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domingo, 13 de noviembre de 2022
domingo, 6 de noviembre de 2022
11 CITAS BÍBLICAS QUE AFIRMAN QUE EXISTE EL PURGATORIO
11 citas bíblicas que afirman que existe el Purgatorio
Redacción ACI Prensa
Te explicamos qué dice la Biblia sobre la existencia, origen y misión del Purgatorio en el Plan de Dios para la salvación de las almas.
¿Qué es el Purgatorio?
El Catecismo de la Iglesia Católica señala que el Purgatorio es una “purificación final” que deben atravesar para llegar al Cielo todos aquellos “que mueren en la gracia y en la amistad de Dios, pero imperfectamente purificados, aunque están seguros de su eterna salvación”.
El autor y apologista católico Dave Armstrong señaló en un artículo publicado en National Catholic Register que a lo largo de los años, santos y teólogos como Orígenes, San Ireneo, San Ambrosio, San Agustín y San Jerónimo encontraron en la Biblia descripciones sobre el Purgatorio.
A continuación, compartimos 11 citas de la Biblia que confirman la existencia del Purgatorio:
1.- Salmos 66:12
"Dejaste que un cualquiera a nuestra cabeza cabalgara, por el fuego y el agua atravesamos; mas luego nos sacaste para cobrar aliento”.
Armstrong indicó que Orígenes y San Ambrosio consideraban que este salmo hace referencia al “agua del bautismo y el fuego del Purgatorio”.
2.- Isaías 4:4
“Cuando haya lavado el Señor la inmundicia de las hijas de Sión, y las manchas de sangre de Jerusalén haya limpiado del interior de ella con viento justiciero y viento abrasador”.
El apologista recordó que San Agustín en el libro 20 capítulo 25 de la “Ciudad de Dios”, interpreta este pasaje como una descripción del Purgatorio y resaltó que el versículo anterior hace referencia a las personas salvadas.
3.- Miqueas 7:9
“La cólera de Yahveh soportaré, ya que he pecado contra Él, hasta que Él juzgue mi causa y ejecute mi juicio; Él me sacará a la luz, y yo contemplaré su justicia”.
Armstrong señaló que “San Jerónimo consideró este versículo una clara prueba del Purgatorio”.
4.- Malaquías 3:3
“Se sentará para fundir y purgar. Purificará a los hijos de Leví y los acrisolará como el oro y la plata; y serán para Yahveh los que presentan la oblación en justicia”.
El autor señaló que “Orígenes, San Ireneo, San Ambrosio, San Agustín y San Jerónimo pensaron que esta era una descripción del Purgatorio”.
5.- 2 Macabeos 12:44-45
“Pues de no esperar que los soldados caídos resucitarían, habría sido superfluo y necio rogar por los muertos; mas si consideraba que una magnífica recompensa está reservada a los que duermen piadosamente, era un pensamiento santo y piadoso”.
“Los judíos ofrecieron expiación y oración por sus hermanos fallecidos, quienes claramente habían violado la ley mosaica. Tal práctica presupone el Purgatorio, ya que los que están en el Cielo no necesitan ayuda y los que están en el Infierno ya no pueden ser socorridos”, resaltó Armstrong.
6.- Mateo 5:22
“Pues yo os digo: todo aquel que se encolerice contra su hermano, será reo ante el tribunal; pero el que llame a su hermano ‘imbécil’, será reo ante el Sanedrín; y el que le llame ‘renegado’, será reo de la gehenna de fuego”.
El autor recordó que San Francisco de Sales comentaba sobre este pasaje que “es solo el tercer tipo de ofensa que se castiga con el Infierno; por tanto, en el juicio de Dios después de esta vida hay otros dolores que no son eternos ni infernales; estos son los dolores del Purgatorio”.
7.- Mateo 5:26
“Yo te aseguro: no saldrás de allí hasta que no hayas pagado el último céntimo”.
Armstrong señaló que Tertuliano, San Cipriano, Orígenes, San Ambrosio y San Jerónimo concuerdan que la “prisión” a la que hace referencia este versículo es el Purgatorio y “el ‘céntimo’ representa los pecados más leves que comete el hombre”.
