sábado, 28 de diciembre de 2013

LOS SANTOS INOCENTES


28 de Diciembre
Los Santos Inocentes

Dios hace fracasar los planes de los malvados (S. Biblia).

El Nino JesusHoy celebramos la fiesta de los Niños Inocentes que mandó matar el cruel Herodes.

Nos cuenta el evangelio de San Mateo que unos Magos llegaron a Jerusalén preguntando dónde había nacido el futuro rey de Israel, pues habían visto aparecer su estrella en el oriente, y recordaban la profecía del Antiguo Testamento que decía: "Cuando aparezca una nueva estrella en Israel, es que ha nacido un nuevo rey que reinará sobre todas las naciones" (Números 24, 17) y por eso se habían venido de sus lejanas tierras a adorar al recién nacido.

Dice San Mateo que Herodes se asustó mucho con esta noticia y la ciudad de Jerusalén se conmovió ante el anuncio tan importante de que ahora sí había nacido el rey que iba a gobernar el mundo entero. Herodes era tan terriblemente celoso contra cualquiera que quisiera reemplazarlo en el puesto de gobernante del país que había asesinado a dos de sus esposas y asesinó también a varios de sus hijos, porque tenía temor de que pudieran tratar de reemplazarlo por otro. Llevaba muchos años gobernando de la manera más cruel y feroz, y estaba resuelto a mandar matar a todo el que pretendiera ser rey de Israel. Por eso la noticia de que acababa de nacer un niñito que iba a ser rey poderosísimo, lo llenó de temor y dispuso tomar medidas para precaverse.

Herodes mandó llamar a los especialistas en Biblia (a los Sumos Sacerdotes y a los escribas) y les preguntó en qué sitio exacto tenía que nacer el rey de Israel que habían anunciado los profetas. Ellos le contestaron: "Tiene que ser en Belén, porque así lo anunció el profeta Miqueas diciendo: "Y tú, Belén, no eres la menor entre las ciudades de Judá, porque de ti saldrá el jefe que será el pastor de mi pueblo de Israel" (Miq. 5, 1).

Nacimiento de nuestro SeñorEntonces Herodes se propuso averiguar bien exactamente dónde estaba el niño, para después mandar a sus soldados a que lo mataran. Y fingiendo todo lo contrario, les dijo a los Magos: - "Vayan y se informan bien acerca de ese niño, y cuando lo encuentren vienen y me informan, para ir yo también a adorarlo". Los magos se fueron a Belén guiados por la estrella que se les apareció otra vez, al salir de Jerusalén, y llenos de alegría encontraron al Divino Niño Jesús junto a la Virgen María y San José; lo adoraron y le ofrecieron sus regalos de oro, incienso y mirra.

Y sucedió que en sueños recibieron un aviso de Dios de que no volvieran a Jerusalén y regresaron a sus países por otros caminos, y el pérfido Herodes se quedó sin saber dónde estaba el recién nacido. Esto lo enfureció hasta el extremo.

Entonces rodeó con su ejército la pequeña ciudad de Belén, y mandó a sus soldados a que mataran a todos los niñitos menores de dos años, en la ciudad y sus alrededores. Ya podemos imaginar la terribilísima angustia para los papás de los niños al ver que a sus casas llegaban los herodianos y ante sus ojos asesinaban a su hijo tan querido. Con razón el emperador César Augusto decía con burla que ante Herodes era más peligroso ser Hijo (Huios) que cerdo (Hus), porque a los hijos los mataba sin compasión, en cambio a los cerdos no, porque entre los judíos esta prohibido comer carne de ese animal.

San Mateo dice que en ese día se cumplió lo que había avisado el profeta Jeremías: "Un griterío se oye en Ramá (cerca de Belén), es Raquel (la esposa de Israel) que llora a sus hijos, y no se quiere consolar, porque ya no existen" (Jer. 31, 15).

Como el hombre propone y Dios dispone, sucedió que un ángel vino la noche anterior y avisó a José para que saliera huyendo hacia Egipto, y así cuando llegaron los asesinos, ya no pudieron encontrar al niño que buscaban para matar.

Y aquellos 30 niños inocentes, volaron al cielo a recibir el premio de las almas que no tienen mancha y a orar por sus afligidos padres y pedir para ellos bendiciones. Y que rueguen también por nosotros, pobres y manchados que no somos nada inocentes sino muy necesitados del perdón de Dios. 

ORACIONES POR LOS NIÑOS ABORTADOS



CON MARÍA, EL DÍA DE LOS SANTOS INOCENTES

Autor: Maía Susana Ratero | Fuente: Catholic.net
Con María, el día de los Santos Inocentes
José y María se miran, abundantes lágrimas caen por sus mejillas, se abrazan y abrazan al niño. Es la noche más larga, más atroz, más cruel, que les ha tocado vivir a ambos.
 
Con María, el día de los Santos Inocentes




Existen, en nuestra vida, dolores que nos resultan incomprensibles, atroces, injustos y, sobre todo, inmerecidos. Pero, sea cual fuere la reacción que tengamos frente al dolor, él sigue allí, y nos atraviesa el alma como una afilada espada. Hoy mi dolor y mi tristeza no me dejan verte, María, como ansía mi corazón, pero sé que estas allí, aunque no pueda sentirte, estas detrás de mi dolor para sostenerme, para transformar el llanto en camino hacia al Padre.

En profecía cumplida… -dices a mi corazón, mas, no comprendo.

Hoy voy a hablarte de esos dolores incomprensibles que desgarran el alma y que luego, por la misericordia de Dios, se transforman en camino.

- Háblame Señora, que mi alma tiene tanta sed de tu compañía. Mi alma ansía caminos que no encuentro en la oscuridad de esta noche demasiado larga.

Yo conozco bien las noches largas. Te hablaré de una en especial, que me pareció eterna. De una noche anunciada, tan anunciada como la nochebuena, pero olvidada luego por muchos y, lo que me desgarra el alma, una recordación tomada hoy, por tantos, como excusa para bromas.

