sábado, 29 de junio de 2024

HOY CELEBRAMOS LA SOLEMNIDAD DE SAN PEDRO Y SAN PABLO, 29 DE JUNIO

 



Hoy celebramos la Solemnidad de San Pedro y San Pablo, el día del Papa

29 de junio de 2024


Cada 29 de junio se celebra la Solemnidad de San Pedro y San Pablo Apóstoles. Ellos son las dos monumentales figuras sin las cuales la Iglesia Católica, fundada por Cristo, no hubiese podido organizarse ni cobrar la forma que ha adquirido a lo largo de los siglos. Por eso, con toda justicia, a Pedro y a Pablo se les considera sus “pilares” o “columnas”.

Además, dado que ambos apóstoles fueron quienes fundaron la Iglesia de Roma, centro de la cristiandad, esta solemnidad es también “el día del Papa”.


Un día sagrado

Llamar a estos santos mártires “pilares” de la Iglesia no es gratuito. Sobre ellos descansa el “peso” del rebaño de Cristo que peregrina en el mundo como si de columnas de un edificio se tratase. Sin ellos, el “edificio” se vendría abajo. Con ellos, siempre hay equilibrio o balance. Así lo aclara San Agustín en uno de sus sermones:

“El día de hoy es para nosotros sagrado, porque en él celebramos el martirio de los santos apóstoles Pedro y Pablo… Es que ambos eran en realidad una sola cosa aunque fueran martirizados en días diversos”.


Una sola Iglesia: un solo anuncio

En consecuencia, siguiendo al Obispo de Hipona, recordamos también que la unidad de la Iglesia se selló con la sangre del martirio. El primero en derramarla fue Nuestro Señor Jesucristo, quien quiso compartir su sacrificio de amor con los hombres, de la misma manera como puso en manos humanas la misión de conducir la barca que es la Iglesia: así, el Apóstol Pedro fue elegido por Cristo: “Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia” (Mt 16, 18).

Y es que la obra de Dios requiere de la cooperación humana. Pedro es entonces “la roca” humilde que sirve de base al Cuerpo Místico de Cristo. Por esta razón, el Papa, Sucesor de Pedro y Vicario de Cristo en la tierra, es principio y fundamento visible de unidad, tanto de los obispos como de la multitud de fieles. El Obispo de Roma, el Papa, es Pastor de toda la Iglesia y tiene potestad plena, suprema y universal. Hoy se festeja, en particular, a quien encarna esa misión en la actualidad, el Sumo Pontífice Papa Francisco.

Asimismo, en armonía con lo expresado desde antiguo por los fieles, hoy celebramos a San Pablo, el ‘Apóstol de los gentiles’: quien fuera por un tiempo perseguidor de cristianos, y que después daría un vuelco total de vida, convirtiéndose él después en el más ardoroso evangelizador, entregado a esa misión sin reservas.


Pedro y Pablo: el sello de la unidad

Tal como recordó el Papa Benedicto XVI en el año 2012: “La tradición cristiana siempre ha considerado inseparables a San Pedro y a San Pablo: juntos, en efecto, representan todo el Evangelio de Cristo… Aunque humanamente muy diferentes el uno del otro, y a pesar de que no faltaron conflictos en su relación, han constituido un modo nuevo de ser hermanos, vivido según el Evangelio, un modo auténtico hecho posible por la gracia del Evangelio de Cristo que actuaba en ellos. Sólo el seguimiento de Jesús conduce a la nueva fraternidad”.

Pidamos a estos dos santos apóstoles que intercedan por la fidelidad de todos los miembros de la Iglesia. 

CONOCE A SAN PEDRO Y SAN PABLO - 29 DE JUNIO





  

domingo, 23 de junio de 2024

EL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 23 DE JUNIO DE 2024

 


 Domingo 12 (B) del tiempo ordinario

Domingo 23 de junio de 2024



1ª Lectura (Job 38,1.8-11): El Señor habló a Job desde la tormenta: «¿Quién cerró el mar con una puerta, cuando salía impetuoso del seno materno, cuando le puse nubes por mantillas y nieblas por pañales, cuando le impuse un límite con puertas y cerrojos, y le dije: ‘Hasta aquí llegarás y no pasarás; aquí se romperá la arrogancia de tus olas’?».



