viernes, 8 de noviembre de 2013

ORACIÓN A LA VIRGEN MARÍA EN EL TIEMPO DE ADVIENTO


ORACIÓN A LA
 VIRGEN MARÍA EN ADVIENTO

¡Y qué cortos y qué largos se hicieron los nueve meses! Largos para mi cabeza, para el corazón muy breves. Estaba dentro de mí y aunque a Él no le sentía, sentía cómo mi sangre al rozarle sonreía.

Nadie notó en Nazaret lo que estaba sucediendo: que teníamos dos cielos, uno arriba, otro creciendo. ¡Qué envidia me tuvo el cielo durante los nueve meses! El albergó al Dios eterno. Yo tenía al Dios creciente. ¡Qué fácil le fue todo al buen Gabriel! Vino, dio su mensaje y se fue. Se fue sin aclararme nada de nada, y dejó mil preguntas en mis entrañas. ¿Y quién me las responde si miro al cielo? ¿Este Dios que llevo dentro? ¿Dios está en el cielo? ¿El cielo está en Dios? Y yo por los montes llevando a los dos.

Si estaba hecho de carne ¿era carne de cristal? Y Yo pisaba con miedo, no se me fuera a quebrar. Cuando yo respiraba respiraba Él; cuando yo bebía, bebía también el autor del aire, 
del agua y la sed. 

¿Y cómo podría ser Dios tan sencillo si dentro de mí pesaba poco más que un cantarillo? Yo acariciaba mi seno para tocarle, porque Él estaba allí al tiempo que en todas partes. 

¡Qué fácil le fue todo al buen Gabriel! Dijo que es Dios y es hombre, dijo que es hijo y rey...
Ay en lo demás, Señor, puse la fe.

Si yo no hubiera podido engendrar sin ser mujer ¿por qué los hombres desprecian lo más que se puede ser? Los niños de Nazaret corren y saltan conmigo: son como abejas que buscan miel en el rosal florido.

Cuando yo me alimento, Dios de mi vida, ¿sostengo yo tu sangre o Tú la mía? Cuando miro en la fuente el agua clara, pienso que son tus ojos que se adelantan.

No sé qué dijo el ángel de un dolor y una cruz. Sé que en la noche sangro temiendo que seas Tú. Si yo he sido pobre Tú lo serás más. Porque Dios es pobre si es Dios de verdad. 

Las mujeres con envidia contemplan mi gravidez y no saben que soy madre más que de carne, de fe. Cada noche miro al cielo y recuento las estrellas. Falta una y yo lo sé.
¡Pero qué ganas de verla!

José mira y me dice: ¿Cómo estás? ¿Cómo está Él? Le respondo: Yo esperando y Él ardiendo a todo arder. Antes de que Tú vinieras yo vivía en oración. Ahora ya ¿para qué si somos uno, los dos? Cuando llevo hasta mi boca el tierno pan recién hecho, me parece que comulgo la carne que llevo dentro. Esclava soy, esclava fui, pero mis cadenas yo no las rompí: me las dieron rotas cuando nací.

Cuando escucho cómo saltas de gozo dentro de mí, pienso: ¿En un mundo tan triste le dejarán ser feliz? ¿Y Tú, pequeño mío, cómo vas a poder liberar a este mundo que esclavo quiere ser?

Temo que no será fácil, mi amor, que no será fácil ser Salvador. Con mi  “sí” se abrió Dios mismo, y con su “sí”, mis entrañas, y con un “sí” de los dos se abrió el reino de las almas. 

Lo creo y no me lo creo, no me lo puedo creer, pues sé que Él es más que un hombre siendo sólo yo mujer. Si dicen que fe es no ver las cosas con la mirada, yo sé que no he visto a nadie cuando Él llegó a mis entrañas.

LA PERPETUA VIRGINIDAD DE LA VIRGEN MARÍA



LA PERPETUA VIRGINIDAD DE LA VIRGEN MARÍA 
Dogma Mariano

El dogma de la Perpetua Virginidad se refiere a que María fue Virgen antes, durante y perpetuamente después del parto.

"Ella es la Virgen que concebirá y dará a luz un Hijo cuyo nombre será Emanuel" (Cf. Is., 7, 14; Miq., 5, 2-3; Mt., 1, 22-23) (Const. Dogmática Lumen Gentium, 55 - Concilio Vaticano II).

