personas. Santiago no era santo cuando se hizo discípulo del Señor. La santidad le irá llegando poquito a poco.

Otro día Santiago y Juan comisionaron a Salomé, su madre, para que fuera a pedirle a Jesús que en el día de su gloria los colocara a ellos dos en los primeros puestos: uno a la derecha y otro a la izquierda. Jesús les dijo: "¿Serán capaces de beber el cáliz de amargura que yo voy a beber?" Ellos le dijeron: "Sí somos capaces". Cristo añadió: "El cáliz de amargura sí lo beberán, pero el ocupar los primeros puestos no me corresponde a Mí el concederlo, sino que esos puestos son para aquellos para quienes los tiene reservado mi Padre Celestial". Los otros apóstoles se disgustaron por esta petición tan vanidosa de los dos hijos de Zebedeo, pero Jesús les dijo a todos: "El que quiera ser el primero, que se haga el servidor de todos, a imitación del Hijo del hombre que no ha venido a ser servido sino a servir". Seguramente que con esta lección de Jesús, habrá aprendido Santiago a ser más humilde.

Después de la Ascensión de Jesús, Santiago el Mayor se distinguió como una de las principales figuras entre el grupo de los Apóstoles. Por eso cuando el rey Herodes Agripa se propuso acabar con los seguidores de Cristo, lo primero que hizo fue mandar cortarle la cabeza a Santiago, y encarcelar a Pedro. Así el hijo de Zebedeo tuvo el honor de ser el primero de los apóstoles que derramó su sangre por proclamar la religión de Jesús Resucitado.

Antiguas tradiciones (del siglo VI) dicen que Santiago alcanzó a ir hasta España a evangelizar. Y desde el siglo IX se cree que su cuerpo se encuentra en la catedral de Compostela (norte de España) y a ese santuario han ido miles y miles de peregrinos por siglos y siglos y han conseguido maravillosos favores del cielo. El historiador Pérez de Urbel dice que lo que hay en Santiago de Compostela son unas reliquias, o sea restos del Apóstol, que fueron llevados allí desde Palestina.

Es Patrono de España y de su caballería. Los españoles lo han invocado en momentos de grandes peligros y han sentido su poderosa protección. También nosotros si pedimos su intercesión conseguiremos sus favores.





 Oración a Santiago Apóstol para pedir su intercesión


¡Gran Apóstol Santiago, familiar cercano de nuestro Señor y aún más cercano a Él por lazos espirituales! Al ser llamado por Él entre los primeros discípulos y ser favorecido con Su especial intimidad, tu respondiste con gran generosidad, dejándolo todo para seguirle a la primera llamada. También tuviste el privilegio de ser el primero de los Apóstoles en morir por Él, sellando tu predicación con tu sangre.

“Atronador” en el entusiasmo en la tierra desde el cielo, te has mostrado defensor de Su Iglesia una y otra vez, apareciendo en el campo de batalla de los Cristianos para derrotar y dispersar a los enemigos de la Cruz, y llevar a los descorazonados Creyentes a la Victoria. Fuerza de los Cristianos, refugio seguro de aquellos que te suplican con confianza, oh, protégenos ahora en los peligros que nos rodean.

Que por tu intercesión, nuestro Señor nos conceda Su Santo Amor, filial temor, justicia, paz y la victoria sobre nuestros adversarios, tanto visibles como invisibles, y sobre todo, que un día nos conceda la felicidad de verlo y tenerlo con nosotros en el cielo, en tu compañía y la de los ángeles y santos para siempre.

Amén.

EL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 25 DE JULIO DE 2021

 



Hoy, domingo, 25 de julio de 2021 

Domingo 17 (B) del tiempo ordinario.


Lecturas del día y Evangelio de hoy, domingo 25 de julio de 2021

XVII Domingo del Tiempo Ordinario


Primera lectura de hoy

Lectura del Segundo libro de los Reyes

2R 4, 42-44

En aquellos días,  llegó un hombre de Baal-salisá llevando a Eliseo veinte panes de cebada recién horneados, y trigo fresco en su morral. Eliseo ordenó entonces a su criado:

—Dáselo a la gente para que coma.

Pero el criado respondió:

—¿Cómo voy a dar esto a cien personas? Y Eliseo contestó:

—Dáselo a la gente para que coma, porque el Señor ha dicho que comerán y habrá de sobra.

 Así pues, el criado les sirvió, y ellos comieron y hubo de sobra, como el Señor lo había dicho.

P/ Palabra de Dios

R/ Te alabamos Señor

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Salmo responsorial del día

Sal 145 (144),10-11.15-16.17-18

Que todo hombre alabe al Señor


R/. Abres tú la mano, Señor, y nos sacias


Que todas tus criaturas te den gracias,

Señor, que te bendigan tus fieles;

que proclamen la gloria de tu reinado,

que hablen de tus hazañas.  R/.


Los ojos de todos te están aguardando,

tú les das la comida a su tiempo;

abres tú la mano,

y sacias de favores a todo viviente.  R/.


El Señor es justo en todos sus caminos,

cerca está el Señor de los que lo invocan,

de los que lo invocan sinceramente. R/.


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Segunda lectura de hoy

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios

Ef 4,1-6

Conservar la unidad

Hermanos:

 Yo, que estoy preso por la causa del Señor, les ruego que se porten como deben hacerlo los que han sido llamados por Dios, como lo fueron ustedes. Sean humildes y amables; tengan paciencia y sopórtense unos a otros con amor; procuren mantener la unidad que proviene del Espíritu Santo, por medio de la paz que une a todos.  Hay un solo cuerpo y un solo Espíritu, así como Dios los ha llamado a una sola esperanza. Hay un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo; hay un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, actúa por medio de todos y está en todos.