Salmo responsorial: 106

R/. Dad gracias al Señor, porque es eterna su misericordia.

Entraron en naves por el mar, comerciando por las aguas inmensas. Contemplaron las obras de Dios, sus maravillas en el océano.


Él habló y levantó un viento tormentoso, que alzaba las olas a lo alto; subían al cielo, bajaban al abismo, el estómago revuelto por el marco.


Pero gritaron al Señor en su angustia, y los arrancó de la tribulación. Apaciguó la tormenta en suave brisa, y enmudecieron las olas del mar.


Se alegraron de aquella bonanza, y él los condujo al ansiado puerto. Dad gracias al Señor por su misericordia, por las maravillas que hace con los hombres.

2ª Lectura (2Cor 5,14-17): Nos apremia el amor de Cristo, al considerar que, si uno murió por todos, todos murieron. Cristo murió por todos, para que los que viven ya no vivan para sí, sino para el que murió y resucitó por ellos. Por tanto, no valoramos a nadie según la carne. Si alguna vez juzgamos a Cristo según la carne, ahora ya no. El que es de Cristo es una criatura nueva. Lo antiguo ha pasado, lo nuevo ha comenzado.

Versículo antes del Evangelio (Lc 7,16): Aleluya. Un gran profeta se ha levantado entre nosotros, Dios ha visitado a su pueblo. Aleluya.

Texto del Evangelio (Mc 4,35-41): Un día, al atardecer, Jesús dijo a los discípulos: «Pasemos a la otra orilla». Despiden a la gente y le llevan en la barca, como estaba; e iban otras barcas con Él. En esto, se levantó una fuerte borrasca y las olas irrumpían en la barca, de suerte que ya se anegaba la barca. Él estaba en popa, durmiendo sobre un cabezal. Le despiertan y le dicen: «Maestro, ¿no te importa que perezcamos?». Él, habiéndose despertado, increpó al viento y dijo al mar: «¡Calla, enmudece!». El viento se calmó y sobrevino una gran bonanza. Y les dijo: «¿Por qué estáis con tanto miedo? ¿Cómo no tenéis fe?». Ellos se llenaron de gran temor y se decían unos a otros: «Pues ¿quién es éste que hasta el viento y el mar le obedecen?».




«Maestro, ¿no te importa que perezcamos?»

Rev. D. Antoni CAROL i Hostench

(Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España)


Hoy -en estos tiempos de «fuerte borrasca»- nos vemos interpelados por el Evangelio. La humanidad ha vivido dramas que, como olas violentas, han irrumpido sobre hombres y pueblos enteros, particularmente durante el siglo XX y los albores del XXI. Y, a veces, nos sale del alma preguntarle: «Maestro, ¿no te importa que perezcamos?» (Mc 4,38); si Tú verdaderamente existes, si Tú eres Padre, ¿por qué ocurren estos episodios?

Ante el recuerdo de los horrores de los campos de concentración de la II Guerra Mundial, el Papa Benedicto se pregunta: «¿Dónde estaba Dios en esos días? ¿Por qué permaneció callado? ¿Cómo pudo tolerar este exceso de destrucción?». Una pregunta que Israel, ya en el Antiguo Testamento, se hacía: «¿Por qué duermes? (…). ¿Por qué nos escondes tu rostro y olvidas nuestra desgracia?» (Sal 44,24-25).

Dios no responderá a estas preguntas: a Él le podemos pedir todo menos el porqué de las cosas; no tenemos derecho a pedirle cuentas. En realidad, Dios está y está hablando; somos nosotros quienes no estamos [en su presencia] y, por tanto, no oímos su voz. «Nosotros -dice Benedicto XVI- no podemos escrutar el secreto de Dios. Sólo vemos fragmentos y nos equivocamos si queremos hacernos jueces de Dios y de la historia. En ese caso, no defenderíamos al hombre, sino que contribuiríamos sólo a su destrucción».

