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domingo, 25 de mayo de 2025
domingo, 11 de mayo de 2025
EL CÁNTICO DE LA ESPERANZA: UNA REFLEXIÓN DEL MAGNÍFICAT
El Cántico de la esperanza: Una reflexión del Magníficat
El Magníficat es un recordatorio de que la esperanza es una fuerza poderosa que puede inspirar cambio y acción.
Por: Redacción | Fuente: Catholic.net
El diálogo entre María y su prima Isabel, narrado en el Evangelio (cf. Lc 1), nos presenta un momento de profunda comunión espiritual. La exclamación de Isabel, “Bendita eres entre las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre”, no solo reconoce la gracia divina en María, sino que también se ha inmortalizado en la oración del “Ave María”. Esta oración, repetida innumerables veces por los fieles, es un acto de salutación y bendición a María, quien es venerada como la portadora de Jesús.
La respuesta de María a la bendición de Isabel es el Magníficat, un cántico que ha resonado a través de los siglos como un himno de esperanza y alabanza. María celebra las “grandes cosas” que el Señor ha hecho en ella, pero su visión trasciende su experiencia personal. Ella contempla la acción de Dios en la historia, proclamando un mundo al revés donde los poderosos son derribados y los humildes exaltados, donde los hambrientos son saciados y los ricos enviados vacíos.
Este cántico, a menudo llamado “el cántico de la esperanza”, puede parecer una descripción utópica, especialmente cuando contrastamos sus palabras con la realidad de la época. Los poderosos, como Herodes, permanecían en sus tronos, y las desigualdades sociales y económicas persistían. Sin embargo, el Magníficat no es simplemente un reflejo de la realidad social de su tiempo, sino una proclamación profética de la visión de Dios para el mundo.
La pregunta que surge es: ¿exagera María al describir un mundo que parece distante de la realidad? La respuesta puede encontrarse en la naturaleza misma de la esperanza. La esperanza cristiana no es una mera expectativa de que las cosas mejorarán; es una confianza activa en las promesas de Dios, independientemente de las circunstancias actuales. Es una invitación a vivir en un estado de anticipación gozosa por la justicia divina que eventualmente prevalecerá.
El Magníficat nos invita a reflexionar sobre nuestra propia percepción de la realidad. ¿Vemos el mundo solo como es, o somos capaces de percibirlo como podría ser bajo la gracia de Dios? María nos desafía a mirar más allá de las apariencias y a confiar en que, a pesar de las injusticias presentes, hay un plan divino en marcha que transformará la realidad de maneras que aún no podemos comprender plenamente.
En última instancia, el Magníficat es un recordatorio de que la esperanza es una fuerza poderosa que puede inspirar cambio y acción. Nos anima a ser agentes de ese cambio, trabajando para construir un mundo más justo y compasivo, alineado con la visión profética de María. Así, cada vez que recitamos el “Ave María”, no solo honramos a la madre de Jesús, sino que también reafirmamos nuestro compromiso con los valores del reino de Dios, donde la justicia, la misericordia y el amor prevalecen sobre todas las cosas.
UNA ORACIÓN EN HONOR A LAS MADRES FALLECIDAS
Amén.
PAPA LEÓN XIV CANTA SU PRIMER REGINA COELI EN LATÍN Y ALIENTA A LOS JÓVENES A NO TENER MIEDO DE SEGUIR A CRISTO
TENEMOS UN BUEN PASTOR - EN ÉL SOMOS UNO - EN CRISTO SOMOS UNO - MEDITACIÓN DEL EVANGELIO DOMINGO 11 DE MAYO DE 2025
Tenemos un Buen Pastor
Así como se ha nombrado el Segundo Domingo de la Pascua “Domingo de la Divina Misericordia”, se llama este Cuarto Domingo de la Pascua “Domingo del Buen Pastor”. Siempre en este domingo leemos parte del discurso del Buen Pastor encontrado en el Evangelio según San Juan.
Hoy hemos leído lo que constituye la conclusión del discurso. La lectura recalca tres temas. Primero, sus ovejas escuchan la voz de Jesús, el Buen Pastor. Eso es, sus seguidores oyen y aceptan sus palabras. Aunque retan (“ustedes también deben lavarse los pies unos a otros”), igualmente consuelan (“No los dejaré huérfanos; volverá a ustedes”). Sea castigando o sea apoyando, la voz del Buen Pastor siempre dice la verdad que nos hace libres.
Segundo, nadie arrebata las ovejas de las manos del Buen Pastor. No es posible porque las ovejas solo siguen su voz. Las ovejas saben que él los guiará a las praderas verdes de la vida eterna. Si alguien ha huido a religiones no cristianas, es porque no ha escuchado la voz del Pastor.
Finalmente, Jesús dice que él y el Padre son uno. La frase no pretende ser prueba que Jesús es Dios. Más bien, indica que los dos, Padre e Hijo, son unidos en el amor. Durante la Última Cena con sus discípulos Jesús orará al Padre que todos sus discípulos sean así unidos: “Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros” (17,21b).