P/ Palabra de Dios

R/ Te alabamos Señor

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Lectura del Santo Evangelio según San Juan

Jn 6,1-15

Jesús da de comer a una multitud

En aquel tiempo, 1 Jesús se fue al otro lado del Lago de Galilea, que es el mismo Lago de Tiberiades. Mucha gente lo seguía, porque habían visto las señales milagrosas que hacía sanando a los enfermos. Entonces Jesús subió a un monte, y se sentó con sus discípulos. Ya estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos.  Cuando Jesús miró y vio la mucha gente que lo seguía, le dijo a Felipe:

—¿Dónde vamos a comprar pan para toda esta gente?

Pero lo dijo por ver qué contestaría Felipe, porque Jesús mismo sabía bien lo que había de hacer. Felipe le respondió:

—Ni siquiera el salario de doscientos días bastaría para comprar el pan suficiente para que cada uno recibiera un poco.

Entonces Andrés, que era otro de sus discípulos y hermano de Simón Pedro, le dijo:

 —Aquí hay un niño que tiene cinco panes de cebada y dos pescados; pero, ¿qué es esto para tanta gente?

Jesús respondió:

—Díganles a todos que se sienten.

Había mucha hierba en aquel lugar, y se sentaron. Eran unos cinco mil hombres. Jesús tomó en sus manos los panes y, después de dar gracias a Dios, los repartió entre los que estaban sentados. Hizo lo mismo con los pescados, dándoles todo lo que querían. Cuando ya estuvieron satisfechos, Jesús dijo a sus discípulos:

—Recojan los pedazos sobrantes, para que no se desperdicie nada.

Ellos los recogieron, y llenaron doce canastas con los pedazos que sobraron de los cinco panes de cebada. La gente, al ver esta señal milagrosa hecha por Jesús, decía:

—De veras éste es el profeta que había de venir al mundo.

Pero como Jesús se dio cuenta de que querían llevárselo a la fuerza para hacerlo rey, se retiró otra vez a lo alto del cerro, para estar solo.


P/ Palabra del Señor

R/ Gloria a ti, Señor Jesús


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Hoy, podemos contemplar cómo se forja en nuestro interior tanto el amor humano como el amor sobrenatural, ya que tenemos un mismo corazón para amar a Dios y a los otros.

Generalmente, el amor va abriéndose paso en el corazón humano cuando se descubre el atractivo del otro: su simpatía, su bondad. Es el caso del «muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces» (Jn 6,9). Da a Jesús todo lo que lleva, los panes y los peces, porque se ha dejado conquistar por el atractivo de Jesús. ¿He descubierto el atractivo del Señor?

A continuación, el enamoramiento, fruto de sentirse correspondido. Dice que «mucha gente le seguía porque veían las señales que realizaba en los enfermos» (Jn 6,2). Jesús les escuchaba, les hacía caso, porque sabía lo que necesitaban.

Jesucristo siente un poderoso atractivo por mí y quiere mi realización humana y sobrenatural. Me ama tal como soy, con mis miserias, porque pido perdón y, con su ayuda, sigo esforzándome.

«Dándose cuenta Jesús de que intentaban venir a tomarle por la fuerza para hacerle rey, huyó de nuevo al monte Él solo» (Jn 6,15). Les dirá al día siguiente: «En verdad, en verdad os digo: vosotros me buscáis, no porque habéis visto señales, sino porque habéis comido de los panes y os habéis saciado» (Jn 6,26). Escribe san Agustín: «¡Cuántos hay que buscan a Jesús, guiados solamente por intereses temporales! (...) Apenas se busca a Jesús por Jesús».

La plenitud del amor es el amor de donación; cuando se busca el bien del amado, sin esperar nada a cambio, aunque sea al precio del sacrificio personal.

Hoy, yo le puedo decir: «Señor, que nos haces participar del milagro de la Eucaristía: te pedimos que no te escondas, que vivas con nosotros, que te veamos, que te toquemos, que te sintamos, que queramos estar siempre a tu lado, que seas el Rey de nuestras vidas y de nuestros trabajos» (San Josemaría).

* Rev. D. Pere CALMELL i Turet (Barcelona, España)


HOMILÍA DEL PAPA FRANCISCO EN PRIMERA JORNADA MUNDIAL DE LOS ABUELOS Y PERSONAS MAYORES

 


 

Homilía del Papa Francisco en primera Jornada Mundial de los abuelos y personas mayores

Redacción ACI Prensa

 Foto: Captura Vatican Media




Más de 2.000 personas participaron este domingo 25 de julio a una Misa en la Basílica de San Pedro del Vaticano con ocasión de la primera Jornada Mundial de los abuelos y de las personas mayores que se celebrará cada año el cuarto domingo de julio, en la cercanía a la fiesta de los santos Joaquín y Ana, los abuelos de Jesús.

El tema de esta primera Jornada Mundial de los abuelos y de las personas mayores fue “Yo estoy contigo todos los días” y para la ocasión el Papa Francisco escribió un mensaje y el Dicasterio para los Laicos, Familia y Vida preparó una oración. 

En representación del Santo Padre, la Misa fue presidida por el presidente del Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización, Mons. Rino Fisichella, quien leyó la homilía preparada por el Papa Francisco.