8.- Mateo 12:32
“Y al que diga una palabra contra el Hijo del Hombre, se le perdonará; pero al que la diga contra el Espíritu Santo, no se le perdonará ni en este mundo ni en el otro”.
El autor señaló que si el pecado contra el Espíritu Santo “no puede ser perdonado después de la muerte, se sigue que hay otros que pueden serlo”, los cuales se limpian en el Purgatorio.
9.- 1 Corintios 3:11-15
“Pues nadie puede poner otro cimiento que el ya puesto, Jesucristo. Y si uno construye sobre este cimiento con oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, paja, la obra de cada cual quedará al descubierto; la manifestará el Día, que ha de revelarse por el fuego. Y la calidad de la obra de cada cual, la probará el fuego. Aquel, cuya obra, construida sobre el cimiento, resista, recibirá la recompensa. Mas aquel, cuya obra quede abrasada, sufrirá el daño. Él, no obstante, quedará a salvo, pero como quien pasa a través del fuego”.
Armstrong recordó que San Agustín indica en la “Exposición sobre el Libro de los Salmos” que los hombres “se salvarán, sin duda, después de la prueba de fuego, pero esa prueba será terrible, ese tormento será más intolerable que todos los sufrimientos más insoportables de este mundo”.
10.- Hebreos 12:14
“Procurad la paz con todos y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor”.
“Incluso suponiendo que se permitiera que un hombre de vida impía entrara al Cielo, no sería feliz allí; de modo que no sería misericordioso permitirle entrar. Hay una enfermedad moral que trastorna la vista interior y el gusto; y ningún hombre que trabaje bajo él está en condiciones de disfrutar lo que las Escrituras llaman la plenitud del gozo en la presencia de Dios”, señaló San John Henry Newman.
11.- Apocalipsis 21:27
“Nada profano entrará en ella, ni los que cometen abominación y mentira, sino solamente los inscritos en el libro de la vida del Cordero”.
El autor señaló que el historiador de la Iglesia Protestante, Philip Schaff, indicaba que “estos puntos de vista del estado medio en relación con las oraciones por los muertos muestran una fuerte tendencia a la doctrina católica romana de Purgatorio”.
EL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 6 DE NOVIEMBRE DE 2022
Domingo 32 (C) del tiempo ordinario
Domingo 6 de noviembre de 2022
1ª Lectura (2Mac 7,1-2.9-14): En aquellos días, sucedió que arrestaron a siete hermanos con su madre. El rey los hizo azotar con látigos y nervios para forzarlos a comer carne de cerdo, prohibida por la ley. Uno de ellos habló en nombre de los demás: «Qué pretendes sacar de nosotros? Estamos dispuestos a morir antes que quebrantar la ley de nuestros padres». El segundo, estando a punto de morir, dijo: «Tú, malvado, nos arrancas la vida presente; pero, cuando hayamos muerto por su ley, el Rey del universo nos resucitará para una vida eterna». Después se burlaron del tercero. Cuando le pidieron que sacara la lengua, lo hizo enseguida y presentó las manos con gran valor. Y habló dignamente: «Del Cielo las recibí y por sus leyes las desprecio; espero recobrarlas del mismo Dios».
El rey y su corte se asombraron del valor con que el joven despreciaba los tormentos. Cuando murió este, torturaron de modo semejante al cuarto. Y, cuando estaba a punto de morir, dijo: «Vale la pena morir a manos de los hombres, cuando se tiene la esperanza de que Dios mismo nos resucitará. Tú, en cambio, no resucitarás para la vida».
Salmo responsorial: 16
R/. Al despertar me saciaré de tu semblante, Señor.
Señor, escucha mi apelación, atiende a mis clamores, presta oído a mi súplica, que en mis labios no hay engaño.
Mis pies estuvieron firmes en tus caminos, y no vacilaron mis pasos. Yo te invoco porque tú me respondes, Dios mío; inclina el oído y escucha mis palabras.
Guárdame como a las niñas de tus ojos, a la sombra de tus alas escóndeme. Yo con mi apelación vengo a tu presencia, y al despertar me saciaré de tu semblante.