Esta vez temo seguirte, no sé si tendré valor, pero igualmente me llevas…me llevas… y estamos nuevamente en el recinto de Belén. Vemos como José está despidiendo a tres extraños extranjeros que le habían llevado a tu hijo oro, como símbolo de su dignidad y gran valor, incienso, como símbolo de su comunión con Dios y mirra, para preparar el aceite sagrado de su unción. Tres extraños venidos de lejanas tierras siguiendo una estrella, tres extraños que, buscando al Rey de la Vida, fueron a preguntarle a un rey embriagado de poder, el camino para hallarlo…. y, sin quererlo, despertaron en él fantasmas olvidados… la profecía, la profecía de Belén…

Los extranjeros, que el mundo llamará más tarde los tres Reyes Magos, parten a su tierra por otro camino, evitando pasar cerca del palacio de Herodes, quien los aguarda como un tigre al acecho, para saltar sobre el pequeño Rey desconocido que amenaza su seguridad.

Entramos a la precaria vivienda. José nos sigue y comienza a trabajar, pues el dueño de la finca le había encargado unos arreglos y le pagaría un buen precio por ellos. José tiene los pies sobre la tierra, sabe que debe alimentar a su familia y para ello sólo conoce un modo: su trabajo.

Tu, María, te dispones a preparar la cena. José no aparta la mirada de su labor, pero es evidente que sus pensamientos están en otro sitio, quizás detrás de los muros de un palacio, tratando de leer los pensamientos de un hombre fuera de sí, mas nada te dice. La cena transcurre en paz. La presencia de esos hombres y sus obsequios han dejado más preguntas que respuestas…¿Quiénes eran? ¿Por qué habían venido? ¿Cuál era el real significado de su presencia? … quizás representan a todos aquellos que no pertenecen al pueblo de Israel y para cuya Salvación también ha venido este niño. Demasiados acontecimientos y pocas explicaciones. La pareja se dispone a descansar pues al día siguiente deberán iniciar el camino hacia Jerusalén, para realizar la purificación de María, tal como lo establece la Ley.

Yo estoy allí, con ellos, no puedo dormir, siento miedo… conozco la historia… la he escuchado mil veces de labios de los sacerdotes. La he leído, pero no es lo mismo estar… estar… y todos, de alguna manera, alguna vez en la vida, también estamos dentro de esta historia… sólo que, enceguecidos por nuestro propio dolor, no nos damos cuenta.

A la mañana siguiente parten hacia Jerusalén, María me hace señas de que los siga. El camino es largo, el niño, pequeño aún. El animal que nos acompaña va cargado de las pocas pertenencias de los padres y, en su mayor parte, de los pañales y ropita del bebé, recibida generosamente de la esposa del dueño del pesebre.

Luego de la ceremonia del Templo volvimos a Belén, José se nota nervioso… no como quien desconfía de la protección de Dios, sino como un padre responsable que sólo desea actuar correctamente y no sabe cómo, pues presiente que Herodes no ha olvidado la presencia de los extranjeros, ni se quedará quieto ante lo que él considera una amenaza.

Durante los siguientes tres días la familia se dedica a organizar el retorno a Nazaret. José termina sus trabajos pendientes, consiguiendo de esta manera dinero para el viaje y retribuyendo, al mismo tiempo, la hospitalidad al dueño del pesebre, quien sólo pide como pago, el arreglo de una vieja mesa labrada herencia de su padre, trabajo realizado impecablemente por José.

Los planes del Señor y nuestros propios planes no van siempre por iguales caminos. La noche del tercer día no aparenta nada en especial, sólo un cielo cargado de nubarrones amenazantes. Hace frío, María amamanta a su niño y lo recuesta bien calentito en la cuna hecha por su esposo, y una blanca piel de cordero cubre las demás mantas con las que la joven madre abriga a su pequeño. El matrimonio cena al tiempo que comenta los últimos acontecimientos. José tiene largos silencios que inquietan el corazón de María quien, como esposa prudente, no pregunta. Tiran las mantas en el suelo y se disponen a dormir, yo hago lo mismo, María me besa la frente y me dice “Valor, amiga, lo necesitarás...” es la noche de la locura, pero igualmente me quedo dormida... lástima, no tuve el valor de esperar despierta, como tantas veces en la vida en las que no tengo el valor de dominar mi voluntad.

Me despiertan los gritos de José. El hombre está sentado en el suelo, empapado en sudor, su rostro está aterrado pero es sólo por un instante... enseguida se pone en pie, da vueltas en el recinto tratando de ordenar sus pensamientos, seguidamente despierta a María, la toma por los hombros al tiempo que le clama en voz baja:

- ¡María, María! Por el amor de Dios despiértate María! – y la sacude casi con violencia.

Ella abre los ojos y se asusta...

- ¿Qué pasa, José? ¡Por Dios! ¿Por qué hablas de esa forma? ¡Jesús, Jesús! ¿Le pasó algo al niño?

- No, pero le pasará si sigues allí acostada... María... he tenido un sueño, que no fue un sueño en realidad... un hombre vestido de blanco me clamaba que te tomara a ti y al niño y huyera a Egipto, pues Herodes busca al niño para matarlo.

- ¡Matarlo!...Dios mío José, que atroz pesadilla.

- María, esposa mía ¡Nos vamos a Egipto! ¡Y nos vamos ya! ¿Comprendes? ¡Ya!.

- ¿Qué dices? José... ¿Te das cuenta la distancia que nos separa de Egipto, que es medianoche, afuera arrecia el viento y el frío cala los huesos?...

- María ¿Confías en mí?

- José, confío en ti más que en nadie en esta tierra

- Entonces, amada mía, junta todo y vámonos, los soldados se aproximan cada minuto, por cada palabra que decimos ellos están un metro más cerca... y vienen a matarlo... y no están jugando, pues un loco asesino les ha ordenado deshacerse de Jesús... la pregunta es ¿Cómo lo encontraran? Mientras a ese loco no se le ocurra... ¡Dios no puedo ni pensarlo!

- Mientras no se le ocurra matarlos a todos... - y María se estremece tanto que José debe sostenerla para que no caiga.