En efecto, el problema no es que Dios no exista o que no esté, sino que los hombres vivamos como si Dios no existiera. He aquí la respuesta de Dios: «¿Por qué estáis con tanto miedo? ¿Cómo no tenéis fe?» (Mc 4,40). Eso dijo Jesús a los apóstoles, y lo mismo le dijo a santa Faustina Kowalska: «Hija mía, no tengas miedo de nada, Yo siempre estoy contigo, aunque te parezca que no esté».

No le preguntemos, más bien recemos y respetemos su voluntad y…, entonces habrá menos dramas… y, asombrados, exclamaremos: «¿Quién es éste que hasta el viento y el mar le obedecen?» (Mc 4,41). -Jesús, en ti confío!

IMÁGENES DE SAN JUAN BAUTISTA










  

MIEDO A CREER - COMENTARIO DEL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 23 DE JUNIO DE 2024

 




MIEDO A CREER

Los hombres preferimos casi siempre lo fácil y nos pasamos la vida tratando de eludir aquello que exige verdadero riesgo y sacrificio. Retrocedemos o nos encerramos en la pasividad cuando descubrimos las exigencias y luchas que lleva consigo vivir con cierta hondura.

Nos da miedo tomar en serio nuestra vida asumiendo la propia existencia con responsabilidad total. Es más fácil «instalarse» y «seguir tirando», sin atrevernos a afrontar el sentido último de nuestro vivir diario.

Cuántos hombres y mujeres viven sin saber cómo, por qué ni hacia dónde. Están ahí. La vida sigue, pero, de momento, que nadie los moleste. Están ocupados por su trabajo, al atardecer les espera su programa de televisión, las vacaciones están ya próximas. ¿Qué más hay que buscar?

Vivimos tiempos difíciles, y de alguna manera hay que defenderse. Y entonces cada uno se va buscando, con mayor o menor esfuerzo, el tranquilizante que más le conviene, aunque dentro de nosotros se vaya abriendo un vacío cada vez más inmenso de falta de sentido y de cobardía para vivir nuestra existencia en toda su hondura.

Por eso, los que fácilmente nos llamamos creyentes deberíamos escuchar con sinceridad las palabras de Jesús: «¿Por qué sois tan cobardes? ¿Aún no tenéis fe?». Quizá nuestro mayor pecado contra la fe, lo que más gravemente bloquea nuestra acogida del evangelio, sea la cobardía. Digámoslo con sinceridad. No nos atrevemos a tomar en serio todo lo que el evangelio significa. Nos da miedo escuchar las llamadas de Jesús.

Con frecuencia se trata de una cobardía oculta, casi inconsciente. Alguien ha hablado de la «herejía disfrazada» (Maurice Bellet) de quienes defienden el cristianismo incluso con agresividad, pero no se abren nunca a las exigencias más fundamentales del evangelio.

Entonces el cristianismo corre el riesgo de convertirse en un tranquilizante más. Un conglomerado de cosas que hay que creer, cosas que hay que practicar y defender. Cosas que, «tomadas en su medida», hacen bien y ayudan a vivir.

Pero entonces todo puede quedar falseado. Uno puede estar viviendo su «propia religión tranquilizante», no muy alejada del paganismo vulgar, que se alimenta de confort, dinero y sexo, evitando de mil maneras el «peligro supremo» de encontrarnos con el Dios vivo de Jesús, que nos llama a la justicia, la fraternidad y la cercanía a los pobres.

 Evangelio Comentado por:

José Antonio Pagola

Mc (4,35-40):

PAPA FRANCISCO: JESÚS NO NOS ABANDONA NUNCA Y NOS AYUDA A ENFRENTAR LAS CONTRARIEDADES

 


 

Papa Francisco: Jesús no nos abandona nunca y nos ayuda a enfrentar las contrariedades

Por David Ramos

23 de junio de 2024



En sus palabras previas al rezo del Ángelus hoy en la Plaza de San Pedro, en el Vaticano, el Papa Francisco aseguró que “Jesús no nos ahorra las contrariedades pero, sin abandonarnos nunca, nos ayuda a afrontarlas”.

