lunes, 5 de octubre de 2015

IMÁGENES DE SANTA FAUSTINA KOWALSKA, 5 DE OCTUBRE
















ESTAMPAS CON LA CORONILLA A LA DIVINA MISERICORDIA






SANTA FAUSTINA KOWALSKA, APÓSTOL DE LA DIVINA MISERICORDIA, 5 DE OCTUBRE


Faustina Kowalska, Santa
Apóstol de la Divina Misericordia, 5 de octubre


Por: Sinda Miranda | 




Apóstol de la Divina Misericordia

Martirologio Romano: En Cracovia, en Polonia, santa María Faustina (Elena) Kowalska, virgen de las Hermanas de la Bienaventurada Virgen María de la Misericordia, solícita de anunciar el misterio de la divina misericordia (1938).

Fecha de canonización: Fue beatificada el 18 de abril de 1993 y luego canonizada el 30 de abril de 2000, en sendas ceremonias presididas por el Papa Juan Pablo II.

Sor Faustina nació en el año 1905 en la aldea de Glogowiec, cerca de Lodz, como la tercera de diez hermanos en la familia de Kowalski. Desde pequeña se destacó por el amor a la oración, laboriosidad, obediencia y sensibilidad ante la pobreza humana. Su educación escolar duró apenas tres años. Al cumplir 16 años abandonó la casa familiar para trabajar de empleada doméstica en casas de familias acomodadas. A los 20 años entró en la Congregación de las Hermanas de la Madre de Dios de la Misericordia, donde ­ como Sor María Faustina ­ vivió 13 años cumpliendo los deberes de cocinera, jardinera y portera. Su vida, aparentemente ordinaria, monótona y gris, se caracterizó por la extraordinaria profundidad de su unión con Dios. Desde niña había deseado ser una gran santa y, en consecuencia, caminó hacia este fin colaborando con Jesús en la obra de salvar a las almas perdidas, hasta ofrecerse como sacrificio por los pecadores. Los años de su vida conventual estuvieron marcados, pues, por el estigma del sufrimiento y las extraordinarias gracias místicas.


La misión de sor Faustina consiste en 3 tareas:

Acercar y proclamar al mundo la verdad revelada en la Sagrada Escritura sobre el amor misericordioso de Dios a cada persona.

Alcanzar la misericordia de Dios para el mundo entero, y especialmente para los pecadores, por ejemplo a través de la práctica de las nuevas formas de culto a la Divina Misericordia, presentadas por el Señor Jesús: la imagen de la Divina Misericordia con la inscripción: Jesús, en ti confío, la fiesta de la Divina Misericordia, el primer domingo después de la Pascua de Resurrección, la coronilla a la Divina Misericordia y la oración a la hora de la Misericordia (las tres de la tarde). A estas formas de la devoción y a la propagación del culto a la Divina Misericordia el Señor Jesús vinculó grandes promesas bajo la condición de confiar en Dios y practicar el amor activo hacia el prójimo.

La tercera tarea es inspirar un movimiento apostólico de la Divina Misericordia que ha de proclamar y alcanzar la misericordia de Dios para el mundo y aspirar a la perfección cristiana siguiendo el camino trazado por la beata sor María Faustina. Este camino es la actitud de confianza de niño hacia Dios que se expresa en cumplir su voluntad y la postura de caridad hacia el prójimo. Actualmente este movimiento dentro de la Iglesia abarca a millones de personas en el mundo entero: congregaciones religiosas, institutos laicos, sacerdotes, hermandades, asociaciones, distintas comunidades de apóstoles de la Divina Misericordia y personas no congregadas que se comprometen a cumplir las tareas que el Señor Jesús transmitió por sor María Faustina.

Sor María Faustina manifestó su misión en el Diario que escribió por mandato del Señor Jesús y de los confesores. Registró en él con fidelidad todo lo que Jesús le pidió y describió todos los encuentros de su alma con Él. Secretaria de mi más profundo misterio ‹dijo el Señor Jesús a sor María Faustina‹ tu misión es la de escribir todo lo que te hago conocer sobre mi misericordia para el provecho de aquellos que leyendo estos escritos, encontrarán en sus almas consuelo y adquirirán valor para acercarse a mí (Diario 1693). Esta obra acerca de modo extraordinario el misterio de la misericordia Divina. Atrae no solamente a la gente sencilla sino también a científicos que descubren en ella un frente más para sus investigaciones. El Diario ha sido traducido a muchos idiomas,por citar algunos: inglés, alemán, italiano, español, francés, portugués, árabe, ruso, húngaro, checo y eslovaco.

El 18 de abril de 1993 el Papa Juan Pablo II beatificó a nuestra Sor Faustina Kowalska en la Basílica de San Pedro en Roma. Fue en el primer domingo de Pascua, en el cual, según el pedido expreso de Jesús a Sor Faustina, debía celebrarse la Fiesta de la Misericordia. Y la beatificó precisamente Juan Pablo II, quien siendo aún arzobispo de Cracovia, llevó adelante el proceso arquidiocesano como paso previo a los procesos romanos.

El 30 de abril de 2000, el Santo Padre Juan Pablo II, canonizó a Sor Faustina, en la Basílica de San Pedro, frente a 200.000 devotos de la Divina Misericordia.



NO HE VENIDO A SER SERVIDA SINO A SERVIR


No he venido a ser servida sino a servir
Meditaciones Rosario. 2o. Misterio de Gozo. Visita de la Virgen a su prima Isabel. María es un sí a Dios, un sí a Jesús y un sí a los hombres.


Por: P. Mariano de Blas LC | Fuente: Catholic.net 


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De tal palo tal astilla, o de tal astilla tal palo. El hijo y la madre tan parecidos, no sólo en la cara sino en la vida. Dos vidas paralelas.

Dos personas que vinieron a inaugurar una nueva forma de vivir: No la del egoísmo, sino la de la generosidad y la entrega. El que no vive para servir, no sirve para vivir.

María es un sí a Dios, un sí a Jesús y un sí a los hombres.

Un sí a Dios: Hágase en mí según tu palabra. Pero no una vez o por un rato, sino en todas las oportunidades y siempre. María el encanto de Dios. Mirarla es sonreír. La única criatura que ha agradado a en todo y siempre a Dios. Hermana nuestra, intercesora, pararrayos. Nuestra raza ha producido monstruos horrendos. Pero la figura de María le cura a Dios de todas las heridas que le provocan los hombres.

