5 laicos, padres de familia trabajadores, entre los futuros beatos vicencianos
Mártires de la Virgen de la Medalla Milagrosa de Madrid
La ceremonia se llevará a cabo el sábado 11 de noviembre en Madrid
Por: P.J. Ginés´ | Fuente: Religión en Libertad
El 11 de noviembre de 2017, serán beatificados en Madrid 60 mártires de la familia vicenciana, asesinados durante la persecución religiosa en la Guerra Civil española. Es la feliz unión de dos causas independientes: la de Vicente Queralt Lloret y 20 compañeros y la de José Maria Fernández Sánchez y 38 compañeros. De ellos la mayoría eran clérigos paúles, pero algunos de ellos eran laicos y padres de familia.
Este es el caso de los 5 miembros de la Asociación de la Medalla Milagrosa, detenidos por los milicianos del Círculo Socialista del Norte, que tenían su base, desde el 22 de julio de 1936, en el convento de las Esclavas del Sagrado Corazón en la actual calle de Martínez Campos, número 8 (entonces se llamaba Calle de Francisco Giner).
Estos milicianos eran conocidos como "los Leones Abisinios". En el diario ABC del 28 de agosto de 1937, escrito desde el entusiasmo republicano, se explica que "el batallón Leones Abisinios está constituido en su mayor parte por militantes socialistas; de Madrid, unos; otros de Fuencarral; de Villacarrillo (Jaén), no pocos. Curtidas todas las caras por el sol y por el viento. Los espíritus curtidos por la lucha proletaria".
La "lucha proletaria" les había "curtido" en tareas como detener y matar a personas de clase trabajadora simplemente porque pertenecían a asociaciones devocionales y religiosas. En el caso de los 5 mártires de la Medalla Milagrosa se ve con claridad.
Un portero sindicalista, un cartero, un camarero, un vendedor...
Justo Ramón Piedrafita, de 40 años, casado, con 6 hijos, era portero, el clásico conserje, vestido de librea, siempre presente en la puerta de la casa y dispuesto al servicio de todos los vecinos. Era además miembro de un sindicato católico de porteros.
Agustín Fernández Vázquez era cartero, tenía 41 años y estaba casado, sin hijos.
Felipe Basauri tenía 55 años, era camarero, viudo, con dos hijas ya adultas.
José Garvi Calvente tenía 55 años, era dependiente en la tienda de ropa "Casa Baranda", estaba casado y tenía una hija adulta y casada.
Eduardo Campos Vasallo tenía 50 años y era ayudante de obras públicas; estaba casado y tenía 6 hijos, de entre 20 y 10 años.
En apenas dos semanas, entre el 8 y el 23 de agosto de 1936, los cinco fueron detenidos y asesinados.
La UGT y los comunistas lo soltaron; los socialistas, no
Justo, el portero, fue denunciado por un compañero, un portero del número 39 de su calle. Primero le detuvieron milicianos de los "Leones Rojos", del sindicato pro-socialista UGT. Lo interrogaron y lo dejaron marchar. Siete días después le detuvieron otros milicianos, esta vez comunistas. También lo dejaron marchar.
En cada detención había registros en su piso, y veían que no ocultaba sino que mantenía a la vista el crucifijo de su cuarto y la medalla de la Milagrosa. Los milicianos no sabían que en un piso del mismo edificio, con la familia Sarria Carvajal, se escondía una monja reparadora, con objetos de culto camuflados en la leñera.
Al cabo de siete días más, el sábado 22, fue detenido una tercera vez, esta vez por los "Abisinios" del Círculo Socialista. Su esposa acudió a Castejón, jefe de los Abisinios, explicándole que tenía 6 hijos y pidiendo compasión. Le dieron largas y luego le dijeron que estaba en el Cuartel de la Montaña. Efectivamente, allí pasó su última noche, acompañado por dos sacerdotes y el médico y periodista Manuel Pombo Angulo.
Pombo se salvaría de ser fusilado por un miliciano que había sido empleado de su padre: dijo a sus compañeros que se "encargaría" de él... y lo llevó a casa y le ayudó a huir. La familia del portero Justo no supo qué había pasado con él hasta que después de la Guerra Pombo acudió a explicarles cómo habían sacado primero a los sacerdotes y luego a Justo para matarlos.
El que entregaba en persona las ayudas a los pobres
Agustín Fernández Vázquez, el cartero, era también el tesorero de las obras de caridad de los Caballeros de la Milagrosa y era el encargado de entregar a los pobres esas ayudas personalmente. Aunque estaba afiliado al partido conservador Acción Popular no tenía en él ningún cargo y parece claro que se le buscó por aparecer en las listas de los Caballeros de la Milagrosa, o bien denunciado por alguno de los que ayudaba, o ambas cosas.