Desde el balcón del Palacio Apostólico, este mediodía, el Santo Padre recordó que “hoy el Evangelio nos presenta a Jesús en la barca con los discípulos, en el lago de Tiberíades. De repente llega una fuerte tormenta y la barca corre peligro de hundirse. Jesús, que estaba durmiendo, se despierta, amenaza al viento y todo vuelve a la calma”.

“En realidad no se despierta, lo despiertan. Había tanto miedo que los discípulos despiertan a Jesús”, precisó.

El Papa luego señaló que apenas “la noche anterior, Jesús mismo había dicho a los discípulos que subieran a la barca y cruzaran el lago. Eran expertos, eran pescadores y ése era su ambiente de vida; pero una tormenta podía ponerles en dificultades”.

“Parece que Jesús quiere ponerlos a prueba”, indicó el Santo Padre. “Sin embargo, no los deja solos, se queda con ellos en la barca, tranquilo, es más, incluso duerme. Y cuando estalla la tormenta, con su presencia los tranquiliza, los anima, los incita a tener más fe y los acompaña más allá del peligro”.

“¿Por qué Jesús se comporta así?”, planteó el Papa. “Para fortalecer la fe de los discípulos y para hacerlos más valientes”.

“Ellos, los discípulos, en efecto, salen de esta experiencia más conscientes del poder de Jesús y de su presencia en medio de ellos y, por tanto, más fuertes y dispuestos a afrontar otros obstáculos y dificultades, incluido el miedo a aventurarse a proclamar el Evangelio. Habiendo superado esta prueba con Él, sabrán afrontar muchas otras, incluso hasta la cruz y el martirio, para llevar el Evangelio a todos los pueblos”.

El Papa Francisco aseguró entonces que “también con nosotros Jesús hace lo mismo, particularmente en la Eucaristía: nos reúne en torno a Sí, nos da Su Palabra, nos alimenta con su Cuerpo y su Sangre, y luego nos invita a ponernos en camino, a transmitir a todos lo que hemos oído y a compartir con todos lo que hemos recibido, en la vida cotidiana, incluso cuando es difícil”.

“Jesús no nos ahorra las contrariedades pero, sin abandonarnos nunca, nos ayuda a afrontarlas. Nos hace valerosos. Así también nosotros, superándolas con su ayuda, aprendemos cada vez más a abrazarnos a Él, a confiar en su poder, que va más allá de nuestras capacidades, a superar incertidumbres y dudas, cerrazones y prejuicios”.

“Y esto debemos hacerlo con valentía y grandeza de corazón, para decir a todos que el Reino de los Cielos está presente, está aquí, y que con Jesús a nuestro lado podemos hacerlo crecer juntos, más allá de todas las barreras”, señaló.

A continuación, el Santo Padre alentó a que nos preguntemos: “en los momentos de prueba, ¿soy capaz de hacer memoria de los momentos de mi vida en los que he experimentado la presencia y la ayuda del Señor? Cuando llega alguna tormenta, ¿me dejo arrollar por la agitación, o me aferro a Él en estas tormentas interiores, ¿no?, y me aferro a Él para encontrar la calma y la paz en la oración, en el silencio, en la escucha de la Palabra, en la adoración y en el compartir fraterno de la fe?”.

Al concluir su mensaje, el Papa Francisco pidió “que la Virgen María, que aceptó la voluntad de Dios con humildad y valentía, nos conceda, en los momentos difíciles, la serenidad del abandono en Él”.

MARTÍN VALVERDE INFORMA DEL FALLECIMIENTO DE SU HIJO PABLO

 



Martín Valverde informa del fallecimiento de su hijo Pablo

Por Walter Sánchez Silva

22 de junio de 2024


El famoso cantautor católico Martín Valverde informó este sábado 22 de junio del fallecimiento de su hijo Pablo, quien en junio del año pasado había sido diagnosticado con leucemia, un tipo de cáncer de la sangre.