"La profundización de la fe en la maternidad virginal ha llevado a la Iglesia a confesar la virginidad real y perpetua de María incluso en el parto del Hijo de Dios hecho hombre. En efecto, el nacimiento de Cristo "lejos de disminuir consagró la integridad virginal" de su madre. La liturgia de la Iglesia celebra a María como la 'Aeiparthenos', la 'siempre-virgen'." (499 - catecismo de la Iglesia Católica)

EL DOGMA DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN - 8 DE DICIEMBRE


LA INMACULADA CONCEPCIÓN - 8 DE DICIEMBRE
DOGMA MARIANO 

El Dogma de la Inmaculada Concepción establece que María fue concebida sin mancha de pecado original. El dogma fue proclamado por el Papa Pío IX, el 8 de diciembre de 1854, en la Bula Ineffabilis Deus.

"Declaramos, pronunciamos y definimos que la doctrina que sostiene que la Santísima Virgen María, en el primer instante de su concepción, fue por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente en previsión de los méritos de Cristo Jesús, Salvador del genero humano, preservada inmune de toda mancha de culpa original, ha sido revelada por Dios, por tanto, debe ser firme y constantemente creída por todos los fieles."

LA MATERNIDAD DE LA VIRGEN MARÍA - DOGMA MARIANO


LA MATERNIDAD DIVINA DE LA VIRGEN MARÍA
Dogma Mariano 

 Madre de DiosEl dogma de la Maternidad Divina se refiere a que la Virgen María es verdadera Madre de Dios. Fue solemnemente definido por el Concilio de Efeso (año 431). Tiempo después, fue proclamado por otros Concilios universales, el de Calcedonia y los de Constantinopla.

El Concilio de Efeso, del año 431, siendo Papa San Clementino I (422-432) definió:

"Si alguno no confesare que el Emmanuel (Cristo) es verdaderamente Dios, y que por tanto, la Santísima Virgen es Madre de Dios, porque parió según la carne al Verbo de Dios hecho carne, sea anatema."

El Concilio Vaticano II hace referencia del dogma así:

"Desde los tiempos más antiguos, la Bienaventurada Virgen es honrada con el título de Madre de Dios, a cuyo amparo los fieles acuden con sus súplicas en todos sus peligros y necesidades" (Constitución Dogmática Lumen Gentium, 66)

jueves, 7 de noviembre de 2013

IMÁGENES DE LA VIRGEN DE LOURDES














ORACIÓN A NUESTRA SEÑORA DE LOURDES POR LA SALUD DE UN ENFERMO


ORACIÓN PARA PEDIR 
LA SALUD DE LOS ENFERMOS
 A NUESTRA SEÑORA DE LOURDES

¡Oh amabilísima Virgen de Lourdes, Madre de Dios y Madre nuestra! Llenos de aflicción y con lágrimas fluyendo de los ojos, acudimos en las horas amargas de la enfermedad a vuestro maternal corazón, para pediros que derraméis a manos llenas el tesoro de vuestras misericordias sobre nosotros.

Indignos somos por nuestros pecados de que nos escuchéis: pero acordaos, os diré con vuestro siervo San Bernardo, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a Vos haya sido abandonado de Vos.¡Madre tierna! ¡Madre bondadosa! ¡Madre dulcísima! Ya que Dios obra por vuestra mano curaciones sin cuento en la Gruta prodigiosa de Lourdes, sanando tantas víctimas del dolor, guardad también una mirada de bendición para nuestro pobre enfermo… Alcanzadle de vuestro Divino Hijo Jesucristo la deseada salud, si ha de ser para mayor gloria de Dios. Pero  mucho más alcanzadnos a todos el perdón de nuestros pecados, paciencia y resignación en los sufrimientos y sobre todo un amor grande y eterno a nuestro Dios prisionero por nosotros en los Sagrarios. Amén.

Virgen de Lourdes, rogad por nosotros.
Consuelo de los afligidos, rogad por nosotros.
Salud de los enfermos, rogad por nosotros.

Rezar tres Avemarías.

ORACIÓN A MARÍA SANTÍSIMA POR LA SALUD DE LOS ENFERMOS


ORACIÓN A MARÍA SANTÍSIMA
 POR LA SALUD DE LOS ENFERMOS

Oh Virgen María, Salud de los enfermos,
que has acompañado a Jesús en el camino del Calvario
y has permanecido junto a la cruz en la que moría tu Hijo,
participando íntimamente de sus dolores,
acoge nuestros sufrimientos y únelos a los de Él,
para que las semillas esparcidas durante el Jubileo
sigan produciendo frutos abundantes en los años venideros.