Yo estoy inmóvil, hubiera querido traerles un vehículo, un helicóptero, sacarlos prontamente de allí, pero eso pasa en las películas y esto es la vida real. Los padres (ahora me voy dando cuenta la clase de padre que Dios eligió para Jesús, un Hombre con mayúsculas) preparan todo prontamente, llevan sólo lo indispensable, deben dejar muebles, cuna, todo lo hecho por José. El oro de los magos les permitiría establecerse en Egipto. Dios siempre tan previsor, nos manda las pruebas y los medios para enfrentarlas. Salimos, el viento me termina de despertar, tengo varias mantas puestas encima, pero tiemblo como una hoja, parece que el corazón se me saldrá del pecho en cualquier momento. Montan los animales, María me hizo un lugar en el suyo... partimos... se ve poco, pero se ve, hay luna llena, los nubarrones ya no están, José se encamina hacia Egipto a través de la desértica región, apura el paso, no hay miradas extrañas que noten nuestra presencia. El hombre anda varias horas a marcha forzada, de tanto en tanto mira hacia atrás, con angustia, casi con desesperación. Yo, yo estoy muerta de miedo... veo soldados por todas partes... sé de sobra que no nos alcanzarán... pero una cosa es leerlo y otra estar... estar...

Falta poco para el amanecer. De pronto se escucha un galope cercano, se ve la arena removida por los cascos del animal que se acerca, es un jinete solitario, pero se dirige, peligrosamente, hacia nosotros. José nos recomienda calma, y no decir el nombre del niño. Por fin llega el personaje, un hombre más bien anciano, con la mirada perdida... loco... pobre infeliz... sólo decía:

- ¡Madres, corran, corran con sus hijos! ¡Huyan!...

José baja de su asno y se acerca al pobre hombre:

- ¿Qué le ocurre, amigo? ¿Se siente usted bien?...

- ¡Huyan, huyan mujeres con sus hijos! Sangre... muerte... niños muertos, en todo Belén... niños degollados, atravesadas sus carnecitas por las espadas de los soldados... no escapó ni uno... todo Belén es un grito... solo los pequeños murieron... los menores de dos años... ¿Por qué?¿Por qué Dios?- grita desgarradoramente el infeliz mirando al cielo- Huyan mujeres... huyan... corran... corran...

El pobre desquiciado comienza a cabalgar nuevamente repitiendo el ya inútil consejo. Tanto horror le ha enloquecido. Se pierde en el paisaje, queriendo huir de los macabros recuerdos pero no hay lugar en donde uno pueda esconderse de los recuerdos.

José y María se miran, abundantes lágrimas caen por sus mejillas, se abrazan y abrazan al niño. Es la noche más larga, más atroz, más cruel, que les ha tocado vivir a ambos. Es la noche anunciada por el profeta Jeremías:

“En Ramá se oyó una voz, hubo lágrimas y gemidos: es Raquel, que llora a sus hijos y no quiere que la consuelen porque ya no existen”( Mt.2,18)

La travesía dura largos días, María se esconde muchas veces a llorar para que José no la vea... no quiere preocuparlo, más su corazón de madre está destrozado. Recuerda la espada anunciada por el anciano Simeón... ya ha comenzado a lastimarla. También veo a José llorar a escondidas, es el llanto de un hombre que se siente impotente ante la injusticia, es el llanto de un hombre justo clamando justicia.

Las primeras casas del poblado egipcio se divisan a la distancia. La noche larga ha terminado, el niño está a salvo, momentáneamente.

- Amiga- dices María, mirándome a los ojos,( mientras tus ropas y las mías vuelven a estos tiempos y el ruido de los automóviles nos sorprende frente la parroquia de Luján, en mi barrio) gracias por compartir conmigo esta noche, una de las más duras de mi tiempo en esta tierra. Realmente, cuesta ver a Dios detrás de tanto dolor, cuesta poder encontrarlo para que nos tome de la mano, cuesta no enloquecer como ese pobre viejo del desierto... cuesta, buena amiga, pero no es imposible, es más, es el único camino. Dios, tras el dolor que nos causan los seres humanos. Dios, sosteniendo. Dios, poniendo rosas sobre tantas espinas. Dios, transformando el dolor en camino de salvación. Dios, permitiendo que nuestra angustia ayude a otros a superar la suya. Cuando tu alma tenga más preguntas que respuestas, más dolor del que crees poder soportar, más soledad que compañía, más desilusión que sueños entonces, más que nunca, búscalo; que siempre habrá un Egipto donde puedas esconderte hasta que pase el temporal.

- Señora- y apenas si puedo contener mis lágrimas- ¡Cuánto, cuánto me amas, cuánto me cuidas, cuánto me enseñas! ¿Te dije ya cuánto te amo?- y me arrojo en tus brazos y lloro por los niños muertos, lloro por mí, lloro por la humanidad.

Mientras te alejas, y yo seco mis lágrimas, un grupo de jóvenes pasa riéndose de uno de ellos, al tiempo que le dicen “¡Qué la inocencia te valga! Ja,ja,ja” típico comentario de las bromas del Día de los Inocentes.

Tengo ganas de gritar, ganas de decirles que el origen de esa recordación es la sangre de niños pequeños derramada por Jesús, pero siento que no vale la pena; prefiero escribir este relato, escribirlo para que tú, después de leerlo, ya no rías con las bromas de los 28 de diciembre. Porque si tú no ríes, si le cuentas esta historia a un amigo y él ya tampoco ríe... entonces... entonces algo habrá cambiado en este mundo... porque recordando a nuestros mártires, los honramos.


NOTA de la autora:

"Estos relatos sobre María Santísima han nacido en mi corazón y en mi imaginación por el amor que siento por ella, basados en lo que he leído. Pero no debe pensarse que estos relatos sean consecuencia de revelaciones o visiones o nada que se le parezca. El mismo relato habla de "Cerrar los ojos y verla" o expresiones parecidas que aluden exclusivamente a mi imaginación, sin intervención sobrenatural alguna."



  • Preguntas o comentarios al autor
  • María Susana Ratero. 

    viernes, 27 de diciembre de 2013

    EL PAÑUELO DE LA VIRGEN MARÍA


    EL PAÑUELO DE LA VIRGEN MARÍA


    Arrodillada frente a la cruz esta mujer a quien llamaban María, una y mil veces me pasaba por su rostro helado, pálido, casi blanco. Yo absorbía sus lágrimas que, primero lentamente y luego como una cascada, vertían sus ojos. No pude con mi genio. Con sutileza, aproveché el viento que comenzaba a correr suavemente y me solté de la mano de esta mujer tan angustiada. Caí al suelo para ver si lograba entender lo que ocurría y vi el rostro del que llamaba Hijo... sí el de la cruz... ¡no, no! Esto no es para mí ¿qué cosas habrá hecho este reo para merecer tanto castigo? Mucho he visto en mi vida, pero jamás un rostro que no parecía rostro. No comprendo cómo esta mujer decía que era su Hijo. ¿Cómo lo reconoció? ¿Estaría segura que era éste? Porque se podría decir que el madero que lo sostenía y Él eran uno solo. ¿Cómo puede una madre soportar tanta crueldad?