“Con la mezcla de sentimientos que causan estos momentos en nuestra vida, les compartimos que nuestro hijo Pablo hoy ha vivido su Pascua y ya está con Jesús en la casa del padre”, escribió Martín Valverde en su cuenta de la red social X (antes Twitter).

“El dolor está presente, pero lo envuelve a la esperanza, de corazón gracias totales a los que oraron estuvieron hicieron todo por apoyarlos. Dios los bendiga este soldado finalmente descansa”, agregó.

Martín Valverde concluyó su publicación con la cita bíblica de 2 Timoteo 4,7-8: “He peleado hasta el fin el buen combate, concluí mi carrera, conservé la fe. Y ya está preparada para mí la corona de justicia, que el Señor, como justo Juez, me dará en ese Día, y no solamente a mí, sino a todos los que hay aguardado con amor su Manifestación”.

Hace algunos años, en 2017, el famoso cantautor de temas como "Nadie te ama como yo" sufrió un grave accidente automovilístico junto a su esposa Elizabeth (Lizzy) y su hijo Pablo, quien resultó gravemente afectado.

En aquella oportunidad Martín Valverde pidió oraciones la su recuperación de su, menor hijo, quien se llevó la peor parte en el accidente.

Originario de Costa Rica, Martín Valverde radica actualmente en Guadalajara (México). Sus otros dos hijos con Martín Gerardo y Daniela. 


QUIERO QUE ME ENSEÑES A REZAR, SANTA MARÍA


 QUIERO QUE ME ENSEÑES A REZAR, SANTA MARÍA 

FELIZ DOMINGO!!!

 





domingo, 9 de junio de 2024

LAS 12 PROMESAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

 



Las 12 promesas del Sagrado Corazón de Jesús

Jesús promete derramar abundantes bendiciones y con una generosidad verdadera a quien honre a Su Divino Corazón

Rev. Irenaeus Schoenherr, O.F.M.



Santa María Margarita de Alacoque, en sus escritos, insiste una y otra vez en el deseo ardiente que tiene Jesús en derramar bendiciones con una generosidad verdadera a quien honre a Su Divino Corazón

Estas promesas están dirigidas a todo tipo de personas: a las fervorosas, a las tibias y sobre todo a los pecadores. Abraza a todas las condiciones de vida: sacerdotes, religiosos y seglares. Prometen alivio a los afligidos, resistencia a la tentación, consuelo a los afligidos, paz a las familias, bendiciones en el hogar, el éxito en nuestras empresas, la misericordia al pecador, alta santidad a las almas fervorosas, valor para los corazones fríos. También prometen gran poder a los sacerdotes y consagrados para ablandar los corazones más endurecidos. Prometen fuerza y valor en nuestro lecho de muerte, y nos hablan del don inestimable de la perseverancia final y de un refugio en el Corazón de Jesús en el último momento de vida.

En las palabras brillantes de Santa Margarita María las promesas encierran el misterio del amor de Dios:

"Jesús me mostró cómo esta devoción es, por así decirlo, el esfuerzo final de su amor, el último invento de su caridad ilimitada"

A continuación, explicaremos una por una el significado de las 12 promesas que nuestro Señor dejó a los devotos de su Sagrado Corazón





1.- "Daré a las almas devotas, todas las gracias necesarias para su estado de vida".

Los deberes de nuestra vida diaria son numerosas y a menudo bastante difíciles. Dios nos concede, en respuesta a la oración y la recepción frecuente de los sacramentos, todas las gracias necesarias para nuestro estado de vida. Hay también gracias extraordinarias que se encuentran fuera de la acción normal de la Providencia de Dios, gracias que Él da a sus amigos especiales. Estas son las gracias más eficaces, las más abundantemente dadas a los devotos del Sagrado Corazón.



2.- "Voy a establecer la paz en sus hogares".