Un sí a Jesús: Soy tu madre, tu compañera, tu sostén hasta la muerte. Lo tuvo en brazos cuando era un bebé desvalido, lo defendió de la espada de Herodes, lo acompañó en su vida pública con su oración y fortaleza: Jesús hombre, el Siervo de Yahvé incomprendido se cobijó a la sombra reconfortante de María, encontrando el único alivio en la tierra, porque su padre lo “abandonó en la tierra”. “Dios mío, Dios Mío, ¿por qué me has abandonado?”

María cuidó de un hijo de Dios “abandonado” por el Padre y perseguido por los hombres. Es difícil imaginar hasta qué punto María ayudó a Jesús hombre en su dura travesía por la tierra. Le acompañó en la cuesta más dura, en el último trecho hacia el Calvario. María supo sostener con su oración y su presencia y con todo el amor de una madre a un dios semiagonizante que sudaba sangre en Gethsemaní. Y dio aliento a su hijo Dios crucificado para que terminara de entregar su vida por os hombres. En el templo lo entregó de niño en sus brazos. En el Calvario lo entrego de hombre en sus mismos brazos. “Padre, te ofrezco lo que queda de mi hijo en altar destruido de mi corazón de madre”.

Jesús murió en el lecho duro de la cruz. Pero cobijado por el amor y el abrazo heroico de María. Retuvo en sus ojos un mar de llanto con la compuerta de su fortaleza, para no herir más al herido de muerte.

Cuando Jesús expiró, se rompieron los diques y María se convirtió en un mar de lágrimas. Jesús da gracias a María por haberlo ayudado a subir al Gólgota, por haberlo ayudado a morir como un crucificado. En la cruz no quedaba nada de la omnipotencia de Dios y nada de la dignidad del hombre. Era la aniquilación total. Jesús no hubiera podido sólo. Quiso necesitar la ayuda de María no sólo para nacer, sino para morir. Fue corredentora porque ayudo al Redentor a redimirnos.

Un sí a los hombres: No sabemos lo que le debemos a Dios. Ni sabemos lo que le debemos a María. Somos muy desagradecidos por ser muy ignorantes de tanto amor. “Ahí tienes a tu hijo, a tus hijos. No te dé pena de cómo son. Ámalos y cuídalos, como si fuera yo mismos”. María ha tomado en serio como al mismo Dios el cuidar de ti y de mí. No cabe duda que uno de los momentos en que Dios me ha amado más es cuando me dijo: Ahí tienes a tu madre. Desde entonces hay un amor en mi vida, el más puro, el menos merecido el de la madre más maravillosa. El corazón que amó a Dios me a mí como madre. ¡Bendito el momento en que esto empezó a suceder!. La madre de Dios es mi madre.

Ella me sostiene con su oración y amor a lo largo de mi vida, en mis problemas y sufrimientos y en la hora de mi muerte
Si servir hace felices, María fue la mujer más feliz, porque fue la mejor servidora. El método ha funcionado siempre, igual que el del egoísmo jamás ha funcionado ni funcionará. El de servir al prójimo crea hombres y mujeres felices. Se sirve rezando por los infelices; se sirve sufriendo por los pecadores; se sirve dedicando tiempo, mi tiempo, al apostolado; se sirve dando algo mío, y se sirve, sobre todo, dándose a sí mismo con amor al prójimo.

Donde está María las personas y las cosas cambian

Nazareth es un pueblo bendito por Ella y por Jesús y José. ¡Qué trilogía! Nunca tan pocos han hecho tanto por toda la humanidad. La casa de Zacarías no fue la misma desde que en ella se hospedó María. El nivel de gozo y serenidad subió al máximo. La boda de Caná, que hubiera acabado en un naufragio por escasez de vino, terminó siendo la boda más feliz, donde se sirvió el vino mejor del mundo. Por Ella. La vida de Jesús en este mundo hubiera sido insoportable sin Ella. Pero la vida de Jesús, la dura vida terrena del Hijo de Dios fue maravillosamente soportable por aquella flor de Nazareth.

La vida de un cristiano, la tuya, la mía es muy diferente: amable, dulce, llevadera, cuando María convierte nuestra pobre agua en dulce vino. María es la alegría de vivir para quien la toma simplemente en serio. Invito desde aquí a todos los tristes, pesimistas, amargados a que toquen a la puerta de María. Verán renacer la esperanza.

Y amar a María es la cosa más sencilla, más dulce, más inefable. El primer mandamiento de “amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón...” podríamos adaptarlo así:”Amarás a María, tu Madre, una milésima menos de la que amas a Dios”.

Bendita tú que has creído...

Tu fe gigantesca borra la incredulidad aterradora de millones de ateos e incrédulos. Y Dios lo sabe, lo mide. Bendita por ti y bendita por nosotros, que tanto tenemos la cerrazón de Tomás. Tú dijiste, antes que él, sin pedir tocar ni ver:”Señor mío y Dios mío”, cuando aquel Dios era sólo un puñadito de células en tu seno.

Jesús diría a Tomás y a todos los incrédulos: “Dichosos los que sin ver creyeron”. En aquel momento la alabanza era para ti y para Juan. Después sería para todos los creyentes. Dichoso el que sigue creyendo en la Eucaristía, en la Iglesia, en Jesús, en María.

Creer es un acto de amor y confianza en el amado; no en lo que yo veo o palpo o discurro, sino en su palabra. Creer es fiarse, es amar, es entregarse sin agarraderas. La fe fue toda tu vida la estrella polar. La fe te salvó de la desesperanza y del orgullo; de la rutina y del cansancio. La fe es la victoria que vence al mundo. Tú eres la mujer vencedora por excelencia.


Mi alma glorifica al Señor...

Debías cantar muy bellamente. Me gustaría oírte cantar uno de tus canciones favoritas, el Magnificat con el alma encendida de amor y gratitud a tu Creador. Sabías agradecer: Te nacía del alma como fuente a flor de corazón. Sabías ser humilde: Eras la humildad encarnada y transparente. Conocías tu grandeza, pero sabías que era regalo, y así lo proclamas: “Soy grande, andaré boca de todas las generaciones, porque Él es bueno y grande”. Yo sé que das las gracias a quien te reza un avemaría.