A continuación, el texto completo de la homilía del Papa Francisco y pronunciada por Mons. Fisichella:

Mientras estaba sentado enseñando, «al levantar la vista, Jesús vio que una gran multitud acudía a él, y le preguntó a Felipe: “¿Dónde compraremos pan para que coma esta gente?”» (Jn 6,5). Jesús no se limita a enseñar, sino que se deja interrogar por el hambre que anida en la vida de la gente. Y, de ese modo, da de comer a la multitud distribuyendo los cinco panes de cebada y los dos pescados que un muchacho le ofreció. Al final, como sobraron bastantes pedazos de pan, les dijo a los suyos que los recogieran, «para que no se pierda nada» (v. 12).

En esta Jornada, dedicada a los abuelos y a los mayores, quisiera detenerme precisamente en estos tres momentos: Jesús que ve el hambre de la multitud; Jesús que comparte el pan; Jesús que ordena recoger los pedazos sobrantes. Tres momentos que se pueden resumir en tres verbos: ver, compartir, custodiar.

Ver. El Evangelista Juan, al principio de la narración, señala este particular: Jesús levanta los ojos y ve a la multitud hambrienta después de haber caminado mucho para encontrarlo. Así inicia el milagro, con la mirada de Jesús, que no es indiferente ni está atareado, sino que advierte los espasmos del hambre que atormentan a la humanidad cansada. Él se preocupa por nosotros, nos cuida, quiere saciar nuestra hambre de vida, de amor y de felicidad. En los ojos de Jesús descubrimos la mirada de Dios: una mirada que es atenta, que escudriña los anhelos que llevamos en el corazón, que ve la fatiga, el cansancio y la esperanza con las que vamos adelante. Una mirada que sabe captar la necesidad de cada uno. A los ojos de Dios no existe la multitud anónima, sino cada persona con su hambre. Jesús tiene una mirada contemplativa, es decir, capaz de detenerse ante la vida del otro y descifrarla.

Esta es también la mirada con la que los abuelos y los mayores han visto nuestra vida. Es el modo en el que ellos, desde nuestra infancia, se han hecho cargo de nosotros. Habiendo tenido una vida a menudo muy sacrificada, no nos han tratado con indiferencia ni se han desentendido de nosotros, sino que han tenido ojos atentos, llenos de ternura. Cuando estábamos creciendo y nos sentíamos incomprendidos o asustados por los desafíos de la vida, se fijaron en nosotros, en lo que estaba cambiando en nuestro corazón, en nuestras lágrimas escondidas y en los sueños que llevábamos dentro. Todos hemos pasado por las rodillas de los abuelos, que nos han llevado en brazos. Y es gracias también a este amor que nos hemos convertido en adultos.

Y nosotros, ¿qué mirada tenemos hacia los abuelos y los mayores? ¿Cuándo fue la última vez que hicimos compañía o llamamos por teléfono a un anciano para manifestarle nuestra cercanía y dejarnos bendecir por sus palabras? Sufro cuando veo una sociedad que corre, atareada e indiferente, afanada en tantas cosas e incapaz de detenerse para dirigir una mirada, un saludo, una caricia. Tengo miedo de una sociedad en la que todos somos una multitud anónima e incapaces de levantar la mirada y reconocernos. Los abuelos, que han alimentado nuestra vida, hoy tienen hambre de nosotros, de nuestra atención, de nuestra ternura, de sentirnos cerca. Alcemos la mirada hacia ellos, como Jesús hace con nosotros.


Compartir. Después de haber visto el hambre de aquellas personas, Jesús desea saciarlas. Y lo hace gracias al don de un muchacho joven, que ofrece sus cinco panes y los dos peces. Es muy hermoso que un muchacho, un joven, que comparte lo que tiene, esté en el centro de este prodigio del que se benefició tanta gente adulta —unas cinco mil personas—.

Hoy tenemos necesidad de una nueva alianza entre los jóvenes y los mayores, de compartir el común tesoro de la vida, de soñar juntos, de superar los conflictos entre generaciones para preparar el futuro de todos. Sin esta alianza de vida, de sueños y de futuro, nos arriesgamos a morir de hambre, porque aumentan los vínculos rotos, las soledades, los egoísmos, las fuerzas disgregadoras. Frecuentemente, en nuestras sociedades hemos entregado la vida a la idea de que “cada uno se ocupe de sí mismo”. Pero eso mata.

El Evangelio nos exhorta a compartir lo que somos y lo que tenemos, ese es el único modo en que podemos ser saciados. He recordado muchas veces lo que dice a este propósito el profeta Joel (cf. Jl 3,1): Jóvenes y ancianos juntos. Los jóvenes, profetas del futuro que no olvidan la historia de la que provienen; los ancianos, soñadores nunca cansados que trasmiten la experiencia a los jóvenes, sin entorpecerles el camino. Jóvenes y ancianos, el tesoro de la tradición y la frescura del Espíritu. Jóvenes y ancianos juntos. En la sociedad y en la Iglesia: juntos.


Custodiar. Después de que todos comieron, el Evangelio refiere que sobraron muchos pedazos de pan. Ante esto, Jesús da una indicación: «Recojan los pedazos que han sobrado, para que no se pierda nada» (Jn 6,12). Es así el corazón de Dios, no sólo nos da mucho más de lo que necesitamos, sino que se preocupa también de que nada se desperdicie, ni siquiera un fragmento. Un pedacito de pan podría parecer poca cosa, pero a los ojos de Dios nada se debe descartar. Es una invitación profética que hoy estamos llamado a hacer resonar en nosotros mismos y en el mundo: recoger, conservar con cuidado, custodiar.