    No me importó que me estrujara entre sus manos, que me mordiera hasta sacarme un trozo de tela. Más que pena y rabia, ella sentía un profundo dolor. 

    Sus amigos sostenían su cuerpo frágil,  la consolaban, la miraban, pero no había palabras que pudieran calmarla.

    Jamás olvidaré sus ojos que, a pesar del llanto, destilaban tanto amor.

    Sólo soy un pañuelo, un retazo de tela que ella misma bordó, lavado muchas veces y secado a la sombra o a pleno sol. Quisiera ayudar a esta madre tierna que tiene en sus brazos a su Hijo, que dicen es Dios.

    Aún estoy en sus manos, pero no me estruja mientras llora en silencio. Ya no siento su dolor, estoy más tranquilo, diría que me siento en paz. Es que ahora sus manos me deslizan suavemente sobre el rostro inerte del que llaman... el Señor.

    ¿Qué pasa? Estoy suavemente perfumado, siento calma apoyado sobre este rostro y en cada caricia que doy, descubro que el que acaricia no soy yo...

    Soy un pañuelo bendito por las manos de una madre y de su Hijo el Señor... ¡No! No me laven por favor. Llevo el perfume de Cristo y el llanto de María, quiero quedarme en sus manos para poder llorar yo... 


    LA VIRGEN MARÍA Y EL MELOCOTONERO


    LA VIRGEN MARÍA Y EL MELOCOTONERO

    Deseando hacer proselitismo, un pastor protestante se acercó a un campesino que estaba plantando un melocotonero. Tras saludarle, le preguntó si había oído el sermón de su párroco el domingo anterior en la misa dominical. El labrador dijo que sí y que le gustó mucho porque había sido una exhortación a venerar a la Virgen María, Madre nuestra. Entonces el pastor respondió con palabras de menosprecio sobre el culto a la Virgen.

    El labrador, sereno, le interrumpió:
    ¿Le gustan a usted los melocotones?
    Sí... claro que sí... ¿pero a qué viene eso ahora?
    Lo comprenderá en seguida. Quien quiere los melocotones tiene que querer también al melocotonero; quien ama el fruto tiene que estimar también la planta. E igualmente, quien de verdad ama al Hijo no puede despreciar a la Madre; es decir, quien ama bien al Señor, por fuerza tiene que amar y venerar a la Virgen.
    El pastor no supo qué responder al sencillo pero acertado y piadoso argumento.

    ORACIÓN PARA EL AÑO QUE TERMINA Y EL AÑO QUE COMIENZA


    Oración para el año que termina y el que empieza

    Gracias señor por todo cuanto me diste en el año que termina.

    Gracias por los días de sol y los nublados tristes por las tardes tranquilas y las noches oscuras.

    Gracias por lo que nos prestaste y luego nos pediste.

    Gracias señor por la sonrisa amable y por la mano amiga, por el amor y todo lo hermoso, por todo lo dulce, por las flores y las estrellas, por la existencia de los niños y de las personas buenas.

    Gracias por la soledad y por el trabajo, por las inquietudes y las dificultades, por las lágrimas, por todo lo que nos acerco a ti.

    Gracias por habernos conservado la vida, por habernos dado techo, abrigo y sustento.

    ORACIÓN DE AÑO NUEVO 2014


    Oración de Año Nuevo
    Autor:  Padres Columbanos


    Señor Dios, dueño del tiempo y de la eternidad. Tuyo es el hoy y el mañana, el pasado y el futuro. 

    Al empezar un año mas, detengo mi vida ante el nuevo calendario, aun sin estrenar, y te presento estos días que solo Tu sabes si llegare a vivirlos.

    Hoy te pido para mi y los míos la paz y la alegría, la fuerza y la prudencia, la claridad y la sabiduría. 

    Quiero vivir cada día con optimismo y bondad, llevando a todas partes un corazón lleno de compresión y paz.

    Cierra tus oídos a toda falsedad; mis labios o palabras mentirosas, egoístas, mordaces o hirientes.

    Abre, en cambio, mi ser a todo lo que es bueno. Que mi espíritu se llene solo de bendiciones y las derrame a mi paso.

    Cólmame de bondad y de alegría para que cuantos conviven conmigo o se acerquen a mi, encuentren en mi vida un poquito de Ti. Dame un año feliz, y enséñame a repartir felicidad.

    Amen.

    ORACIÓN PARA EL FIN DEL AÑO


    Oración para el fin del año

    Señor, Dios, dueño del tiempo y de la eternidad, tuyo es el hoy y el mañana, el pasado y el futuro. Al terminar este año quiero darte gracias por todo aquello que recibí de Ti.

    Gracias por la vida y el amor, por las flores, el aire y el sol, por la alegría y el dolor, por cuanto fue posible y por lo que no pudo ser.

    Te ofrezco cuanto hice en este año, el trabajo que pude realizar y las cosas que pasaron por mis manos y lo que con ellas pude construir.

    Te presento a las personas que a lo largo de estos meses amé, las amistades nuevas y los antiguos amores, los más cercanos a mí y los que estén más lejos, los que me dieron su mano y aquellos a los que pude ayudar, con los que compartí la vida, el trabajo, el dolor y la alegría.

    Pero también, Señor hoy quiero pedirte perdón, perdón por el tiempo perdido, por el dinero mal gastado, por la palabra inútil y el amor desperdiciado. Perdón por las obras vacías y por el trabajo mal hecho, y perdón por vivir sin entusiasmo.

    También por la oración que poco a poco fui aplazando y que hasta ahora vengo a presentarte. Por todos mis olvidos, descuidos y silencios nuevamente te pido perdón.

    En los próximos días iniciaremos un nuevo año y detengo mi vida ante el nuevo calendario aún sin estrenar y te presento estos días que sólo Tú sabes si llegaré a vivirlos.

    Hoy te pido para mí y los míos la paz y la alegría, la fuerza y la prudencia, la claridad y la sabiduría.