Te llamas esclava, palabra sublime de amor. Ser esclavo del amado representa la plena disponibilidad, el sí total; por eso al llamarte esclava te declarabas totalmente a las órdenes de tu amado, Dios.

Del amor hiciste tu identidad. Te podemos llamar Amor como san Juan llamaba a Dios. De amor llenaste la vida, y, así, esa vida se tornó maravillosa como todo lo que toca el amor. De amor viviste , y de amor moriste. Y de amor vivirás eternamente en el cielo; enamorada para siempre de tu Dios y enamorada de tus pequeños. Enséñanos a amar, a vivir de amor como tú.

domingo, 4 de octubre de 2015

ORACIÓN A NUESTRA SEÑORA DEL PILAR

ORACIÓN 
A NUESTRA SEÑORA DEL PILAR



Oh Virgen del Pilar, Reina y Madre, España y todas las naciones hispanas reconocen con gratitud tu protección constante y esperan seguir contando con ella.

Obténnos de tu Hijo fortaleza en la fe, seguridad en la esperanza y constancia en el amor.

Queremos que en todos los instantes de nuestra vida sintamos que tu eres nuestra Madre.

Por Jesucristo nuestro Señor. 

                       Amén.

NOVENA EN HONOR A LA VIRGEN DEL PILAR: DEL 3 AL 11 DE OCTUBRE DEL 2015


NOVENA EN HONOR A LA VIRGEN DEL PILAR
Del 3 al 11 de Octubre
Por Abel Camasca



 (ACI).- Según una venerada tradición, la Virgen María, que aún vivía en carne mortal, se apareció en Zaragoza (España), sobre una columna o pilar al apóstol Santiago el Mayor y le pidió que en ese lugar se le construyese una iglesia.

Poco a poco esta devoción se fue propagando y se produjeron muchos milagros. San Juan Pablo II en 1984 reconoció a la Virgen del Pilar como “Patrona de la hispanidad”.

Cercanos a esta gran fiesta mariana, que se celebra cada 12 de octubre, aquí una novena para pedir su intercesión.




Por la Señal de la Santa Cruz de nuestros enemigos, líbranos Señor, Dios Nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de contrición

Señor mío Jesucristo, Dios Hombre verdadero, Criador y Redentor mío. Por ser Vos quien sois, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberos ofendido; propongo firmemente nunca más pecar; apartarme de todas las ocasiones de ofenderos, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta, restituir y satisfacer, si algo debiere. Ofrezco mi vida, obras y trabajos, en satisfacción de todos mis pecados. Y como os suplico, así confío en vuestra bondad y misericordia infinita, me los perdonaréis por los merecimientos de vuestra preciosa sangre, pasión y muerte, y me daréis gracia para enmendarme, y para perseverar en vuestro santo servicio hasta la muerte. Amén.

Oración preparatoria para todos los días

¡Oh Señor Omnipotente! en vuestra soberana presencia derramo todo mi corazón, implorando vuestra bondad: yo soy aquella oveja perdida que mi amado Jesús, como Pastor bueno, se afanó tanto en buscarla, la redimió con su preciosísima sangre, y la tomó sobre sus hombros, para volverla al redil de la Iglesia. ¿Permitiréis ahora que se pierda? ¡Ay de mí, me confundo a mí mismo! La causa verdaderamente es mía, porque se trata de mi eterna salud, pero también es vuestra, porque se interesa vuestra gloria. Mas entre tanto viva sobre la tierra, me hallo en la incertidumbre de mi salvación. En semejante conflicto, permitid, Señor, que desahogue con suspiros el profundo sentimiento que aflige mi corazón. Porque, qué me importará ganar el Universo, si me pierdo para siempre. Por esta causa tan importante, elevo mis fervorosos ruegos hasta el trono de vuestra gracia, suplicándoos que libréis mi alma de las furias del león infernal. En Vos confío, Madre piadosa, favorecedme en tan grave necesidad. Acordaos ¡oh graciosísima Virgen María! que jamás se ha oído decir de nadie, que habiéndose acogido a vuestra protección, pidiendo vuestro amparo, e implorando vuestra intercesión, se haya perdido. Animado yo con esta confianza, acudo a Vos: pecador como soy me presento gimiendo y suplicándoos, que me adoptéis para siempre como hijo, que toméis a vuestro cargo mi eterna salvación. No despreciéis mis palabras, Vos que sois Madre de la palabra eterna. Oídlas propicia, y despachadlas favorablemente, éste será todo mi consuelo sobre la tierra, y me inspirará la más segura confianza de ser colocado un día entre los Coros de los Ángeles, donde alabaré para siempre a Dios mi Salvador, y cantaré eternamente las misericordias de mi excelsa Protectora. Así sea.



Primer día

¡Oh Santísima Virgen María! ¡Vos en Zaragoza! Yo os saludo, Soberana Reina, en el día más feliz que vieron las naciones. ¡Grata memoria! Que pasando de generación en generación, mantiene por diecinueve siglos una devoción tierna, una piedad constante, y un agradecimiento. ¡Milagrosa venida! Que así transporta nuestros corazones en un santo júbilo, y excita en nosotros los más tiernos sentimientos de piedad y gratitud eterna. ¡Fineza admirable! ¡Predilección singular! ¡Exceso de amor! Cuando la Madre de Dios vivía aún en la famosa Ciudad de Jerusalén, oficiosamente ocupada en el cuidado de la naciente Iglesia, se dignó venir a Zaragoza a visitarnos en persona. Esta es la tradición más autorizada y respetable. En el año 40 de la Era cristiana, dominando el Imperio Romano, y predicando el Santo Evangelio en esta misma Ciudad, el Protomártir entre los Apóstoles nuestro Patrón Santiago, a tiempo que oraba con sus discípulos en las orillas del Ebro, a la media noche del dos de Enero, se le apareció la Santísima Virgen, Madre de Dios y Reina del Cielo, viviendo aún en carne mortal, llena de majestad, y acompañada de coros de Angeles, que cantaban diversas alabanzas. Los Angeles, según su piadosa tradición, traían su Sagrada Imagen y una Columna de jaspe, que hoy con tanta devoción veneramos. ¡Oh beneficio incomparable! ¿De dónde a nosotros tanto favor ¿Por qué es Zaragoza la predilecta? Cosas grandes se han dicho de ti, Ciudad Augusta; pero ninguna eleva tanto tu grandeza, como la venida de la Santísima Virgen en carne mortal. ¡Oh Ciudad de María! Este favor no dispensado a nación alguna, forma tu verdadera gloria, y cubre tu suelo clásico de honor, de riqueza, de nobleza, y la memoria de este prodigio inmortalizada en los fastos de la Iglesia, hará eterna tu gloria, y la de la nación española.