"La paz es la tranquilidad del orden, la serenidad de la mente, con sencillez de corazón, es el vínculo de la caridad". (San Agustín) Fue la primera cosa que los ángeles desearon a los hombres en el nacimiento de Jesús. Nuestro Señor mismo ordenó a sus discípulos que dieran la paz: "En cualquier casa donde entréis, decid primero: ¡Paz a esta casa" (Lucas 10,5)

En el Corazón de Jesús se encuentra la verdadera paz, que hace que la casa sea su reflejo y el anticipo de nuestro hogar celestial



3.- "Voy a consolarlos en todas sus aflicciones"

El deseo de consolar a los tristes es la marca de un corazón noble y amable. El Sagrado Corazón es el más noble y generoso de los corazones, tanto humano como divino. ¿Cómo nos consuela? No necesariamente liberándonos de la tristeza y aflicción. Él conoce, el valor inmensurable de la cruz y por medio de ella, tenemos que expiar nuestros pecados. Por su gracia, Él hace lo que lo doloroso sea tolerable.

"Yo siempre les hablo con toda franqueza y tengo sobrados motivos para gloriarme de ustedes. Esto me llena de consuelo y me da una inmensa alegría en medio de todas las tribulaciones" (2 Cor. 7,4)



4.- "Voy a ser su refugio seguro en la vida, y sobre todo en la hora de la muerte".

"Uno de los soldados abrió el costado de Jesús con una lanza, y al instante salió sangre y agua." (Juan 19,34)

El costado de Cristo se abrió para demostrar que la Divina Providencia quiso que todos los hombres encontrasen en su Corazón Divino un refugio seguro contra los enemigos de nuestra salvación. En su Corazón podemos encontrar protección, fuerza en nuestra fragilidad, la perseverancia en nuestra inconstancia, refugio seguro en los peligros, fatigas de la vida y en la hora de la muerte.



5.- "Voy a conceder abundantes bendiciones sobre todo a sus empresas temporales y espirituales".

Dios es amor. Él está dispuesto a dar a sus hijos abundantes bendiciones temporales, siempre que no pongan en peligro nuestros intereses eternos. Su especial Providencia protege y vela por los devotos al Sagrado Corazón con gran amor y ternura. Sin embargo, no debemos desanimarnos si nuestras oraciones, pidiendo favores temporales, no son contestadas siempre, porque Dios siempre pone nuestro bien eterno antes de nuestro bien temporal.



6.- "Los pecadores encontrarán en Mi Corazón la fuente y el océano infinito de la misericordia"

La redención es el drama inmortal de la misericordia de Dios; y nuestro Divino Redentor es, por así decirlo, la Misericordia de Dios Encarnado. "…porque en Él se encuentra la misericordia y la redención en abundancia" (Sal. 129,7)


En la tierra, el Corazón de Jesús estaba lleno de misericordia hacia todos. Ahora en su humanidad glorificada en el cielo, Jesús sigue mostrando Su misericordia sin límites, "viviendo siempre para interceder por nosotros." (Heb. 7,25)



7.- "Las almas tibias se harán fervorosas"

La tibieza es un estado moribundo y lánguido del alma que ha perdido su interés en la religión. El Espíritu Santo expresa disgusto profundo para un alma así:

"Conozco tus obras: no eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente! Por eso, porque eres tibio, te vomitaré de mi boca." (Ap 3,15-16)

El único remedio para la tibieza es la devoción al Sagrado Corazón, que vino "a traer fuego sobre la tierra", es decir, para inspirar a los corazones fríos y tibios con un nuevo temor y el amor de Dios.



8.- "Las almas fervorosas alcanzarán mayor perfección".

La mayor perfección es la recompensa que Jesús otorga a los devotos fervientes de su Divino Corazón; esta devoción tiene, como su fruto especial, transformarnos en gran semejanza a Nuestro Señor. Esto enciende en nuestros corazones el fuego del amor divino, que, como dice San Pablo: "es el vínculo de la perfección." (Col 3,14)

A través de la devoción al amor del Sagrado Corazón, se dará paso a un celo ardiente por igualar nuestros intereses a los de Jesús



9.- "Bendeciré a cada lugar en el que se exponga y se venere una imagen de mi sagrado corazón".