Madre misericordiosa, con fe nos volvemos hacia Ti.
Alcánzanos de tu Hijo el que podamos volver pronto,
plenamente restablecidos, a nuestras ocupaciones,
para hacernos útiles al prójimo con nuestro trabajo.
Mientras tanto, quédate junto a nosotros en el momento
de la prueba y ayúdanos a repetir cada día contigo nuestro "sí",
seguros de que Dios sabe sacar de todo mal un bien
más grande.

Virgen Inmaculada, haz que los frutos del Año Jubilar
sean para nosotros y para nuestros seres queridos,
prenda de un renovado empuje en la vida cristiana,
para que en la contemplación del Rostro de Cristo Resucitado
encontremos la abundancia de la misericordia de Dios
y la alegría sin fin del Cielo.
Amén!

miércoles, 6 de noviembre de 2013

CON LA VIRGEN MARÍA, HASTA EL FIN



Con la Virgen María, hasta el fin

Los que me honran,
obtendrán la vida eterna. 
Eclo 24, 31.

La verdadera devoción a María que, según el Vaticano II, consiste en «conocer, amar e imitar sus virtudes», constituye una de las mayores señales de predestinación que pueden encontrarse en una determinada persona; entre otros motivos porque:

1º. Dios ha dispuesto que todas las gracias que han de concederse a los hombres pasen por María, como Mediadora y Dispensadora universal de todas ellas. Por lo mismo, el verdadero devoto de María entra en el plan salvífico de Dios, que lo ha dispuesto libremente así. Y, por el contrario, el que se aparta voluntariamente de María, se aparta, por lo mismo, del plan divino de salvación.

2º. La devoción a María es necesaria para la salvación de todos los que conocen la existencia de María y saben que es obligatoria la devoción a Ella. Ahora bien, el verdadero devoto de María cumple esta obligación y muestra, por lo mismo, que está en camino de salvación, a la que llegará infaliblemente si no abandona esta devoción salvadora. Por el contrario, como dice Juan XXIII, «quien, agitado por las borrascas de este mundo, rehúsa asirse a la mano auxiliadora de María, pone en peligro su salvación».

Y el Rosario es, sin discusión alguna, la más excelente de las devociones marianas, como consta por el testimonio de la misma Virgen, el Magisterio de la Iglesia y su contenido teológico.



CONSAGRACIÓN DEL MUNDO A LA VIRGEN MARÍA

Consagración del mundo a la Virgen María 
SS. Juan Pablo II


1) "¡Mujer, ahí tienes a tu hijo!" (Jn 19, 26).

Mientras se acerca el final de este Año Jubilar,
en el que tú, Madre, nos ha ofrecido de nuevo a Jesús, el fruto bendito de tu purísimo vientre,
el Verbo hecho carne, el Redentor del mundo,
resuena con especial dulzura para nosotros esta palabra suya que nos conduce hacia ti, al hacerte Madre nuestra:

"¡Mujer, ahí tienes a tu hijo!".

Al encomendarte al Apóstol Juan, y con él a los hijos de la Iglesia, más aún a todos los hombres,
Cristo no atenuaba, sino que confirmaba,
su papel exclusivo como Salvador del mundo.

Tú eres esplendor que no ensombrece la luz de Cristo, porque vives en Él y para Él.
Todo en ti es "fiat": Tú eres la Inmaculada, eres transparencia y plenitud de gracia.
Aquí estamos, pues, tus hijos, reunidos en torno a ti
en el alba del nuevo Milenio.

Hoy la Iglesia, con la voz del Sucesor de Pedro,
a la que se unen tantos Pastores provenientes de todas las partes del mundo, busca amparo bajo tu materna protección e implora confiada tu intercesión
ante los desafíos ocultos del futuro.

2. Son muchos los que, en este año de gracia,
han vivido y están viviendo la alegría desbordante de la misericordia que el Padre nos ha dado en Cristo.

En las Iglesias particulares esparcidas por el mundo
y, aún más, en este centro del cristianismo,
muchas clases de personas han acogido este don.
Aquí ha vibrado el entusiasmo de los jóvenes,
aquí se ha elevado la súplica de los enfermos.
Por aquí han pasado sacerdotes y religiosos,
artistas y periodistas, hombres del trabajo y de la ciencia, niños y adultos, y todos ellos han reconocido en tu amado Hijo al Verbo de Dios, encarnado en tu seno.

Haz, Madre, con tu intercesión, que los frutos de este Año no se disipen, y que las semillas de gracia se desarrollen hasta alcanzar plenamente la santidad,
a la que todos estamos llamados.