Segundo día: La Santísima Virgen manda al apóstol Santiago que le erija un templo a su nombre en el mismo lugar que le señala

La Reina de los Cielos y Abogada nuestra, no sólo nos ha distinguido entre todas las naciones con su venida a Zaragoza, sino que para perpetuar la memoria de tan singular beneficio, mandó al Apóstol Santiago edificase un templo a nombre de tan gran Señora. El santo Apóstol, vuelve de su éxtasis y de su rapto por el resplandor de su presencia, oye las dulces palabras con que le habla de este modo: Santiago, este es el lugar que yo he elegido: aquí quiere el Omnipotente que dediques un templo, que llevando mi nombre, sea el suyo engrandecido. Este ha de ser mi templo y casa, mi propia herencia y posesión; en el se manifestará la virtud del Altísimo por mi intercesión y mis ruegos a favor de los que pidieren con verdadera fe y piadosa devoción. Aquí se obrarán prodigios, y portentos admirables, especialmente en aquellos que en sus necesidades invocaren mi favor. Mira también ese Pilar, él quedará aquí, y colocada sobre él mi propia Imagen. En testimonio de esta verdad y promesa, estará en este lugar con la fe, hasta el fin del mundo, y nunca faltará en esta Ciudad, quien venere el nombre de Jesucristo, mi Hijo. ¡Qué generosidad! ¡ Qué amor el que nos muestra la Santísima Virgen! La Reina del Cielo ha colocado su trono en Zaragoza Llegaos, hijos de la Iglesia, a este trono de misericordia, pedid con confianza favores y gracias, que esta tierna Madre está empeñada en vuestro bien. ¿Quién jamás la invocó en sus necesidades que no fuera luego socorrido ?


Tercer día: La Santísima Virgen nos dejó como un don precioso su sagrada imagen que es nuestro amparo y consuelo en toda tribulación

Grande y digno de toda nuestra gratitud es el beneficio que nos dispensó la soberana Reina de los Angeles con su venida a Zaragoza, pero también es digno de todo nuestro aprecio, el monumento eterno, la memoria perenne de habernos dejado su sagrada Imagen como un don precioso del Cielo. ¡Oh! ¿Cómo hemos de olvidar beneficios tan singulares, si tenemos siempre a nuestra consideración un recuerdo perpetuo de las finezas de su maternal amor para con nosotros? Acudimos a los pies de tan gran Señora. ¿Pero con qué confianza? Acudimos a derramar toda la efusión de nuestro corazón, en todas nuestras angustias y tribulaciones. Y apenas llegamos a su soberana presencia, ¡oh qué consuelo experimenta luego nuestro afligido espíritu! ¡Oh, cómo se desahoga nuestro corazón en tiernos suspiros! ¡Oh qué ternura, qué dulce consuelo sentimos, cuándo nos postramos en su cámara Angelical! Nuestra alma se enajena de gozo al considerar que en este propiciatorio quedó nuestra benigna Ester, con la vara de oro del celestial Asuero en sus manos, para alcanzarnos favores y gracias. En esta casa de Angeles, a los pies del trono de la Reina celestial, es donde se han enjugado las lágrimas de tantos afligidos, donde se han templado los gemidos de tantos desconsolados, y donde se han acallado los clamores de tantos desesperados. Todo esto publica a cada paso la gratitud de los españoles más piadosos, y de cuantos verdaderos adoradores acuden a admirar de cerca esta gloriosa Jerusalén, quienes ven cumplido en este santo Templo, de María del Pilar, lo que pedía Salomón al Señor en la dedicación de su santo Templo, cuando decía: "si el extraño y el que no es de tu pueblo, viniere de lejos atraído de la fama de tu grande nombre, y te adorare en este lugar, tú le oirás desde tu firmísima habitación, y cumplirás todas las cosas, por las que el peregrino te invocare, para que todos reconozcan y respeten su sagrado nombre, como lo hace tu querido pueblo."


Cuarto día: La Santísima Virgen nos dejó el pilar santo o columna angélica, símbolo de la fortaleza y estabilidad de la fe católica en Zaragoza hasta el fin del mundo

Zaragoza posee una rica alhaja, un precioso tesoro, una sagrada Columna, que la ennoblece, la protege, la honra y la ilustra. ¿De quién ha recibido este regalo tan magnifico, este don tan apreciable, sino de María? Esta es toda tu felicidad, Católica España, nación magnánima. La Reina celestial fijó en Zaragoza esta misteriosa Columna, significando a los siglos futuros, que perpetuaba gloriosamente entre nosotros el precioso depósito de la fe que nos había confiado. El orbe católico admira la firmeza de esta Columna, que se ha conservado inmoble, en el mismo lugar que señaló la Santísima Virgen, sin que las conquistas de los romanos, el odio de los herejes, el furor de los árabes, haya turbado su permanencia. Todo certifica la grandeza de su fundamento, y la fuerza poderosa de nuestra Princesa. La India, el Asia, el Africa, sacudieron el yugo de Jesucristo. El universo entero se admiró de verse arriano, en expresión de San Jerónimo. Pero la ciudad de María, fundada sobre la firme Columna, no ha perdido como Jerusalén, su primitivo esplendor. La antorcha de la fe, que la Santísima Virgen encendió en su venida, no se ha extinguido. Innumerables Mártires que forman la gloria de la religión, y el honor de Zaragoza, fueron sacrificados en su defensa.


Quinto día: Glorias y excelencias del santo templo del Pilar de Zaragoza, el primero del mundo dedicado a la Santísima Virgen.