Las imágenes religiosas son una poderosa y atractiva fuente de inspiración. El Sagrado Corazón es un libro abierto en el que podemos leer el infinito amor de Jesús hacia nosotros en su pasión y muerte. Nos muestra su Corazón, cortado y abierto por la lanza, todo resplandeciente como un horno ardiente de amor, cuyas llamas aparecerán brotando desde la parte superior. Está rodeado de espinas, el angustiante golpe de amor ignorado. Quizás esto siempre nos impulse a los actos de amor y de generosidad.



10.- "Daré a los sacerdotes y a todos aquellos que se ocupan de la salvación de las almas, el don de tocar los corazones más endurecidos".

La conversión de un pecador ocurre a veces por gracias extraordinarias. Dios nunca va a forzar a la libre voluntad de un ser humano. Pero Él puede otorgar gracias con las cuales impulsa al pecador a vencer la actitud rebelde que tienen las almas pecadoras más obstinadas. Esto, entonces, es lo que ocurre en el caso de los sacerdotes que están animados con gran devoción al Sagrado Corazón.



11.- "Los que propaguen esta devoción tendrán sus nombres escritos en Mi Corazón, y nunca serán borrados".

Esta promesa otorga a los promotores de la devoción al Sagrado Corazón una recompensa maravillosa: "tendrán sus nombres escritos en mi Corazón". Estas palabras implican una amistad fuerte y fiel de Cristo mismo, y nos presenta el "Libro de la Vida" de San Juan: "No voy a borrar su nombre del libro de la vida." (Ap 3,5)



12.- "A los que comulguen el primer viernes de cada mes, durante nueve meses consecutivos, le concederé la gracia de la perseverancia final".

Esta promesa contiene una gran recompensa, que es nada más y nada menos que el cielo eterno. "La perseverancia final es un don gratuito de la bondad de Dios, y no puede ser merecido como un derecho adquirido por cualquier acto individual que hagamos" (Concilio de Trento) Se da como la recompensa por una serie de actos continuos hasta el final: "El que persevere hasta el final se salvará" (Mat. 10,22). 




LOS 5 ENEMIGOS QUE TE ROBAN LA PAZ

Los 5 enemigos que te roban la paz


1- La Preocupación

La preocupación hace que el problema se convierte en un foco, en el cual se centra toda la atención. Cuando alguien está preocupado no puede dejar de pensar en la situación que está viviendo.

La preocupación es un enemigo que roba la paz, trae miedo, inseguridad y puede llegar a afectar la salud, tanto física como mental.

El mejor remedio para la preocupación se encuentra en Filipenses 4:6, que dice: «Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias.

2- La Culpa

Cuando se ha cometido algún pecado, el sentimiento de culpa puede hacer que una persona pierda su paz y se aleje de Dios. Lo mejor que se puede hacer es confesar la falta y pedir perdón; una vez el pecador se arrepiente Dios se encarga de perdonarlo y limpiarlo de su pecado.

«Pero si reconocemos ante Dios que hemos pecado, podemos estar seguros de que él, que es justo, nos perdonará y nos limpiará de toda maldad», (1 Juan 1:9).

3- La Ansiedad

Cuando alguien pasa por un problema, el deseo por resolver la situación puede generarle mucha ansiedad; una persona ansiosa siente angustia y se desespera por tomar el control de la situación.

El Señor tiene una palabra para todos los que están ansiosos: «Depositen en él toda ansiedad, porque él cuida de ustedes», (1 Pedro 5:7).

4- El Miedo

El temor suele ser uno de los principales enemigos de la paz; genera inseguridad y se convierte en un obstáculo para la fe. La única forma de enfrentar el temor es con ayuda de la Palabra de Dios.

«Cuando siento miedo, confío en ti, mi Dios, y te alabo por tus promesas; Confío en ti, mi Dios, y ya no siento miedo. ¡Nadie podrá hacerme daño jamás!», (Salmos 56:3).

5- La incredulidad

Sin fe no hay paz; es por ello que en medio de una situación adversa, puede faltar todo menos la fe.

La fe es la única garantía de tener paz porque reafirma la confianza y la seguridad de que Dios va obrar en medio del problema.

«E inmediatamente el padre del muchacho clamó y dijo: Creo; ayuda mi incredulidad», Marcos 9:24. En esos momentos cuando llega la incredulidad Dios es el único que puede ayudarle a confiar.

«Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús», (Filipenses 4:7). 

LA DEVOCIÓN AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

 



La devoción al Corazón de Jesús


El viernes, después del domingo del Corpus, celebra la Iglesia la solemnidad litúrgica del Sagrado Corazón de Jesús. La fiesta litúrgica comenzó en 1675, al principio en pocos lugares, después en la Iglesia universal. El motivo último estuvo en las apariciones a santa Margarita María de Alacoque. Pero la devoción al Corazón de Jesús ya la vivían muchos santos desde varios siglos antes.

 

Para nosotros, en la vida normal, la palabra “corazón” no indica sólo una parte de nuestro cuerpo, sino también el centro de las emociones y sentimientos. En el tiempo de Jesús significaba un centro más total, incluidos los pensamientos y deseos. Pero entonces y ahora hablar de una persona con buen corazón es hablar del amor. Así llamamos a una persona que es “cordial”.

 

Por lo tanto la devoción al Corazón de Jesús es sobre todo devoción a su amor. El corazón, más que algo material, es algo simbólico del amor de esa persona, que en el caso de Jesús es hombre real, pero es al mismo tiempo Dios. Al pensar en el Corazón de Jesús, pensamos en la persona más noble y tierna, en Jesús, que es el más amable y digno de ser amado.

 

La devoción al Corazón de Jesús es la devoción a su persona bajo el aspecto principal de su amor. Por eso, al representar en imagen el Corazón de Jesús, no se debe representar el corazón aislado de la persona, sino a la persona de Jesús, en quien se realza su corazón. Este corazón, en las imágenes, tampoco debe tener sólo las características y proporciones del corazón carnal, sino como sublimado. Es decir, que es visible, pero simbólico, porque es emblema del amor.

 

Este año el evangelio nos trae el momento en que del costado de Jesús, ya muerto, brota sangre y agua por la lanzada de aquel soldado. El evangelista, que estaba allí presente, ve en ello un gran simbolismo y por eso da a la escena un gran relieve.

 

La lanzada era como un signo del mal. Jesús ya estaba muerto y no era necesaria; pero aquel soldado mete la lanza en el costado de Cristo. Quizá quería asegurarse de que estuviera realmente muerto. Quizá en parte era un ensañarse contra Él, ya que después de muerto no tenían sentido otras burlas. El hecho es que Jesús, aun muerto, responde al mal con un gran bien.

 

En aquella última sangre con el agua Jesús nos quiere dar la última muestra de su amor. La sangre es figura de su muerte que ha dado para salvar a la humanidad y que sigue dispuesto a volverla a dar. El agua es símbolo del Espíritu que nos transmite. Es la vida de la gracia que nos ofrece, fruto de su muerte y de su gloria ya con el Padre.

 

Con ese símbolo Jesús nos invita a saciarnos de los ríos de gracia que brotarán de su seno y que principalmente están en los sacramentos. Esto es lo que nos quiere decir la Iglesia en esta fiesta del Corazón de Jesús. Es una invitación para acudir a Él y pedirle los frutos del Espíritu, como son: la paz y alegría, el dominio sobre sí, la mansedumbre  y, sobre todo, el amor.

 

Cuando se presentó Jesús ante santa Margarita María de Alacoque, lo hizo quejándose amargamente por el olvido y desprecio de tanta gente a su amor. Y presentó su corazón “que tanto ha amado a los hombres”. Por eso a la santa y a nosotros hoy nos pide, como un acto de devoción, el desagravio a su Corazón. El desagravio es una de las principales características de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús.

 

Existen muchas oraciones y actos de desagravios concretos muy hermosos: oraciones, nueve primeros viernes, letanías, novenas...; pero lo que verdaderamente sirve es el cambio de nuestro corazón. Quizá las oraciones concretas pueden ayudarnos. Si las injurias ofenden a Jesús, nosotros hagamos muchos actos de amor. Y sobre todo cumplamos con lo que sabemos es la voluntad de Dios.

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 P. Silverio Velasco  

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