Lo vinieron a buscar a casa el 17 de octubre los Abisinios y su esposa vio como lo llevaban al Círculo Socialista, muy cerca de su casa. Después ya no lo volvió a ver. Se considera que fue asesinado en el Cuartel de la Montaña al día siguiente, 18 de agosto.
Un panadero le avisó, pero no quiso huir
A Felipe Basauri, camarero viudo, de 55 años, le avisó el panadero de enfrente de su casa: había oído a unos individuos decir por teléfono que "iban a buscar a un carca de mucho cuidado en el número 31", su casa. Basauri no se escondió, pensando que no tenía nada que ocultar.
Ese mismo lunes 10 de agosto le vinieron a buscar los Abisinios del Círculo Socialistas. Su portero vio como se lo llevaban. Solo tres meses después supieron sus hijas, por varios testigos, que fue después llevado al Cuartel de la Montaña, donde fue ejecutado, probablemente el 12 de agosto.
A la Puerta del Sol, y casi atrapan a su hija
A José Garvi Calvente, otro miembro de la asociación vicenciana, lo fueron a buscar a las 9 de la mañana del 19 de agosto a la tienda de ropa donde trabajaba de dependiente, Casa Baranda, en la misma Puerta del Sol, número 2. Allí mismo intentaron detener también a su hija Elvira, de 27 años, pero la joven, casada un año antes y embarazada, escapó usando la escalera interior del edificio.
Unos milicianos dijeron luego al marido de Elvira que lo habían llevado a la checa comunista de Santa Engracia, 46, pero esta checa comunicaba por un pasillo con la checa socialista del Círculo, en Martínez Campos, 8. Estuvo preso allí los dos días habituales y llevado el 21 de agosto al Cuartel de la Montaña donde fue fusilado.
Se llevaron a su hijo para que él se entregara
A la misma hora y el mismo día que detenían al vendedor José Garvi, milicianos de las Juventudes Socialistas Unificadas de Centro llegaban a la casa de Eduardo Campos, que trabajaba para el Ministerio de Obras Públicas. Al frente del grupo esta el llamado "Capitán Centellas", un ex-maestro de unos 30 años, y el conductor del coche, apodado el Sargento Veneno, de unos 50 años.
Como Eduardo Campos no estaba en casa, se llevaron a su hijo mayor, que tenía 20 años y estudiaba telegrafía. Lo encerraron en el Círculo Socialista, donde pudo ver a otros congregantes de la Milagrosa, entre ellos José Garvi, el vendedor de ropa.
Cuando Eduardo Campos se enteró, acudió en persona a entregarse a cambio de su hijo. En la puerta encontró al yerno de José Garvi, que buscaba a su suegro. Los milicianos no liberaron al joven hasta que firmó un documento comprometiéndose a no irse de su domicilio y a estar displonible, e hicieron venir a su hermano de 15 años para que firmara lo mismo.
El tintorero de la calle Santa Engracia, 60, que estaba preso ese día, explica que a Campos le dieron de comer pero "insultándolo extraordinariamente". Un miliciano que habló con el yerno de Garvi le enseñó una lista de los que "pasaban al Cuartel de la Montaña" y allí figuraban su suegro y Campos. Parece casi seguro que Campos fue asesinado en el cementerio nuevo de Aravaca el 21 de agosto, a un día de cumplir 52 años.
Listas confiscadas al asaltar la Milagrosa
Ya en julio de 1939 los Padres Paúles calculaban que "son cerca de 80 los caballeros de la basílica de la Medalla Milagrosa fusilados durante la revolución". En el caso de los 5 que comentamos, se trataba de unos laicos que eran bien conocidos en el barrio de Chamberí. El tintorero que coincidió con Garvi, Campos y otros miembros de la asociación estaba convencido: iban a por los caballeros de la Milagrosa, con listas.
Las listas las podían haber obtenido al ocupar (y luego saquear y quemar) la Basílica de la Milagrosa, epicentro de la actividad paúl en la zona. Fernando López Miraved, otro miembro de la asociación que se salvó por poco de ser atrapado, declaraba al acabar la Guerra que la checa del Círculo Socialista "se dedicó con especial interés" a esta asociación. Los llamados "Leones Abisinios" afilaron sus garras deteniendo trabajadores desarmados, no políticos ni combatientes, incluso a sus hijos, por figurar en una asociación devocional.