Los abuelos y los mayores no son sobras de la vida, desechos que se deben tirar. Ellos son esos valiosos pedazos de pan que han quedado sobre la mesa de nuestra vida, que pueden todavía nutrirnos con una fragancia que hemos perdido, “la fragancia de la memoria”. No perdamos la memoria de la que son portadores los mayores, porque somos hijos de esa historia, y sin raíces nos marchitaremos. Ellos nos han custodiado a lo largo de las etapas de nuestro crecimiento, ahora nos toca a nosotros custodiar su vida, aligerar sus dificultades, estar atentos a sus necesidades, crear las condiciones para que se les faciliten sus tareas diarias y no se sientan solos.

Preguntémonos: “¿He visitado a los abuelos? ¿a los mayores de la familia o de mi barrio? ¿Los he escuchado? ¿Les he dedicado un poco de tiempo?”. Custodiémoslos, para que no se pierda nada. Nada de su vida ni de sus sueños. Depende de nosotros, hoy, que no nos arrepintamos mañana de no haberles dedicado suficiente atención a quienes nos amaron y nos dieron la vida.

Hermanos y hermanas, los abuelos y los mayores son el pan que alimenta nuestras vidas. Estemos agradecidos por sus ojos atentos, que se fijaron en nosotros, por sus rodillas, que nos acunaron, por sus manos, que nos acompañaron y alzaron, por haber jugado con nosotros y por las caricias con las que nos consolaron. Por favor, no nos olvidemos de ellos. Aliémonos con ellos. Aprendamos a detenernos, a reconocerlos, a escucharlos. No los descartemos nunca. Custodiémoslos con amor. Y aprendamos a compartir el tiempo con ellos. Saldremos mejores. Y, juntos, jóvenes y ancianos, nos saciaremos en la mesa del compartir, bendecida por Dios.


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Así se vivió en Vaticano la primera Jornada Mundial de los abuelos y las personas mayores

POR MERCEDES DE LA TORRE | ACI Prensa



El Papa Francisco invitó en la Jornada Mundial de los abuelos y las personas mayores de este 25 de julio a aprender a compartir el tiempo con los ancianos, a cuidarlos con amor, a estar agradecidos por todo lo que hicieron por nosotros.

“Hermanos y hermanas, los abuelos y los mayores son el pan que alimenta nuestras vidas. Estemos agradecidos por sus ojos atentos, que se fijaron en nosotros, por sus rodillas, que nos acunaron, por sus manos, que nos acompañaron y alzaron, por haber jugado con nosotros y por las caricias con las que nos consolaron”, dijo el Papa en la homilía preparada para la Misa que se celebró en la Basílica de San Pedro del Vaticano y a la que acudieron más de 2.000 fieles.

La Eucaristía fue concelebrada por el presidente del Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización, Mons. Rino Fisichella, el prefecto del Dicasterio para los Laicos, Familia y Vida, Cardenal Kevin Farrell y el vicario del Papa para la Diócesis de Roma, Cardenal Angelo De Donatis.

En la homilía preparada por el Papa Francisco y pronunciada, en su representación por Mons. Fisichella, el Santo Padre comentó el pasaje del Evangelio de San Juan que relata el episodio de la multiplicación de los panes.

En esta línea, el Pontífice escribió que “los abuelos y los mayores no son sobras de la vida, desechos que se deben tirar” sino que “son esos valiosos pedazos de pan que han quedado sobre la mesa de nuestra vida, que pueden todavía nutrirnos con una fragancia que hemos perdido, la fragancia de la memoria”.

“No perdamos la memoria de la que son portadores los mayores, porque somos hijos de esa historia, y sin raíces nos marchitaremos. Ellos nos han custodiado a lo largo de las etapas de nuestro crecimiento, ahora nos toca a nosotros custodiar su vida, aligerar sus dificultades, estar atentos a sus necesidades, crear las condiciones para que se les faciliten sus tareas diarias y no se sientan solos”, invitó el Papa.

Por ello, el Santo Padre invitó a preguntarse: “¿He visitado a los abuelos? ¿A los mayores de la familia o de mi barrio? ¿Los he escuchado? ¿Les he dedicado un poco de tiempo?” y añadió “custodiémoslos, para que no se pierda nada. Nada de su vida ni de sus sueños. Depende de nosotros, hoy, que no nos arrepintamos mañana de no haberles dedicado suficiente atención a quienes nos amaron y nos dieron la vida”.

“Por favor, no nos olvidemos de ellos. Alíémonos con ellos. Aprendamos a detenernos, a reconocerlos, a escucharlos. No los descartemos nunca. Custodiémoslos con amor. Y aprendamos a compartir el tiempo con ellos. Saldremos mejores. Y, juntos, jóvenes y ancianos, nos saciaremos en la mesa del compartir, bendecida por Dios”, destacó.

Además, el Santo Padre se detuvo en el relato y los personajes que narra el Evangelista San Juan en el Capítulo 6 en el que Jesús se encuentra con un joven, que no tiene nombre, y que ofreció todo lo que tenía -cinco panes de cebada y dos pescados- y el milagro de la multiplicación de los panes gracias al que comió una multitud de personas.

En este sentido, el Papa dijo que en esta Jornada, dedicada a los abuelos y a las personas mayores, se detuvo en tres momentos: “Jesús que ve el hambre de la multitud; Jesús que comparte el pan; Jesús que ordena recoger los pedazos sobrantes. Tres momentos que se pueden resumir en tres verbos: ver, compartir, custodiar”.

En primer lugar, el Santo Padre resaltó “la mirada de Jesús, que no es indiferente ni está atareado, sino que advierte los espasmos del hambre que atormentan a la humanidad cansada” porque “Él se preocupa por nosotros, nos cuida, quiere saciar nuestra hambre de vida, de amor y de felicidad”.