3. Hoy queremos confiarte el futuro que nos espera,
rogándote que nos acompañes en nuestro camino.
Somos hombres y mujeres de una época extraordinaria, tan apasionante como rica de contradicciones.
La humanidad posee hoy instrumentos de potencia inaudita.
Puede hacer de este mundo un jardín o reducirlo a un cúmulo de escombros.
Ha logrado una extraordinaria capacidad de intervenir en las fuentes mismas de la vida:

Puede usarlas para el bien, dentro del marco de la ley moral, o ceder al orgullo miope de una ciencia que no acepta límites, llegando incluso a pisotear
el respeto debido a cada ser humano.

Hoy, como nunca en el pasado, la humanidad está en una encrucijada.
Y, una vez más, la salvación está sólo y enteramente,
oh Virgen Santa, en tu hijo Jesús.

4. Por esto, Madre, como el Apóstol Juan,
nosotros queremos acogerte en nuestra casa (cf. Jn 19, 27), para aprender de ti a ser como tu Hijo.

"¡Mujer, aquí tienes a tus hijos!"
Estamos aquí, ante ti, para confiar a tus cuidados maternosa nosotros mismos, a la Iglesia y al mundo entero.
Ruega por nosotros a tu querido Hijo, para que nos dé con abundancia el Espíritu Santo, el Espíritu de verdad que es fuente de vida.
Acógelo por nosotros y con nosotros, como en la primera comunidad de Jerusalén, reunida en torno a ti el día de Pentecostés (cf. Hch 1, 14).

Que el Espíritu abra los corazones a la justicia y al amor, guíe a las personas y las naciones hacia una comprensión recíproca y hacia un firme deseo de paz.

Te encomendamos a todos los hombres,
comenzando por los más débiles: a los niños que aún no han visto la luz y a los que han nacido en medio de la pobreza y el sufrimiento; a los jóvenes en busca de sentido, a las personas que no tienen trabajo
y a las que padecen hambre o enfermedad.
Te encomendamos a las familias rotas, a los ancianos que carecen de asistencia y a cuantos están solos y sin esperanza.

5. Oh Madre, que conoces los sufrimientos y las esperanzas de la Iglesia y del mundo, ayuda a tus hijos en las pruebas cotidianas que la vida reserva a cada uno y haz que, por el esfuerzo de todos,
las tinieblas no prevalezcan sobre la luz.

A ti, aurora de la salvación, confiamos nuestro camino en el nuevo Milenio, para que bajo tu guía
todos los hombres descubran a Cristo, luz del mundo y único Salvador, que reina con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. 

Amén.

IMÁGENES DE LA VIRGEN MARÍA DOLOROSA
















martes, 5 de noviembre de 2013

IMAGENES DE LA VIRGEN MARÍA Y SANTA ISABEL















EL MAGNIFICAT


EL MAGNIFICAT

Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador, porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí. Su nombre es Santo y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo, dispersa a los soberbios de corazón. Derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes. A los hambrientos los colma de bienes y a los ricos despide vacíos.

Auxilia a Israel su siervo, acordándose de su santa alianza según lo había prometido a nuestros padres en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en principio ahora y siempre por los siglos de los siglos.

Amen.

domingo, 3 de noviembre de 2013

42.- REINA DE LA PAZ


42.- Reina de la paz

Tan necesaria en nuestros tiempos. Si invocáramos más a María, si rezáramos el rosario con más frecuencia y devoción se acabarían las guerras, todas las guerras. Está prometido. Pero no lo creemos. Seguimos tercamente empeñados en pelear con nuestras piedras, flechas, espadas, cañones y bombas.
A su Hijo se le llama entre otras cosas, Príncipe de la paz. Pues bien, este príncipe, cansado de que no le hagamos caso, nos ha dicho insistentemente: “ Si quieren la paz, hagan lo que Ella les diga”. Él nos ha pedido que recemos el rosario. Dios mismo ha prometido paz a cambio de rosarios.

María es una Reina bellísima, muy poderosa. María es una Madre amorosísima, la mejor de todas. María es la delicia de Dios. María es la flor más bella que ha producido la tierra. Su nombre es dulzura, es miel de colmena. Dios la hizo en molde de diamantes y rubíes, y luego rompió el molde. Le salió hermosísima, adornada de todas las virtudes, con sonrisa celestial. Y, cuando moría en la cruz, nos la regaló. Esa mujer es mi madre bendita...
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...