viernes, 9 de octubre de 2015

LA IMAGEN DE LA MADRE DE LA MISERICORDIA DEL SANTUARIO DE WILNO


La imagen de la Madre de la Misericordia del Santuario de Wilno 
Lituania

La Virgen María es la que conoce más a fondo el misterio de la Divina Misericordia. Sabe su precio y sabe cuán alto es


Por: Sinda Miranda 



“Yo soy no sólo la Reina del Cielo, sino también, la Madre de la Misericordia. Y también ¡Tu Madre!” (D. 330)
Con estas palabras de la Virgen María dadas a santa Faustina, se nos muestra como Abogada y Mediadora de gracias y como nuestro auxilio.
Pues, cuanto más débiles nos sintamos más debemos arrojarnos como niños a sus brazos maternales. Para que ella interceda por nosotros ante Jesús, como lo hizo en las bodas de Caná.
Y el Misericordiosísimo Corazón de Jesús derrame su abundante Misericordia sobre todos sus hijos.
María Madre de Misericordia, nos ponemos bajo tu maternal protección.
P. Luis Kukovica, sj
Director Espiritual


La antiquísima imagen Milagrosa de la Virgen María (que figura en esta página), se encuentra en el Célebre Santuario de la Madre de la Misericordia en la ciudad de Wilno en Lituania; sobre la Puerta Oriental.
Junto a ella fue expuesta por primera vez a la veneración pública la Sagrada imagen de la Divina Misericordia, en el año 1935.
“La Virgen María es la que conoce más a fondo el misterio de la Divina Misericordia. Sabe su precio y sabe cuán alto es. En este sentido la llamamos también Madre de la Misericordia, Virgen de la Misericordia o Madre de la Divina Misericordia” (Encíclica Dives in Misericordia” Juan Pablo II)
La ciudad de Wilno es célebre por su Santuario Mariano en el oriente europeo. La imagen de la Madre de la Misericordia, en un tiempo formaba parte de un cuadro, quizá de la Virgen de la Anunciación o de la Virgen Dolorosa al pié de la Cruz; temas fundamentales de la maternidad de María.
Se dice que la había traído así, sacada del conjunto, el príncipe lituano Olgerd, en el año 1362, de regreso del Quersoneso.
“Entonces vi a la Santísima Virgen, indeciblemente bella, que se acercó a mí, del altar a mi reclinatorio y me abrazó y me dijo estas palabras: Soy Madre de todos gracias a la insondable misericordia de Dios. El alma más querida para mí es aquella que cumple fielmente la voluntad de Dios.” (449)
“Por la noche, mientras rezaba, la Virgen me dijo: Su vida debe ser similar a la mía, silenciosa y escondida; debe unirse continuamente a Dios, rogar por la humanidad y preparar al mundo para la segunda venida de dios” (625)

Conclusión final de la Encíclica Veritatis Splendor, dada en Roma, por el Santo Padre Juan Pablo II; junto a San Pedro, el 6 de agosto – fiesta de la Transfiguración del Señor- del año 1993.

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