El nuevo papa León XIV es el sucesor de Pedro, quien Jesús eligió para ser su vicario. Como Pedro habló con la voz de Cristo, así tiene que hablar el nuevo papa. Debe pasar fielmente las enseñanzas de Jesús para que no desvíe la gente del camino a la vida. Igualmente necesario, tiene que mantener a todos cerca de él de modo que nadie las arrebate. Esto implica que la gente se sienta su amor. El papa Francisco ganó el afecto del mundo cuando besó al hombre cuyo rostro fue cubierto con tumores. Esperamos que el nuevo papa no falte este género del amor demostrable.
No ha habido grandes números saliendo de creencia en Jesucristo para otras religiones. Sin embargo, muchos cristianos han rechazado al papa como su vicario. Primero los ortodoxos se separaron de la Iglesia Católica. Luego, los evangélicos han negado la autoridad del Obispo de Roma. Muchos de este segundo grupo han aceptado prácticas morales que no corresponden a las de la Iglesia Católica. El nuevo papa debe buscar caminos que unificarán a ellos, por lo menos en obras caritativas y esperanzas como es el caso en la fe y el Bautismo.
Además de ser pastor, el nuevo papa tendrá otros papeles. Así como Pedro, tiene que ser pescador de hombres y mujeres. Como una fuerza moral conocida por casi el mundo entero, tiene que recordar a los líderes nacionales de la necesidad de resolver conflictos con diálogo y compromiso. Uno de los mejores papas en la historia nombró otro papel para el papado. San Gregorio Magno llamó a sí mismo y a todos papas que han ocupado el oficio, “servidor de los servidores de Dios”. Como Cristo y todos cristianos, el papa tiene que servir.
P. Carmelo Mele OP
EL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 11 DE MAYO DE 2025 - IV DOMINGO DE PASCUA, DOMINGO DEL BUEN PASTOR
Domingo 11 de mayo de 2025
1ª Lectura (Hch 13,14.43-52): En aquellos días, Pablo y Bernabé desde Perge siguieron hasta Antioquia de Pisidia; el sábado entraron en la sinagoga y tomaron asiento. Muchos judíos y prosélitos practicantes se fueron con Pablo y Bernabé, que siguieron hablando con ellos, exhortándolos a ser fieles a la gracia de Dios. El sábado siguiente, casi toda la ciudad acudió a oír la palabra de Dios. Al ver el gentío, a los judíos les dio mucha envidia y respondían con insultos a las palabras de Pablo.
Entonces Pablo y Bernabé dijeron sin contemplaciones: «Teníamos que anunciaros primero a vosotros la palabra de Dios; pero como la rechazáis y no os consideráis dignos de la vida eterna, sabed que nos dedicamos a los gentiles. Así nos lo ha mandado el Señor: ‘Yo te haré luz de los gentiles, para que lleves la salvación hasta el extremo de la tierra’».
Cuando los gentiles oyeron esto, se alegraron y alababan la palabra del Señor; y los que estaban destinados a la vida eterna creyeron. La palabra del Señor se iba difundiendo por toda la región. Pero los judíos incitaron a las señoras distinguidas y devotas y a los principales de la ciudad, provocaron una persecución contra Pablo y Bernabé y los expulsaron del territorio. Ellos sacudieron el polvo de los pies, como protesta contra la ciudad, y se fueron a Iconio. Los discípulos quedaron llenos de alegría y de Espíritu Santo.
Salmo responsorial: 99
R/. Somos su pueblo y ovejas de su rebaño.
Aclama al Señor, tierra entera, servid al Señor con alegría, entrad en su presencia con vítores.
Sabed que el Señor es Dios: que él nos hizo, y somos suyos, su pueblo y ovejas de su rebaño.
«El Señor es bueno, su misericordia es eterna, su fidelidad por todas las edades».
2ª Lectura (Ap 7,9.14b-17): Yo, Juan, vi una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de toda nación, raza, pueblo y lengua, de pie delante del trono y del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos. Y uno de los ancianos me dijo: «Éstos son los que vienen de la gran tribulación: han lavado y blanqueado sus vestiduras en la sangre del Cordero. Por eso están ante el trono de Dios, dándole culto día y noche en su templo. El que se sienta en el trono acampará entre ellos. Ya no pasarán hambre ni sed, no les hará daño el sol ni el bochorno. Porque el Cordero que está delante del trono será su pastor, y los conducirá hacia fuentes de aguas vivas. Y Dios enjugara las lágrimas de sus ojos».
Versículo antes del Evangelio (Jn 10,14): Aleluya. Yo soy el buen pastor, dice el Señor; yo conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí. Aleluya.
Texto del Evangelio (Jn 10,27-30): En aquel tiempo, dijo Jesús: «Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre y nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre, que me las ha dado, supera a todos y nadie puede arrebatarlas de la mano de mi Padre. Yo y el Padre somos uno».
«Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco»
P. Josep LAPLANA OSB Monje de Montserrat
(Montserrat, Barcelona, España)
Hoy, la mirada de Jesús sobre los hombres es la mirada del Buen Pastor, que toma bajo su responsabilidad a las ovejas que le son confiadas y se ocupa de cada una de ellas. Entre Él y ellas crea un vínculo, un instinto de conocimiento y de fidelidad: «Escuchan mi voz, y yo las conozco y ellas me siguen» (Jn 10,27). La voz del Buen Pastor es siempre una llamada a seguirlo, a entrar en su círculo magnético de influencia.