    Quiero vivir cada día con optimismo y bondad llevando a todas partes un corazón lleno de comprensión y paz.

    Cierra Tú mis oídos a toda falsedad y mis labios a palabras mentirosas, egoístas, mordaces o hirientes.

    Abre en cambio mi ser a todo lo que es bueno que mi espíritu se llene sólo de bendiciones y las derrame a mi paso.

    Cólmame de bondad y de alegría para que, cuantos conviven conmigo o se acerquen a mí encuentren en mi vida un poquito de Ti.

    Danos un año feliz y enséñanos a repartir felicidad.

    Amén

    ORACIÓN PARA PEDIR LA FELICIDAD EN EL AÑO NUEVO



    Oración para pedir la felicidad en el año nuevo

    Te pedimos, Señor, paz y felicidad en el nuevo año. Que seamos felices, Señor, en esta tierra nuestra: Ella nos sustenta y rige.

    Que seamos felices, Señor, con el perdón: Nada más poderoso para desterrar los odios y establecer la paz.

    Que seamos felices, Señor, con la justicia: Sin ella no hay humanidad.

    Que seamos felices, Señor, con la ternura: Es el único sol necesario para alumbrar días y noches.

    Que seamos felices, Señor, en este nuevo año de 2014
    Lo necesitamos. Es deseo y don tuyo.

    Amén.

    jueves, 26 de diciembre de 2013

    PENSAMIENTO MARIANO 23


    PENSAMIENTO MARIANO

    Una madre es algo tan grande y tan hermoso  que hasta Dios mismo quiso tener una.....María! 

    NUEVE BENDICIONES AFECTUOSAS A LA VIRGEN MARÍA


    NUEVE BENDICIONES AFECTUOSAS
    A LA VIRGEN MARÍA

    1. ¡Oh Santísima Virgen María! sea una y mil veces bendito vuestro purismo seno, en que por nueve meses hizo su morada el Hijo de Dios, hecho hombre por dar salud a mi alma. Avemaría.

    2. ¡Oh Santísima Virgen María! sean una y mil veces benditos vuestros pechos virginales, con cuya leche se alimentó el Hijo de Dios, hecho hombre por dar salud a mi alma. Avemaría.

    3. ¡Oh Santísima Virgen María! sea una y mil veces bendito vuestro maternal regazo en que reposó y durmió dulcemente el hijo de Dios, hecho hombre por dar salud a mi alma. Avemaría.

    4. ¡Oh Santísima Virgen María! sean una y mil veces benditos vuestros santísimos brazos, que llevaron, abrazaron y tiernamente estrecharon al Hijo de Dios, hecho hombre por dar salud a mi alma. Avemaría.

    5. ¡Oh Santísima Virgen María! sean una y mil veces benditas vuestras hermosísimas manos, que acariciaron y cuidadosamente sirvieron al Hijo de Dios, hecho hombre por dar salud a mi alma. Avemaría.

    6. ¡Oh Santísima Virgen María! sean una y mil veces benditos vuestros ojos virginales que con tanto deleite se recrearon contemplando el rostro del Hijo de Dios, hecho hombre por dar salud a mi alma. Avemaría.

    7. Oh Santísima Virgen María! sean una y mil veces benditos vuestros oídos castísimos, que con tanta frecuencia oyeron el dulce nombre de Madre de la boca del Hijo de Dios, hecho hombre por dar salud a mi alma. Avemaría.

    8. Oh Santísima Virgen María! sean una y mil veces benditos vuestros candidísimos labios, que con gozo inexplicable imprimieron tiernos ósculos en el Hijo de Dios, hecho hombre por dar salud a mi alma. Avemaría.

    9. ¡Oh Santísima Virgen María! sea una y mil veces bendita vuestra lengua angelical, que sin cesar alabó y llamó hijo querido al Hijo de Dios, hecho hombre por dar salud a mi alma. Avemaría.

    ORACIÓN AL NIÑO JESÚS PARA VERSE LIBRE DE PELIGROS


    Oración al Niño Jesús para verse libre de peligros.

    Señor Dios, rey Omnipotente: en tus manos están puestas todas las cosas. Si quieres salvar a tu pueblo nadie puede resistir a tu voluntad. Tú hiciste el cielo y la Tierra y todo cuanto en ellos se contiene. Tú eres el dueño de todas las cosas. ¿Quién podrá pues resistir a tu Majestad? Señor Dios de nuestros padres: ten misericordia de tu pueblo porque los enemigos del alma quieren perdernos y las dificultades que se nos presentan son muy grandes, tú has dicho: "Pedid y se os dará. El que pide recibe. Pero pedid con fe". Escucha pues nuestras oraciones. Perdona nuestras culpas. Aleja de nosotros los castigos que merecemos y haz que nuestro llanto se convierta en alegría, para que viviendo alabemos tu Santo Nombre y continuemos alabándolo eternamente en el cielo. Amén.

    PLEGARIA PARA OBTENER SERENIDAD AL NIÑO JESÚS



    Plegaria para obtener serenidad al Niño Jesús

    Niño Jesús: Tú eres el Rey de la Paz, ayúdame a aceptar sin amarguras las cosas que no puedo cambiar.

    Tú eres la fortaleza del cristiano; dame valor para transformar aquello que en mí debe mejorar.

    Tú eres la sabiduría eterna; enséñame en cada instante cómo debo obrar para agradar más a Dios y hacer mayor bien a las demás personas. Te lo suplico, por los méritos de tu infancia a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

    miércoles, 25 de diciembre de 2013

    ORACIÓN AL NIÑO JESÚS DE BELÉN



    ORACIÓN AL NIÑO DE BELÉN
    DE JUAN XXIII

    Dulce Niño de Belén, haz que penetremos con toda el alma en este profundo misterio de la Navidad. Pon en el corazón de los hombres esa paz que buscan, a veces con tanta violencia, y que tú sólo puedes dar. Ayúdales a conocerse mejor y a vivir fraternalmente como hijos del mismo Padre.

    Descúbreles también tu hermosura, tu santidad y tu pureza. Despierta en su corazón el amor y la gratitud a tu infinita bondad. Únelos en tu caridad. Y danos a todos tu celeste paz. Amén.

    NAZARETH


    Nazareth
    Luis Girol Martínez 

    La tarde,
    está enviando tinieblas,
    recelosa de su marcha.