“Esta es también la mirada con la que los abuelos y los mayores han visto nuestra vida. Es el modo en el que ellos, desde nuestra infancia, se han hecho cargo de nosotros. Habiendo tenido una vida a menudo muy sacrificada, no nos han tratado con indiferencia ni se han desentendido de nosotros, sino que han tenido ojos atentos, llenos de ternura”, afirmó.

Luego, el Papa invitó a cuestionarse “y nosotros, ¿qué mirada tenemos hacia los abuelos y los mayores? ¿Cuándo fue la última vez que hicimos compañía o llamamos por teléfono a un anciano para manifestarle nuestra cercanía y dejarnos bendecir por sus palabras?” y reconoció que “sufro cuando veo una sociedad que corre, atareada e indiferente, afanada en tantas cosas e incapaz de detenerse para dirigir una mirada, un saludo, una caricia”.

“Tengo miedo de una sociedad en la que todos somos una multitud anónima e incapaces de levantar la mirada y reconocernos. Los abuelos, que han alimentado nuestra vida, hoy tienen hambre de nosotros, de nuestra atención, de nuestra ternura, de sentirnos cerca. Alcemos la mirada hacia ellos, como Jesús hace con nosotros”, advirtió.

En segundo lugar, el Santo Padre se detuvo en la generosidad del joven “que comparte lo que tiene” y que está “en el centro de este prodigio del que se benefició tanta gente adulta, unas cinco mil personas”.

Ante esto, el Papa invitó nuevamente a realizar “una nueva alianza entre los jóvenes y los mayores, de compartir el común tesoro de la vida, de soñar juntos, de superar los conflictos entre generaciones para preparar el futuro de todos” porque “sin esta alianza de vida, de sueños y de futuro, nos arriesgamos a morir de hambre, porque aumentan los vínculos rotos, las soledades, los egoísmos, las fuerzas disgregadoras”.

“El Evangelio nos exhorta a compartir lo que somos y lo que tenemos, ese es el único modo en que podemos ser saciados. He recordado muchas veces lo que dice a este propósito el profeta Joel (cf. Jl 3,1): Jóvenes y ancianos juntos. Los jóvenes, profetas del futuro que no olvidan la historia de la que provienen; los ancianos, soñadores nunca cansados que trasmiten la experiencia a los jóvenes, sin entorpecerles el camino. Jóvenes y ancianos, el tesoro de la tradición y la frescura del Espíritu. Jóvenes y ancianos juntos. En la sociedad y en la Iglesia: juntos”, exhortó el Papa.

Por último, el Santo Padre advirtió la importancia de que “el Evangelio refiere que sobraron muchos pedazos de pan” y que Jesús pidió recoger “los pedazos que han sobrado, para que no se pierda nada” y añadió que “es así el corazón de Dios, no sólo nos da mucho más de lo que necesitamos, sino que se preocupa también de que nada se desperdicie, ni siquiera un fragmento”.

Se trata de una invitación profética de Jesús, que nos recuerda que “los abuelos y los mayores no son sobras de la vida, desechos que se deben tirar” porque “ellos son esos valiosos pedazos de pan que han quedado sobre la mesa de nuestra vida”.

“Ahora nos toca a nosotros custodiar su vida, aligerar sus dificultades, estar atentos a sus necesidades, crear las condiciones para que se les faciliten sus tareas diarias y no se sientan solos”, concluyó el Papa en la homilía.

Al finalizar la Misa, el Cardenal Farrell y Mons. Fisichella se colocaron delante de un cuadro de la Virgen María junto a un grupo de personas mayores, entre ellos, dos mujeres africanas con trajes típicos, y todos, junto a la asamblea presente, entonaron una canción a la Virgen María.

El Santo Padre instituyó esta Jornada Mundial de los abuelos y de las personas mayores que se celebrará cada año el cuarto domingo de julio, en la cercanía a la fiesta de los santos Joaquín y Ana, los abuelos de Jesús.

El tema de esta primera Jornada Mundial de los abuelos y de las personas mayores fue “Yo estoy contigo todos los días” y para la ocasión el Papa Francisco escribió un mensaje, el Dicasterio para los Laicos, Familia y Vida preparó también una oración. y la Penitenciaría Apostólica concedió Indulgencia Plenaria  a quienes visiten a un anciano por esta Jornada y cumplan con las condiciones establecidas por la Iglesia Católica.

FELIZ DOMINGO

 





 

viernes, 23 de julio de 2021

OCÉANO



 Océano


¡Siente el viento, como suavemente acaricia tu piel...! 

¡Percibe el olor que brota de estas aguas profundas!

Escucha el cantar de las sirenas, el aleteo de los peces;

recoge tus pensamientos y échalos todos al mar; 

el agua los purificará 

y los devolverá a ti con más claridad...

¡Recuerda que, eres el protagonista de esta historia...!

Siente las olas como chocan con tu cuerpo, 

humedeciendo tu piel palmo a palmo.


¡Recibe esa paz que el paisaje te ofrece 

y deja que tus problemas se sumerjan, 

hasta hundirse en el fondo, sin poder flotar...!

¡Las aguas te invitan a sumergirte! 

Tu cuerpo te lo pide sin cesar.


En tus manos está la decisión.

Penetra en este misterioso mundo 

y solamente déjate llevar...

¡Echa tus problemas al mar!

A veces es necesario llorar.

Las lágrimas purifican el alma 

y tu ser liberarás de esas ataduras.


¡Desde ahora te llenarás de paz, 

y con amor, todo lo enfrentarás!

Sumérgete en su profundidad; 

permite que tus heridas sanen.


¡Despéjate de los pensamientos negativos: 

todos tus resentimientos, tus corajes, 

tus penas, tus dudas, tu cansancio...!