¡La misma Reina de los Cielos y abogada nuestra es la Fundadora de este Templo augusto! Si nuestros mayores vieron en los primeros siglos de la salud cristiana, esa Arca de la nueva Alianza, colocada en la humilde Silo, y bajo un pobre techo edificado por el Protomártir entre los Apóstoles, nuestro Patrón Santiago, y sus santos discípulos, nosotros la adoramos ya elevada a la majestad y magnificencia de este admirable y suntuoso Templo. ¡Oh Trono! ¡Oh monumento de la Reina Celestial! Este es el primer templo del mundo dedicado en honor de la Santísima Virgen. Su célebre invocación del Pilar, ha sido llevada a todas las naciones del Universo, con gloria de su nombre. ¡Oh Ciudad augusta! Tú verás aumentarse la devoción de los fieles, y el orbe católico será un emulo de las glorias de este Templo. Porque no es un edificio, en que haya sólo que admirar la magnificencia, como en el Templo de Salomón la maravilla de su fábrica, no; su grandeza es tanto más excelsa, cuanto que no toma su origen de las obras de los hombres.


Sexto día: Respeto y veneración que se debe al santo templo del Pilar de Zaragoza

Por respeto a la Majestad del Señor que habitaba el templo de Jerusalén, no entraban los Judíos sin purificarse antes. Los Levitas, aunque consagrados al culto del Señor, no pasaban del atrio destinado para los sacrificios. A los Sacerdotes les permitía entrar en el Santuario a ofrecer el incienso sobre el altar de oro, pero rara vez tenían este honor. Sólo el sumo Sacerdote entraba en el Santo de los Santos una sola vez en el año. Estas precauciones asombrosas se dirigían todas a dar una alta idea de la divinidad, y a inspirar el respeto que se le debía en el Templo. Pero estas precauciones son más para nosotros, que por una gracia inefable, poseemos en nuestros templos la realidad que se simbolizaba en aquellas nobles figuras. Por ellas nos enseña el Señor que al acercarnos al Santuario, debemos sentirnos penetrados de un religioso temblor, humillarnos y confundirnos, considerando la infinita Majestad de nuestro Dios y la vileza de nuestro ser. Mas si este religioso pensamiento, debe excitar mi fe, mi respeto y veneración a todos los templos; este Propiciatorio y Cámara Angelical erigida en Zaragoza por mandato de la Santísima Virgen, tienen otra excelencia, otra dignidad y privilegio grande, que debe excitar en mí sentimientos y demostraciones de un santo temor, de una humildad profunda, de un sumo respeto y veneración, porque éste es el lugar que la Reina de los Cielos eligió para su culto, aquí fijó sus virginales plantas, aquí permanecen sus ojos y su corazón hasta el fin de los siglos. Adoremos esta tierra santa, santificada con la presencia de Dios y de la Santísima Virgen, y exclamemos con el Patriarca Jacob: ¡Oh cuán terrible es este lugar, verdaderamente ésta es la casa de Dios, y la puerta del Cielo! Así se excitaban nuestros mayores. ¡Con qué respeto, con qué modestia, con qué devoción asistían a este Santo Templo! Pero, ¿como ha desaparecido la fe y la piedad de nuestros Padres? ¡Ah, en los días más grandes y misteriosos, se advierten mayores excesos de lujo, de vanidad, y de presunción!


Séptimo día: El santo templo del Pilar de Zaragoza y el templo vivo de nuestra alma

¡Qué ideas tan sublimes me hacen concebir la grandeza, la hermosura, el primor y ornato de tan santo Templo, magnífico Tabernáculo de la Madre de Dios! ¡La santidad de este sitio y de su peculiar elección; los himnos y cánticos de alabanza que se le tributan; la concurrencia y devoción de los fieles! Aquí se invoca su santo nombre: aquí resuenan sus altos privilegios: aquí se ostenta su bondad y su clemencia. ¿Qué diré del aparato, la magnificencia y solemnidad con que se celebran los augustos misterios de nuestra Religión? ¡Oh templo angélico! Tú arrebatas mi pensamiento, y me representas otro templo más suntuoso, el templo vivo de mi alma, su grandeza, su excelencia, su inmortalidad, y la santidad con que debo conservarla. Sí. Yo soy el templo que Dios eligió para su habitación. Así lo dice el Apóstol. El supremo Artífice levantó ese templo vivo para su morada, y lo consagró para sí Jesucristo por el Bautismo. Pero ¡oh gran Dios! ¡Cuánto más augusto, más noble y perfecto que este material tabernáculo que miramos! Las expensas y precio de su fábrica, fueron los de su propia sangre. El ara es mi corazón en que Vos queréis ser honrado. El fuego que ha de consumir las víctimas de mis afectos desarreglados es la caridad, y la misma la que ha de exhalar hasta el Cíelo el incienso y los perfumes de fervorosos suspiros. La lámpara que ilumina es la fe, que brilla entre una sagrada obscuridad, que le hace más venerable. Las columnas que le sostienen, la esperanza; sus joyas, los dones infusos del divino Espíritu; y todos sus ornamentos y vestiduras, la rica estola de la gracia santificante. El Sacerdote elegido por Dios para los sacrificios, y para alimentar de continuo el fuego sagrado del Altar es cada uno de los fieles. ¡Qué dignidad la nuestra, cristianos! ¡Qué hermosura la de un alma, que es templo animado de Dios, y sobre la cual bajó el Espíritu Santo para hacer en ella perpetua mansión!


Octavo día: Devoción, celo y cultos fervorosos de nuestros mayores a la Madre de Dios del Pilar, en su santo templo

¡Oh Reina de los Cielos! Apenas brillasteis como estrella mística sobre Zaragoza, esparcisteis vuestros resplandores sobre toda la nación española; y cuando Vos, aurora divina, iluminasteis este mismo sitio, se anunció el Evangelio, se levantó el estandarte de la Cruz, y el culto supersticioso fe despreciado: así se transformó en un lugar de Religión y de piedad el que antes lo había sido de abominación. Nuestros mayores, sumamente agradecidos, excitaron su celo ardiente, su piedad extremada, y los cultos más fervorosos hacia Vos, como a su celestial Protectora. Su ardiente celo no se limitó a frecuentar a todas horas el templo Angélico, sino que extendieron sus solícitos esmeros en contribuir a la magnificencia, primor y ornato de esta casa de ángeles, hasta hacerla una de las maravillas del mundo, y digna habitación de la Madre de Dios, que la había honrado con su presencia. Y no sólo en los felices días de la tranquilidad y de la paz, sino también en las más sangrientas persecuciones y en las más urgentes angustias, conservaron siempre puro y jamás profanado, este sagrado asilo de su refugio, no dudando sacrificar lo más precioso en su conservación y su defensa. ¡Oh devoción, celo y cultos fervorosos de nuestros mayores! Otras naciones han estado, si no enemigas, al menos entibiadas en la veneración y obsequio de la Santísima Virgen, pero la católica España se ha visto cada vez más solícita y Zaragoza más fina en el honor de Su amada Protectora. Nunca, jamás, se ha podido entibiar en los zaragozanos este celo por el objeto de su devoción, cada vez más constantes han dado bien claros testimonios de que nadie podía separarlos de la Columna Angélica en que fueron exaltados.