    El Niño Jesús
    juega, juega...
    jugando estaba en la plaza.

    En el taller,
    San José puso fin a su jornada.

    La virgen
    -alma de armiño-
    borda y ora, borda y canta.

    El Niño Jesús
    ya no juega:
    mirando está en lontananza.

    ¿Qué divisará Jesús
    que su mirada se apaga?
    ¿Acaso ve ya la cruz?...

    El Niño Jesús ha vuelto
    a los juegos de la infancia;
    y... juega... juega que juega en la plaza. 

    NAVIDAD, NAVIDAD


    Navidad, Navidad 

    July Mouriño


    Navidad, Navidad,
    ya pasaron nueve meses,
    hoy María nos mostró
    a Jesús que se encarnó. 

    Navidad, Navidad,
    en el cielo hay claridad
    pues hoy brillan las estrellas,
    iluminan la Humildad. 

    Navidad, Navidad,
    Dios mostró su humanidad,
    cantan ángeles el Gloria,
    vemos la Misericordia. 

    Navidad, Navidad,
    que hoy los niños por nacer
    salten todos de alegría,
    como en el encuentro aquel
    de María e Isabel,
    cuando Juan saltó de gozo
    saludándola a María 
    y reconociéndolo a El.

    LA NAVIDAD DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO



    Autor: P. Ángel Amo. | Fuente: Catholic.net
    La Natividad de Nuestro Señor Jesucristo.
    Manifestación del Verbo de Dios a los hombres, 25 de diciembre

    La Natividad de Nuestro Señor Jesucristo.

    Con la solemnidad de la Navidad, la Iglesia celebra la manifestación del Verbo de Dios a los hombres”. En efecto, éste es el sentido espiritual más importante y sugerido por la misma liturgia, que en las tres misas celebradas por todo sacerdote ofrece a nuestra meditación “el nacimiento eterno del Verbo en el seno de los esplendores del Padre (primera misa); la aparición temporal en la humildad de la carne (segunda misa); el regreso final en el último juicio (tercera misa)” (Liber Sacramentorum). 

    Un antiguo documento del año 354 llamado el Cronógrafo confirma la existencia en Roma de esta fiesta el 25 de diciembre, que corresponde a la celebración pagana del solsticio de invierno “Natalis solis invicti”, esto es, el nacimiento del nuevo sol que, después de la noche más large del año, readquiría nuevo vigor. 

    Al celebrar en este día el nacimiento de quien es el verdadero Sol, la luz del mundo, que surge de la noche del paganismo, se quiso dar un significado totalmente nuevo a una tradición pagana muy sentída por el pueblo, porque coincidía con las ferias de Saturno, durante las cuales los esclavos recibían dones de sus patrones y se los invitaba a sentarse a su mesa, como libres ciudadanos. Sin embargo, con la tradición cristiana, los regalos de Navidad hacen referencia a los dones de los pastores y de los reyes magos al Niño Jesús. 

    En oriente se celebraba la fiesta del nacimiento de Cristo el 6 de enero, con el nombre de Epifanía, que quiere decir “manifestación”; después la Iglesia oriental acogió la fecha del 25 de diciembre, práctica ya en uso en Antioquía hacia el 376, en tiempo de San Juan Crisóstomo, y en el 380 en Constantinopla. En occidente se introdujo la fiesta de la Epifanía, última del ciclo navideño, para conmemorar la revelación de la divinidad de Cristo al mundo pagano. 

    Los textos de la liturgia navideña, formulados en una época de reacción contra la herejía trinitaria de Arrio, subrayan con profundidad espiritual y al mismo tiempo con rigor teológico la divinidad y realeza del Niño nacido en el pesebre de Belén, para invitarnos a la adoración del insondable misterio de Dios revestido de carne humana, hijo de la purísima Virgen María. 

    martes, 24 de diciembre de 2013

    PENSAMIENTOS PARA LEER EN NOCHEBUENA


    Pensamientos para leer en Nochebuena

    Si en tu corazón hay un poco más de amor, es Navidad.
    Si has decidido perdonar a alguien, es Navidad.
    Si buscas a Dios de verdad, es Navidad.
    Su aumenta el gozo de tu fe cristiana, es Navidad.
    Si en tu alma florece la esperanza, es Navidad.
    Si trabajas por la justicia entre los hombres, es Navidad.
    Si tienes deseos de vivir y los comunicas a los demás, es Navidad.
    Si sabes sufrir con amor, es Navidad.
    Si eres perseguido o se ríen de ti por causa del Evangelio, es Navidad.
    Si te alegras de ser hijo de Dios en la Iglesia, es Navidad.
    (Pbro. José Luis Fernández Martín)

    ORACIÓN PARA LA CENA DE NAVIDAD


    ORACIÓN PARA LA CENA DE NAVIDAD

    Papá: Hoy, Nochebuena, tenemos de manera especial y como centro de nuestra familia, a Jesucristo, nuestro Señor. Vamos a encender un cirio en medio de la mesa para que ese cirio nos haga pensar en Jesús y vamos a darle gracias a Dios por habernos enviado a su Hijo Jesucristo.

    Gracias Padre, que nos amaste tanto que nos diste a tu Hijo.
    Señor, te damos gracias.
    Gracias Jesús por haberte hecho niño para salvarnos.
    Señor, te damos gracias.
    Gracias Jesús, por haber traído al mundo el amor de Dios.
    Señor, te damos gracias.
    Señor Jesús, Tú veniste a decirnos que Dios nos ama y que nosotros debemos amar a los demás.
    Señor, te damos gracias. 
    Señor Jesús, Tú veniste a decirnos que da más alegría el dar que el recibir,
    Señor, te damos gracias.
    Señor Jesús, Tú veniste a decirnos que lo que hacemos a los demás te lo hacemos a Ti.
    Señor, te damos gracias.
    Gracias María, por haber aceptado ser la Madre de Jesús.
    María, te damos gracias.
    Gracias San José, por cuidar de Jesús y María.
    San José, te damos gracias.

    Gracias Padre, por esta noche de paz, noche de amor, que Tú nos has dado al darnos a tu Hijo. Te pedimos que nos bendigas, que bendigas estos alimentos que dados por tu bondad vamos a tomar y bendigas las manos que los prepararon, por Cristo Nuestro Señor, Amén.