¡Llénate de cosas positivas; 

piensa que cada día es uno nuevo; 

que mañana serás una nueva persona...!


¡Mímate, eres un ser humano único!

¡Deja que el agua purifique tu mente; 

echa tu alma a volar y sueña...!

EL EVANGELIO DE HOY VIERNES 23 DE JULIO DE 2021 - SANTA BRÍGIDA, PATRONA DE EUROPA

 



 Lecturas de hoy Santa Brígida, religiosa, patrona de Europa, Fiesta

Hoy, viernes, 23 de julio de 2021



Primera lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas (2,19-20):

Para la Ley yo estoy muerto, porque la Ley me ha dado muerte; pero así vivo para Dios. Estoy crucificado con Cristo: vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí. Y, mientras vivo en esta carne, vivo de la fe en el Hijo de Dios, que me amó hasta entregarse por mí.


Palabra de Dios



Salmo

Sal 33,2-3.4-5.6-7.8-9.10-11


R/. Bendigo al Señor en todo momento


Bendigo al Señor en todo momento,

su alabanza está siempre en mi boca;

mi alma se gloría en el Señor:

que los humildes lo escuchen y se alegren. R/.


Proclamad conmigo la grandeza del Señor,

ensalcemos juntos su nombre.

Yo consulté al Señor, y me respondió,

me libró de todas mis ansias. R/.


Contempladlo, y quedaréis radiantes,

vuestro rostro no se avergonzará.

Si el afligido invoca al Señor,

él lo escucha y lo salva de sus angustias. R/.


El ángel del Señor acampa

en torno a sus fieles y los protege.

Gustad y ved qué bueno es el Señor,

dichoso el que se acoge a él. R/.


Todos sus santos, temed al Señor,

porque nada les falta a los que le temen;

los ricos empobrecen y pasan hambre,

los que buscan al Señor no carecen de nada. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Juan (15,1-8):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento mío que no da fruto lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto. Vosotros ya estáis limpios por las palabras que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante; porque sin mi no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará. Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos.»


Palabra del Señor




Comentario al Evangelio de hoy viernes, 23 de julio de 2021

CR

Queridos amigos y amigas:


En el sur de Europa solemos creer que los países escandinavos hace décadas que se han desenganchado de las raíces cristianas y viven en una cultura completamente secularizada. Esto no es del todo verdad, aunque algunas estadísticas apunten en esta dirección. Quizá porque fueron países en los que se produjo un desenganche más temprano, son también países en los que se están dando síntomas de “otra cosa”. Santa Brígida, cuya memoria celebramos hoy, viene del Norte. Ella es patrona de Europa porque representa una manera peculiar de iluminar las vicisitudes de este pequeño continente desde su experiencia de la pasión de Cristo.


Fue una santa viajera. Desde su Suecia natal peregrinó a Compostela, a Roma y a Tierra Santa, los tres lugares de referencia religiosa en el Medioevo. Habló a las autoridades civiles y eclesiásticas. Fustigó la corrupción. Nadie, ni siquiera el Papa, se vio libre de sus admoniciones. Quizá hoy no se toleraría una santa tan “incómoda” como Brígida. Pero su unión a Jesús fue y es la garantía de su fruto abundante.


He aquí una de las oraciones que le dirigía:


¡Oh Dulce Jesús! Herid mi corazón,

a fin de que mis lágrimas de amor y penitencia

me sirvan de pan, día y noche.

Convertidme enteramente, Oh mi Señor, a Vos.

Haced que mi corazón sea Vuestra Habitación perpetua.

Y que mi conversación Os sea agradable.

Que el fin de mi vida Os sea de tal suerte loable,

que después de mi muerte pueda merecer Vuestro Paraíso;

y alabaros para siempre en el Cielo con todos Vuestros santos. Amén.

BUENOS DÍAS!!!!

 





jueves, 22 de julio de 2021

CUANDO REZAS...¿DIOS TE ESCUCHA?



Cuando rezas... ¿Dios te escucha?


«Señor, haz de mí un instrumento de tu paz.

Que allá donde hay odio, yo ponga el amor.

Que allá donde hay ofensa, yo ponga el perdón.

Que allá donde hay discordia, yo ponga la unión.

Que allá donde hay error, yo ponga la verdad.

Que allá donde hay duda, yo ponga la Fe.

Que allá donde desesperación, yo ponga la esperanza.

Que allá donde hay tinieblas, yo ponga la luz.

Que allá donde hay tristeza, yo ponga la alegría.

Oh Señor, que yo no busque tanto ser consolado, cuanto consolar, ser comprendido, cuanto comprender, ser amado, cuanto amar.

Porque es dándose como se recibe, es olvidándose de sí mismo como uno se encuentra a sí mismo, es perdonando, como se es perdonado, es muriendo como se resucita a la vida eterna».

(San Francisco de Asís)

 


Me sucedió hace tiempo, en Sevilla (España). Estaba yo sentado en la sala de la casa de una familia a la que acababa de conocer, pero con la que se había creado ya una bonita amistad. Los sevillanos tienen esa gracia que te contagia desde el primer momento: ese comerse las eses al final de cada frase, las ganas de fiesta, la sonrisa siempre a flor de piel, la devoción a María. ¡Personas estupendas!

Pero volvamos a esa sala, en donde tomábamos el café después de una comida. En un momento dado, uno de los adolescentes me lanzó un reto, así a bocajarro, de la manera típica de los jóvenes de su edad: A que no es capaz de demostrarnos ahora que, cuando reza, Dios le escucha. Sonreí. Pero, ¿cómo me va a decir a mí que Dios no me escucha, si llevo más de 20 años rezando todos los días? Y cuando iba a empezar la respuesta... no pude responder. Me quedé helado. ¿Dios me escucha? ¿De verdad está al otro lado?