Noveno día: Gratitud de los españoles a su excelsa protectora por los infinitos beneficios que desde su venida ha dispensado a nuestra España

¡Soberana Reina de los ángeles! no ceso de admirar los singulares beneficios que en todo tiempo habéis dispensado a esta gloriosa Jerusalén, y mi alma se enajena de gozo al considerar que Vos habéis sido siempre el objeto más tierno de la gratitud española. ¡Oh gran Señora! Los españoles han estado siempre reconocidos a vuestros beneficios, y ha multiplicado obsequios los más fervorosos, en que os habéis complacido. La venerable antigüedad nos asegura, que en Zaragoza jamás han faltado verdaderos adoradores que, postrados ante la celestial Columna, os han ofrecido sus homenajes. La concurrencia al templo Angélico, las continuas adoraciones, las cesiones magnificas, las ricas joyas, los votos y ofrendas, todo confirma la gratitud más fina. ¡Qué solemnes festividades! ¡Cuántas oraciones en vuestro obsequio! ¡Con qué júbilo entonaban nuestros mayores vuestras alabanzas! ¡Con qué devoción oraban privadamente por todos los ángulos de vuestro magnífico Propiciatorio! ¡Cómo derramaban lágrimas de ternura en el afecto de su devoción! ¿Qué no hicieron en vuestro obsequio aquellos buenos hijos, los Fernandos, los Felipes, los Alfonsos, los Carlos, y cuánto se han empeñado todos los españoles en alabaros y ensalzaros como excelsa Protectora de nuestra España? ¡Pero ah!, ¿cómo se ha apagado entre nosotros aquel fuego que se comunicó a nuestros Monarcas y a tantos que veneraron agradecidos a la Reina del Cielo, en la cámara angelical de Zaragoza? ¡Prelados santos, héroes justos de la antigüedad, que llorabais en este sitio en el exceso de vuestra ternura! ¿Por qué no dejasteis a vuestros hijos, como otro Elías a su discípulo, el espíritu de vuestra devoción? 


Oraciones finales

Terminar cada día rezando cinco Avemarías y las oraciones finales:

Cinco Avemarías

1. En alabanza de la hora en que María Santísima vino en carne mortal a Zaragoza. Avemaría.

2. Por haberle erigido el Apóstol Santiago, por mandato de la Santísima Virgen, su santo Templo en Zaragoza, el primero del mundo dedicado a su nombre. Avemaría.

3. Por habernos dejado como un don precioso su sagrada Imagen, que es nuestro amparo y consuelo en toda tribulación. Avemaría.

4. Por el santo Pilar o Columna angélica, símbolo de la fortaleza y estabilidad de la fe católica en Zaragoza, hasta el fin del mundo. Avemaría.

5. En acción de gracias por los infinitos beneficios que desde su venida nos ha dispensado como excelsa Protectora de nuestra España. Avemaría.

Ahora se pide al Señor, por la intercesión de la Santísima Virgen, la gracia particular que cada uno desea conseguir en esta Novena; y luego se dice la siguiente oración final:


Oración final

¡Oh María! ¡Hija de Dios Padre!, amparad a la Iglesia, que desde su principio ha reclamado vuestra protección. Reconoced en ella la Esposa de Vuestro único Hijo, que la ha rescatado con el precio de toda su sangre. Haced que resplandezca con tal brillo de santidad, que pueda presentarse digna de su divino Esposo, y del precio con que fue redimida ¡Madre de Dios Hijo! que ilumina a todo hombre que viene a este mundo. ¡Aurora brillante de este sol divino! disipad las tinieblas de la herejía y del cisma. Haced que todos sigan la luz de la verdad, y se apresuren a entrar en el seno de la verdadera Iglesia, donde juntamente con Jesús os conozcan con una viva fe, os invoquen con una esperanza firme, y os amen con un amor perfecto. ¡Esposa del Espíritu Santo, que ha reunido en un sólo rebaño y en una misma religión, tantas y tan diferentes naciones!, derramad sobre los Príncipes cristianos y sus ministros la abundancia de gracias, de que sois dispensadora. Penetrad sus corazones del espíritu de paz y de concordia, que al nacer vuestro hijo se anunció a la tierra: que nada emprendan contrario a la paz y libertad de vuestra Iglesia. ¡Oh María, Templo de la Santísima Trinidad, toda pura y sin mancha en vuestra Concepción! Mirad con ojos de misericordia a la nación española, vuestra nación predilecta, que tanto habéis distinguido de las demás; a pesar de sus pecados, continuad siempre en amarla: mantenedla en la fe católica, apostólica, romana: conservadla en la unidad católica, a fin de que defendida por vuestra gracia de todo error estando al abrigo de toda disensión, y consagrada a servir a vuestro Santísimo Hijo y a Vos con un culto digno, pueda marchar constantemente al fin que le habéis prometido, y merecer teneros siempre por su Protectora en la tierra, y por su Reina y Corona en el Cielo. Así sea.

GRACIAS, POR HABER DICHO QUE SÍ


¡Gracias, por haber dicho que sí!



Meditaciones Rosario, 1o. Misterio de Gozo. Anunciación del Ángel a la Virgen. En su aceptación había entrega total, confianza plena y amor muy hondo.


Por: P Mariano de Blas LC | Fuente: Catholic.net 




Eres la misma que habías renunciado a ser madre: del Mesías y de otros posibles hijos, porque Dios te pidió ser virgen. Pero Él hizo que pudieras seguir siendo virgen y que al mismo tiempo fueras madre de Cristo y madre de todos los hombres.

Dios es un ladrón muy singular. Algunos roban y no devuelven. Son la mayoría. Algún ladrón, arrepentido, devuelve lo que ha robado o parte de lo que ha robado. Pero Dios devuelve lo que robó multiplicado al ciento por uno. En ese sentido yo quisiera que Dios me robara todo para aumentarlo al cien por cien.