2ª Lectura (2Tes 2,16—3,5): Hermanos: Que el mismo Señor nuestro, Jesucristo, y Dios, nuestro Padre, que nos ha amado y nos ha regalado un consuelo eterno y una esperanza dichosa, consuele vuestros corazones y os dé fuerza para toda clase de palabras y obras buenas. Por lo demás, hermanos, orad por nosotros, para que la palabra del Señor siga avanzando y sea glorificada, como lo fue entre vosotros, y para que nos veamos libres de la gente perversa y malvada, porque la fe no es de todos. El Señor, que es fiel, os dará fuerzas y os librará del Maligno. En cuanto a vosotros, estamos seguros en el Señor de que ya cumplís y seguiréis cumpliendo todo lo que os hemos mandado. Que el Señor dirija vuestros corazones hacia el amor de Dios y la paciencia en Cristo.
Versículo antes del Evangelio (Ap 1,5.6): Aleluya. Jesucristo es el primogénito de los muertos; a él sea dada la gloria y el poder por siempre. Aleluya.
Texto del Evangelio (Lc 20,27-38): En aquel tiempo, acercándose algunos de los saduceos, esos que sostienen que no hay resurrección, le preguntaron: «Maestro, Moisés nos dejó escrito que si muere el hermano de alguno, que estaba casado y no tenía hijos, que su hermano tome a la mujer para dar descendencia a su hermano. Eran siete hermanos; habiendo tomado mujer el primero, murió sin hijos; y la tomó el segundo, luego el tercero; del mismo modo los siete murieron también sin dejar hijos. Finalmente, también murió la mujer. Ésta, pues, ¿de cuál de ellos será mujer en la resurrección? Porque los siete la tuvieron por mujer».
Jesús les dijo: «Los hijos de este mundo toman mujer o marido; pero los que alcancen a ser dignos de tener parte en aquel mundo y en la resurrección de entre los muertos, ni ellos tomarán mujer ni ellas marido, ni pueden ya morir, porque son como ángeles, y son hijos de Dios, siendo hijos de la resurrección. Y que los muertos resucitan lo ha indicado también Moisés en lo de la zarza, cuando llama al Señor el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob. No es un Dios de muertos, sino de vivos, porque para Él todos viven».
«No es un Dios de muertos, sino de vivos, porque para Él todos viven»
Mn. Ramon SÀRRIAS i Ribalta
(Andorra la Vella, Andorra)
Hoy, Jesús hace una clara afirmación de la resurrección y de la vida eterna. Los saduceos ponían en duda, o peor todavía, ridiculizaban la creencia en la vida eterna después de la muerte, que —en cambio— era defendida por los fariseos y lo es también por nosotros.
La pregunta que hacen los saduceos a Jesús «¿de cuál de ellos será mujer en la resurrección? Porque los siete la tuvieron por mujer» (Lc 20,33) deja entrever una mentalidad jurídica de posesión, una reivindicación del derecho de propiedad sobre una persona. Además, la trampa que ponen a Jesús muestra un equívoco que todavía existe hoy; imaginar la vida eterna como una prolongación, después de la muerte, de la existencia terrenal. El cielo consistiría en la transposición de las cosas bonitas que ahora gozamos.
Una cosa es creer en la vida eterna y otra es imaginarse cómo será. El misterio que no está rodeado de respeto y discreción, peligra ser banalizado por la curiosidad y, finalmente, ridiculizado.
La respuesta de Jesús tiene dos partes. En la primera quiere hacer entender que la institución del matrimonio ya no tiene razón de ser en la otra vida: «Los que alcancen a ser dignos de tener parte en aquel mundo y en la resurrección de entre los muertos, ni ellos tomarán mujer ni ellas marido» (Lc 20,35). Lo que sí perdura y llega a su máxima plenitud es todo lo que hayamos sembrado de amor auténtico, de amistad, de fraternidad, de justicia y verdad...
El segundo momento de la respuesta nos deja dos certezas: «No es un Dios de muertos, sino de vivos» (Lc 20,38). Confiar en este Dios quiere decir darnos cuenta de que estamos hechos para la vida. Y la vida consiste en estar con Él de manera ininterrumpida, para siempre. Además, «para Él todos viven» (Lc 20,38): Dios es la fuente de la vida. El creyente, sumergido en Dios por el bautismo, ha sido arrancado para siempre del dominio de la muerte. «El amor se convierte en una realidad cumplida si se incluye en un amor que proporcione realmente eternidad» (Benedicto XVI).