Cristo nos ha ganado no solamente con su ejemplo y con su doctrina, sino con el precio de su Sangre. Le hemos costado mucho, y por eso no quiere que nadie de los suyos se pierda. Y, con todo, la evidencia se impone: unos siguen la llamada del Buen Pastor y otros no. El anuncio del Evangelio a unos les produce rabia y a otros alegría. ¿Qué tienen unos que no tengan los otros? San Agustín, ante el misterio abismal de la elección divina, respondía: «Dios no te deja, si tú no le dejas»; no te abandonará, si tu no le abandonas. No des, por tanto, la culpa a Dios, ni a la Iglesia, ni a los otros, porque el problema de tu fidelidad es tuyo. Dios no niega a nadie su gracia, y ésta es nuestra fuerza: agarrarnos fuerte a la gracia de Dios. No es ningún mérito nuestro; simplemente, hemos sido “agraciados”.
La fe entra por el oído, por la audición de la Palabra del Señor, y el peligro más grande que tenemos es la sordera, no oír la voz del Buen Pastor, porque tenemos la cabeza llena de ruidos y de otras voces discordantes, o lo que todavía es más grave, aquello que los Ejercicios de san Ignacio dicen «hacerse el sordo», saber que Dios te llama y no darse por aludido. Aquel que se cierra a la llamada de Dios conscientemente, reiteradamente, pierde la sintonía con Jesús y perderá la alegría de ser cristiano para ir a pastar a otras pasturas que no sacian ni dan la vida eterna. Sin embargo, Él es el único que ha podido decir: «Yo les doy la vida eterna» (Jn 10,28).
HOY CELEBRAMOS EL CUARTO DOMINGO DE PASCUA - DOMINGO DEL BUEN PASTOR - 11 DE MAYO DE 2025
HOY CELEBRAMOS EL CUARTO DOMINGO DE PASCUA
Domingo del Buen Pastor
Domingo 11 de mayo de 2025
Hoy, 11 de mayo, la Iglesia celebra el Cuarto Domingo de Pascua, tradicionalmente conocido como el Domingo del Buen Pastor. También hoy se celebra la 62.ª Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones.
Han pasado ya tres semanas desde el Domingo de Resurrección y hoy la Iglesia nos invita a volver sobre la persona de Jesús, a quien el Evangelio presenta “como el verdadero pastor, que defiende, conoce y ama a sus ovejas” (Papa Francisco).
Meditar en Jesús, el Buen Pastor, es reconocer que Él es el centro y razón de ser de la Pascua -‘cincuentena’ como “un solo día”, que prefigura la eternidad una vez vencida la muerte-. Sigamos, pues, con el ánimo al tope durante el resto del Tiempo Pascual. Compartamos el gozo de la resurrección del Señor con quien tengamos cerca. Que a cada día no le falte un ¡Aleluya!
IV Domingo de Pascua: "Mis ovejas escuchan mi voz”
La lectura del Evangelio está tomada del relato de San Juan (Jn 10, 27-30) quien recoge un fragmento del discurso de Jesús, quien se presenta como el buen pastor que es capaz de dar la vida por sus ovejas, porque su amor no tiene medida. Jesús conoce a sus ovejas y ellas lo reconocen: solo Él es capaz de dar la vida eterna.
Jesús pronunciará un discurso en el que se revela cómo es la unidad de Dios con su rebaño. Jesús no es un “pastor asalariado”, es un pastor que ama, y por eso las ovejas lo reconocen. Si algo amenaza a las ovejas, Él las defenderá con su vida. Y ellas conocen a su pastor, como el pastor las conoce a ellas; de la misma manera como el Padre conoce al Hijo, y el hijo al Padre –”El Padre y yo somos uno"-. El Señor es el pastor que habrá de unir al redil y hará de este un solo rebaño. Finalmente Jesús recuerda que su rebaño le ha sido encomendado por el Padre, y que por eso “nadie se lo arrebatará”.
Así se pronunciará el nombre del nuevo Papa en las Misas en México
«¿Cómo podemos escuchar la voz del Señor y reconocerlo? En la predicación de los Apóstoles y de sus sucesores: en ella resuena la voz de Cristo, que llama a la comunión con Dios y a la plenitud de vida, como leemos hoy en el Evangelio de san Juan: «Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy vida eterna y no perecerán jamás, y nadie las arrebatará de mi mano» (Jn 10, 27-28). Sólo el buen Pastor custodia con inmensa ternura a su grey y la defiende del mal, y sólo en él los fieles pueden poner absoluta confianza.» (Papa Benedicto XVI, Regina Caeli, 25 de abril de 2010).
Evangelio según San Juan (Jn 10, 27-30)
En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: "Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy la vida eterna y no perecerán jamás; nadie las arrebatará de mi mano. Me las ha dado mi Padre, y él es superior a todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano del Padre. El Padre y yo somos uno".