No fue una crisis de fe, pero sí una búsqueda de replantearme lo que ya creía. Y empecé a limar, a ahondar en mi interior: ¿por qué oro, cuáles son mis motivos, qué llena mi corazón en cada oración?

Y fue cuando me topé con esta bellísima oración de San Francisco de Asís; o por lo menos, se le atribuye a él. Concretamente, en el canto de una misa ahí en Sevilla. Escuchar cada palabra me abrió un horizonte nuevo en mi oración y me ayudó a responderle a ese adolescente: la respuesta al "demuéstrame que Dios me responde" está en la vivencia de tu propia vida. Me explico.

Vi hace poco un video en el que un grupo de jóvenes se reunió una noche para una fiesta. En un momento dado, alguien sacó una pintura fosforescente y roció a todos con ella. El resultado fue increíble: apagaron las luces y todo eran colores que iluminaban el ámbito en donde estaban.

Algo así debe suceder con nuestra oración. En cada momento de diálogo con Dios, nos sumergimos en Él y debemos llenarnos de Él. De este contacto nuestro actuar debe salir brillante, de tal manera que ilumine el mundo de oscuridad y pecado que nos rodea. Debemos ser, así, instrumentos de Dios: de paz, de amor, de unión, de perdón, de fe.

Eso sí, para eso, debo llegar a mi oración con gran pureza de intención, abierto a que Dios me diga aquello que Él quiere decirme... y no predispuesto a querer escuchar sólo lo que a mí me interesa. Porque, como bien decía San Francisco, es olvidándose de sí mismo como uno se encuentra a sí mismo, es perdonando, como se es perdonado, es muriendo como se resucita a la vida eterna.

A que no es capaz de demostrarnos ahora que cuando reza Dios le escucha. Sí, soy capaz de hacerlo. Porque puedo ver el resultado en aquellos que me rodean y en mi propia vida. No siempre lo logro, pero por lo menos lo intento. Después de todo, y como decía otro santo, «haz lo que puedas, Dios no te pide más» (San Agustín). Y será en este intentar ser mejor cada día, en este zambullirme en Dios en cada oración, que puedo alumbrar más el mundo que me rodea. Tal y como, aún hoy, lo sigue haciendo ese enamorado de Dios llamado Francisco de Asís.


(P. Juan Antonio Ruiz J., L.C.) 

EL EVANGELIO DE HOY JUEVES 22 DE JULIO DE 2021 - SANTA MARÍA MAGDALENA

 



 Lecturas de hoy Santa María Magdalena

Hoy, jueves, 22 de julio de 2021



Primera lectura

Lectura del libro del Cantar de los Cantares (3,1-4a):

Así dice la esposa: «En mi cama, por la noche, buscaba al amor de mi alma: lo busqué y no lo encontré. Me levanté y recorrí la ciudad por las calles y las plazas, buscando al amor de mi alma; lo busqué y no lo encontré. Me han encontrado los guardias que rondan por la ciudad: "¿Visteis al amor de mi alma?" Pero, apenas los pasé, encontré al amor de mi alma.»


Palabra de Dios

*********************

Salmo

Sal 62,2.3-4.5-6.8-9

R/. Mi alma está sedienta de ti, mi Dios


Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo,

mi alma está sedienta de ti;

mi carne tiene ansia de ti,

como tierra reseca, agostada, sin agua. R/.


¡Cómo te contemplaba en el santuario

viendo tu fuerza y tu gloria!

Tu gracia vale más que la vida,

te alabarán mis labios. R/.


Toda mi vida te bendeciré

y alzaré las manos invocándote.

Me saciaré como de enjundia y de manteca,

y mis labios te alabarán jubilosos. R/.


Porque fuiste mi auxilio,

y a la sombra de tus alas canto con júbilo;

mi alma está unida a ti,

y tu diestra me sostiene. R/.

*********************

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Juan (20,1.11-18):

El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro. Fuera, junto al sepulcro, estaba María, llorando. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados, uno a la cabecera y otro a los pies, donde había estado el cuerpo de Jesús.

Ellos le preguntan: «Mujer, ¿por qué lloras?»

Ella les contesta: «Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto.»

Dicho esto, da media vuelta y ve a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús.

Jesús le dice: «Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?»

Ella, tomándolo por el hortelano, le contesta: «Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré.»

Jesús le dice: «¡María!»

Ella se vuelve y le dice: «¡Rabboni!», que significa: «¡Maestro!»

Jesús le dice: «Suéltame, que todavía no he subido al Padre. Anda, ve a mis hermanos y diles: "Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro."»

María Magdalena fue y anunció a los discípulos: «He visto al Señor y ha dicho esto.»


Palabra del Señor


*********************

Comentario al Evangelio de hoy jueves, 22 de julio de 2021

CR

Queridos amigos y amigas:


La santa de hoy, Santa María Magdalena, goza de buena prensa. La literatura, la música y el cine la han presentado como una mujer de corazón ancho, una enamorada de Jesús, testigo en primera línea de su muerte y resurrección, símbolo de buscadora y de mujer entregada hasta el final.

En el evangelio de hoy, Jesús pregunta a María de Magdala: ¿Por qué lloras? ¿A quién buscas? Son preguntas que trascienden el personaje de la mujer y se incrustan en cada uno de nosotros:

¿Por qué lloras? Jesús nos invita a tomar conciencia de nuestras pérdidas y de los sentimientos que las acompañan. ¿Qué es lo que ahora produce en nosotros tristeza y desamparo? ¿Qué formas reviste nuestra manera personal de vivir la relación con un Jesús “ausente”? ¿Qué zozobras nos causa el ambiente en el que vivimos?