¡Gracias, por haber dicho que sí!

Un día llamaron a la puerta de una casita de Nazareth. La niña abrió la puerta y escuchó al mensajero que le pedía de parte de Dios: Se solicita una madre para el redentor de los hombres. ¿Aceptas ser su madre?...

Todos los hombres de todos los tiempos, encadenados, infelices, destinados al castigo eterno, rodeaban la casita de Nazareth. Gritaban angustiosamente a la niña inocente y asustada: Di que sí, dilo pronto, y estaremos salvados... La respuesta fue tan sencilla como firme: “He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra.”
Hoy todos los hombres decimos a aquella mujer: ¡Gracias, madre, por haber dicho que sí.”

Yo me uno a ese coro de voces que le dan las gracias. Santa María de Guadalupe es el nombre de aquella maravillosa Niña que nos fue quitando las cadenas de las manos y las cadenas dela cuello; la que nos ha abierto a cada uno las puertas de la gloria, hasta el punto de ser invocada como “Puerta del cielo”. Hay que decirle con el corazón: ¡Gracias, Madre, por haber dicho que sí”


El sí de María


María es un alma de aceptación: Pasó por el susto, la sorpresa y la alegría del llamado como tú. Dijo sí con unas palabras hermosas que eran su fórmula de consagración: "He aquí la esclava del Señor..." En esas palabras había entrega total, confianza plena, amor muy hondo...¿como tú?

Alma que alimentaba el amor y vivía del amor en su vida.

Una lámpara en que reponía el aceite, una hoguera en que renovaba la leña para alimentar la llama. El aceite era la oración rica, jugosa, apasionante... ¿cómo tú?. Y el sacrificio por amor la leña de la hoguera. Todas las cosas que hacía llevaban un sello: Amor a Dios. Todo era razón y motivo para amar: una escoba, un puchero, un cántaro. ¿Para ti también?

Vivía de amor; era su respiración, su vida, su sentido. Sin el amor a Dios, a su hijo, a san José, a las almas, su vida no era nada... ¿Cómo tú?

Y María era feliz en medio del dolor, del trabajo, de la sencillez de su vida. ¿Cómo tú?

Alma que de su consagración hizo su vida, su por qué, su alegría.

Demostró que una vida entregada a Dios por amor es una vida hermosísima, muy valiosa, muy rica, digna de imitarse. Tú eres uno de esos imitadores, imitadoras... Tienes que seguir demostrándote a ti y al mundo que tu vida dedicada a Dios y a los hombres es muy hermosa, valiosísima, riquísima, digna de vivirse e imitarse.


sábado, 3 de octubre de 2015

CONSAGRACIÓN INDIVIDUAL AL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA


Consagración individual
 al Inmaculado Corazón de María



Oh, Virgen mía, Oh, Madre mía, 
yo me ofrezco enteramente a tu Inmaculado Corazón
y te consagro mi cuerpo y mi alma,
mis pensamientos y mis acciones.

Quiero ser como tú quieres que sea, 
hacer lo que tú quieres que haga.
No temo, pues siempre estás conmigo.
Ayúdame a amar a tu hijo Jesús, 
con todo mi corazón y sobre todas las cosas. 

Pon mi mano en la tuya para que esté siempre contigo.

AMÉN

viernes, 2 de octubre de 2015

OCTUBRE, MES DEL SANTO ROSARIO


IMÁGENES DE LA VIRGEN MARÍA CON MENSAJES








5 MOTIVOS PARA QUE NO TE ALEJES DEL ÁNGEL DE LA GUARDA


¿Has olvidado a tu Ángel de la Guarda? 
Aquí 5 motivos para que no lo alejes de tu vida
Por Abel Camasca






 (ACI).- “La Iglesia confiesa su fe en los Ángeles Custodios, venerándolos en la liturgia con una fiesta especial, y recomendando el recurso a su protección con una oración frecuente”, señaló una vez San Juan Pablo II en una de sus catequesis sobre los ángeles. Aquí 5 cosas que tal vez no sabías o recordabas de tu Ángel de la Guarda, cuya fiesta es el 2 de octubre.

1. Te acompaña desde la concepción

Cada ser humano desde el momento de su concepción tiene un Ángel de la Guarda. Dice el Catecismo (336): “Desde su comienzo hasta la muerte, la vida humana está rodeada de su custodia y de su intercesión”. Asimismo, añade una frase de San Basilio Magno: “Nadie podrá negar que cada fiel tiene a su lado un Ángel como protector y pastor para conducir su vida”.

Con estas afirmaciones se entiende que la misión del Ángel de la Guarda es la de velar por cada uno, protegiéndonos de los peligros y alentando nuestra vida en Cristo. Por ello San Juan María Vianney (el Cura de Ars) indicaba: “Qué feliz es ese Ángel de la Guarda que acompaña al alma cuando va a Misa”.

2. Su existencia no es un invento ni un cuento infantil, se fundamenta en la Biblia

En la Biblia, desde el Antiguo Testamento hay numerosas citas que hablan de los ángeles que custodian, como en Éxodo (23, 20-21): “Yo voy a enviar un Ángel delante de ti, para que te proteja en el camino y te conduzca hasta el lugar que te he preparado. Respétalo y escucha su voz”.

De igual manera en el Nuevo Testamento, Jesús dice (Mt. 18,10): “Cuídense de despreciar a cualquiera de estos pequeños, porque les aseguro que sus Ángeles en el cielo están constantemente en presencia de mi Padre celestial”.

3. Son compañeros cercanos de los Santos

Muchos santos han dado testimonio de la inseparable relación que tuvieron con sus Ángeles Custodios. Entre ellos tenemos a San Francisco de Sales, Santa Teresita del Niño Jesús, San Pío de Pietrelcina, San Josemaría Escrivá, etc.

Se dice que Santa Francisca Romana (1384-1440), patrona de los conductores, tuvo la fortuna de ver a su Ángel de la Guarda, quien velaba por ella día y noche. La santa lo describe así: “Era de una belleza increíble, con un cutis más blanco que la nieve y un rubor que superaba el arrebol de las rosas”.

“Sus ojos, siempre abiertos tornados hacia el cielo, el largo cabello ensortijado tenía el color del oro bruñido. Su túnica llegaba al suelo y era de un blanco algo azulado y, otras veces, con destellos rojizos. Era tal la irradiación luminosa que emanaba de su rostro, que podía leer maitines en plena media noche”.