    CEREMONIA PARA ACOSTAR Y ARRULLAR AL NIÑO DIOS




    Ceremonia para acostar y arrullar al Niño Dios

    Preside el Papá o la Mamá.

    Papá: Para prepararnos a recibir a Dios, que se hizo hombre para salvarnos, reconozcamos que somos pecadores y que necesitamos su salvación.

    Todos:Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante ustedes hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión.
    Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. 
    Por eso, ruego a Santa María, siempre Virgen,
    a los ángeles, a los santos y a ustedes, hermanos que intercedan por mí ante Dios, nuestro Señor.

    Papá o Mamá:Recordemos lo que pasó aquella bendita noche hace casi dos mil años. Leer Evangelio de San Lucas 2, 1-14.

    Todos: Te alabamos, Señor.

    Papá: Antes de colocar al Niño Jesús en el Nacimiento, _______(el más pequeño de la familia) va a dárnoslo a besar. (Ya que todos lo hayan besado, se colocará al Niño Dios en el pesebre).

    Villancico: Se canta o se escucha mientras se besa al Niño. Al acabar, se hacen las peticiones.

    Peticiones:

    Papá: Pidámosle al Niño Dios, que así como es el centro de este nacimiento hoy, sea todos los días, el centro de nuestra vida.
    Todos: Te lo pedimos, Señor.
    Papá: Que Jesús, que pudiendo haber nacido rico quiso nacer pobre, nos enseñe a estar contentos con lo que tenemos.
    Todos: Te lo pedimos, Señor.
    Papá: Que Jesús, que vino a perdonarnos, nos enseñe a no ser rencorosos con los demás.
    Todos: Te lo pedimos, Señor.
    Papá: Que Él, que vino a fundar la mejor familia del mundo, haga que en la nuestra reine siempre el amor, la unión y el deseo de ayudarnos mutuamente y a las demás familias.
    Todos: Te lo pedimos, Señor.

    ORACIÓN A NUESTRA SEÑORA DE BELÉN


    BENDICIÓN DE LA CENA DE NAVIDAD


    ORACIONES DE NAVIDAD





    lunes, 23 de diciembre de 2013

    LA VIRGEN MARÍA, CORAZÓN DE MADRE



    LA VIRGEN MARÍA, CORAZÓN DE MADRE 

    María tiene un deseo vehemente de salvar a los hombres, porque sabe que cada hombre fue comprado con la Sangre de su Divino Hijo, y por eso Ella no quisiera que se pierda ninguno de ellos, sino que todos alcancen el Cielo para el que Dios los ha creado. Por eso María en estas últimas apariciones en muchas partes del mundo, llora lágrimas incluso de sangre, para darnos a entender el inmenso dolor que hay en su Corazón Inmaculado porque son tantos los hombres que se pierden para siempre en el Infierno. Entonces consolemos al Corazón de la Virgen dejándonos salvar por Ella. 

    Dejemos que Ella nos colme con sus gracias y que desahogue en nosotros todo el amor que quisiera dar a otros hombres, pero que no puede porque no lo aceptan. Debemos estar felices porque en el Cielo tenemos un Padre tan bueno; pero también debemos estar muy contentos de tener semejante Madre, que nos ama tanto y que está dispuesta a reconciliarnos con Dios aunque nuestro pecado sea muy grande y terrible. Consolemos al Corazón de María dejándonos socorrer por Ella.

    REFLEXIÓN MARIANA


    Reflexión Mariana

    Pensemos frecuentemente en el dolor de María, al ver a su Hijo suspendido de la Cruz, durante esas tres largas horas de agonía. ¿Qué habrá sentido la Madre? Si nos da lástima a veces ver sufrir a un pobre animalito, y a veces siendo hombres duros y recios, tenemos compasión por el que sufre, ¿qué habrá sentido el Corazón sin mancha de María, que es todo ternura y compasión, al ver a su Divino Hijo sufriendo tanto? Nosotros debemos meditar en los dolores de la Virgen porque son causa de salvación para nosotros y para nuestros hermanos, porque meditando en ellos, consolamos a María, y por ende, consolamos a Jesús, porque no se puede consolar a María sin también consolar a Jesús, ya que lo que se hace a Uno se hace a la Otra. Que en nuestros dolores presentes siempre tengamos esos tremendos dolores de la Virgen, para que nos de fuerzas y valentía y confianza en Dios, y no ser así presas de la desesperación.

    LA NAVIDAD ES...


    La Navidad es...

    • Días de encuentros amistosos y de unión en la familia.
    • Días de recuerdos tiernos de la niñez.
    • Días de regalos sencillos como expresión de amor y amistad.
    • Días de luces y de alegría interior.
    • Días de paz, por la convivencia íntima.
    • Días de cantos gozosos que salen del corazón.
    • Días de ángeles y estrellas que traen paz a los hombres de buena voluntad.
    • Días que recuerdan un pesebre pobre, para llevar a las casas pobres pan, juguetes y amor cálido de hermanos, con alegría y generosidad y sin propagandas vanidosas.
    • Días de perdón y olvido de ofensas, telarañas pegadas en el corazón.
    • Días de felicitación cordial y sincera.
    • Días de cartas y tarjetas, hilo dorado de amistad que mantiene la comunión anual con muchos amigos.
    • Días de abrazos con buenos, sinceros e íntimos deseos.
    • Días de recuerdo sereno, agradecido y tierno de los seres queridos ausentes.

    MARÍA, HIJA DE DIOS


    MARÍA, HIJA DE DIOS

    Hay quienes dudan de la existencia de Dios, o simplemente la niegan; nosotros quizá nos esforzamos por convencerlos de que Dios existe; quizá no lo logramos.

    ¿Por qué no lo logramos? ¿Por qué Dios no existe o por qué nosotros no sabemos demostrar su existencia?
    Al mundo hay que decirle que Dios existe, no tanto con argumentos, cuanto con obras; hay que presentar un Dios vivo y vivificante; al fin y al cabo, como Él es.

    En todo cuanto toquemos, pongamos la marca de Dios; en todo lo que digamos, transparentemos a Dios; en todo cuanto hagamos, vivamos nosotros a Dios... y pronto los demás verán esas marcas de Dios, oirán esos sonidos de Dios, sentirán esa presencia de Dios.