¿A quién buscas? No es la primera vez que Jesús formula una pregunta como esta. Se la dirigió también a los discípulos de la primera hora al comienzo del evangelio de Juan. Es como si la revelación necesitase siempre el punto de enganche del deseo. Quien no desea no ve. Quien no busca no encuentra. Quien se detiene nunca llega. ¿Cuáles son nuestras búsquedas de hoy? ¿Qué nos mueve por dentro para seguir caminando?

Detrás de cada lágrima, hay un Jesús que las enjuga. Detrás de cada búsqueda hay un Jesús que pronuncia nuestro nombre y nos invita a vivir. La memoria de María Magdalena es la memoria de un amor posible cuando todo parece perdido.


JORNADA MUNDIAL DE LOS ABUELOS: OBISPO AGRADECE A QUIENES ORIENTAN LA FE EN LAS FAMILIAS

  


Jornada Mundial de los Abuelos: Obispo agradece a quienes orientan la fe en las familias

POR MERCEDES DE LA TORRE | ACI Prensa

 Foto: Vatican Media



El próximo domingo 25 de julio se llevará a cabo la primera Jornada Mundial de los abuelos y las personas mayores instituida por el Papa Francisco, una oportunidad para revalorar a quienes son los primeros encargados en orientar la fe dentro de los hogares, afirmó Mons. Dario Gervasi, Obispo Auxiliar delegado para la pastoral familiar de la Diócesis de Roma.

Ante esto, el obispo auxiliar delegado para la pastoral familiar de la Diócesis de Roma, Mons. Dario Gervasi, destacó la importancia de esta primera Jornada Mundial de los abuelos y las personas mayores que se realizará cada año el cuarto domingo de julio, en la cercanía a la fiesta de los santos Joaquín y Ana, los abuelos de Jesús.

Según el calendario vaticano, el Santo Padre podría presidir una Misa en la Basílica de San Pedro a las 10:00 a.m., pero aún no se ha confirmado oficialmente.

Se trata de una ocasión importante para “valorizar el rol de los abuelos y de los ancianos en la familia y la Iglesia” porque resalta “la importancia de cada uno, en cada edad de la vida”, dijo Mons. Gervasi.

Por ello, la Eucaristía estará dedicada en forma especial “a aquellos que están llamados más que nadie a cuidar las raíces y que en una familia representan el primer eslabón de la cadena de una genealogía, capaz de marcar y orientar nuestra fe y hacernos reconocer de dónde venimos”, añadió el obispo delegado para la pastoral familiar.

Por su parte, el vicario del Papa para la Diócesis de Roma, Cardenal Angelo De Donatis, alentó en una carta a que en cada parroquia se lleve a cabo una celebración en la que se rece especialmente por los ancianos, tal y como lo pidió el Papa Francisco.

Con ocasión de esta jornada mundial, el Cardenal De Donatis pidió también que las personas se acerquen a las casas donde viven personas mayores, involucrando a los jóvenes, y entreguen el mensaje del Papa que dirigió para los ancianos.


Mensaje del Papa Francisco

El tema de la primera Jornada Mundial de los abuelos y de las personas mayores es: “Yo estoy contigo todos los días”, es una frase de Jesús narrada en el Evangelio de San Mateo.

En el texto, el Santo Padre alienta a las personas ancianas a proclamar el Evangelio a las jóvenes generaciones “no importa la edad que tengas, si sigues trabajando o no, si estás solo o tienes una familia, si te convertiste en abuela o abuelo de joven o de mayor, si sigues siendo independiente o necesitas ayuda, porque no hay edad en la que puedas retirarte de la tarea de anunciar el Evangelio, de la tarea de transmitir las tradiciones a los nietos. Es necesario ponerse en marcha y, sobre todo, salir de uno mismo para emprender algo nuevo”, dijo.

Además, el Papa reconoció que actualmente “es un momento difícil” porque “la pandemia ha sido una tormenta inesperada y violenta, una dura prueba que ha golpeado la vida de todos, pero que a nosotros mayores nos ha reservado un trato especial, un trato más duro”.

“Muchos de nosotros se han enfermado, y tantos se han ido o han visto apagarse la vida de sus cónyuges o de sus seres queridos. Muchos, aislados, han sufrido la soledad durante largo tiempo”, reconoció el Papa Francisco.

Sin embargo, el Santo Padre destacó la importancia de que se realice por primera vez en este año “después de un largo aislamiento y una reanudación todavía lenta de la vida social” y pidió que “cada abuelo, cada anciano, cada abuela, cada persona mayor -sobre todo los que están más solos- reciba la visita de un ángel”.

En esta línea, el Pontífice recordó que “Jesús dice a los Apóstoles: Vayan, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a cumplir todo lo que yo les he mandado’ y añadió que “estas palabras se dirigen también hoy a nosotros y nos ayudan a comprender mejor que nuestra vocación es la de custodiar las raíces, transmitir la fe a los jóvenes y cuidar a los pequeños”.

“Pido al Señor que, gracias también a su ejemplo, cada uno de nosotros ensanche su corazón y lo haga sensible a los sufrimientos de los más pequeños, y capaz de interceder por ellos. Que cada uno de nosotros aprenda a repetir a todos, y especialmente a los más jóvenes, esas palabras de consuelo que hoy hemos oído dirigidas a nosotros: ‘Yo estoy contigo todos los días’. Adelante y ánimo. Que el Señor los bendiga”, escribió el Papa.

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