4.- Es tu protector en los momentos difíciles

En una ocasión San Juan Bosco narró que el día de la fiesta del Ángel de la Guarda, recomendó a sus muchachos que en los momentos de peligro invocaran a su Ángel Custodio. En aquella semana dos jóvenes obreros estaban en un andamio altísimo alcanzando materiales y de pronto se partió la tabla y ambos se vinieron abajo.

Uno de ellos recordó el consejo del santo y exclamó: “¡Ángel de mi guarda!”. Cayeron sin sentido y cuando sus compañeros fueron a verlos, encontraron que uno había muerto, pero el que había invocado al Ángel Custodio recobró el conocimiento y subió la escalera del andamio como si nada le hubiera pasado. Luego el muchacho contó que al invocar a su ángel sintió que le ponían por debajo una sábana, que lo bajaban suavemente y que después de eso ya no recordaba más.

5.- Son poderosos servidores de Dios

San Bernardo Abad en uno de sus sermones indicó: “Seamos, pues, devotos y agradecidos a unos guardianes tan eximios; correspondamos a su amor, honrémoslos cuanto podamos y según debemos”.

“Ellos, los que nos guardan en nuestros caminos, no pueden ser vencidos ni engañados, y menos aún pueden engañarnos. Son fieles, son prudentes, son poderosos: ¿por qué espantarnos? Basta con que los sigamos, con que estemos unidos a ellos, y viviremos así a la sombra del Omnipotente”.

La tradición de la Iglesia recomienda saludar e invocar al Ángel de la guarda durante el día, especialmente con las siguientes oraciones:


Ángel de Dios,
que eres mi custodio,
pues la bondad divina
me ha encomendado a ti,
ilumíname, guárdame, defiéndeme
y gobiérname. Amén.




Oración II
Ángel de mi guarda,
dulce compañía,
no me desampares
ni de noche ni de día.
No me dejes solo
que me perdería.
Hasta que amanezca
en los brazos
de Jesús, José y María
Amén.

HOY CELEBRAMOS A LOS SANTOS ÁNGELES CUSTODIOS, 2 DE OCTUBRE

Ángeles Custodios
Ángeles Custodios


Cada persona tiene un ángel custodio, 2 de octubre 


Por: Lucrecia Rego de Planas | Fuente: Catholic.net 



Nuestros Guardaespaldas Celestiales

¿Quiénes son los ángeles custodios?

Dios ha asignado a cada hombre un ángel para protegerle y facilitarle el camino de la salvación mientras está en este mundo. Afirma a este respecto San Jerónimo: “Grande es la dignidad de las almas cuando cada una de ellas, desde el momento de nacer, tiene un ángel destinado para su custodia”.

En el antiguo testamento se puede observar cómo Dios se sirve de sus ángeles para proteger a los hombres de la acción del demonio, para ayudar al justo o librarlo del peligro, como cuando Elías fue alimentado por un ángel (1 Reyes 19, 5.)
En el nuevo testamento también se pueden observar muchos sucesos y ejemplos en los que se ve la misión de los ángeles: el mensaje a José para que huyera a Egipto, la liberación de Pedro en la cárcel, los ángeles que sirvieron a Jesús después de las tentaciones en el desierto.

La misión de los ángeles custodios es acompañar a cada hombre en el camino por la vida, cuidarlo en la tierra de los peligros de alma y cuerpo, protegerlo del mal y guiarlo en el difícil camino para llegar al Cielo. Se puede decir que es un compañero de viaje que siempre está al lado de cada hombre, en las buenas y en las malas. No se separa de él ni un solo momento. Está con él mientras trabaja, mientras descansa, cuando se divierte, cuando reza, cuando le pide ayuda y cuando no se la pide. No se aparta de él ni siquiera cuando pierde la gracia de Dios por el pecado. Le prestará auxilio para enfrentarse con mejor ánimo a las dificultades de la vida diaria y a las tentaciones que se presentan en la vida.

Muchas veces se piensa en el ángel de la guarda como algo infantil, pero no debía ser así, pues si pensamos que la persona crece y que con este crecimiento se tendrá que enfrentar a una vida con mayores dificultades y tentaciones, el ángel custodio resulta de gran ayuda.

Para que la relación de la persona con el ángel custodio sea eficaz, necesita hablar con él, llamarle, tratarlo como el amigo que es. Así podrá convertirse en un fiel y poderoso aliado nuestro. Debemos confiar en nuestro ángel de la guarda y pedirle ayuda, pues además de que él nos guía y nos protege, está cerquísima de Dios y le puede decir directamente lo que queremos o necesitamos. Recordemos que los ángeles no pueden conocer nuestros pensamientos y deseos íntimos si nosotros no se los hacemos saber de alguna manera, ya que sólo Dios conoce exactamente lo que hay dentro de nuestro corazón. Los ángeles sólo pueden conocer lo que queremos intuyéndolo por nuestras obras, palabras, gestos, etc.
También se les pueden pedir favores especiales a los ángeles de la guarda de otras personas para que las protejan de determinado peligro o las guíen en una situación difícil.
El culto a los ángeles de la guarda comenzó en la península Ibérica y después se propagó a otros países. Existe un libro acerca de esta devoción en Barcelona con fecha de 1494.

Cuida tu fe

Actualmente se habla mucho de los ángeles: se encuentran libros de todo tipo que tratan este tema; se venden “angelitos” de oro, plata o cuarzo; las personas se los cuelgan al cuello y comentan su importancia y sus nombres. Hay que tener cuidado al comprar estos materiales, pues muchas veces dan a los ángeles atribuciones que no le corresponden y los elevan a un lugar de semi-dioses, los convierten en “amuletos” que hacen caer en la idolatría, o crean confusiones entre las inspiraciones del Espíritu Santo y los consejos de los ángeles.

Es verdad que los ángeles son muy importantes en la Iglesia y en la vida de todo católico, pero son criaturas de Dios, por lo que no se les puede igualar a Dios ni adorarlos como si fueran dioses. No son lo único que nos puede acercar a Dios ni podemos reducir toda la enseñanza de la Iglesia a éstos. No hay que olvidar los mandamientos de Dios, los mandamientos de la Iglesia, los sacramentos, la oración, y otros medios que nos ayudan a vivir cerca de Dios.
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