    Y sobrarán los argumentos; como el niño no necesita argumentos para amar a su madre, el hombre no debe necesitarlos para creer en Dios ni para amarlo.

    EL EVANGELIO DE HOY: 23.12.2013

    Autor: P Juan Pablo Menéndez | Fuente: Catholic.net
    Nacimiento de Juan Bautista
    Lucas 1, 57-66. Adviento. Dios cura con su mano nuestras almas más a menudo que nuestros cuerpos.
     
    Nacimiento de Juan Bautista
    Del santo Evangelio según san Lucas 1, 57-66

    Se le cumplió a Isabel el tiempo de dar a luz, y tuvo un hijo. Oyeron sus vecinos y parientes que el Señor le había hecho gran misericordia, y se congratulaban con ella. Y sucedió que al octavo día fueron a circuncidar al niño, y querían ponerle el nombre de su padre, Zacarías, pero su madre, tomando la palabra, dijo: «No; se ha de llamar Juan». Le decían: «No hay nadie en tu parentela que tenga ese nombre». Y preguntaban por señas a su padre cómo quería que se le llamase. El pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre». Y todos quedaron admirados. Y al punto se abrió su boca y su lengua, y hablaba bendiciendo a Dios. Invadió el temor a todos sus vecinos, y en toda la montaña de Judea se comentaban todas estas cosas; todos los que las oían las grababan en su corazón, diciendo: «Pues ¿qué será este niño?» Porque, en efecto, la mano del Señor estaba con él.

    Oración introductoria

    Mi Dios y Señor, en vísperas de la Noche Buena quiero encontrarme contigo en la oración. Mis debilidades y caídas me apartan de Ti, confío en tu piedad y en tu misericordia. Ven, Señor Jesús, e ilumina esta meditación para prepararme a recibirte en mi pobre y débil corazón.

    Petición

    Señor, acrecienta mi fe para saberte buscarte y escucharte en mi silencio de esta oración.

    Meditación del Papa Francisco

    Isabel y su hijo se regocija en el vientre al escuchar las palabras de María. Es todo alegría, la alegría que es fiesta. Los cristianos no estamos tan acostumbrados a hablar de la alegría, del gozo, creo que muchas veces nos gustan más las quejas.
    Él que nos da la alegría es el Espíritu Santo. Es el Espíritu el que nos guía. Él es el autor de la alegría, el Creador de la alegría. Y esta alegría en el Espíritu Santo, nos da la verdadera libertad cristiana. Sin alegría, nosotros los cristianos no podemos ser libres, nos convertimos en esclavos de nuestras tristezas.
    El gran Pablo VI dijo que no se puede llevar adelante el evangelio con cristianos tristes, desesperanzados, desanimados. No se puede. Esta actitud un poco fúnebre, ¿no? Muchas veces los cristianos tienen un rostro que es más bien para ir a una procesión fúnebre, que para ir a alabar a Dios, ¿no? Y de esta alegría viene la alabanza, esta alabanza de María, esta alabanza que dice Sofonías, la alabanza de Simeón, de Ana: ¡la alabanza de Dios!
    El corazón alaba a Dios ¿Y cómo se alaba a Dios? Se alaba saliendo de sí mismos, gratuitamente, como es gratuita la gracia que Él nos da. Usted que está aquí en la misa, ¿alaba a Dios, o solo le pide a Dios y le agradece? ¿Acaso alaba a Dios? Aquello es una cosa nueva, nueva en nuestra vida espiritual. Alabar a Dios, salir de nosotros mismos para alabar; perder el tiempo alabando. (cf S.S. Francisco, 31 de mayo de 2013).

    Reflexión

    Zacarías está mudo. El ángel lo ha dejado sin poder contar ni una palabra a Isabel de lo que le ha ocurrido. Nueve meses largos de espera en silencio es tiempo suficiente para recobrar la paz y la serenidad. Zacarías había aceptado con dolor este sufrimiento y había aprendido a ser humilde. Por eso su lengua se "desata" en el momento oportuno. Ni él ni nadie lo esperaba. Sucede de improviso, como de improviso llegó aquel día el ángel, pero esta vez el anciano sacerdote supo cómo responder. La gratitud y la alabanza a Dios son sus primeras palabras en un canto de júbilo emocionado.

    Isabel concibió a Juan en su seno, mientras Zacarías, en silencio, recobró la fe y confianza en Dios. En ambos se da el milagro. La vida espiritual se construye a base de pequeños o grandes milagros que se dan en esa esfera íntima del alma, que sólo Dios y cada uno conoce. Pero no por ello dejan de ser milagros. Dios toca con su mano nuestras almas más a menudo que nuestros cuerpos... "la mano del Señor estaba con él..." sí, y también con nosotros. Porque Dios quiere engendrar en cada uno de nosotros a un hombre nuevo. Mediante la humildad, el crecimiento de nuestra fe, y de nuestra confianza. Por medio de la donación y la entrega generosa. Porque sin amor no podemos hacer nada meritorio. El hombre nuevo que coopera a la acción de Dios es consciente de su pequeñez, pero aún más de que esa "mano" divina le sostiene.

    El anuncio de la Navidad, con su nuevo nacimiento tan cercano ya, nos debe estimular. Quien nace es también como en el caso de Zacarías un hombre nuevo, un hombre tocado por Dios. Salgamos al encuentro de Jesús, preparemos nuestro espíritu, no dejemos que todo se vaya en lo exterior, porque es un tiempo precioso para crecer, para engendrar a Jesús más y más en el corazón. La medida de nuestra felicidad, de nuestra gratitud y alegría, como la de Zacarías, dependerá de habernos dejado a nosotros mismos y haber aceptado el querer de Dios. La oración es el medio para fortalecer estas convicciones, la caridad el instrumento para hacerlas creíbles a los ojos de los demás.

    Propósito

    Prepararme para la Navidad pidiendo perdón por las veces en que no he sabido obedecer la voluntad de Dios que se manifiesta a través de su Iglesia.

    Diálogo con Cristo

    Zacarías pudo hablar sólo cuando dijo «sí» al plan de Dios y aceptar que el niño se llamará Juan. Yo también quiero decir «sí» a lo que Tú dispongas, confiando plenamente en que será para mi felicidad presente y futura. Ayúdame a caminar en la Iglesia, con valentía y fidelidad, el camino que me puede llevar a la santidad.
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